Las mujeres trans torturadas en Aceh explican su calvario
Las doce mujeres trans detenidas y torturadas en Aceh (Indonesia) han explicado su experiencia a Amnistía Internacional.
Hace unas semanas publicábamos que en la provincia de Aceh, Indonesia, la policía (ayudada por un grupo de ciudadanos) había llevado a cabo redadas en varias peluquerías regentadas por mujeres trans y las había detenido. Las doce mujeres fueron llevadas a un parque público donde se les rapó la cabeza para después ser retenidas en comisaría para someterse a un “curso de conversión” que las convirtiera de nuevo en hombres.
Ahora las doce mujeres han hablado con Amnistía Internacional Indonesia para explicar qué fue exactamente lo que les ocurrió la noche del 27 de enero.
La policía de Aceh llevó a cabo redadas en varias peluquerías locales para encontrar a las mujeres trans y luego llevarlas al centro del pueblo. La operación policial llevaba como nombre “operasi penyakit masyarakat”, que se traduce como “Operación de Enfermedades Públicas“. Cuando las tuvieron a todas reunidas frente a la vista de decenas de curiosos, el jefe de policía dio un discurso condenando la identidad de género de las retenidas y provocando que la gente aplaudiera y exigiera que fueran asesinadas.
Las mujeres explican que entonces se les obligó a marchar de forma militar hasta un parque cercano donde les obligaron a llevar a cabo un entrenamiento militar simulado para volverlas más “masculinas“. Además se les obligó a desnudarse y a rodar por el suelo y cuando una de las mujeres se negó la policía disparó varios tiros de advertencia. A otra mujer que protestó le lanzaron un cubo de agua helada; y una de las detenidas le dijo a la policía que le dispararan porque prefería morir con dignidad que ser torturada y humillada; algo a lo que, según el relato, el jefe de policía respondió con un “Tú, como transgénero, no tienes derecho a tener dignidad“.
La policía rapó la cabeza de seis mujeres a las que obligaron a orinar en una botella para hacer un test de drogas. Una de ellas fue obligada a “limpiar” al resto con una manguera, pero al no hacerlo como la policía quería fue pateada. Se obligó a las mujeres a gritar “como hombres” y cuando estuvieron empapadas fueron llevadas a la comisaría donde se les encerró en una celda sin colchones y se les forzó a dormir en el suelo con la ropa aún mojada.
Al día siguiente la policía liberó a 11 de las mujeres, no sin antes obligarlas a acudir a un sermón por parte de un clérigo musulmán que les dijo que tenían que “volver” a su “naturaleza” y que justificó el asesinato de personas trans y LGTB porque “son más peligrosas que los infieles“. La última mujer fue retenida porque en su teléfono móvil se encontró un vídeo sexual explícito.
Tras la detención las mujeres aseguraron estar “profundamente traumatizadas“. Muchas de ellas se han visto obligadas a abandonar Aceh, la única región de Indonesia en la que está en vigor la ley islámica; aunque dado la deriva LGTBfóbica que está tomando el país en los últimos tiempos (con la ilegalización de la homosexualidad pendiendo de un hilo) puede que cambiar de región no les sirva para protegerse. Algunas mujeres han sido acosadas y atacadas por sus vecinos o familiares, llegando incluso a darles patadas o lanzarles piedras. Varias han sido despedidas de sus empleos porque sus jefes tienen miedo de atraer la atención de la policía y las propietarias y trabajadoras de las peluquerías no han podido volver a su trabajo porque los locales o bien están clausurados o han sido vandalizados por la gente.
Desde Amnistía Internacional han condenado el trato “cruel, inhumano y degradante” al que se sometió a las mujeres y han aclarado que, bajo la ley internacional, podría considerarse un caso de tortura. Usman Hamid, Director Ejecutivo de A.I. en Indonesia, asegura que el único motivo para esas detenciones era la transfobia: “Es aterrador que un grupo de hombres fuertemente armados hiciera redadas y detuviera a mujeres trans con la discriminación como única base. Las autoridades locales y la población general, en nombre de la ley Sharia, se han unido para atacar y humillar a estas mujeres trans. Creemos que, bajo la ley internacional, las acciones de la policía suponen un caso de tortura.”
Posible criminalización de la homosexualidad en todo el país
La noticia tiene lugar en un contexto especialmente hostil, dada la discusión que se ha abierto sobre una posible criminalización de las relaciones entre personas del mismo sexo, de la que también hablamos hace pocos días, y que ha desencadenado una auténtica espiral de LGTBfobia. De hecho, un diputado indonesio proponía la semana pasada modificar la legislación nacional para no solo castigar las relaciones homosexuales con cárcel, sino incluir además la pena de muerte para el colectivo LGTB (o, como mínimo, la cadena perpetua). El artífice de tal propuesta es Muslim Ayub, miembro del Partido Mandato Nacional Islámico (PAN).
Hanafi Rais, otro diputado del mismo partido, aseguraba que el debate sobre la criminalización de la homosexualidad está siendo acordado “por la mayoría de los partidos políticos indonesios”. Los seis partidos seculares, que controlan a la mayoría en la presente legislatura, no parecen, en todo caso, querer ponerse en contra a los extremistas islámicos antes de las elecciones de junio, en las que 171 regiones votarán por nuevos gobernadores, alcaldes y jefes de distrito.
Realidad LGTB en Indonesia
El pasado mes de diciembre recogíamos la condena de diez hombres a dos años de cárcel en Indonesia por participar en una supuesta “fiesta gay” en Yakarta, la capital de este país asiático. Como decíamos hace ahora poco más de un mes, esta la noticia suponía un paso más en la escalada de LGTBfobia de estado que vive Indonesia. A diferencia de Aceh, en Yakarta las relaciones homosexuales no son ilegales, por lo que los detenidos fueron condenados por violar la ley contra la pornografía.
El hecho de que se utilice esta ley para perseguir penalmente la homosexualidad en un territorio en el que supuestamente esta no está criminalizada pone de manifiesto la gravedad de la situación que se vive hoy día en Indonesia. De hecho, solo en las provincias autónomas de Aceh y Sumatra Meridional, en las cuales se aplica la sharía o ley islámica (En Aceh a todos los ciudadanos, en Sumatra Meridional solo a los musulmanes, que en cualquier caso son mayoría), las relaciones homosexuales son formalmente ilegales, castigándose incluso con castigos físicos.
Pero también en el resto del país la situación se está deteriorando. Ya lo recogíamos en febrero de 2016, cuando hacíamos alusión a la ola de LGTBfobia protagonizada por políticos y líderes religiosos. Desde entonces, por desgracia, no hemos dejado de conocer casos de detenciones y abusos. Un ejemplo es la redada de mayo de 2017, que desembocó en la citada condena de diez hombres, pero ha habido muchos otros. Días antes de aquella redada, otros ocho hombres eran detenidos, igualmente acusados de celebrar una “fiesta gay” en Surabaya, la segunda ciudad del país. En Java Occidental, la provincia más poblada de Indonesia, el jefe de policía hizo pública por su parte su intención de constituir un grupo de trabajo policial para investigar la actividad de personas LGTB. Y en octubre de 2017 tuvo lugar otra redada en un local de ambiente gay de Yakarta, en la que fueron detenidos 51 hombres. Una estigmatización a la que también ha contribuido la decisión de la Asociación Psiquiátrica Indonesia de clasificar la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad como trastornos mentales.
En diciembre también aludíamos al “respiro provisional” que había supuesto la decisión del Tribunal Constitucional de Indonesia de rechazar una propuesta de criminalización de las relaciones sexuales entre personas no casadas, cuyo objetivo principal no era otro que el de castigar por vía indirecta las relaciones homosexuales. Poco duraba el respiro, por desgracia.
Fuente | Pink News, vía EstoyBailando/Cristianos Gays
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