Invitación para vivir el Adviento. 27 noviembre, 2016
No lo aseguro al 100% pero al menos para mí pocos textos hay tan sencillos, tan bellos y tan sugerentes como el que sigue: “el pueblo que andaba en tinieblas vio una luz grande” (Is. 9,2).
No tiene desperdicio, posee melodía propia y se te clava en el corazón como un estribillo reconciliador.
Os invitamos a iniciar este Adviento saboreando la frase, desmenuzándola, como cuando tienes una sabrosa galleta y no quieres que se termine.
Repite despacio:
el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande
¿Qué?, ¿verdad que es magnífica?
Antes de que te demos algunas pistas para poder rumiar en torno a ella te animamos a que tú mism@ elabores tu reflexión y oración.
¿Qué puede sugerirnos? Ufff, muchas cosas, pero veamos solo algunas de ellas.
Comenzamos:
– PUEBLO: Olé, así, a lo grande, mejor, mucho mejor, de cuándo acá le va bien a alguien yendo solo por la vida. Nada, nada, mucho mejor en grupo, en familia, en comunidad, en asamblea, en Iglesia, en… Y además, para darle mayor énfasis al asunto, aparece una palabra en singular para referirse a una realidad plural, múltiple, diversa; como Trinidad, que también expresa pluralidad en la unidad… Y “pueblo” refleja identidad, además de las connotaciones que posee de sencillez, humildad, y también fuerza. Vamos, que sí, que se parece a la palabra Trinidad 😉
“Pueblo”, sí, no ciudadanía, nación, no, solo “pueblo”. Precioso, sí precioso.
Continuemos. Pero juntos, ¿eh?
– ANDABA: ¡Genial!, nada de estar quieto, es peligrosísimo para la salud. Lo primero que te dice el médico es que el reposo sea moderado, ya sabes: calambres, riesgo de trombos,… No, el pueblo andaba, avanzaba, se preocupaba por moverse, con inquietud, con deseo. El deseo es un carburante muy potente. El deseo genera movimiento y esperanza, hace levantar la cabeza, indagar posibilidades, otear caminos… Y no solo el deseo propio, también el sabernos y sentirnos desead@s. Dios se sirve del deseo, y de los deseos, para acercarse más al corazón.
– en TINIEBLAS: bueno, no todo va a ser rosa, pero no vamos a dramatizar. Es verdad que siempre asociamos las tinieblas al temor, a lo desconocido, a la desconfianza, al mal… Pero, si lo miramos bien, eso no es el fin, es más bien el paso. Dios empezó a crear a partir de un espacio de tinieblas, ¡y de caos! Y en la noche se gestó la resurrección, como cualquier vida nueva, que todo hay que decirlo. ¡De noche nacerá Jesús! En tinieblas estamos muchas veces, por eso es importante no estar en la oscuridad solos y quietos, sino “pueblo” y “andando”. Además, de perogrullo es, si no hubiera noche de vez en cuando, ¿cómo íbamos a darnos cuenta del crecimiento que se produce en la oscuridad? Recordemos que toda semilla precisa de la oscuridad para poder germinar. Y con esto queda dicho todo… o casi todo.
Pero bueno, por lo pronto, aunque a oscuras, estaban juntos y caminando.
– VIO: Buena noticia, algo se estaba cociendo para poder ver, alguna esperanza estaba sondeando el alma, porque os aseguro que si es noche cerrada no te ves ni la mano por mucho que abras los ojos. Así que el pueblo vio, ¿eh?, mmmmmmm… qué interesante. Estaban atentos, pendientes, con los sentidos aguzados, confiando que alguno de los cinco recogiera un indicio. En este caso fue la vista. ¿O vio con el corazón? Porque hay formas y formas de ver. Ya dijo aquel sabio lo de “lo esencial es invisible a los ojos”. ¿Vo con los ojos de la fe?, ¿cómo fue ese “vio”?
– UNA GRAN LUZ: apoteósico, “digno colofón” que se decía antiguamente. Una luz inmensa, descomunal, una luz colosal, y ya no hay tinieblas, no hay dudas, ni temores, no hay traspiés ni caminos equivocados. En cambio sí siguen juntos, avanzando y mirando intensamente. Ahora ya la búsqueda tiene un objetivo claro, una hermosa meta definida. En un ámbito de oscuridad aparece una luz enorme que permite que el pueblo se reconozca como tal. El misterio de las sombras queda solucionado por la verdad de la luz. No hay nada que no llegue a saberse, nada que se pueda esconder. El pueblo comienza un nuevo tiempo de claridad y honestidad, de vida nueva, de vida abundante.
Repitamos ahora con más hondura:
“el pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz”
No me digas que no es precioso.
Un bonito camino en este Adviento.
El trabajo interior es personal, aunque ya sabes que siempre es bueno compartirlo con alguien.
(Si deseas trabajar estas ideas de manera personal o en grupo pincha aquí y te daremos algunas pistas)
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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
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