V Domingo de Pascua. 24 abril, 2016
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“La señal por la que os reconocerán como discípulos míos…”
(cfr.Jn. 13, 35)
¿Qué otra cosa podemos querer cada uno de nosotros en el momento de la muerte que dejar como legado a nuestros seres queridos un deseo de amor y unidad entre ellos, para nuestra familia, para nuestra comunidad, para nuestro grupo? Así, tan humano, se muestra Jesús en su última cena, en su última despedida: “amaos los unos a los otros”.
Sin embargo da un paso más y nos invita a recibir nuestra identidad conscientemente y trabajar por ser dignos, dignas, de llevarla encima. Se lo oí a un sacerdote en una homilía y mis oídos se estremecieron ante una afirmación tan rotunda y tan, he de reconocerlo, profundamente verdadera. Dijo: “la señal de los cristianos no es la cruz sino el amor”.
Como monja trinitaria la redención, el sentirme redimida, el saber a la humandad redimida, forma parte de nuestra manera particular de vivir en la Iglesia. La cruz es un elemento clave porque nos recuerda que Cristo se entregó hasta la muerte por cada una de nosotras, por cada uno de nosotros. Y a veces, es verdad, nos quedamos mirando las heridas que sangran y se nos pasa por alto el motivo, que no es el odio, ni la soledad, ni el abandono, el único motivo por el que Cristo está ahí clavado en la cruz es el amor. Tan fácil y tan complejo como amarnos a pesar de nuestras diferencias, a pesar de nuestras incomprensiones, a apesar de nuestros conflictos, siempre, por encima, Jesús nos recuerda que ha de estar nuestro amor mutuo y que solo ese amor será la manera de reconocernos como hermanos, como hijos.
Hoy también es el día del amor.
Feliz día. Feliz domingo.
Oración:
Tú me conoces y me sondeas,
tú me amas y confías en que el amor será el motor de mi vida,
el amor que tú has puesto en mi corazón
para entregar a mi prójimo
porque si no amo a quien veo,
¿cómo podré amarte a ti, a quien no veo?
Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa
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