De prostituta a Princesa.
La mujer es la armonía, es la poesía, es la belleza, sin ella el mundo no sería tan bello. (Papa Francisco)
20 de agosto. Domingo XX del TO
Mt 15, 21-28
Mujer, qué grande es tu fe
El contenido de nuestro artículo semanal de este domingo va a tomar como fuentes el cine y la ópera. Un par de películas para el primer caso, y varias incursiones operísticas en el segundo. La figura de María Magdalena, siempre como telón de fondo del relato.
En la cinta Joyeux Nöel (2005) –del cineasta francés Christian Carion (1965)–, Su Alteza el Príncipe de Finlandia le dice a Anna Sorensen: “Quisiera felicitarla por su iniciativa, señorita. Ha tenido que ser una mujer la que nos ha recordado que, a pesar de la guerra, es Navidad”.
Los contendientes bélicos, piensan habitualmente más en la guerra de los fusiles que en la paz de los corazones. Como pensaba Judas Iscariote cuando María tomó una libra de perfume de nardo puro muy caro, lo derramó sobre los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Judas, que como buen economista juzgó aquel acto como un intolerable despilfarro, la criticó airado: “¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?”
La identidad de María Magdalena como María de Betania fue reconocida en la homilía 33 que el papa Gregorio I dio el año 591. Y según el apócrifo Evangelio de Tomás, también Simón Pedro manifiesta cierta animadversión hacia ella poniendo en su boca estas palabras: “Que se aleje Mariham de nosotros”. Aparece en los textos como la discípula predilecta y compañera de Jesús. Una situación de privilegio que provoca celos en algunos apóstoles. Según el Evangelio apócrifo de Pistis Sophia, Pedro reacciona en estos términos: “Maestro, no podemos soportar a María Magdalena, porque nos quita todas las ocasiones de hablar; en todo momento está preguntando y no nos deja intervenir”.
Algunos exégetas la denominan “La primera apóstol”, elegida por Jesús para transmitir su mensaje evangélico, y la consideran verdadera fundadora del cristianismo. ¿Acaso ignoraba el impulsivo apóstol las muestras de sincero y profundo afecto que le tuvo y demostró durante su vida pública el Maestro? Mateo nos cuenta hoy la curación de la hija de la gentil cananea y alaba su fe, gracias a la cual la libera de un demonio. ¿Cuán agradecida no estaría aquella de quién, según Lc 8, 1-2, había expulsado siete?
¿Sería porque el sexo femenino, como dice una de las protagonistas del film El balcón de las mujeres (2017), del judío Emil Ben-Shimon: “Además de la Ley, Dios nos da el sentido común”? ¿O fue porque el Resurrexit de Jesús resonó también victorioso en el corazón amante de su entrañable Magdalena?
En el mundo operístico no faltan ejemplos aplicables a nuestro personaje. Y el amor, siempre también protagonista de la escena.
En Mefistófeles, del italiano Arrigo Boito (1842-1918), refiriéndose a que la auténtica felicidad está en servir a los demás –como hizo Jesús y repitió María– Fausto le dice a Margarita: “El amor es el milagro de la vida”.
El compositor alemán Richard Wagner (1813-1833) pone el énfasis en la relación interpersonal amorosa sentida. En el Acto III, Loh le suspira a Elsa: “Siento que mi corazón se abrasa dulcemente junto al tuyo, respiro delicias que tan sólo Dios puede otorgar”.
Y, para finalizar, una bella muestra del barroco inglés: este cuadro de La Reina de las Hadas, del británico Henry Purcell (1659-1695). En este caso el personaje es un chino. Canta a Dafne, que para mí representa nuestros modelos de amor: Jesús y María Magdalena.
Nos cabe recordar igualmente, lo que otro enamorado, el papa Francisco, dijo en la Homilía en Santa Marta el 9 febrero de este año: “La mujer es la armonía, es la poesía, es la belleza, sin ella el mundo no sería tan bello”.
“Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano le dice: Señor, si tú te lo has llevado dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo” (Jn 20, 15)
AMOR DE ENAMORADA
Yo quiero estar enamorado
del Jesús Jardinero
que cultiva las rosas.
Y una mujer que llore y que me busque
como hacía María Magdalena.
Quiero que con Jesús
sea ella Jardinera
y vengan a buscarme,
pues nadie sabe como ellos
cultivar mi enamoramiento.
(EVANGÉLICO CUARTETO. Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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