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Maria Clara Bingemer: “No olvidemos que el Nazismo es un nacional-socialismo que empieza por un nacionalismo”

Sábado, 4 de noviembre de 2017

bingemer“Al clero joven le encantan los trapos de la liturgia, Impresionante y lamentable”

“La Iglesia en Brasil no tiene el ardor profético de antes porque el episcopado fue muy neutralizado” 

(José Manuel Vidal). La teóloga Maria Clara Bingemer es profesora de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y decana del Centro de Teología y Ciencias Humanas de la misma universidad. Acaba de pasar por Barcelona y Madrid, para presentar su último libro, El misterio y el mundo (San Pablo). Como defensora de la interculturalidad no le parece buena la secesión catalana, critica el ritualismo del clero joven y añora la capacidad profética de antaño de la jerarquía brasileña.

También considera que la educación es la base para que los seminaristas avancen en este sentido. Se queja de que todavía en muchos lugares las teologías más influyentes de los últimos tiempos no se enseñan; son ignoradas por el ala rancia del catolicismo. Pero es optimista aunque le preocupa una marcha atrás. No deja de pensar en tantos teólogos de la liberación que dieron su vida por el evangelio y por la Iglesia y que fueron castigados injustamente debido a su audacia.

¿Cuál es la tesis de tu libro?

Trato de demostrar que se puede sentir pasión por Dios en tiempos de increencia. Que, en el mundo actual, sigue habiendo experiencias de Dios y una profunda sed de espiritualidad. Porque la religión está en crisis, pero, en contra de lo que sostenían los maestros de la sospecha, no está muerta. Por eso, hoy, se encuentran místicas que no están en los espacios religiosos sagrados.

¿Una mística desinstitucionalizada?

El cristiano del futuro cuestionará mucho a la Iglesia y hará su propia síntesis. No cumplirá rituales ni todas las normas. De ahí que la Iglsia, si quiere atraer a los jóvenes, por ejemplo, tiene que ofrecer experiencias atractivas. Lo que el papa Francisco llama la cultura del encuentro. Porque Cristo no es una idea o una historia que se sabe de memoria.

¿Cómo despertar la pasión por Dios?

Desde la experiencia profunda o desde la contemplación del sufrimiento ajeno. A partir de ahí, se descubre algo y se empieza a desear. También desde la experiencia de la belleza. Taizé consigue atraer a los jóvenes, porque trabaja con la estética más que con liturgias largas, secas y aburridas.

Has estado en Barcelona. Desde tu perspectiva de teóloga de la liberación, me imagino que universalista ¿cómo encajas el tema catalán?

Mi abuela era catalana.

¿Sí?

Catalanísima. En su casa en Brasil, casada con un italiano, solo se hablaba catalán. Yo no, porque era una niña. Pero mi padre, si estaba su mamá, hablaba catalán. Mi abuelo era de Monza: vino a Cataluña, la conoció, se casaron y se marcharon a Brasil. Vivieron toda su vida en Brasil y ella nunca volvió a Barcelona. Pero era totalmente catalana, y Europa, para ella, era Barcelona. Es muy fuerte la cosa.

El sentimiento catalanista

Yo los escucho, tengo amigos catalanes y los quiero mucho. Pero no creo que sea una bandera buena.

¿La bandera de la independencia?

No. Claro que no. Yo creo después de tanta lucha por construir la Europa unida, y el euro, es algo muy triste. Y los ingleses, los primeros, con la cosa esa del Brexit, que ahora están viendo que no es nada bueno para ellos. Los catalanes van por el mismo camino.

¿Llegaste a percibir cierto odio hacia los españoles?

Cataluña es pacífica. Pero me parece que para España va a ser muy malo.

Y que duele mucho. Es como un desgarro. Como si te estuviesen amputando un brazo, después de quinientos años juntos.

Además, los catalanes van a ser mucho más débiles. A la comunidad europea, por ejemplo, le interesa España, no Cataluña.

Un creyente, un cristiano, digamos, para esquematizar, de izquierdas, progresista, un cristiano ‘franciscano’: ¿puede ser nacionalista?

Yo creo que no. Pienso que cada vez menos, y sobre todo con el fin de la geografía que estamos viviendo; la migración y la permeabilidad de las fronteras de muchos países. Tenemos que ser cada vez más abiertos universalmente, claro.

No olvidemos que el nazismo es un nacional socialismo que empieza por un nacionalismo. El nacionalismo nunca llevó a nada bueno.

¿Que puede hacer la Iglesia en esta situación?

El Papa intenta hablar algunas cosas en ese sentido. Pero él no basta. Creo que tenía que haber también en los episcopados, en las iglesias y las comunidades mismas, un testimonio y un hacer cosas creativas. España ha hecho cosas bonitas, por ejemplo cuando hubo el atentado de Barcelona: un señor que perdió a su hijo abrazó al imán.

Toda esa solidaridad que hubo en Barcelona y en Madrid también. Todas esas cosas de no odiar, de no excluir… son urgentes. Yo creo que la Iglesia debe estar en ese camino. Pero, lamentablemente, muchos miembros de la Iglesia refuerzan los odios, las religiones, las diferencias. Y en Estados Unidos ya ni hablemos, porque es el país “country”, eso es su dios. Y justifican guerras y todo en su nombre.

En Europa está el peligro de los nacionalismos, porque la componen muchos países con identidades muy fuertes, y con culturas también muy fuertes y muy ricas, y que quieren su cultura para sí. Cuando, al contrario de lo que creen, abriéndose no van a perder identidad, la van a compartir con otros y van a enriquecer a otros.

El poliedro del que habla el Papa, la unidad en la diversidad, el mosaico.

La cultura del encuentro. Eso es enriquecedor, no empobrecedor. Yo creo que el nacionalismo es pésimo.

Háblame de la Iglesia brasileña. ¿Estáis recuperando el impulso profético de antaño en la jerarquía?

Un poquito. Por ejemplo, con esa barbaridad de lo que está pasando con el gobierno Temer, la gente puso una nota bien fuerte contra la corrupción. Y contra el golpe, reconociendo que fue dado un golpe contra Dilma. Porque sacar así a una presidenta legítimamente elegida no tiene otro nombre.

La Iglesia no tiene el ardor profético de antes, sobre todo porque el episcopado fue muy neutralizado. Juan Pablo II tuvo veinte y seis años para nombrar obispos y lo hizo muy, muy bien, para implementar su modelo involutivo eclesial: A algunos los fue sacando, otros fueron muriendo y él fue poniendo obispos de movimientos neoconservadores, sobre todo.

O sea, que la estrategia episcopal fue la misma en Brasil, si entiendo bien, que en España: colocar gente segura y gris, sin grandes personalidades.

El episcopado brasileño era muy grande, de cuatrocientos obispos. Había un grupo progresista muy fuerte y, aunque no era mayoría, era el que daba el tono. Era el que tenía los cargos y que, acompañado por la mayoría moderada, dejaba aislados a los conservadores.

Después fueron creciendo los moderados tendiendo a conservadores, y quedó un episcopado así, medio flojo. Con rarísimas excepciones. Yo vi que en Aparecida quien se destacó fue don Celso, que ya estaba por jubilarse porque era emérito.

Los jóvenes obispos son todos de movimientos neoconservadores. No son carismáticos, no tienen esa cosa profética de antes.

Ahora, de nuevo, el cardenal Rocha es bueno, es inteligente y está bien formado. Pero no puede ser él solo; tiene que aumentar la masa crítica dentro del episcopado.

Francisco está nombrando obispos de esta líena. Por ejemplo, el obispo auxiliar de Río.

Eso refleja, entonces, que la revolución que está poniendo en marcha Francisco no acaba de cuajar en Brasil.

Escribí hace poco, en un artículo, que cualquier estornudo de Juan Pablo II era sagrado. Se los guardaban en urnas. Francisco tiene otro estilo. A veces, los obispos hacen lo que quieren, y no siguen la línea de Francisco, porque como da más libertad, no se sienten obligados a seguirle.

¿Y con el clero joven os pasa igual que aquí, que es muy conservador?

Sí. ¡Le encantan los trapos de la liturgia! Impresionante y lamentable. Yo tuve algunos alumnos, todos con clergyman y alzacuello. En mis clases, recomendé dos libros de Carlos Mendoza Álvarez, el “Deus Abscounditus y el Deus Ineffabilis”, que son obras de una mente muy abierta, muy revolucionaria, incluso, en ciertas cosas. Y había un joven cura, que era muy bueno y simpático, formado en Navarra, imagínate.

Tuve que presentar un capítulo donde Mendoza habla de discutir las teologías de Andrés Torres Queiruga y Jon sobrino. Él citado cura empezó diciendo: ‘profesora, yo nunca había oído hablar de esas personas’.

Le contesté: esas “personas” son dos de los teólogos más destacados hoy día. Una cosa es que la línea de la facultad no esté de acuerdo con esas teologías, pero no puede ignorarlas.

Es muy difícil, entonces, tumbar el sistema, que está muy montado y las inercias siguen empujando en la dirección antigua.

Claro, porque a un obispo no se le puede destituir, a no ser que haya una cosa muy grave, hasta que llegue a la edad de jubilarse. Se necesita tiempo y Francisco no lo tiene. Juan Pablo II, en cambio, sí lo tuvo: fue nombrado papa a los 58 años.

Por lo que todo esto va a depender del sucesor.

Sí. Por eso yo creo que es clave que él haga varios consistorios más. Al menos dos, para nombrar más cardenales. Y poder tener un sucesor.

Tiene cuarenta y nueve nombrados. Puede superar los cincuenta y uno de Benedicto XVI en el próximo consistorio.

Pero aún así, es un margen un poco estrecho. Hay que tener un margen de seguridad. No quiero ni pensar en una marcha atrás otra vez.

¿Francisco está ‘resucitando’ el Concilio?

Nos está haciendo descubrir que el Concilio estuvo exiliado durante los 30 años de invierno eclesial que hemos sufrido.

¿Puede haber marcha atrás?

No sé. Mira lo que pasó con Juan Pablo II después del Concilio: Juan Pablo II dio marcha atrás. Acabó con la pastoral de América Latina. Creía que las comunidades de base eran marxistas. Le echó la bronca a Ernesto Cardenal. En la misa de Nicaragua Juan Pablo II gritaba como un loco: ¡silencio! Porque las madres le pedían que rezara por los muertos de la guerra. Ernesto, a los pocos meses, se enfermó de disgusto, cuando vio eso. Pensó: el papa es un faraón.

¿La Teología de la Liberación vuelve por sus fueros?

Sí, después de pasar una crisis y después de hacer autocrítica de sus errores, por ejemplo el tremendo error de haber anatematizado a la clase media. La TL ensanchó su abanico y su foco. La TL sigue muy viva, porque la pobreza no terminó.

¿Cómo está tu amigo, Leonardo Boff?

Dando conferencias en todo el mundo. En México, creo. Amerindia hizo ahora una reunión bonita y él fue el conferenciante principal. Está bien, aunque está mayor, claro.

Y eclesialmente, ¿está ilusionado con Francisco?

Sí. Está feliz, aunque muy deprimido con Brasil, porque él apostó mucho por Lula. Frei Beto, que es un animal político, está callado. Porque no se puede alabar a Lula y decir que es inocente y puro como un ángel. Realmente el PT tuvo conquistas buenas, mucha gente salió de la miseria, el mapa del hambre bajó, y ahora está volviendo. Ladrón por ladrón, por lo menos era un ladrón que repartía.

Boff está amargado con eso. Formo parte de un grupo, el grupo de Emaús, que se reúne dos veces al año. Boff no falta nunca a la reunión de este grupo.

¿Dónde os reunís?

En Petrópolis. Quedamos la noche del viernes hasta la tarde del domingo. Boff propuso: creo que estamos todos mal psicológicamente y tenemos que tener un tiempo largo de reunión para echar afuera las cosas. Hablar desde adentro, porque realmente es muy difícil para gente como Boff, que apostó a fondo por Lula.

Se implicaron directamente.

Boff subía en el palenque de Pimentel, del gobernador, para hacer campaña. Le apoyó hasta el final, y ahora, al ver que todo se desató… Ayer mismo, Aécio Neves recibió el mandato de senador ¡de vuelta! Después de que fue comprobada su corrupción: compró a los senadores; preside y manda el Tribunal Supremo… Ya no puedes confiar ni en el Ejecutivo, ni en el Administrativo, ni en el Judicial.

Parece que no hay salida.

No hay instancia. No hay salida y no hay liderazgo; no veo quién pudiera candidatearse que tenga un liderarazgo positivo. No lo hay ni de un lado ni de otro. Está Alessandro Molon, que es un joven político muy bueno. Pero está verde, no está preparado para una presidencia. Quien se postula es un ‘loco’ llamado Bolsonaro, que quiere la vuelta de los militares. La dictadura de la tortura. ¡Un loco total! Y mira que en las encuestas solo le sobrepasa Lula. Lula, en todos los escenarios, gana. Pero yo creo que no lo van a dejar.

¿Eso te preocupa?

No, yo creo que si él es condenado en segunda instancia, no puede presentarse.

¿Y en el PT no hay nadie que pudiera sustituirle?

Estaba Haddad, que fue prefecto de San Pablo. Es un joven, muy inteligente y Lula debía haberlo puesto de presidente en lugar de Dilma. Pero no le puso. Era bastante joven, había sido ministro de Educación y prefecto de San Pablo.

¿Cuándo tenéis elecciones?

El año que viene. En octubre.

¿Es un poco más fácil ser mujer en la Iglesia de Francisco?

Nunca fue muy fácil ser mujer en la Iglesia, y no lo sigue siendo. Con Francisco, la situación no ha cambiaod mucho, pero se siente una mayor libertad. Entre otras cosas, porque Francisco presenta una biografía en la que destaca el dato de que siempre fue amigo de mujeres y no ve a la mujer como un peligro o como un riesgo. Creo que Francisco es consciente de que la mujer es el sustento de la Iglesia y que, si la mujer se va, la Iglesia se hunde. Por eso, tienen que pasar ee ser subalternas e invisibles, a ser visibles y dejar de ser percibida como una amenaza, sobre todo para el clero.

¿Qué pasos podría dar la mujer en la Iglesia?

Tiene que ocupar espacios. Hay que crear hechos eclesiológicos. Si el 70% de los católicos no tiene acceso a la eucaristía dominical, lo lógico es que la Iglesia llame a los curas casados y ordene mujeres sacerdotes. Pero la Iglesia sigue teniendo un miedo loco a ordenar a las mujeres.

¿Francisco está tardando en rehabilitar a los teólogos de la liberación, en una rehabilitación pública?

Ya lo hizo, un poco, con individuos. Y a los argentinos que él había puesto.

Sí, con monseñor Fernández.

Y con Rafael Tello. Nunca se había publicado nada sobre Tello. Pero tú decías que haría falta una cosa colectiva.

Yo creo que como la sanción fue eclesialmente pública, debería haber una rehabilitación también, solemne de alguna manera. Decir que estos señores no están fuera de la Iglesia.

Jon Sobrino…. Han sido tantos.

Y en España, igual. Todos los que han sufrido: Queiruga, Marciano Vidal… Todos los que están ahí, profundamente dañados.

Y como dijo Gutierrez en el encuentro de Boston: “tomar en serio esa teología, a estos hombres les condujo al martirio; hubo mártires”. Y mártires no son solo los que murieron, yo creo que también los que perdieron la cátedra, que la perdieron todos porque apostaron su vida. Eso no es chiste.

Fuente Religión Digital

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