3 Mayo 2020. Domingo 4º Pascua: El Buen Pastor. Pastores para una Iglesia en Salida. Testigos y animadores de libertad
Salir del redil, caminar en libertad: conocer a a las ovejas, conocerse
He publicado hace dos días una postal diciendo que no quiero misas con público, pues todos somos con-celebrantes de la Eucaristía. Algunos me han dicho: ¿Y entonces que nacemos con los pastores? Y respondo: Es ahora cuando son más necesarios, como muestra este evangelio del Domingo del Buen Pastor, cuyo mensaje puede condensarse en cinco puntos:
- El evangelio asegura que vivimos en un mundo de “malos pastores” (ladrones y bandidos), que tienen encerradas en su redil a la ovejas, aprovechándose de ellas. Esos pastores son los soldados romanos y los sacerdotes del temple judío, gestores aprovechados de un mundo sometido bajo su dominio.
- Los malos pastores no entran por la puerta, sino que saltan por el muro. El pastor auténtico entra por la puerta de la palabra y de la libertad. El “thyroros” o portero es Dios, la puerta es Jesús…, que es al mismo tiempo pastor de conocimiento en liberad… Pero con Jesús, y como él, son pastores todos los que animan la salida y conocimiento de las ovejas. Lo que de él se dice se dice de todos, y así ha de entenderse.
- El buen pastor (los animadores de la iglesia) no son sólo adelantados de una Iglesia en salida, como quiere el Papa Francisco, sino de una iglesia para la salida, es decir, para el gran éxodo de la libertad. Éste es el tema clave del texto: Jesús dice que estamos en un mundo (redil) cerrado, de miedos, donde nos tienen sometidos para dominarnos. Él ha venido para sacarnos de esa paridera de miedos (en lenguaje aragonés), para que salgamos y seamos.
- El buen pastor (animadores de la Iglesia) sacan a las ovejas del redil cerrado y caminan con (delante de) ellas, en ejercicio de conocimiento mutuo. Estos pastores no tienen sólo olor de oveja, como quiere el Papa Francisco, sino conocimiento de oveja. En el lenguaje bíblico “conocer es querer”, como quiere el esposo a la esposa, la novia al novio… Conocer es conocerse, amarse… Sólo así, en amor, se conocen mutuamente el pastor y las ovejas, de manera que el pastor deja de ser vigilante y la oveja “animal vigilado”, sino amigo, compañero del pastor.
- Lamentablemente, en general (a no ser en el caso de grandes cristianos como Francisco de Asís o Juan de la Cruz) teólogos, gerentes de iglesia y pretendidos “superiores” han entendido este pasaje de Jn 10, 1‒10 precisamente al revés, tomando como ejemplo a los pastores políticos romanos y a los sacerdotales judíos a los que Jesús critica. Por eso hemos podido ser una iglesia de grandísimos pastores (muchos de ellos buenos administradores y “santos”, pero no al estilo de Jesús, sino al del Imperio de Roma o al del Templo de Jerusalén.
Desde ese fondo léase por favor el texto. Después yo ofreceré otra breve reflexión, para plantear de un modo más “académico” el tema, para quien quiera, para quien quiera seguir leyendo.
En aquel tiempo, dijo Jesús “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. (Jn 10, 1‒10).
Breve comentario
- Ladrones y bandidos. El evangelio supone que todos los que han venido “antes” (y los que vienen después, fuera de Jesús) han sido y son ladrones y bandidos: Kleptai y lestai. Este es el rasgo esencial de su poder: Es un ejercicio de dominio para robar (aprovecharse de los demás) y para matar (para destruirles). Se podrá decir que eso han sido los últimos sacerdotes de Jerusalén antes del “holocausto” del 67‒70 y los emperadores de Roma, en aquel tiempo (Calígula, Domiciano…). Pero Jesús no distingue: A su juicio los pastores del mundo político‒religioso son ladrones y bandidos.
- Jesús no necesita más pastores, había en Roma y en el judaísmo de su tiempo miles y miles de voluntarios para pastorear de esa manera, con un cargo o licencia para “robar y matar”… Lo que Jesús quiere y necesita son “pastores distintos, animadores de la libertad y gracia” de Dios. Pastores que entran por la puerta de la vida, y “sacan” (liberan) a las ovejas de su esclavitud en el redil o paridera de los que les oprimen.
- Muchos me dirán (conforme a mi postal anterior…): No hacen falta pastores, toda la comunidad se libera y celebra… Eso es cierto, pero en las circunstancias actuales hacen falta pastores y líderes de la libertad, animadores de nuevas experiencia y camino de evangelio. En esta encrucijada, año del coronavirus 2020, necesitamos pastores de evangelio, que no meten a las ovejas en un nuevo redil de imperio sacral o de templo, sino que las sacan a los pastos del conocimiento, que es amor en libertad.
- Los nuevos pastores de (como) Jesús han de ser “adelantados” de la libertad… Han de ayudar a salir a las ovejas, caminando por delante… con su testimonio y ejemplo. Tienen que ir delante, corriendo los riesgos primeros de la vida, no por mandato, sino por ejemplo y para ejemplo. Éstos son los pastores que quiere y promueve Jesús, los nuevos coaches (pero no por dinero ni oficio), entrenadores, animadores arriesgados, sin más poder que el amor de la vida de Jesús, sin más ilusión que “liberar” (sacar del redil) a las ovejas…
- Los nuevos pastores han de ser animadores y guías de un nuevo “conocimiento”, es decir, de la comunicación de amor. Como he dicho, ellos “conocen” a las ovejas; y según la Biblia conocer es amar, es amarse… De esa forma, al final, en el camino no habrá pastores y ovejas, sino que todos han de ser “amadores”, amigos en libertad…
- El camino de poder de la Iglesia cristiana ha sido admirable, a lo largo de los siglos… Los pastores cristianos, tomando elementos del Imperio de Roma y del Sacerdocio judío, han recorrido el mayor camino de dirección en el poder que se ha dado en el mundo moderno… pero en el fondo, muchos de ellos, han creado nuevo rediles para tener cerradas a sus ovejas. La inmensa mayoría han sido y son buena gente, pero al estilo romano‒judío más que cristiano. Ha llegado el momento de los “pastores” cristianos, según Jn 10, pastores que liberan, conocen y son conocidos, por los anchos espacios de la libertad del Evangelio de Juan. De eso trataré en la próxima postal. Ahora quiero añadir una reflexión de fondo sobre los pastores.
ANEJO. GOBIERNO PASTORAL, EXPERIENCIA BÍBLICA
UNA CRÍTICA NECESARIO. M FOUCAULT
Según M. Foucault, el gobierno pastoral…
es más propio de los imperios de oriente, y ha sido especialmente destacado por los israelitas en el AT, donde presentan a Dios como un Pastor que va guiando al pueblo de Israel por el desierto… Los reyes son auténticos pastores, como seguiré viendo. Éstos son (según M. Foucault) los rasgos principales de un gobierno pastoral:
“1. El pastor ejerce el poder sobre un rebaño más que sobre un territorio. […] Dios da, o promete, una tierra a su rebaño. 2. El pastor reúne, guía y conduce a su rebaño. […] basta con que el pastor desaparezca para que el rebaño se disgregue; o dicho en otros términos, el rebaño existe gracias a la presencia inmediata y a la acción directa del pastor […]. 3. El papel del pastor consiste en asegurar la salvación de su grey. […] No se trata únicamente de salvar a todos, a todos en conjunto, cuando se aproxima el peligro,sino que es más bien una cuestión de benevolencia constante, individualizada y orientada a un fin. […] constante, ya que el pastor vela por la alimentación de su rebaño; cotidianamente satisface su sed y su hambre. […] individualizada, ya que el pastor vela para que todas sus ovejas, sin excepción, sean recuperadas y salvadas.
- […] el ejercicio del poder es un “deber”. […] la benevolencia pastoral está mucho más próxima de la “abnegación”. Todo lo que hace el pastor lo hace por el bien del rebaño. Tal es su preocupación constante. Cuando sus ovejas duermen él vela.”
(Cf. M.Foucault, Omnes et sigulatim: hacia una crítica de la razón política en La vida de los hombres infames, Ed. Altamira, Argentina 1996, 182-183, 204).
Los pastores como dictadura ilustrada (romana, judía, eclesial)
Éste es, por tanto, un gobierno de “dictadura ilustrada”. El pastor sabe lo que necesitan sus ovejas, por eso las cuida y dirige desde arriba, las alimenta y las cuida. Más aún, el pastor vela por las ovejas, tiene responsabilidad sobre su vida y su misma “conciencia” (si son ovejas humanas), de manera que no hay reciprocidad entre pastor y ovejas. El pastor puede “cuidar” muy bien a las ovejas, pero está arriba siempre.
El pastor está solo a la cabeza del rebaño y su trabajo consiste en velar por la alimentación de sus animales; en cuidarlos cuando están enfermos; en servirse de la música para reunirlos y guiarlos; en organizar su reproducción preocupándose de obtener la mejor descendencia…
El pastor ejerce por tanto un “dominio” bueno de dirección (y de sumisión) sobre los súbditos, a los que dirige en sentido físico y psíquico, religioso y social… (pero es un gobierno no personal, y en el fondo acaba siendo no cristiano). En esa línea, los “pastores” de la Iglesia se han sentido llamados a “salvar” a las ovejas desde arriba, con autoridad superior, como guías que saben lo que ellas necesitan
En esa línea se podría decir que un tipo de pastoral de la iglesia ha sido pre-cristiana,pues ha tomado los rasgos del pastor del AT y de los reinos orientales, y no la novedad de Jesús, que utiliza la imagen del pastor para superarla por dentro. Un tipo de pastoral de la iglesia, por su forma de entender la autoridad propia de los pastores y la sumisión de las ovejas, evidentemente para su bien (se dice), no es cristiana.
Crítica a Foucault desde el evangelio de Juan
A partir del evangelio de Jesús (y desde una perspectiva que ha sido desarrollada después por la misma Iglesia cristiana, fundándose en la experiencia democrática de Grecia) se puede hablar de un gobierno personal, fundado en la palabra y en el diálogo.
El que gobierna (en la línea de la imagen desarrollada por Jn 10 y Jn 15) no es un pastor que dirige desde arriba a las ovejas, sino un amigo que dialoga con amigos, un hombre libre que comparte el camino con otros hombres libres.
Dejo abierto este tema, que necesita quizá más explicaciones, limitándome a releer desde esa perspectiva los textos del domingo.
VISIÓN BÍBLICA DEL GOBIERNO PASTORAL
(1) Punto de partida. Antiguo Testamento
La figura del pastor y su rebaño pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, ella culmina en Jn 10, 2-16 (el Buen Pastor) y en Mt 25, 31-46 (juicio final) y ha tenido gran influjo en la visión posterior de la iglesia cristiana que ha concebido a sus ministros como «pastores» y interpretado su acción ministerial como «pastoral».
Pastor es en oriente (Sumeria, Babilonia, Asiria…) el rey, que protege y guía sus rebaños de hombre, ayuda a los débiles, protege a los enfermos. Pastor es en el cielo Dios, aquel que cuida del rebaño grande de los hombres. Ésta es una imagen valiosa, pero corre el riesgo de establecer una distancia entre el guía-pastor que es el único individuo activo y el resto de los hombres, entendidos como rebaño pasivo.
Desde Abel, que fue el primer pastor asesinado (Gen 4, 2) y desde Yabel, hijo de Lamec, que fue padre de todos los que crían ganado y viven en tiendas (cf. Gen 4, 20), con los patriarcas, pastores de ganados (cf. Gen 13, 7; 26, 20; 46, 32), la Biblia está llena de pastores, aunque la cultura israelita dominante acaba siendo agrícola y urbana. En esa línea, el recuerdo de David, pastor de ovejas en los campos de Belén (1 Sam 16, 13; 17, 20), se ha mantenido vivo en la tradición mesiánica. Un salmo dice que Dios tomó a David de los rediles de ovejas, para hacerle rey de Israel, de manera que su oficio y tarea de pastor de ovejas sirve de base simbólica para entender su trabajo de pastor del pueblo (cf. Sal 78, 70).
Dios aparece como un pastor que cuida el rebajo de los hombres, especialmente de su pueblo Israel (Is 40, 11; 63, 11; Jer 30, 10 etc). El Antiguo Testamento sabe que Dios es pastor de Israel: «El Señor es mi pastor, nada me falta, por lugares tranquilos me hace reposar…» (Sal 23, 1; cf. Gen 49, 24; Jer 31, 10; 43, 12; Ez 34, 5.12, etc.). También los jefes de Israel reciben rasgos de pastor (cf. 2 Sam 7, 7; Jer 3, 23; Sal 78, 72), aunque parece que nunca se les atribuye directamente ese título, que será propio del Mesías: «Les daré un pastor único que los pastoree: mi siervo David; él les apacentará, él será su pastor. Yo, el Señor, seré su Dios y mi siervo David será príncipe en medio de ellos» (Ez 34, 23-24; cf. 37, 22.24; Jer 3, 15; 23, 4).
Pero esa imagen del pastor en el AT sigue estando abierta y termina expresándose en una línea de “ley compartida”. Dios es pastor que se expresa en una “ley” que las mismas ovejas comparten, dialogando entre ellas.
En el judaísmo rabínico la imagen del pastor termina siendo un recuerdo del pasado… En la actualidad, en el lugar del Pastor siempre ausente queda la Ley para todos… En esa línea se sitúa la mejor “filosofía política” de USA, por poner un ejemplo.
(2) Mt 25, 31-46. Pastor mesiánico, las ovejas menores.
La certeza de que Dios cuida a las ovejas y la promesa del nuevo pastor mesiánico de Ez 34, 11-14 forman el punto de partida de una visión teológico-simbólica que llega hasta Mt 25, 32, donde el pastor se identifica con las «ovejas» más pequeñas del rebaño. En el fondo está igualmente la imagen apócrifa de 1 Hen 89-90: el camino de Israel, desde el diluvio hasta el Mesías, aparece como historia de un rebaño; los miembros del pueblo son ovejas a las que Dios va guiando, superando los peligros, los rechazos y rupturas, hasta el tiempo en que llegue el salvador-mesías. Al referirse a Jesús, Hijo de Hombre, en la figura del pastor que separa a su rebaño, Mt 25, 32 se encuentra en la línea de ese viejo simbolismo.
La tradición del rey-pastor forma parte de la ideología política de Israel (cf. Ez 34, 23-24), donde Dios mismo aparece como pastor supremo del pueblo (cf. Sal 23, 1; 80, 1), conforme a una visión más propia de los reinos de oriente que de la democracia griega, donde los miembros del pueblo no aparecen ya como rebaño de un pastor, sino como grupo de hombres libres. Desde ese fondo se entienden los textos del Nuevo Testamento donde el Mesías toma rasgos de pastor, especialmente el de Mt 25:
«Cuando llegue el Hijo de hombre en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria y se congregarán delante de él todos los pueblos. Y separará a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de las cabras; y pondrá a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda. Y entonces el rey dirá…» (Mt 25, 31 34).
La imagen es tradicional, pero el simbolismo de fondo será totalmente nuevo: aquí estamos ante un pastor que se identifica con sus ovejas; no manda sobre desde arriba, sino que vive y sufre en ellas. Estamos, evidentemente, en una línea de evangelio, que ha de entenderse desde la parábola de la oveja perdida (cf. Lc 15, 4-6, Mt 18, 12-14) y desde la gran alegoría de Jn 10, 1-16, donde las ovejas dejan de ser animales dirigidos por un guía superior y se vuelven amigos del pastor.
El pastor se identifica con las ovejas “menores”. El pastoreo se convierte en diálogo persona, desde la responsabilidad de la “ovejas superiores” (por decirlo así) hacia las “ovejas inferiores”.
La pastoral tiende a convertirse es un Servicio Social. En el lugar de la Ley (línea AT, USA), en la tradición democrática y social de Europa… el gobierno pastoral se identifica con el gobierno social.
(3) Pastor misericordioso, el Buen Pastor (Jn 10).
Podemos desarrollar las últimas reflexiones. Jesús toma la imagen del pastor y la recrea desde el evangelio. Así dice que se apiada de los hombres porque están «dispersos y perdidos, como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). En ese contexto se inscribe su acción misericordiosa, que viene a expresarse de manera privilegiada en la parábola del pastor:
«¿Quién de vosotros, teniendo cien ovejas y perdiendo una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va hacia la perdida hasta encontrarla? Y encontrándola la pone en sus espaldas con gran gozo y viene hasta su casa y llama a sus amigos y les dice: alegraos conmigo porque he encontrado a mi oveja perdida» (Lc 14, 3-6).
A Jesús le han acusado de comer con pecadores, perdonando y recibiendo en su mesa a los proscritos de la alianza (publicanos, prostitutas). Jesús se defiende contando esta parábola, en la que Dios (o el pastor mesiánico) viene a mostrar su solidaridad con las ovejas perdidas. En esa línea se sitúa el texto del buen pastor:
«Yo soy el buen pastor; el buen pastor entrega su vida por sus ovejas. El mercenario, el que no es pastor ni tiene a las ovejas como propias, ve venir al lobo y abandona, huyendo, a las ovejas; y así viene el lobo y las destroza y las dispersa. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre. Así entrego mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil; las debo conducir, para que escuchen mi voz y de esa forma haya un rebaño y un pastor» (Jn 10, 11-16).
Siguiendo en la línea anterior, el pastor se ha convertido de alguna forma en padre y amigo del rebaño. Esta alegoría del Jesús pastor tiene tres rasgos o elementos principales.
(a) Elemento cristológico. Jesús es el auténtico pastor, aquel que puede conducir hasta la meta a su rebaño. Por eso se distingue de otros malos pastores, mercenarios, que han venido a presentarse como salvadores, siendo en realidad asalariados, que han querido aprovecharse del rebaño. Jesús es pastor que se vuelve amigo de las ovejas, pues dialoga con ellas. El mismo pastor se vuelve oveja, todos ovejas, todos pastores, dialogando en respeto y servicio mutuo.
(b) Hay un rasgo eclesiológico. Jesús es verdadero pastor porque conoce a las ovejas (hombres), dialogando con ellas en intimidad de corazón. Sólo así, sobre una base de conocimiento personal puede fundarse la comunidad de los salvados como iglesia donde todos tienen un lugar para vivir en plenitud. Jesús es pastor y puerta del rebaño; Jesús es guía y casa para las ovejas… Jesús es pastor haciendo a todos pastores. El rebaño de ovejas se convierte en comunidad de pastores, hablando cada uno con los otros, siendo cada uno puerta de vida para los demás.
(c) Hay, en fin, un rasgo pastoral/personal: la unidad del pastor con las ovejas refleja sobre la tierra el gran misterio del encuentro de Cristo con el Padre, tal como Juan lo ha desarrollado en Jn 20. De esa forma, llevado hasta el extremo, este signo del pastor nos saca del ámbito animal (pastoral) para situarnos en un plano intensamente personal, de comunicación afectiva. En ese contexto debemos añadir encargo de Jesús a Pedro a quien pide que «apaciente sus ovejas», es decir, que las conozca, que garantice un espacio de libertad y de diálogo para todas (Jn 21, 16-17).
En esa línea se dirá que los ministros de la iglesia son pastores que aman a las ovejas, dialogando con ellas como Buen Pastor, que es Cristo. Éste es el gobierno del diálogo. No de un pastor que organiza desde arriba la vida del rebaño, sino de un pastor que dialoga con el rebaño… de forma que al final el mismo gobierno es diálogo de todos… Guardar el rebaño es abrir espacio de diálogo entre todas las ovejas, en conocimiento mutuo.
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