El tesoro escondido
“Se puede definir al hombre como el que busca la verdad”
Juan Pablo II
La vida que Dios da al hombre es original y diferente de la de los demás criaturas vivientes, o que el hombre aunque proveniente del polvo de la tierra (cf Gn 2,7; 3,19; Job 34,15; Sol 103,14; 104,29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencio, resplandor de su gloria (cf Gn 1,26-27; Sol 8,6). Al hombre se le ha dado un altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une o su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.
En la vida del hombre, la imagen de Dios vuelve o resplandecer y se manifiesta en toda su plenitud con lo venida del Hijo de Dios en carne humana: “El es Imagen de Dios invisible” (Col 1 ,15), “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” (Heb 1,3). El es la imagen perfecta del Padre… La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos, la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos; que “reproduzcan la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Solo así con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de lo esclavitud de lo idolatría, puede reconstruir lo fraternidad rota y reencontrar su propio identidad
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Juan Pablo II,
carta encíclica Evangelium vitae, nn. 34.36.
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En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?“
Ellos le contestaron:
– “Sí.”
Él les dijo:
– “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”
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Mateo 13,44-52
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