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Kifkif exige la paralización inmediata de la deportación de un solicitante de asilo LGBTI marroquí

Sábado, 2 de junio de 2018

c-klo9mx_400x400La solicitud de asilo del interno de Zona Franca está pendiente de resolverse en la Audiencia Nacional

Su deportación pone en riesgo su integridad física y vulnera sus derechos humanos fundamentales

Kifkif insta a las instituciones españolas a cumplir el Derecho Internacional en materia de refugio y asilo

La organización Kifkif advierte sobre la grave situación que tendría que soportar este ciudadano si regresa a su país donde es perseguida y penalizada la homosexualidad. 

Kifkif, la Asociación de Migrantes y Refugiados Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de la Comunidad de Madrid, reclama la paralización inmediata de la deportación de un solicitante de asilo marroquí, internado en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zona Franca de Barcelona.

La expulsión, programada por el Ministerio del Interior para hoy o mañana tras agotarse su estancia permitida en el CIE, no tiene en cuenta que solicitud de asilo aún está pendiente de resolverse en la Audiencia Nacional. Las autoridades tampoco contemplan la grave situación en la que se halla nuestro compañero marroquí si regresa a su país de origen. Huyó de la persecución por razones de orientación sexual y llegó a España en 2016 por Mellila para pedir asilo tras sufrir las represalias y las amenazas que supone ser LGBTI en Marruecos. Sin embargo, el Estado español le ha dado la espalda, rechazando sus peticiones de asilo y sin tener en cuenta los riesgos a los que se enfrenta esta persona en su país.

Desde Kifkif hacemos un llamamiento para detener inmediatamente su deportación a Marruecos, ya que su vuelta a su país de procedencia le condena nuevamente a vivir en el ostracismo y a enfrentarse a la discriminación, la violencia y hasta la cárcel. Además, instamos a las instituciones a cumplir el Derecho Internacional en materia de asilo y refugio, recordando que el Estado español tiene la obligación de velar y dar protección a las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo que huyen de la persecución, las amenazas y la violencia que sufren en sus países de origen. La devolución de estas personas pone en riesgo su integridad física y su libertad y vulnera sus derechos humanos fundamentales, como es el caso del compañero marroquí que ha pedido refugio en España.

Kifkif, como entidad de migrantes y personas racializadas, es conocedora de la realidad de las personas que solicitan asilo en España por motivos de orientación sexual, expresión e identidad de género. También conocemos profundamente la situación de las personas LGBTI en Marruecos, puesto que algunas de las personas que formamos parte del equipo de la entidad nacimos en este país.

Los orígenes de nuestra asociación nacieron en Marruecos a raíz de la brutal represión de 2004 contra miles de marroquíes perseguidos y discriminados por su orientación sexual e identidad de género. Lo que  hizo plantearnos la necesidad de crear una red para ayudar a los miles de marroquíes que se sientes discriminados y perseguidos por ser LGBTI.

Por tanto, conocemos muy de cerca la realidad de un país donde la LGBTIfobia sistémica se manifiesta en las instituciones y en el entorno social en forma de persecución, repudio, rechazo, agresiones, linchamientos públicos, multas y hasta penas de cárcel. Si finalmente se consumara la expulsión forzosa a Marruecos del solicitante de asilo LGBTI interno en el CIE de Zona Franca, éste podría enfrentarse a una condena de hasta tres años de prisión, según las leyes marroquíes.

También recordamos las irregularidades que ha detectado recientemente el Defensor del Pueblo en funciones, Fernando Fernández Marugán, en el sistema de registro de solicitudes de asilo en el CIE de Aluche. Su denuncia pone de manifiesto la grave situación a la que se enfrentan los solicitantes de asilo internados, provocando que algunos de ellos hayan sido expulsados sin que se les permitiese el acceso al procedimiento. Por lo que ha solicitado a la Comisaría General de Extranjería y Fronteras que imparta instrucciones para poner en marcha un mecanismo que acabe con todas estas irregularidades.

Por último, desde nuestra entidad ponemos en valor nuestras actuaciones en materia de asilo a través del programa especial de protección internacional para solicitantes de asilo por su orientación sexual, expresión e identidad de género y para aquellos a los que les han rechazado su solicitud. Esta ayuda proporciona a estas personas un espacio seguro ante la falta de apoyo e información que tienen estas personas cuando llegan a la Comunidad de Madrid.

Dura y constante persecución de las personas LGTB en Marruecos

La última noticia quepublicamos fue en agosto de 2017, la despreciable incitación a la violencia contra los homosexuales por parte del realizador y guionista marroquí Mahmoud Frites, que el día 22 de agosto hacía público en su perfil de Facebook un mensaje en el que animaba a violar a aquellos “que desean ser violados”. El texto iba acompañado de una fotografía de Adam Lahlou, también conocido como Adouma o Adoma, un joven abiertamente gay y muy conocido en redes sociales como Facebook o Instagram. Días después, Adouma denunciaba una agresión y acusaba a Frites de ser el responsable.

Dos universitarios eran detenidos y acusados de «comportamiento inmoral» en enero en Inezgane, después de que se hiciera viral un vídeo en el que aparecían besándose, aunque apenas se les podía reconocer porque tan sólo se mostraban sus siluetas.

No podemos olvidar cómo el pasado 25 de marzo, un vídeo grabado con un teléfono móvil comenzó a circular como la pólvora por la red: en él se veía cómo un grupo de personas asaltan un domicilio particular, sacan a dos hombres de la cama, los golpean e insultan y finalmente los sacan a la calle desnudos y ensangrentados para mayor escarnio. La pareja era detenida en Beni Melal, después de haber sufrido la cruel agresión . Mientras que uno conseguía huir, el otro era condenado a 2 meses de cárcel y pagar una multa de 500 dirhams, aunque sería finalmente puesto en libertad, después de admitir su condición sexual y de que su abogado solicitara la anulación de la Ley 489.  Este episodio puso a Marruecos en el foco de organizaciones internacionales, desde Human Rights Watch (HRW) a la feminista Femen, que envió a Beni Melal a dos activistas que trataron de desnudarse ante la puerta del tribunal, aunque la policía intervino con presteza e impidió su acción.

HRW, que envió a un observador al proceso y ha publicado varios comunicados sobre el caso, se escandalizó por el hecho de que la Justicia marroquí procesara a las víctimas de una agresión antes que a los agresores. “Agredidos, ensangrentados, sacados desnudos a las calles y luego mandados a la cárcel por su vida privada (…) Este veredicto va a desanimar a las víctimas a la hora de buscar justicia y aumentará la probabilidad de delitos de homofobia” en el país, dijo la organización. Queda, no obstante, la preocupación expresada en numerosos medios por el carácter de la agresión: el allanamiento de un domicilio, la agresión colectiva y la vejación pública en plena calle contra dos seres indefensos. “El proceso de Beni Melal -decía Karim Bujari- interpela a todo el mundo porque también es el de la libertad individual opuesta a la resistencia violenta de la comunidad”.

Quienes sí cumplían condena de seis meses eran dos homosexuales sorprendidos manteniendo relaciones sexuales en el interior de un vehículo en Guelmim.

Y aún tenemos grabadas en la retina otras terribles imágenes, las de un intento de linchamiento de una mujer transgénero en Fez, ocurrido en junio pasado. Ocurrió lo mismo: solo gracias a que el vídeo se viralizó y desencadenó un escándalo que trascendió las fronteras de Marruecos, acabaron con una dos de los agresores fueron condenados a cuatro meses de prisión, y ello pese a que el propio ministro de Justicia; Mustafá Ramid, llegó a insinuar entonces que las personas LGTB son culpables de las agresiones que reciben.

Agresiones que ocurren en un contexto en el que, como hemos venido informando de un tiempo a esta parte, parece darse un recrudecimiento de la persecución contra las personas LGTB por las autoridades de Marruecos, desmintiendo el tópico preexistente de que las leyes represoras no se aplican en la práctica. El artículo 489 del Código Penal marroquí, recordemos, castiga los “actos licenciosos o contra natura con un individuo del mismo sexo” con penas de hasta 3 años de prisión, además de una sanción económica. Y el artículo 483 establece penas de hasta dos años de prisión por “obscenidad pública”. Y lo cierto es que cada llegan más noticias de detenciones y condenas por violar la ley. Hace pocas semanas nos hacíamos eco de la condena a 18 meses de prisión a dos jóvenes por cometer “actos con un individuo del mismo sexo” por un tribunal de Tiznit, al sur de Marruecos. Y poco antes, en enero, dábamos cuenta de la detención de dos jóvenes marroquíes por haber difundido un vídeo en el que se besaban en un lugar público.

También en el pasado año 2015 tuvimos conocimiento de varias condenas en Marruecos, en aplicación de ese artículo. En el mes de junio se produjo la detención de Lahcen y Mohsine, otros dos hombres que se besaron, fotografiaron y dieron muestras de afecto ante la Torre Hasán, uno de los entornos históricos marroquíes más prominentes. A pesar de conseguir más de 71.000 firmas de personas todo el mundo pidiendo su liberación, ambos fueron condenados finalmente a cuatro meses de cárcel y una sanción económica.

Ese mismo mes, se denunció la detención de 20 hombres homosexuales en Agadir, acusados de “difundir la corrupción”. Según el colectivo Aswat, no serían las únicas detenciones por ese motivo llevadas a cabo en ese año, que formarían parte de una campaña de arrestos dirigida por el Gobierno marroquí contra la población homosexual masculina para reafirmar su posición en el debate público sobre la despenalización de la homosexualidad.

Un mes antes, tres hombres más fueron condenados a la pena máxima, tres años de cárcel. Tras recibir una denuncia, la Policía capturó a dos de los hombres mientras mantenían relaciones sexuales en el centro de trabajo de uno de ellos. Al ser interrogados, informaron de que se habían conocido a través de un tercero, que finalmente también fue detenido y condenado.

También en años anteriores,nos hemos hecho eco de diversas detenciones a personas homosexuales. En mayo de 2013 publicábamos la condena a cuatro meses de cárcel a dos jóvenes detenidos en “delito flagrante” cuando se encontraban en el interior del coche de uno de ellos. En mayo de 2014 seis hombres fueron condenados a penas que oscilaban entre uno y tres años por cometer “actos contra natura”. En octubre de ese mismo año informábamos de que un británico de 69 años era condenado a cuatro meses de prisión por homosexualidad (aunque, finalmente, fue puesto en libertad).

Y es que, como dijera el joven marroquí Hamza (en el vídeo de la campaña que el colectivo Aswat lanzó para concienciar de la homofobia social marroquí) “ser homosexual en Marruecos es algo muy difícil, porque tienes que lidiar a diario con los estereotipos sociales preconcebidos, que no aceptan diferencias, especialmente el ser gay”.

La situación actual en Marruecos contrasta marcadamente con su posición histórica como refugio para hombres homosexuales, cuando eran perseguidos en Europa, el año pasado era España la que concedía asilo a 77 personas homosexuales. Actualmente, el problema no sólo afecta a la ley, sino a los valores sociales imperantes tan fuertemente conservadores y reaccionarios, que rechazan las relaciones homosexuales y no tienen piedad para denunciar aunque se trate de personas menores de edad y de su propia familia, como es este caso. El Gobierno marroquí, encabezado por el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), exclulía de la actual reforma del Código Penal los artículos más polémicos que tienen que ver con las libertades individuales y sexuales, como los que castigan la homosexualidad, el adulterio y las relaciones extramaritales.

Aunque quizás el caso que más expectación ha causado es el de dos menores de Marrakech, Sanaa y Hajar, denunciadas por un familiar que decía haberlas sorprendido dándose un beso en una azotea que, tras ser encarceladas durante varios días eran puestas en libertad a la espera de juicio quedando finalmente liberadas sin cargos. También en Marrakech era detenido un ciudadano español de 70 años de edad, a quien habían sorprendido en la habitación de su hotel manteniendo relaciones sexuales con un ciudadano marroquí, si bien ponían en libertad al ciudadano español tres días después, nada se ha sabido de su compañero.

Fuente  Kifkif/Cristianos Gays

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