Himno al Silencio: casa de la luz
Leído en ECLESALIA, 18/05/18.-
El Silencio es la casa de la luz.
Surge la luz del profundo silencio y regresa a su silencioso hogar.
La luz habita el Silencio.
Si nuestro amado y bello mundo no ve la luz es porque se ha perdido y no está en casa. Está afuera, disperso e inquieto.
Está afuera buscando la luz que reposa en la casa.
Solo el profundo y eterno Silencio engendra luz.
Es su casa y su hogar: el lugar donde la luz descansa y, como por milagro, expande su brillo. Vive del Silencio la luz.
El Silencio es lo único siempre estable e indestructible.
Siempre entero y siempre presente.
Es el Amigo fiel.
Basta un instante de pura conciencia para conectar con Él.
El Silencio es también nuestra casa, donde convivimos con la luz.
Es la casa segura y sólida donde lo Uno respira:
casa, luz, Dios y mundo.
Todo une el Silencio en su eterno y cálido abrazo.
El Silencio es nuestro escudo y armadura.
Es invencible el Silencio y en Él mora la paz.
Silencio y Paz van de la mano, cual pareja inseparable.
Es tu raíz y tu vida el Silencio, no lo descuides.
No lo abandones y entrégate.
Todo pasa, el Silencio queda,
como expresión más auténtica del Amor.
Respira el Silencio y déjate respirar. Escúchalo y amalo.
El Silencio siempre te dice la verdad,
sobre ti mismo y sobre el mundo.
Por doquier la luz brilla surgiendo del Silencio:
si estás abierto y atento te darás cuenta.
Por doquier el Silencio nos regala la paz,
nos ofrece abrigo y consuelo.
Nos regala el ser el Silencio y nos invita a la mesa.
Mesa compartida con la humanidad:
pan y sonrisas para todos.
El Silencio es nuestra verdadera esencia que está más allá del callar y del hablar, más allá de cualquier palabra, sonido, imagen.
Siempre más allá… esperando y recibiendo todo y todos.
El Silencio profundo es nuestro refugio.
Tomemos refugio en el Silencio.
Tomemos refugio cuando el pensar y el sentir nos acechan y persiguen.
El Silencio nos custodia, nos sostiene, nos aquieta.
Es nuestro hogar y nuestra casa el Silencio.
Ahí somos luz y cohabitamos con la luz.
Entremos, pues, en esta casa.
Entremos y dejemos que el Silencio nos fecunde
y convierta en poesía el ser y la vida.
*
Stefano Cartabia, Oblato,
Uruguay
***
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