La vida es un duelo a muerte, que gana la VIDA
Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:
Algunas consideraciones
- Pascua.
A pesar de los pesares y, aunque no lo parezca, es Pascua. La vida es más fuerte que la muerte. Cristo resucitó.
La resurrección del Señor es el fundamento de nuestra esperanza absoluta.
Esperamos y deseamos que la medicina y la ciencia terminen por dominar y vencer este virus, esta pandemia que llena de muerte y angustia la humanidad, pero el fundamento de nuestra esperanza absoluta es Cristo resucitado.
- Magdalena, Pedro y el discípulo amado.
Los cuatro evangelistas nos hablan de que las primeras en llegar al sepulcro fueron algunas mujeres. Mateo, Marcos y Juan sitúan entre estas mujeres a Magdalena.
San Juan presenta a esta mujer Magdalena (de Magdala) al final de su evangelio, al pie de la cruz.
Magdalena amó a Jesús en vida, lo amó en la muerte y lo sigue amando en la Resurrección.
Pedro llegó “tardíamente” al sepulcro y solamente vio los signos de la muerte: el sepulcro, las vendas, el sudario.
El Discípulo, que se siente amado por Jesús llega primero al sepulcro, vio y creyó en la vida, en la Resurrección.
La resurrección es una cuestión de fe, no de verificación histórica.
Quiera Dios que la ciencia, la medicina consigan dominar y erradicar este virus. Las medidas higiénicas y de protección son necesarias, pero a la fe en la Vida y en resurrección se llega por el amor: Magdalena y el Discípulo Amado amaron al Señor y creyeron que vive por siempre.
También nosotros, como aquellas mujeres y discípulos hoy vemos los signos de muerte: sudarios, vendas, la losa del sepulcros… Nosotros vemos, estamos informados del número de muertos, cadáveres, morgue, etc. Pero quizás, no llegamos creer en la Vida, en el resucitado.
- El sepulcro, la losa, las vendas, sudarios.
La pregunta que se hicieron aquellas mujeres es la misma que nos hacemos nosotros: ¿quién nos removerá la losa, el problema de la muerte, del sepulcro? La losa de la muerte de Jesús y de nuestra muerte.
Magdalena, como los demás, buscaban a Jesús en la muerte, por eso les cuesta trabajo reconocerle vivo.
JesuCristo resucitado no era un espíritu que anduviera errante por qué se yo qué espacios, mientras, de cuando en cuando, se aparecía hasta que finalmente subió al cielo en la Ascensión. El cielo no es un lugar físico, sino “la intimidad de Dios”, el amor, el abrazo del Padre al hijo pródigo y a su Hijo.
El amor no muere.
Quizás nos haría bien sembrar amor sencillo y discreto para, así, vivir en esperanza.
- La resurrección no es un espectáculo
Habría sido un grandioso espectáculo, un golpe de fuerza del Deus ex machina. Pero la vida es más sencilla y humilde.
El místico antropólogo Teilhard de Chardin escribe.
La muerte nos entrega totalmente a Dios, nos traspasa a Él. En correspondencia, hemos de entregarnos a ella con gran amor y abandono, ya que no nos queda otra cosa que hacer, cuando se nos presenta, que dejarnos dominar y conducir enteramente por Dios.[1]
La cruz elevó a Jesús al ámbito de Dios. La Ascensión de Cristo en la tradición de San Juan es la cruz.
- Feliz Pascua.
Desde la mañana de Pascua se abre una nueva vida para el creyente, para el que corre, vey cree.
Tenemos prisa –corrieron– por vivir y vivir en paz.
Resucitamos en cada vida que nace, en cada momento que nos perdonan y perdonamos, en cada gesto de acogida, en la esperanza infinita…
Desde la Resurrección del Señor: Feliz Pascua y corramos hacia la vida.
[1] P. Teilhard de Chardin Himno del Universo, LVII, Madrid, Ed Trotta, 2004.
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