Con alegría
Son cosas de los que ya somos mayores. Me he acordado hoy en misa, de la canción de los payasos: “Así planchaba, así, así”.
Y es que he sacado una escoba, un libro, un plato… Y ante ello, los niños ponían cara triste. Hay que trabajar con esos objetos
Al cambiar Jesús el agua en vino, he recordado que Jesús lo que hace es convertir la realidad, el quehacer duro, la vida rutinaria en alegría, en buen humor, en vino nuevo. Que dure la fiesta.
Es penosa la cantidad de personas que encontramos en la vida quejándose, lamentándose, sintiéndose mal. Es preciso realizar el signo de cambiar el agua de la rutina en vino de salvación.
Me encanta cuando recorro las casas del pueblo y oigo a las mujeres cantar mientras barren. Lo mismo que cuando veo a los obreros silbar mientras trabajan en la obra.
Hacer de la realidad una oportunidad gozosa. Da gusto cuando nos encontramos con personas felices en su quehacer. Si se trata de médicos, ya tienen los enfermos asegurada la mitad de la sanación.
Se me ha ocurrido muchas veces, y en alguna ocasión lo he realizado, dar el pésame al empezar la celebración de la eucaristía, porque las caras de las personas reflejan tristeza, seriedad…
Qué alegría siento cuando hay algún niño muy pequeño en misa y se escapa y sube al altar. Es una gozada. Ojalá hubiese muchos más niños. Puede ocurrir que las personas mayores no estemos alegres porque algo nos molesta o nos duele.
Podríamos usar la risa y la alegría como elementos para sanar a las personas. Podría el médico mandar a las personas acudir a la eucaristía como elemento para curarnos.
Que estamos pocos, pues fenomenal. Que somos mayores, estupendo. Los que participamos, podemos hacerlo con cara y corazón festivo. ¡Demos gracias al Señor nuestro Dios!
La alegría es fruto de la paz y de la serenidad. Aunque los problemas sean fuertes, tener un ánimo sereno y acoger la fuente de alegría que Jesús hace brotar en nuestro ser.
Me pregunto muchas veces “¿cómo podemos decir que anunciamos la Buena Noticia?” Algo falla pues no llega a las personas con esa frescura y gozo.
Igual es que las personas que participamos en las celebraciones, somos mayores y tenemos un carácter más bien serio. Ojalá la fuerza del Espíritu nos alegre y podamos decir sonriendo y cantar aquello de “así barría, así, así,… así barría, que yo la vi”.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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