Domingo XVIII del Tiempo Ordinario. 04 agosto, 2019
“Maestro, dile a mi hermano que reparta
conmigo la herencia… “Tened mucho
cuidado con toda clase de avaricia; que
aunque se nade en la abundancia, la vida no
depende de las riquezas”.
El Maestro trasciende esa petición. “Y añadió: tened mucho cuidado con toda clase de avaricia”, cambia de persona (del singular al plural), ya no es uno el que le ha expuesto la petición, son todos los que le escuchan: tened mucho cuidado. He aquí cómo Jesús nos sugiere lo necio que es un corazón ambicioso, un corazón que su única esperanza es “llenar sus graneros”, “nadar en la abundancia”.
Lucas nos deja entrever que para Jesús las posesiones, el dinero, no tienen más valor que aquello que nos facilita una vida en paz. Una vida que nos ayude a crecer como personas, a descubrir la belleza de lo sencillo y lo pequeño.
Hoy, a ti y a mí, se nos ha ofrecido la novedad de una jornada para vivirla en toda su plenitud. ¡Y eso es una inmensa riqueza! Se nos ofrece la posibilidad de acercarnos a la persona necesitada y compartir con ella lo que tenemos y ella necesita. ¡Y esa es la mejor herencia!
Disfrutar de la inmensidad de la vida, del aire, de una amigable compañía. ¡Eso es la felicidad más intensa! No dejes que la envidia, la avaricia, el egoísmo o el rencor posean tu corazón. Deja que el Señor de tu existencia sea el Dios de la ternura, el dar y darnos, el amor sin medida. ¡Esa es la mejor posesión!
¡Y saberte vivida desde la comunión con Dios Trinidad! Escucha asombrada, desde el silencio como Jesús te dice: “con amor eterno te amo”. Eso desbordará tus “graneros” que nunca se vaciarán y compartirás, repartirás y siempre tendrás más para entregar.
Oración
Trinidad Santa, Tú que eres comunión, relación y entrega:
Hoy,
yo te pido en nombre de las personas pobres, marginadas,
de las perseguidas, de quienes te buscan:
“Maestro, dile a mi hermana/o que reparta conmigo la herencia”,
que reparta tu amor, que reparta y comparta lo que le sobra
y así, construiremos un mundo más humano, más justo,
en el que todos cabemos y todos podemos tener espacio.
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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa
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