Velad
Primer domingo de Adviento
Pequeño ejercicio para despertarse.
Veamos los verbos:
Velar
no saber
venir
encontrar
las cosas negativas (aquellas a las que sería necesario evitar)
no saber
no haría falta
no encontraros dormidos
¡Qué bello texto!
El Señor viene por nosotros.
¡Todo lo que despliega para venir a nosotros!
Y nosotros:
Justo estar allí,
disponibles, a la espera,
acogiendo a Aquél que viene,
Despiertos …
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Zabulon
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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
– “Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.”
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Mateo 24,37-44
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Arsenio fue un romano culto con rango de senador que vivió en la corte del emperador Teodosio como tutor de los príncipes Arcadio y Honorio. Cuando vivía aún en el palacio, el aoba Arsenio oró a Dios con estas palabras: «Señor, guíame por el camino de la salvación ». Y oyó una voz que le contestó: «Arsenio, huye del mundo y te salvarás».
Después de navegar secretamente de Roma a Alejandría y de vivir una vida solitaria en el desierto, Arsenio oró de nuevo: «Señor, guíame por el camino de la salvación» y de nuevo oyó una voz que le respondía: «Arsenio, huye, guarda silencio, ora continuamente porque éstas son las fuentes déla vida».
Las palabras huye, guarda silencio y ora resumen la espiritualidad del desierto. Indican tres formas de evitar que el mundo nos configure a su imagen, tres formas, por lo tanto, de vida en el Espíritu.
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H. J. M. Nouwen,
El camino del corazón,
Madrid 1986, 13
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