Botswana reconoce el derecho de identidad de género de un hombre trans
Un hombre trans demandó a la Oficina Nacional de Registro de Botswana por no permitirle cambiar su género en su documento de identidad. Ahora el Tribunal Supremo le ha dado la razón y considera que la negativa viola sus derechos Constitucionales.
Botswana es un país ligeramente más tolerante que sus vecinos respecto a la realidad LGTB+.
El Tribunal Supremo de Botswana acaba de hacer historia para el colectivo LGTB en el país. En una sentencia que marcará un antes y después, sobre todo para los derechos de las personas trans, el Tribunal ha reconocido el derecho de un hombre trans a que en su documento de indentidad aparezca “hombre” como género.
La sentencia, que se emitió el viernes 29 de septiembre, asegura que la negativa a reconocer la identidad de género del demandante es contraria a “su derecho a la dignidad, privacidad, libertad de expresión, igualdad de protección ante la ley, libertad de no ser discriminado y la libertad de no sufrir tratamiento degradante o inhumano.“
La sentencia, que está siendo considerada histórica por los activistas LGTB que creen además que podría suponer un cambio real en la vida de las personas transgénero, se suma así a pequeños movimientos por parte de Botswana para mejorar al situación del colectivo. Hace unos meses la activista trans Tshepo Ricki Kgositau presentó un caso similar ante el mismo Tribunal, aunque el juicio no se celebrará hasta diciembre. Además aunque la homosexualidad sigue considerándose ilegal (pero ojo, no ser homosexual sino practicarla), en 2014 los tribunales permitieron la creación de grupos en favor de los derechos LGTB, lo que llevó a la creación de la ONG LEGABIBO y a su registro en el gobierno.
Activistas de LEGABIBO celebran su legalización frente al tribunal en 2014
A pesar de que Botswana está considerado como un país ligeramente más tolerante (que no respetuoso) que sus vecinos respecto a la realidad LGTB y a pesar de que ofrece diferentes protecciones frente a la discriminación por orientación o identidad de género en el trabajo, sigue siendo un país de mayoría cristiana liderado por Ian Kharma, un señor que, entre otras cosas, se negó a repartir condones en las prisiones alegando que eso fomentaba la homosexualidad y consiguiendo que la tasa de nuevos diagnósticos de VIH esté por las nubes.
Un código penal heredado de la época colonial
El código penal de Botsuana, heredado como otros muchos de la época colonial británica, castiga el “conocimiento carnal contra natura” con un máximo de siete años de prisión. En este país africano limítrofe con Namibia, Sudáfrica y Zimbabue y considerado uno de los más desarrollados y democráticos de la región, la homosexualidad sigue teniendo sin embargo una consideración social negativa y suele ser rechazada como “antiafricana”.
Por otra parte, las altísimas tasas de prevalencia del VIH, que alcanzan casi a uno de cada cuatro adultos en el país, han impulsado tímidas iniciativas para impedir su propagación entre los hombres que tienen sexo con hombres. Por ejemplo, en 2011 se presentó una propuesta ante la Asamblea Nacional para proveer de condones a los presos en las cárceles de hombres. Una iniciativa que, sin embargo, se topó con el rechazo frontal del vicepresidente de la cámara Pono Moatlhodi, que llegó a afirmar que si de él dependiera, “haría matar” a los homosexuales.
En sentido contrario, el expresidente Festus Mogae criticó la estigmatización de las personas LGTB que según él impedía luchar eficazmente contra la pandemia. Mogae afirmó haber instruido a la policía para no actuar contra gais y lesbianas, pero justificó el mantenimiento del código penal homófobo en la opinión mayoritaria de la población, contraria a la despenalización. El activista Youngman, por su parte, ya llevó esta provisión ante la justicia en 2011, sin que de momento haya tenido éxito en su empeño.
Fuente | Into, vía EstoyBailando
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