2 de Diciembre de 2018. Primer Domingo de Adviento. Ciclo C.
“Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.”
“¡Levantaos!”. Este tiempo de adviento irrumpe invitándonos no solo a la esperanza sino también al coraje. Porque hace falta ser valiente para “ponerse en pie y alzar la cabeza”, pues solo cuando estamos de pie es posible vivir el evangelio de verdad.
Quizá por eso Jesús se pasó buena parte de su “ministerio” (léase “servicio”) poniendo en pie a todas aquellas personas que encontraba postradas: paralíticas, poseídas, encorvadas, ciegas, muertas, incluso un recaudador de impuestos se puso en pie cuando descubrió lo que la presencia de Jesús significaba en su vida (Cfr. Lc 14, 1-9).
Pero, ¿por qué de pie? Porque solo quien se levanta se predispone a servir y solo desde el servicio descubrimos quién es el Dios de Jesús.
En la última cena, una vez más, Jesús, el que había dedicado tanto tiempo a “levantar” a otras y otros, “se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomo la toalla…” y se dispuso a servir, se puso a lavarle los pies a sus discípulos, a esos mismos discípulos a los que unos días antes había invitado a esperar la liberación levantados y con la cabeza alzada.
“Esperar”, en cristiano, es sinónimo de servicio, el Reino llega en forma de semilla, Dios viene al mundo en la fragilidad de un recién nacido y todos nosotros, que esperamos el gran acontecimiento de su venida, tenemos que vivir nuestra espera al estilo del Maestro. Es decir con la “toalla ceñida”.
Por eso no vale esperar de manos cruzadas, ni a medio gas. El seguimiento de Jesús requiere el 100% de disponibilidad, esperanza y servicio. ¿A qué esperas?
Oración
¡Levantaos!, de pie y con la cabeza bien alta.
¡Levantaos! con una sonrisa en el alma.
¡Levantaos! para derrochar un tierno servicio.
¡Feliz Adviento!
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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
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