El pueblo ¿siempre camina en tinieblas?
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
- Galilea de los gentiles.
El evangelio de hoy sitúa a Jesús dejando Judea (la región religiosa por excelencia: Jerusalén, el Templo, sacerdotes, etc.) y dice el texto que Jesús se retiró a la Galilea de los gentiles, tierra de paganos, al territorio de Neftalí y Zabulón, (los dos hijos de Jacob).
Jesús comienza su ministerio en esta región de Galilea en la que nació el movimiento mesiánico zelota, grupo revolucionario armado del que la mayor parte eran galileos. (Hasta el punto de que galileo era sinónimo de “subversivo”).
El cristianismo no se desenvuelve en territorios piadosos, sino en el mundo, en el paganismo, en la sociedad. Recordemos aquello que decía nuestro obispo Don José Mª Setién: el cristiano -por y desde su fe- ha de adentrase en la sociedad, en la vida y “mancharse las manos”, precisamente como Jesús: para sembrar el Reino. Algo de esto es lo que dice también el papa Francisco: prefiero una Iglesia que se equivoque, a una iglesia que se quede en sus trincheras o, quizás, oliendo ya a formol.
Una fe aséptica, lejos de la vida y del mundo es un “falso pietismo”.
2. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.
Las tinieblas son el caos primordial del Génesis: al comienzo era una oscuridad(Gn 1,2). Dios es e hizo la luz. Jesús es luz: Yo soy la luz del mundo, (Jn 8,12).
El ser humano busca la luz como el centinela la aurora (Salmo 129,6).
La humanidad, nuestro pueblo, los pueblos vivimos en tinieblas. (Solamente algunos fanáticos e iluminados pretenden poseer la luz).
La luz, la verdad, son una búsqueda continua en la vida.
En nuestro propio país bajan turbias y turbulentas las aguas de la luz, de la verdad. En el mundo de la educación se eliminan aquellas materias que pudieran aportar un poco de luz: se desprecia, si no se elimina la filosofía, la ética, la misma religión.
¿De dónde nos vendrá luz?
¿De una investidura? ¿de los parlamentos? ¿del fanatismo de algunas ideologías? ¿de los fundamentalismos religiosos? ¿de las comunidades eclesiales? ¿Quién y cómo ha de estructurar los planes de educación?
No son iguales los planes de educación que puedan emanar de los grandes valores que los planes que surjan de unos intereses de las ideologías políticas o de fundamentalismo religiosos.
Que el estado sea laico y en ocasiones la iglesia haya gestionado estas cuestiones peor que regular, no significa que no hayamos de “echar una pensada a la vida” y transmitirla a la sociedad y a las nuevas generaciones.
Dios quiere que despleguemos todas las posibilidades de alcanzar plenitud humana. El modo de alcanzarlo es asunto nuestro, pero no tiene que ser uniforme para todos. (Fray Marcos, A la fuente de cada día, Ediciones Feadulta.com, martes segunda semana).
La razón ilumina. El pensamiento cristiano ilumina.
Si no somos buenos -que no lo somos-, al menos seamos inteligentes.
3. Convertíos. / Y le siguieron
La palabra “conversión” en el evangelio griego de Mateo se dice: metanoia, que significa cambiar de mentalidad, de pensamiento. Cuando en la conversión se inyectó el pecado nos hicieron un flaco favor, porque se culpabilizó todo el cristianismo.
La conversión es cambiar la mentalidad en lo que hace referencia a las perspectivas de la vida, cambiar el pensamiento sobre el principio y fundamento de la existencia, el sentido de la vida, la persona humana, la justicia, la sexualidad, el trabajo, el dinero, etc. En un segundo momento llegarán en la medida de lo posible las consecuencias morales
Aquellos primeros discípulos no eran muy distintos de nosotros: El dinero de Zaqueo era el mismo que el de la Kutxa, es decir el dinero es el mismo (y el dinero no cree ni en Dios ni en los hombres).
La “fiebre” de poder de la suegra -familia- de Pedro, Santiago y demás, no era muy diferente del ansia de poder de una campaña electoral actual o del gusto eclesiástico por el poder.
El robo, la injusticia y prostitución de entonces no eran cosas distintas de las nuestras.
La pérdida de la vida (sangre) de la hemorroísa o del hijo pródigo eran más o menos como las nuestras.
¿Pero los pocos que le siguieron por qué le siguieron?
Si uno ve y se pone a pensar en lo que barajamos en nuestros andamiajes religiosos y eclesiásticos, ¿vale la pena? Aquellos primeros ¿le habrían seguido a Jesús por nuestras Misas y ritos? ¿le habrían seguid por el trato que parte de la jerarquía ofrece a los divorciados, homosexuales o por los dogmas, por los ritos y viajes que realiza el mundo eclesiástico?
Lo dudo.
Muchos sectores y estilos eclesiásticos ni divierten ni convierten. El evangelio de Jesús es luz.
4. El Reino de Dios está cerca.
Jesús recorría toda Galilea proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Jesús curaba, sanaba las enfermedades y las dolencias del pueblo. Pasó su vida haciendo el bien.
El Reino de Dios está cerca no por el número de bautizados ni de los que asistimos a Misa.
¿El momento eclesiástico en que vivimos es bondadoso, sana a la gente, quiere a la gente?
Es cierto que en muchos ámbitos eclesiales hemos conocido y experimentado la sanación, la promoción del ser humano, de la mujer, de los marginados, etc. La labor de muchos misioneros es realmente evangélica, la dedicación a los más pobres del P. Ángel, el movimiento creado por la madre Teresa, la noble tarea de las comunidades que viven en el ámbito de la Teología de la Liberación son realmente un seguimiento de Cristo.
Es más, muchas veces hemos tenido experiencia de la bondad de Dios fuera de los ámbitos eclesiásticos. No olvidemos que también hay gente que no son de los nuestros, pero expulsan demonios.
El Reino de los cielos “está cerca” en “Alcohólicos Anónimos”, en “Proyecto hombre”, en los comedores sociales: Aterpe, en la escucha callada de una persona hundida en la miseria “en tristeza y angustia”, en la experiencia de la bondad y ayuda a quien lo necesita, en sentirnos amados por Dios, etc.
La conversión cristiana es, pues, a la bondad, al amor, a la salud-sanación de Dios expresada en JesuCristo. Y ser cristiano es ser testigo comprometido de la sanación de Dios en el mundo.
Jesús recorría toda Galilea proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
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