“Resiliencia. ¿Podemos salir del pozo?”, por Gerardo Villar.
Sí, salir del pozo. ¿Podemos? Sabéis el cuento. Un amo tenía un burro que ya no le servía para nada. Y quiso deshacerse de él tirándolo a un pozo. Y allí estaba el burro en lo más hondo. Y el agricultor empezó a echar tierra para tapar al burro. Pero éste descubrió sencillamente la tierra y poco a poco se fue poniendo encima de la tierra que cada palada echaba. Y así fue subiendo hasta arriba. Parece mentira: con la tierra que le echaban, iba subiendo y salió a flote.
Un cuentito, pero que nos refleja una gran realidad: con las mismas dificultades y fracasos, somos capaces de salir a flote, de recuperar y mejorar nuestra persona y nuestro ánimo. Solo falta ser capaces de aprovechar los fracasos, las pérdidas, lo negativo y darle la vuelta: vivirlo en positivo.
Lo negativo es pensar que ya no hay salida, que estamos en un pozo sin salida. Cada pequeño detalle, cada persona, cada cosa, cada acción me puede ayudar para salir, para crecer como persona y ser lo que nunca había pensado.
Y nos da muchas veces ganas de arrojarlo todo, de bajarnos del tren del mundo y de la vida.
La historieta del burro nos da otra pista: ir haciendo que cada dificultad sea una oportunidad para irnos salvando Y no solo salvarnos sino superarnos, crecer, ser, cada vez más.
Pero para ello, es preciso estar en el pozo, mezclarse con tierra, dejarse manchar. Y tener coraje, ganas, fuerza, ánimo.
Una realidad así la estoy viendo ahora en la iglesia. Estoy viéndola en la iglesia y más en concreto en el VATICANO. El papa Francisco soporta, aguanta, en medio de tantas dificultades que le ponen, va dando pasitos sencillos, pero valientes que llevan hacia un nuevo estilo de Iglesia. Va saliendo de una iglesia de pozo a una Nueva Iglesia de transparencia, de Evangelio. Es cierto que cada día conocemos nuevas paladas fallos, de personas que le traicionan, de conductas deplorables en ciertas personas de su alrededor, que como paladas de tierra, le echan en el pozo eclesial.
Por supuesto que lo más sencillo es cuando alguien desde arriba le echa una soga. La soga, alienta, colabora, anima, empuja. Cada dificultad nueva que le ponen al papa, él echa una palada de salvación, sinceridad, pobreza, entrega. Y la soga de ayuda la lanza el pueblo sencillo cristiano, sobre todo con sencillez, desde tierras muy pobres.
Pero no olvidemos. No todos van o vamos a salir del pozo. Va a ser necesaria la muerte de muchas ideas, propuestas, estructuras, organismos: morir como el grano de trigo, para que pueda brotar y su tallo salga por encima del brocal del pozo.
No está muy de moda, pero la llaman resiliencia. Es el enemigo de la blandenguería, de lo líquido, de lo fácil y llamativo. Aguantar en activo. Y como Francisco está acostumbrado a las periferias, estoy seguro que llegará al brocal del pozo.
Imaginaos lo que será cuando todos los cristianos vayamos saliendo del pozo y avanzando hacia la luz del Resucitado. Pero, saltando sobre las paladas que encontramos y nos echan en la vida desde el consumismo y la rutina. ¡Aúpa!
Gerardo Villar
Fuente Religión Digital
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