En el 40 Aniversario del Papa Luciani (Juan Pablo I)
Hoy hace 40 años fallecía, de forma sorpresiva, el papa Juan Pablo I, de nombre secular Albino Luciani que fue el papa número 263.º de la Iglesia católica desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida 33 días después. Su pontificado fue uno de los más breves de la historia, dando lugar al más reciente año de los tres papas… Tan solo 33 días que nos hicieron abrigar una esperanza que quedó truncada…
Braulio Hernández
Tres Canto (Madrid).
ECLESALIA, 07/09/18.- “Te escuchen o no te escuchen, tú sigue con el asunto” (Ez 2,7), es lo que viene a decirnos el profeta Ezequiel, aquel sacerdote que se hizo profeta incómodo. Una misión que se hace actual en quien ha asumido la difícil tarea (y la marginación institucional) de intentar esclarecer el asunto del papa Luciani (Juan Pablo I), de quien se acaba de cumplir, el pasado domingo 26 de agosto, el 40 aniversario de su elección papal y cuyo pontificado, que duró tan sólo 33 días, dejó muchos interrogantes en torno a su figura y muerte misteriosa. Es previsible que el Vaticano utilice el 40 aniversario de Juan Pablo I para beatificarlo, ‘por sus virtudes heroicas’ (una vez que se le ha reconocido un milagro en Brasil). Por otro lado, el retraso en la apertura de la causa de su beatificación, tal vez haya ido jugando a favor de la versión oficial (en torno a la causa de la muerte) al no tener en frente el testimonio de valiosos testigos de la línea caliente ya fallecidos.
Con ocasión de este 40 aniversario del ‘Papa de la sonrisa’, se han publicado tres libros con enfoques contradictorios. El primero, Papa Luciani. Crónica de una muerte, de Stefania Falasca, vicepostuladora del proceso de beatificación de Juan Pablo I. El segundo, Albino Luciani. Papa Giovanni Paolo I, la biografía oficial del proceso de beatificación. El tercero, que refuta los dos anteriores, Albino Luciani. Un caso abierto, del sacerdote y teólogo español Jesús López Sáez, quien ya lo había publicado en español y que ahora, en una nueva edición, ha sido publicado, el pasado 11 de julio, en italiano, tras haber estado años anunciado (sin salir a la luz) en la editorial italiana (LibreriadelSanto). El cura Jesús, inspirador y presidente de la Comunidad de Ayala de Madrid, vuelve a incidir sobre las situaciones y documentos que avivan las sospechas y plantea que una respuesta definitiva solo depende de que el Vaticano permita la exhumación del cadáver de Luciani. Si en 1988 el Vaticano analizó con un escáner el cadáver del Papa Celestino V, muerto, en extrañas circustancias, hacía la friolera de setecientos años, en 1296, (en el cráneo se detectó un clavo), ¿por qué no se hace lo mismo con un Papa reciente que tuvo una muerte sembrada de tantos interrogantes? Sor Vincenza, la monja que le atendía y encontró su cadáver, a la que se le obligó a guardar silencio, lamentaba la ausencia de un verdadero certificado médico oficial sobre la verdadera causa mortis del Papa Luciani, como sin embargo se había hecho con sus antecesores, el Papa Juan y con Pablo VI. Lo confesaba ante Camilo Bassotto, el periodista veneciano, el amigo fiel de Luciani y “la principal fuente veneciana”. Él fue recogiendo el testimonio de la línea caliente de testigos que, con el tiempo, empezaron a hablar.
En Albino Luciani. Un caso aperto el sacerdote Jesús López Sáez incluye un apéndice sobre la versión sostenida por la vicepostuladora Falasca en el que argumenta que se trata del “enésimo intento de corromper la verdad para hacer callar a todos aquellos que aún hoy, y son tantos también dentro de la Iglesia, tienen fuertes dudas sobre la muerte de Luciani”. Como paso previo, necesario, antes de declararle beato o santo a Juan Pablo I, urge reabrir el caso y que se esclarezcan, con independencia, las causas de su muerte. “Eso sería dejar hablar a la Ciencia”. De no ser así, podría ser una ‘beatificación viciada de raíz”. No es lo mismo declararlo beato por sus virtudes heroicas, o por ser un Papa bueno que por haber muerto “mártir por la purificación de la Iglesia”: por oponerse a los mercaderes del templo.
Son muchos los que mantienen las mismas sospechas que tuvo el cardenal Aloisio Lorscheider, de Brasil, cuando en 1998, rompiendo el silencio oficial, declaró: “Las sospechas siguen en nuestro corazón como una sombra amarga, como una pregunta a la que no se ha dado respuesta”. Seguimos ahí. “Te escuchen o no te escuchen, tú sigue con el asunto…”. O lo que es lo mismo: “lo que veas, escríbelo en un libro” (Ap 1.11)
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