A la fe se llega antes por el amor que por el poder.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
PASCHA NOSTRUM IMMOLATIS EST CHRISTUS
- el sepulcro.
En el texto que acabamos de escuchar, todo el mundo constata la muerte de Jesús: María Magdalena, Pedro y el Discípulo Amado. Se topan con los signos de la muerte: la losa del sepulcro quitada, vendas, sudarios por el suelo.
Es lo que ven, lo que comprueban.
Sin embargo Jesús no está en el sepulcro ni vivo ni muerto. Algo creyó aquí San Pablo cuando escribe: la muerte ya no tiene dominio sobre Él. (Rom 6,8-9)
- Magdalena.
Los cuatro evangelistas nos hablan de que las primeras en llegar al sepulcro –y a la fe en el Señor resucitado- fueron algunas mujeres. Mateo, Marcos y Juan sitúan entre estas mujeres a Magdalena.
Ya desde la Iglesia primitiva en María Magdalena se funden tres personajes, “tres Marías”: Magdalena, María la de Betania y la mujer pecadora[1]. Es una “fusión” teológica.
San Juan presenta a esta mujer Magdalena (de Magdala) al final de su evangelio, al pie de la cruz.
Por cierto, si la mujer estuvo tan presente en la fe y en el anuncio de la resurrección de Jesús, llama la atención la escasa presencia de la mujer en la vida ministerial de la Iglesia.
- La muerte de Jesús y Adán (Génesis).
- o San Juan nos relata la muerte de Jesús como una “dormición”. Jesús inclinando la cabeza entregó su espíritu, una serena dormición como la de Adán en el Paraíso (Gn 2,21).
- o Del costado de Adán brotó Eva, la esposa, la madre de la humanidad.
- o Del costado de Cristo cae la vida (agua y sangre) sobre la nueva humanidad, sobre la Iglesia (esposa de Cristo) presente en la madre (mujer) y el Discípulo Amado.
- ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí. Ha resucitado.
Según San Lucas, éste es el mensaje que escuchan las mujeres en el sepulcro de Jesús. Sin duda, el mensaje que hemos de escuchar también hoy sus seguidores. ¿Por qué buscamos a Jesús en el mundo de la muerte? ¿Por qué cometemos siempre el mismo error?
- o ¿Por qué buscamos a Jesús en tradiciones muertas, en fórmulas anacrónicas, en fósiles catequéticos o en citas sin significado? La vida y la resurrección no están en los fósiles ni en las tradiciones muertas.
- o ¿Cómo vamos a vivir con gozo y con la alegría del resucitado (Paz a vosotros), si vivimos en una Iglesia que amenaza con la condenación, el infierno, la heterodoxia, y el miedo? (Gracias a Dios que el momento eclesial que promueve Francisco infunde alegría e ilusión).
Si le tenemos miedo al Señor resucitado ¿cómo querremos encontrarnos con Él?
¿Acaso es heterodoxo encontrarse con JesuCristo en el camino de la vida como los de Emaús?
- Magdalena, la resurrección de Jesús desde el Cantar de los Cantares
La clave de lectura de todo el pasaje de la Magdalena y la resurrección está en el Cantar de los Cantares (un canto de bodas, de amor del AT).
- o Magdalena -comenta un santo Padre- “lo amó vivo, lo amó muerto, lo amó resucitado”. Al Señor llegamos siempre por vía del amor.
- o Magdalena se levanta muy temprano, cuando todavía está oscuro (Cantar de los Cantares (CC) 3,1 / Jn 20,1)
- o Y se pone a buscarlo por la ciudad santa de Jerusalén (CC 3,2 / Jn 20,1).
- o Ambas mujeres, la del Cantar de los Cantares y Magdalena, preguntan a las personas con quienes se encuentran: los guardias de la ciudad / los ángeles / el jardinero, si lo han visto, (CC 3,3 / Jn 20,13.15).
- o La esposa del Cantar de los C y Magdalena terminan por encontrar al amado. (CC 3,4a; Jn 20,17).
El amor es lo que le hace llegar a Magdalena, y a todos, a la fe (confianza) en la Resurrección.
- El discípulo amado y Pedro
El Discípulo amado es todo creyente que se siente amado. El que ama, como Magdalena, llega a la fe, llega a la confianza en el Señor. Y llega antes porque se siente amado.
(No es día ni momento para hacer contraposiciones entre el Discípulo Amado y Pedro, pero la figura del discípulo amado aparece siempre positivamente ante la figura de Pedro).
La figura cristiana clave de la tradición de Juan es el Discípulo Amado.
A la fe en el resucitado se llega antes por el amor (Discípulo Amado)
- el sepulcro, la losa, las vendas, sudarios.
La pregunta que se hicieron aquellas mujeres es la misma que nos hacemos nosotros: ¿quién nos removerá la losa, quién nos resolverá el problema de la muerte, del sepulcro? La losa de la muerte de Jesús y de nuestra muerte.
Magdalena, como los demás, buscaban a Jesús en la muerte, por eso no le reconocen vivo.
De todos modos, las apariciones no son el modo normal de la presencia de Jesús resucitado entre los suyos. Son un fogonazo de luz en la fe, en el ver y creer que el Señor vive: un fogonazo “semejante” al que deslumbró a los discípulos en la Transfiguración del Tabor.
JesuCristo resucitado no era un espíritu que anduviera errante por qué se yo qué espacios, mientras, de cuando en cuando, se aparecía hasta que finalmente subió al cielo en la Ascensión. El cielo no es un lugar físico, sino “la intimidad de Dios”, el abrazo del Padre al hijo pródigo y a su Hijo.
- La resurrección no es un espectáculo
Habría sido un grandioso espectáculo, un golpe de fuerza del Deus ex machina. Pero la vida es más sencilla y humilde.
El místico antropólogo Teilhard de Chardin escribe.
La muerte nos entrega totalmente a Dios, nos traspasa a Él. En correspondencia, hemos de entregarnos a ella con gran amor y abandono, ya que no nos queda otra cosa que hacer, cuando se nos presenta, que dejarnos dominar y conducir enteramente por Dios.[2]
La cruz elevó a Jesús al ámbito de Dios. La Ascensión de Cristo en la tradición de San Juan es la cruz.
- Feliz Pascua.
Desde la mañana de Pascua se abre una nueva vida para el creyente, para el que corre, vey cree.
Tenemos prisa –corrieron– por vivir y vivir en paz.
Resucitamos en cada vida que nace, en cada momento que nos perdonan y perdonamos, en cada gesto de acogida, en la esperanza infinita…
Desde la Resurrección del Señor: Feliz Pascua y corramos hacia la vida.
[1] Por este motivo en la tradición católica latina se ha extendido la idea de que Magdalena fue una mujer prostituta, pero no hay ninguna razón para pensar así.
[2] P. Teilhard de Chardin Himno del Universo, LVII, Madrid, Ed Trotta, 2004.
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