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Ludovic-Mohamed Zahed y Sam Bel Abbéss: Un Islam inclusivo.

Viernes, 30 de junio de 2017

ludovicLudovic-Mohamed Zahed

El argelino Ludovic-Mohamed Zahed recorre Europa para promover un “Islam inclusivo” con el colectivo LGTBI; el español Sam Bel Abbéss escribe libros con el mismo fin.

Por Salvador Martínez

El argelino Ludovic-Mohamed Zahed coqueteó con el salafismo, una de las corrientes más radicales del Islam, antes de abrazar su orientación sexual. “¡Nenaza!”, le gritó su padre al enterarse de la noticia. Pero el joven se empecinó en luchar por los derechos del colectivo LGTBI en la religión de Mahoma; una misión que le ha llevado a viajar por toda Europa, con el Corán en la mano, que le sirve para compararse a sí mismo con Martín Lutero, padre del protestantismo. Como él, aspira a revolucionar unas creencias que conoce como la palma de su mano.

El auge de la ultraderecha en Europa ha popularizado ese reproche al Islam según el cual la religión de Mahoma es homófoba. En esta línea se han pronunciado, por ejemplo, en el Frente Nacional francés de Marine Le Pen o en Alternativa para Alemania (AfD), el partido islamófobo del país de la canciller Angela Merkel. AfD, de hecho, tiene como co-líder para las próximas elecciones generales germanas del 24 de septiembre a Alice Weidel, una mujer lesbiana. Ella tacha el Islam de “cultura arcaica”. Sin embargo, a quienes critican la religión musulmana acusándola de homófoba se les escapa que otro Islam es posible.

Así puede resumirse el mensaje que defiende desde principios de siglo el imán Ludovic-Mohamed Zahed. Pionero y principal promotor de las mezquitas inclusivas, donde los miembros del colectivo LGTBI pueden vivir su fe en la religión islámica, este hombre homosexual nacido en 1977 y criado entre Argelia y Francia, se define al hablar con EL ESPAÑOL como “una hormiga obrera que trabaja a favor de una reforma del Islam”.

Ya se ha cumplido un lustro desde que Zahed abriera la primera mezquita inclusiva en París. Esa apertura se inscribe en lo que él llama un “movimiento que tiene ya quince años y que ha permitido que hoy se practique un Islam inclusivo en Canadá, Estados Unidos, Latinoamérica, Sudáfrica, incluso en Túnez y el Norte de África o Indonesia, donde hay incluso imanes transexuales y, por supuesto, en Europa occidental”.

Zahed vive en Marsella actualmente, pero es habitual que esté recorriendo Europa y otras del partes del mundo para protagonizar actos religiosos o eventos relacionados con la religión islámica y su versión abierta a la homosexualidad. Si hace unas semanas ayudaba al rezo en un espacio que servía de improvisado templo en Berlín, el próximo mes de junio participará en el World Pride, evento de promoción a nivel internacional de cuestiones relacionadas con el colectivo LGTBI que este año acoge Madrid.

En esa cita tiene previsto dar una conferencia sobre el Islam inclusivo y la homofobia y la transfobia en los países árabes. Antes de convertirse en el referente internacional en esta materia, Zahed tuvo que superar no pocas dificultades vinculadas a su orientación sexual, para nada acepada en su Argelia natal. A los ocho años Zahed se preguntaba si era un chico o una chica. Vivió episodios de violencia doméstica vinculados a los interrogantes sobre su sexualidad. “¡Nenaza!”, le llegó a gritar su padre en una ocasión, según ha contado Zahed.

Él, segundo hijo de una familia de tres hermanos, tuvo una revelación sobre su orientación sexual siendo adolescente. “Un día, con 17 años, en la televisión francesa por satélite vi el testimonio de una pareja homosexual que militaba por las uniones civiles entre gays. Viendo eso me dije: ‘Ah, eso es lo que yo soy, yo siento eso, la homosexualidad’”, rememora. “Aquello me sentó muy bien porque me servía para poner palabras a lo que yo sentía, pero me agobiaba porque en mi país eso no se aceptaba”, añade.

Por aquel entonces Zahed estaba dejándose influenciar por el salafismo, un movimiento radical del Islam que reivindica el regreso a las prácticas religiosas del tiempo del profeta Mahoma. “El salafismo nunca me convenció, pero cuando comprendí que era homosexual aquello reventó mi relación con el salafismo”, recuerda Zahed.

Con 19 años vivía en Marsella y tenía novio. Al romperse esa relación sentimental descubrió que su pareja le había transmitido el virus del Sida. Zahed es seropositivo. Dos años después de aquel golpe salió del armario. Dejó claro cuál era su orientación sexual en una reunión familiar convocada por él ex professo. Con todo, cursó estudios de teología, psicología y se doctoró en antropología. La emergencia de éticas islámicas liberadoras es el título de su tesis.

De buena gana acepta Zahed la comparación con el teólogo y fraile alemán Martín Lutero, padre del protestantismo, movimiento religioso que parte de la voluntad de reforma en la Iglesia católica: “La reforma del Islam durará años, decenas de años o más, ya hemos visto lo que ha pasado con el protestantismo, la reforma de Lutero todavía está en marcha, con movimientos protestantes integristas, homófobos y misóginos, algo que yo creo no era el objetivo de Lutero en un principio”, sostiene.

A partir del reconocimiento de su propia homosexualidad, Zahed comenzó a cuestionar el dogma islámico. Para él, “las creencias islámicas son en realidad fascismo identitario, porque plantean que todos seamos iguales, que pensemos lo mismo y tengamos las mismas convicciones”. Son excepción en el mundo árabe musulmán los países donde la homosexualidad no es delito duramente castigado. En esa región del mundo, según el país, a los homosexuales se les puede castigar con cárcel -incluida la cadena perpetua-, tortura física e incluso la pena capital.

La tradición convencional del Islam rechaza la homosexualidad argumentando que el sexo fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer es un pecado. El rechazo también arraiga en la sura del Corán en la que se habla de los excesos de Sodoma y Gomorra, pero Zahed hace una lectura diferente de ese y otros pasajes que suelen servir para condenar las relaciones homosexuales en el Islam. “La homosexualidad no se cita en ninguna parte en el Corán. Sodoma y Gomorra se utilizan para condenar distintas formas de violencia, contra los extranjeros, el rechazo a la hospitalidad y los rituales en los que se violaba a mujeres y hombres”, expone Zahed.

“Que se diga en el Islam que la homosexualidad está prohibida es un ejemplo de patriarcado, porque el patriarca del templo se atribuía el derecho de apropiarse la sexualidad, los bienes y la dignidad de los otros, y esto es condenable”, abunda este imán inspirado de la corriente del feminismo islámico de los años ochenta.

Su corriente islámica también bebe de los poemas homoeróticos de imanes como el egipcio Al-Shabrawi (1724-1757). A Zahed le gusta citar estos versos de Al-Shabrawi, para ilustrar los sentimientos de atracción entre hombres en el Egipto de hace tres siglos. “Mi Señor, por Él que te concedió encanto/esplendor y belleza./ Quien por tus ojos encantadores autoriza los suspiros/ al gusto del encantamiento”.

“Hace doscientos años el Islam estaba muy orientado al homoerotismo”, puntualiza Zahed. No en vano, “en los ojos de los escritores occidentales medievales, la supuesta tolerancia e incluso su actitud favorable hacia las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo era una indicación más de la autocomplaciencia islámica”, ha explicado Sabine Schmidtke, profesora de Historia Intelectual Islámica en la prestigiosa Universidad estadounidense de Princeton. Según Schmidtke, a diferencia de la tradición judeocristiana, que siempre “condenó las prácticas homosexuales”, en el mundo islámico el homoerotismo no estaba castigado, pues “la atracción mutua” entre hombres se ha visto en otros periodos de la cultura islámica como algo “perfectamente natural y normal”.

Es más, “siendo la civilización islámica esencialmente falocrática, el papel del penetrador en el acto sexual es considerado como superior”, por lo que “su respetabilidad social permanece intacta en esta práctica sexual, independientemente del tipo de género del objeto de penetración”, ha explicado Schmidtke.

Bajo el influjo de la actual camapaña presidencial francesa, marcada por el auge del Frente Nacional de Marine Le Pen, Zahed mantiene que el “fascismo identitario” del dogma islámico “es lo mismo que plantean en términos de nacionalismo los partidos de extrema derecha y de Europa” “¿Por qué si no son siempre chivos expiatorios de los fascistas las minorías sexuales, étnicas y religiosas?”, pregunta de un modo retórico.

Las guerras y crisis económicas y humanitarias de Oriente Medio son, a su entender, un factor explicativo del auge del radicalismo islámico y de las versiones más homófobas del Islam. “En tiempos de crisis, y esto es un principio básico de la psicología social, la gente se instala en los extremos y la violencia y el rechazo al otro. Es un instinto animal. No tienen nada que ver con la religión en sí”, explica Zahed.

En este contexto, “el Islam y la mayoría de sus practicantes viven actualmente en regiones de crisis, tentados por los extremos”, señala el imán, sin perder de vista al continente europeo. “Pero en Europa, con la crisis, ahora hay gente que está tentada por los extremos o el nacionalismo, como ocurre con el FN en Francia o Alternativa para Alemana”, abunda, antes de reconocer que la lucha contra las discriminaciones se hace “más dura” siendo seropositivo.

Desde un punto de vista médico, Zahed está oficialmente sano. Sin embargo, ya no está al frente de ninguna mezquita. Reza principalmente en su casa, aunque realiza numerosos viajes para ayudar al rezo en templos o centros religiosos inclusivos. Se ha asegurado, eso sí, la transmisión de su modo de entender el Islam formando a nuevos imanes inclusivos. Ha hecho carrera como intelectual y teólogo. Le avalan la publicación de varios libros sobre Islam y homosexualidad, incluida una autobiografía titulada Le Coran et la chair [El Corán y la carne (Ed. Max Milo, 2012)].

actualidad_213490173_33765582_854x640El marroquí nacionalizado español Sam Bel Abbéss.

Sigue sus pasos el marroquí nacionalizado español Sam Bel Abbéss. Este chico homosexual nacido hace 27 años en Alhucemas pero criado en suelo español está a punto de publicar su primer libro, un volumen autobiográfico en el que da cuenta de los problemas de vivir como gay en una familia musulmana. Zahed es el responsable de la publicación de esa autobiografía, una de las pocas obras contemporáneas en español que aborda esta temática.

Bel Abbéss salió del armario muy pronto. A los 15 años desveló a sus padres, ambos musulmanes, que se sentía atraído por otros chicos. “Aquello fue duro, para mi padre fue un shock brutal, hacía como si no quisiese ver mi homosexualidad. Decía: ‘No, hombre, eso es pasajero, tú eres heterosexual’. Mi madre lo asumió mejor, pero le cuesta aceptar a su hijo como es, sobre todo por el miedo al ‘qué dirán’”, cuenta a EL ESPAÑOL Bel Abbéss.

Aquello fue difícil también porque, entre otras cosas, se sumaba a los problemas asociados a la inmigración, el racismo y el acoso escolar sufridos en España.“La realidad del colectivo LGTBI en el Islam es muy dura, porque la mayoría musulmana rechaza al colectivo, hay una situación de marginación total”, abunda este joven escritor y poeta.

Con apenas 22 años, él estuvo entre los promotores de las primeras tentativas serias de organizar en España un Islam inclusivo a través de la Asociación de Musulmanes Homosexuales LGBT de Barcelona. Sin embargo, la iniciativa, lanzada en 2008, no cristalizó por problemas logísticos y de falta de personal. “Han tenido muchos problemas y, aunque la comunidad sigue existiendo en España, tienen una actividad muy discreta”, comenta Zahed sobre sus compañeros de reforma al otro lado de los Pirineos.

“Es muy difícil organizarse cuando uno está en la marginación”, plantea Ben Abbéss. Él, afincado actualmente en Annecy (sureste francés), se ha formado en el centro de la Confederación de Asociaciones LGBT de Euroafricanos o Musulmanes (CALEM), otro de los proyectos de Zahed. Alejado de España, Ben Abbéss no tiene pensado hacer carrera como imán, sino como asesor en “desarrollo personal” con el foco puesto en la espiritualidad. Todavía no ha entrado en una mezquita inclusiva. Para él, sería una “suerte” poder hacerlo.

Fuente El Español

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