El Papa reivindica el valor del diálogo en Nicaragua, Siria y el Cuerno de África
Este sábado viaja a Bari para orar por la paz junto a los cristianos de Oriente Medio
“Hay que tener miedo al corazón endurecido, ‘momificado’… es la muerte del corazón”
(Jesús Bastante).- Angelus del Papa en una mañana soleada, con el Evangelio de la hija de Jairo y la mujer enferma que se sana ‘robando’ la fuerza salvadora de Jesús en el horizonte. Francisco reclama las dos condiciones para ser salvados: “Sentirse necesitados y tener fe en él”.
Jairo, recordó el Papa, era uno de los jefes de la sinagoga, y tragándose su orgullo, “suplica a Jesús que vaya a su casa porque su hija se está muriendo”. Cuando llegan, se encuentran con la peor de las noticias. “No temas, ten fe”, es la respuesta de Jesús a Jairo.
“Jesús dice ‘Álzate’ y de pronto la niña revive, como despertándose de un sueño profundo”, apuntó el Papa, que recordó que uno de los evangelistas, Marcos añade al relato el caso de la mujer que es sanada apenas toca el manto de Jesús. “La fe de esta mujer ‘roba’ la potencia salvífica de Cristo, quien sintiendo que una fuerza sale de él, pregunta quién le ha tocado. Cuando la mujer lo confiesa, le dice: ‘Hija, tu fe te ha salvado'”.
Dos milagros con “un único centro: la fe”, recalcó Bergoglio quien aseguró que “Jesús da vida, renueva la vida a quien se fía plenamente de él”. No importa quién sea: de hecho, ni Jairo ni la mujer “son discípulos de Jesús. Fueron por su propia fe, fueron salvados por su fe en aquel hombre”.
“Ninguno debe sentirse un intruso, un abusador, alguien que no tiene derecho a tener acceso al corazón de Jesús”, subrayó el Pontífice. “Para tener acceso, sólo hacen falta dos requisitos: sentirse necesitados, y fiarse de él”.
“Yo os pregunto: cuando alguno de vosotros siente necesidad de cuidado, o tiene cualquier pecado o problema, y siente esto, ¿tiene fe en Jesús? Son los dos requisitos para ser protegido: sentir la necesidad y tener fe”, repitió. Así, Jesús “nos libra del miedo de vivir, nos protege con una palabra que pone en camino más allá del sufrimiento y la humillación”.
Así, “estamos llamados a imitar esta palabra que nos libera, y restituir a quien ha perdido la alegría de vivir”, sabiendo que “Jesús ha venido a curar a todos”, y que, como demostró el episodio de la hija de Jairo, “la muerte física, delante de Jesús, es como un sueño, no debe desesperarnos”.
“Hay otra muerte de la que sí hay que tener miedo -advirtió el Pontífice-: la del corazón endurecido por el mal. Cuando sintamos que tenemos el corazón duro, el corazón que se endurece, me permito la palabra, el corazón ‘momificado’… tenemos que tener miedo”.
“Esta es la muerte del corazón”, añadió el Papa, quien no obstante recordó que “aunque esté el pecado, aun con el corazón momificado, para Jesús no es la última palabra. Él nos trae la infinita misericordia del padre. Su voz tierna y fuerza se alza. ‘Yo te digo: álzate’. Es bello sentir que la palabra de Jesús resuena en cada uno de nosotros”.
Fieles en San Pedro pidiendo ayuda para Nicaragua
Tras el rezo del Angelus, Francisco quiso renovar su oración “por el amado pueblo de Nicaragua“, uniéndose “al esfuerzo que están llevando a cabo los obispos del país, y tantas personas de buena voluntad, en su tarea de mediación y testimonio por el proceso de diálogo nacional por la democracia”.
Al tiempo, denunció los últimos ataques en Siria, donde “las operaciones militares han dañado hospitales, y han provocado millares de nuevos prófugos”. “Pido que el pueblo, ya duramente probado durante años, no tenga más sufrimientos”.
En medio de tantos conflictos, Francisco quiso señalar “una iniciativa histórica, una buena noticia”. “Después de 20 años de conflicto, los gobiernos de Etiopía y Eritrea han vuelto a hablar de paz. Una luz de esperanza para estos dos países del Cuerno de África, y para todo el continente”.
Finalmente, el Papa recordó que este sábado viaja a Bari, “junto a muchos jefes de iglesias y comunidades cristianas de Oriente Medio”. Una “jornada de oración y reflexión sobre la dramática situación de la región, donde tantos hermanos y hermanas nuestros siguen sufriendo, e imploraremos, con una sola voz, que se haga la paz. Os pido que acompañéis con la oración este peregrinaje de paz y unidad”.
Fuente Religión Digital
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