Trump elige a un político anti-LGTB para suceder al frente del Ejército estadounidense a Eric Fanning, abiertamente gay y nombrado por Obama
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha elegido al senador estatal de Tennessee Mark Green como futuro secretario del Éjercito de los Estados Unidos. Green, representante de la derecha religiosa e impulsor de un proyecto de ley anti-LGTB en su estado de origen, sucederá al abiertamente gay Eric Fanning, propuesto por Barack Obama en septiembre de 2015 y confirmado luego por el Senado tras varios meses de espera. Ningún otro relevo simboliza tan claramente la profundidad del cambio político en materia LGTB que la victoria de Donald Trump ha supuesto.
El nombramiento de Eric Fanning supuso en su momento un hito en la visibilidad de las personas LGTB en la administración estadounidense. The United States Army, en su denominación original, es la mayor de las divisiones de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (que también se componen de la Marina, la Fuerza Aérea o el cuerpo de marines). Sería, por tanto, el equivalente al Ejército de Tierra español. El secretario es nominado directamente por el presidente de los Estados Unidos, debiendo recibir la aprobación del Senado, y se sitúa en el escalón inmediatamente inferior al del secretario de Defensa de los Estados Unidos (el “ministro” de Defensa, en terminología europea). Fanning fue la primera persona abiertamente LGTB en ocupar dicha posición.
Tras la llegada de Donald Trump a la presidencia, y al igual que todos los altos funcionarios de la administración Obama, Fanning abandonó dicha posición, que durante estas últimas semanas ha estado ocupada en funciones por Robert Speer a la espera de que Trump nominase a un sucesor. Por fin lo ha hecho, y su perfil no puede ser más contrario al de Fanning: Mark Green, que durante un tiempo sirvió como médico militar y que en la actualidad es un destacado miembro republicano del Senado estatal de Tennessee. Representante de la derecha religiosa y muy cercano al Tea Party, Green es además un enemigo declarado de los derechos LGTB.
Como senador, Green ha promovido un proyecto de ley que persigue prohibir que cualquier entidad gubernamental pueda sancionar a negocios o empresas del estado de Tennessee que adopten decisiones discriminatorias sustentadas en sus “reglas de política interna”. Aunque el proyecto no nombra expresamente a las personas LGTB, a nadie se le escapa que se trata de una de tantas iniciativas hechas a medida para bloquear, mediante leyes de alcance estatal, las normativas contra la discriminación de las personas LGTB que numerosas ciudades están promoviendo a nivel local. El proyecto de Green, de hecho, ya ha recibido el visto bueno del Senado de Tennesee, y está solo a la espera de la decisión de la Cámara de Representantes del estado.
Siendo más que suficiente, el proyecto de ley anti-LGTB no es el único antecedente en el que nos basamos para calificar a Green como un político abiertamente hostil a las personas LGTB. Tras su nominación por Trump se ha divulgado un vídeo de un encuentro de Green con simpatizantes del Tea Party hace varios meses, en el que el senador de Tennessee, refiriéndose a la por entonces oposición de la administración Obama a la ley anti-LGTB de Carolina del Norte y a la polémica sobre el uso de los baños públicos por las personas trans, que la transexualidad “es una enfermedad”. Es esa misma intervención Green se mostraba convencido de que Obama no nació en Estados Unidos (lo que le convertiría en un presidente ilegítimo, una corriente “negacionista” muy popular entre la extrema derecha estadounidense) y defendía que su país había “tolerado la inmoralidad”.
No es de extrañar que la nominación de Green, que aún debe confirmar el Senado de Estados Unidos (previsiblemente lo hará, gracias a su mayoría republicana), haya hecho saltar las alarmas entre las familias de los militares LGTB, que desde hace solo muy pocos años pueden mostrar abiertamente su orientación sexual (la derogación del Don’t Ask, Don’t Tell no entró en vigor hasta septiembre de 2011) o su identidad de género (el fin de la prohibición a las personas trans de servir en el Ejército no entró en vigor hasta el año pasado). Y es que hasta la fecha pocos relevos simbolizan tan claramente la profundidad del cambio político en materia LGTB que la victoria de Trump ha supuesto.
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