¿Hay algo más inhumano que arrancar a una criatura de los brazos de su madre y pensar que es un mandato de Dios para “poner orden”?
Yolanda Chávez
Los Ángeles (USA).
ECLESALIA, 25/06/18.- Escribo estos pensamientos desde la impotencia.
No puedo encontrar respuestas a las preguntas que salen disparadas desde mi conciencia cuando escucho el llanto desconsolado de las niñas y los bebés separados de sus madres, quienes con ellos en brazos, cruzan la frontera entre México y Texas. Los miembros del gobierno de Estados Unidos, irresponsablemente manosean la Biblia para tomar frases de Pablo en su epístola a los Romanos y justificar esta acción: “Las personas que violan la ley de nuestra nación están sujetas a juicio, el apóstol Pablo tiene un mandato claro y sabio sobre obedecer las leyes del gobierno porque Dios las ha ordenado con el fin de poner orden”. ¿Hay algo más inhumano que arrancar a una criatura de los brazos de su madre y pensar que es un mandato de Dios para “poner orden”?
Las personas (hombres y mujeres) en el gobierno que se piensan a sí mismos como “los que ponen orden” en esta historia, seguramente antes de salir de sus casas a pronunciar públicamente semejante aberración, dejaron a sus hijos limpios, porque pueden ducharse cada día las veces que quieran, el agua potable no es un problema en sus casas. Dejaron a sus hijos desayunados porque probablemente el mayor de los problemas que el desayuno les presenta, es decidirse por el menú: ¿Huevos? ¿Pancakes? ¿Cereales? ¿Fruta? ¿Jugo de naranja o leche? Seguramente dejaron a sus hijos al cuidado de una persona que se encarga de llevarlos a la escuela donde reciben una educación que les asegura su futuro profesional. Seguramente los abrazaron, los besaron y se despidieron de ellos con un I love you y con la seguridad de que al volver a casa, los abrazarán de nuevo.
Las razones que obligan a las mujeres, aun a costa de su vida, a cruzar la frontera de Sur a Norte del continente Americano con sus hijos en brazos, también tienen que ver con el amor por ellos, también tienen que ver con su seguridad. Quieren verlos limpios, tener agua potable para tomar y asearse. Cruzar la frontera tiene que ver con que sus hijos tengan zapatos, con poder tener un lápiz, un cuaderno, ir a la escuela, y si van, que no vayan con el estómago vacío.
El hecho de cruzar la frontera significa que estas mujeres trataron una y otra vez de dar a sus hijos lo mínimamente necesario para vivir, y no lo lograron. No fue posible porque no encontraron un trabajo honesto, que les garantizara un salario, que les permitiera llegar a su casa con la comida de cada día. Cruzar esa frontera fue su última esperanza…Se me ocurren tantas citas bíblicas, pero ¿para qué seguir ese juego vacío y sin sentido? El llanto de los niños sin sus madres en los fríos albergues de la frontera, es el llanto de una humanidad sin esperanza, ¡lo hemos perdido todo! En el siglo XXI hemos sido capaces de dejar que con la Biblia en la mano, los gobernantes de Estados Unidos cínicamente capitalicen en votos el sufrimiento y el llanto inocente.
¡Qué hipócritas hemos sido!
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