Mirada
No estamos solos, Dios mira y acompaña. No estamos solos, aunque a veces experimentemos el fracaso, la ruptura, la decepción… y uno esté solo tantas veces, sin sentirse arropado o comprendido por alguien… Dios percibe lo que sentimos en nuestro corazón. Él sabe cuándo estamos gozosos o tristes. Él sabe cuándo estamos confiados o con temor. Cuando estamos animados o desanimados. Él sabe si somos optimistas o si nos embarga el pesimismo. Él sabe todo lo que hay en nosotros. Sabe cómo nos sentimos, Él puede sostenernos cuando estamos tristes, temerosos, desanimados, o cuando vemos todo oscuro. Jamás nos abandona. Él sabe lo que estamos experimentando en este instante y está listo para extendernos la mano así como lo hizo con Agar… Si, no estamos solos…
” Solo vemos lo que nos mira”
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Franz Hessel,
Paseos por Berlín
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“
Juan de la Cruz
(CB 19,6).
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En la Biblia desde el principio aparecen constantemente los ojos de Dios y su mirada: “Vio Dios todo lo que había hecho y estaba muy bien (Gn 1, 31). De hecho, uno de sus primeros nombres es El-Roi: “El que ve”: “Como Agar había hablado con el Señor, le llamó “el Dios que ve”, pues se decía: “Dios me ha visto, y todavía estoy viva.” Por eso, el pozo se llama: “Pozo del que vive y me ve” (Gn 16, 13-14).
Así, aparece constantemente: “Mira a tu pueblo”, “Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira” (2Re 19,16), “mira mis trabajos y mis penas” (Sal 24,18); “los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia” (Sal 32), porque “tu guardián no duerme ni reposa” (Sal 120). Es una mirada de amor que penetra el corazón del hombre: “¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde me escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo…” (Sal 138). Lo peor que nos puede pasar es que Dios deje de mirar y gire su rostro: “Yo tampoco tendré una mirada de piedad” (Ez 10,9).
La mirada más impactante… la de Jesús: “lo miró y lo amó” (al joven rico), “lo miró con cariño” (Mc 10,21). Jesús conocía los pensamientos de aquellos que lo rodeaban, lo que demostraba que Él es El-Roi que ve nuestro interior… (Mateo 22:18; 26:21,34; Lucas 5:21-24). “Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, aquel discípulo la recibió en su casa”. (Juan 19, 26-27)… y nos anima a mirar, a ver también: “No os asustéis. Sé que estáis buscando a Jesús, el crucificado, pero no está aquí; ha resucitado, como dijo. Venid a ver el lugar donde lo pusieron. Id aprisa y decid a sus discípulos: ‘Ha resucitado y va a ir a Galilea antes que vosotros. Allí le veréis.” (Mateo 28, 5-7).
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Fuente Nova Bella/ Biblia/OC San Juan de la Cruz
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