Refugiados del colectivo LGBT son víctimas de violencia sexual en Siria y en sus países de asilo
ACNUR denuncia la vulnerabilidad de los refugiados, tanto adultos como también menores de edad, pertenecientes al colectivo LGBT, quienes terminan siendo víctimas de violencia sexual tanto en Siria como en los países que les dan asilo.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, por sus siglas) es un organismo de la ONU que tiene como objetivo el de proteger a refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos armados, que este martes, 6 de diciembre, denuncia que la violencia sexual contra niños y adultos pertenecientes al colectivo LGBT es «más común» de lo que se pensaba. Lo hace a través de la publicación de un estudio elaborado con la intervención de docenas de periodistas e informadores que se han entrevistado con un total de 196 refugiados procedentes de Irak, Líbano y Jordania hace ahora un año.
Según testimonios de las propias víctimas y testigos, la violencia sexual en Siria llega de distintas partes del conflicto, produciéndose tanto en menores de sólo 10 años de edad como en adultos de hasta 80 años, siendo las más vulnerables las personas homosexuales, bisexuales y transexuales, tanto en Siria por parte principalmente de los grupos armados, quienes son igualmente responsables de la lapidación de personas en base a su orientación sexual, como en aquellos países de asilo a los que llegan debido al oportunismo de personas sin escrúpulos.
«Cuando estuve detenido en Siria fui torturado de todas las formas posibles (…). Estuve encerrado en una cela con 80 personas sin luz durante 30 días. Estábamos todos desnudos y por las noches nos ataban de las manos y nos torturaban con electricidad en los genitales. Entraban en la celda y nos violaban, pero como estaba oscuro no podíamos verles», explica Tarek, refugiado gay cuyo testimonio está incluido en el informe, en le que también señalan que el chantaje y la explotación sexual se repite entre quienes trabajan en la economía sumergida en los países de asilo a través de condicionar su remuneración económica con determinados favores sexuales.
Asimismo, uno de los menores entrevistados asegura que este tipo de violencia sucede «a diario», en ocasiones por parte de otros jóvenes mayores que ellos. Situaciones que se producen en centros de detención o prisiones improvisadas, pero también en su caso en los países de asilo, a manos tanto de otros refugiados como de ciudadanos integrados en las comunidades de acogida y que son considerados como episodios de acoso, aunque posteriormente se descubra que han llevado a delitos sexuales. La dureza de la situación lleva a las víctimas al abandono escolar, obstaculizando aún más su integración en la sociedad de su país de acogida.
«Estos relatos inquietantes revelan cuán grave es el riesgo de sufrir violencia sexual para mujeres y niñas, pero también para hombres y niños (…). Nos enfrentamos a un ciclo vicioso que cuenta con poca ayuda, con acceso limitado a víctimas masculinas, servicios inaccesibles y a la cultura del silencio, lo que refuerza el mito de que este problema es raro», señala Volker Türk, responsable de protección de los refugiados de ACNUR.
Fuente Universogay
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