Conocer su voz… No nos faltará su silbo
El Señor es mi Pastor…
Los pastores de mi casa
me enseñaron a sentirLo.
La «chivita» deportada
por la guerra fratricida
me ayudó a reconocerme
vigilado por sus Ojos,
añorado por sus Manos.
Yo sería un pastor
¿bueno?
Tu Palabra me alimenta, cada día,
como un valle.
Me convida tu Misterio, como un monte.
Como un río me penetra,
perdonado,
tu Ternura.
Pirineo y sus pastores,
por las rocas,
en la nieve,
por el Ésera desnudo tierra abajo,
por las noches estrelladas cielo arriba.
Los balidos impotentes me acosaban, siendo niño.
Los balidos de los pobres, degollados, me traspasan.
¿No bastaba con tu sangre, Pascua nuestra?
Si atardece en mis majadas,
Tú serás su paz caliente.
No les faltará tu silbo
cuando rompa el día nuevo.
Los mayores desencantos
puedo atravesar seguro.
¡Tú me llevas como un hombro,
Pastor bueno!
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Pedro Casaldáliga
Todavía estas palabras, 1994
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En aquel tiempo, dijo Jesús:
– “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a sus voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.”
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
– “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”
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Juan 10, 1-10
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