Yo, Jesús y el Evangelio.
Lo importante no es el número acciones que hagamos, sino la intensidad del amor que ponemos en cada acción (Teresa de Calcuta)
27 de agosto. Domingo XXI del TO
Mt. 16, 13-20
Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Difícil tarea me propones, Maestro, lamentaría cualquier discípulo sensato; particularmente cuando se toma conciencia de quién es el Maestro. Me atreveré no obstante -la ignorancia es atrevida- a intentar exponer lo que de Jesús y del Evangelio dice mi persona.
Pedro lo tuvo claro, aunque sus entendederas no estuvieron acertadas en demasía, al menos en este caso: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. No obstante, tanto Jesús como el Evangelio son mi patria espiritual, y en ella me siento plenamente satisfecho. Y me uno al coro de prisioneros, que en la ópera Fidelio de Beethoven cantan: “¡Qué delicia, respirar el aire, el aire libre a nuestro alrededor! ¡Qué delicia! ¡Sólo aquí está la vida!”
De lo que digo queda constancia en mis artículos semanales de Feadulta y en mis libros de Poemas, pues me aplico lo que en la película El balcón de las mujeres se dice: “Dios no bajó del cielo para ti, te dio un cerebro”. Y con este mi cerebro, curioso siempre, me pregunto y pregunto, y doy respuestas.
Respuestas que procuro estén siempre presentes no solo en las palabras, sino también en los hechos. Y yo también quisiera que quien me vea a mí te vea a ti, Jesús, como tú dices en Jn 14, 9 refiriéndote al Padre. ¡Cómo me gustaría descubrir contigo la paz de la casa común, y alcanzar la certeza de no solo estar contigo, sino de ser tú mismo!
Me gustaría que mis débiles manos completaran tus manos extendidas en las calles y plazas de todo el universo. Y que unidas a ellas trabajaran en la sólida construcción de un mundo más humano, donde como se comenta en el Libro de los Hechos capítulo 4, todos los creyentes vivían unidos, considerándose comunidad, incluso con todo cuanto existe en la Naturaleza. Y quisiera también seguir pisando tus pasos a doquier lugar que vayas, y acompañarte en la mirada a cualquier dirección que se dirija. Porque, como le dice Lola Flores a Mottola en la obra de teatro Prefiero que seamos amigos: “Los problemas, contigo se ausentan”.
Teresa de Calcuta escribió: “Lo importante no es el número de acciones que hagamos, sino la intensidad del amor que ponemos en cada acción”. ¿No es esto acaso lo que Jesús insinuó en el versículo 15 del evangelio de Mateo, cuando dijo a sus discípulos “Id por todo el mundo predicando la Buena Noticia a toda la humanidad”?
LA GRAN SALA DE CONCIERTOS
Sobre el podio, miró Jesús al foso
y la orquesta atacó con gran denuedo.
No había batuta, había sólo manos
tejiendo en el jardín rayos de luna.
Un jardín de palomas y trombones
con sonido blindado de Evangelio,
que volaban sobre todos los campos
vistiendo y encendiendo corazones.
Acto Tercero de la partitura:
“Tempo Largo” del Gloria de la misa,
entonado en la Sala de Conciertos
por Sala, Director y Ejecutantes.
Fuera del Auditorio suena el eco
de un coro universal con voces mixtas,
modulado en todos los idiomas:
¡¡…y el Telón del Teatro sigue abierto…!!
(EVANGÉLICO CUARTETO. Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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