Domingo XV del Tiempo Ordinario. 22 de julio de 2018
“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.”
Esto del seguimiento de Jesús es una cosa muy completa. Hoy nos encontramos conque los apóstoles acaban de regresar de sus primeras “prácticas” y le cuentan al Maestro cómo les ha ido.
Probablemente recordarían muchas veces ese momento en el que compartirían mil anécdotas y en el que, en mitad de un ambiente tan familiar e íntimo, Jesús querría llevárselos a descansar.
Sí, Jesús pensó en su descanso y marcharon a un lugar tranquilo. Luego las cosas fueron diferentes, pero seguro que aquellos corazones entusiasmados y cansados sintieron el alivio que provoca que alguien vele por tu descanso.
Es seguro que cayeron en la cuenta de este detalle y también es seguro que no lo olvidaron. Y es seguro porque lo sabemos gracias a que ellos lo contaron. Lo contaron una y otra vez hasta que esta pequeña anécdota se convirtió en parte de la Buena Noticia.
Gracias al alivio y alegría que sintieron aquellos primeros discípulos podemos seguir escuchando ahora nosotras el susurro de la voz del Maestro que nos dice: –Venid vosotras solas a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Y también a nosotras se nos vuelve en cansancio más ligero por que esa es la magia del cuidado. Más allá de las medicinas, una persona enferma que se siente querida y cuidada es capaz de afrontar incluso la muerte con mejor ánimo.
Seguro que todos recordaremos alguna vez en la que alguien ha pensado en nuestro descanso. Y el solo hecho de saber que alguien está preocupado por nosotras nos ha dado nuevas fuerzas.
La infinita ternura de Dios siempre está pensando en nuestro alivio y descanso. Siempre quisiera llevarnos a un lugar tranquilo. Pero más de una vez se encuentra asaltada por una muchedumbre que la reclama como le sucedió a Jesús.
A nosotras nos toca hacernos conscientes de esta solicitud divina tan real como cualquiera de nuestros cansancios. Sí, debemos despertar a la ternura de Dios que cuida con esmero de cada una de nosotras. Que se esconde en cada repliegue de nuestra cotidianidad para acariciarnos con una brisa suave y fresca. Para saciar nuestra sed … o para arrancarnos una sonrisa.
Y para terminar: ¡Felicidades! Hoy es el día de la Magdalena, la Apóstol de los apóstoles. La mujer que busca alivio donde puede encontrarlo en Jesús muerto y resucitado.
Oración
Despierta, Trinidad Santa, nuestra conciencia y nuestro espíritu para que sepamos reconocer la Ternura que derramas sobre la humanidad y que alivia cualquier cansancio.
*
Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
***
Comentarios recientes