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Dom 5 Cuaresma. 29.3.20 Jn 11, 1-45. Si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano

Domingo, 29 de marzo de 2020

athens_lazarosDel blog de Xabier Pikaza:

Que mueran de virus los que mueran, que no pare el “sistema”

Así dice Marta a Jesús, y añadimosmuchos: Si Jesús estuviera con nosotros no habría muerto mi hermano, no habría coronavirus. Pero  Jesús no ha venido para impedir que muramos, sino para que vivamos en amor, dándonos mutuamente vida, para así abrir sobre el mundo (en nosotros, con nosotros) un camino de fraternidad y resurrección sobre la muerte). El evangelio de este domingo tiene dos centros.

(a) Uno es Jesús, que viene a dar vida, para abrir un camino de resurrección; no impide que muramos (sólo vivimos de verdad muriendo, dando vida), en solidaridad dolorosa, en compromiso a favor de la comunión y resurrección de todos.

(b) El otro es Caifás, sumo sacerdote, que vive de la muerte de los demás, y por eso quiere que Jesús muera (que mueran los que dan vida a todos), para vivir él y sus compañeros del negocio de la muerte (como reyes de un dominio de Abbadón, el exterminador de la Biblia).

Ésto no es retórica vacía. Toda la prensa de hoy debate sobre el tema, especialmente en USA, epicentro de un capitalismo de muerte, donde muchos estados, entre ellos el de Texas (donde tengo un sobrino) donde el Gobernador ha dicho, según noticias fidedignas, que es mejor que mueran algunos de virus, pero que no pare el sistema de la economía. Un perfecto “caifás”, como verá quien siga leyendo.

   Si estuviera aquí Jesús (si viviéramos como él) muchos menos morirían de este virus… y los que murieran (al fin todo) lo harían (lo haríamos) en esperanza de vida, en camino de resurrección.

Texto 1: Jesús viene para dar vida (Jn 1, 1-45, resumido)

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado… Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.” Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará…”  

Jesús, [viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban,] sollozó y, muy conmovido, preguntó: “¿Dónde lo habéis enterrado?” Le contestaron: “Señor, ven a verlo.” Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: “¡Cómo lo quería!”…  Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: “Quitad la losa.”   Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.” Y dicho esto, gritó con voz potente: “Lázaro, sal fuera.” El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “Desatadlo y dejadlo andar.”  

Un comienzo

herencias-cuando-muere-uno-de-los-espososEstamos ante el dolor de Jesús que (en un plano) llora y solloza impotente ante la muerte de su amigo, en un mundo que huele, mundo de asesinos concretos, de mentiras extensas, de llanto y de muerte. Es Hijo de Dios, pero no puede impedir que su amigo muera, porque la muerte pertenece a la ley de la vida. Por eso llora, porque ve al amigo muerto.

Pero le ofrece (a él, a sus hermanas) la esperanza de la resurrección. Lázaro murió de muerte natural y a muchos, en cambio, les matan, de muerte violenta, los diversos tipos de asesinos, traficantes de la muerte, precisamente aquellos que no quieren que Jesús resucite, dé vida a los muertos. … pensando que así pueden obtener ventajas políticas, sociales o de cualquier tipo que sea, ignorando que con la muerte sólo se consigue más muerte.

Parece que Lázaro murió de muerte natural que no podía haberse evitado… Pero muchos mueren por muertes que los hombres podían haber evitado, creando mejores sistemas de salud, en justicia en solidaridad… Jesús no impidió la muerte de Lázaro, pero su forma de vivir, de amar y de morir a favor de los demás puede impedir miles y miles de muertes de todos los días, suscitando redes de solidaridad social, al servicio de la vida.

Esperó tres días antes de venir y Lázaro murió…¿Por qué no vino antes para impedir que Lázaro muriera? Se lo preguntaron las hermanas y lloró. No pudo venir antes, pero lloró. No puede impedir un tipo de muerte en este mundo, pero sufre. También llora aquí, en nuestro día, en los hospitales, en las casas de ancianos que mueren de coronavirus, junto a los enfermos.

¿Por qué no impidió que muriera Lázaro? ¿Por qué impide la muerte del coronavirus? ¿Por qué no detiene la mano de miles de asesinos en el mundo?¿Por qué no detiene al terremoto…?   Y, sobre todo, ¿por qué deja que vivan los que viven del negocio de la muerte,  en un mundo donde el hambre mata mucho más que el coronavirus…?

Nos queda la oración y el llanto y la solidaridad. Una oración que acepta la muerte (porque es condición humana) y que condena a los que trafican con ella, con la guerra y el hambre, con la injusticia y la opresión. Una oración de cercanía, con las hermanos y hermanos de los muertos.

Después debemos ofrecer un gesto de solidaridad a las hermanas y familiares del muerto…  Una solidaridad activa, creadora, al servicio de la justicia y de la solidaridad, del pan para todos en contra de los que viven del negocio de la muerte… como todos aquellos que en este momento ponen primero el triunfo de su economía, de sus negocios, de su política, por encima de la muerte de muchos, por coronavirus o por hambre.

Jesús no hizo un sermón explicando las razones de la muerte de Lázaro. Simplemente lloró. Lázaro ¡Sal fuera! Jesús lloró, pero creía (porque creía) en la resurrección y se esforzó por ella diciendo:  “Sal fuera”. ¡Lázaro sal fuera! Esta palabra hay que decirla desde ahora, con Jesús.

¡Salgamos fuera todos, de manera que no vivamos más de muertes, de manera que no vivamos más aletargados, envueltos en sudarios y vendas, pactando con la violencia y la injusticia, dando cobertura a los que matan.   Tenemos que salir de un mundo en el que, de un modo o de otro, nos hemos acostumbrado a la muerte, de manera que muchos viven (vivimos) de la muerte de los demás.

Salir fuera de la tumba significa vivir para la vida, en justicia y solidaridad. Que los educadores eduquen para la paz, que los políticos gobiernen para la justicia, que los trabajadores trabajen para el bien de todos… que todos podamos vivir para la concordia, condenando la violencia de un modo radical, total…

Aquí se expresa el riesgo de los resucitadores El camino de la resurrección empieza por el llanto, pero lleva a la conversión y a la transformación de las condiciones de vida de este mundo que llevan a la muerte de muchos.

 Éste es un camino en el que intervienen muchos factores, un camino en el que tienen responsabilidad muchas personas, empezando por los políticos, los dueños de la economía, los señores del pensamiento… quizá nosotros mismos, que ponemos nuestros privilegios sociales o personales,de dinero o nación, por encima de la vida de los que mueren de coronavirus o de hambre.

 Este camino de la resurrección es hermoso, pero muy arriesgado. Los que trabajan sin más por la vida, los que sacan a los hombres y mujeres de sus tumbas suelen ser perseguidos, porque hay intereses creados y muchos prefieren que las cosas sigan así. Con una lucidez impresionante, el evangelio de hoy sigue y dice.

Tema 2. Palabra y gesto de Caifás, que vive de la muerte de otros:

 Jn 11, 46. Pero algunos de los que habían visto a Jesús que resucitaba y daba vida a los muertos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho [resucitando a Lázaro]. 47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron al Sanedrín y decían: –¿Qué hacemos? Pues este hombre hace muchas señales. 48 Si le dejamos seguir así, todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación. 49 Entonces uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo: –Vosotros no sabéis nada; 50 ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación (Jn 11, 46-50).

Inferno_Canto_23_verses_117-120Es peligroso optar por la vida y promover la resurrección en este mundo de muerte. Hay muchos (personas e instituciones) que prefieren mantener las cosas así, traficando con la muerte, a pesar de coronavirus. El evangelio supone que los primeros traficantes de la muerte (¡que Lázaro se pudra!) son los dirigentes religiosos y políticos que controlan el poder desde la muerte. Por eso, para impedir que Lázaro resucite y viva y sea testigo de paz, Caifás y su gente-gente proponen matar al “mensajero” de la vida  Porque un hombre como Jesús que promueve la vida ha sido y sigue siendo “peligroso”.

No quiero trazar ninguna condena general a poderosos sin más, como traficantes de muerte, ni acusar a los dirigentes religiosos (a los que acusa este evangelio), ni a los traficantes de la muerte (vendedores de armas, promotores de una economía que mata, pero…). Al contrario, sé que muchos de ellos se esfuerzan por lograr la paz de la vida,  pero esa paz de la vida implica una fuerte conversión, en línea de solidaridad, de comunicación de bienes, de educación para todos, de ciencia para descubrir y promover vacunas etc. etc.

El argumento de Caifás: Que mueran algunos para que vivamos nosotros

En esa línea hay que seguir diciendo que, nunca, nadie, ningún sistema, ninguna política, ningún tipo de ganancia económica deberá aprovecharse de la muerte de los demás para medrar, para mantener nuestra pretendida justicia.  Que nadie se aproveche de la injusticia para justificar ningún tipo de acción opresora, con el argumento de Caifás (¡matemos a Jesús para vivir todos más tranquilos).

La única verdad es la que abre espacio para todos, en justicia y paz, esto es, la verdad de la vida, abierta a la resurrección . El único valor es la vida, cada vida, por encima de la “santa nación” a la que apelaba Caifás (en pacto con el Santo Imperio de Roma)… Por eso, el evangelio sigue comentando que, en un sentido, Caifás tenía razón, tenía razón al servicio de su sistema,  porque hombres como Jesús, que quieren la vida de todos son peligros para un orden que vive y medra del negocio de la muerte de los demás.

 El camino de la vida comienza allí donde se sabe que no se puede matar a ninguno para “mantener la propia seguridad”. La palabra de Jesús: ¡Lázaro, sal fuera, es un principio de esperanza, pero también de compromiso por la justicia en este mundo.

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