“Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos”. Domingo 31 de enero de 2016. 4º domingo del Tiempo Ordinario
Jeremías 1, 4-5. 17-19: Te nombré profeta de los gentiles.
Salmo responsorial: 70: Mi boca contará tu salvación, Señor.
1Corintios 12, 31-13, 13: Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor.
Lucas 4, 21-30: Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos
El texto de Jeremías tiene dos partes, la primera (vv. 4-5) se refiere a su vocación, y la segunda (vv. 17-19) a su envío profético. El llamado de Jeremías está marcado desde el inicio por la palabra: “me llegó una palabra de Yahvé”. El profeta es llamado por la palabra para ser palabra de Dios en medio de su pueblo. La palabra lo conoce desde antes de su nacimiento, lo que significa una intimidad profunda de Dios con el profeta. La palabra lo consagra, es decir, Dios se lo reserva para sí, desde antes de nacer. Conocer y consagrar son el marco para la misión de Jeremías: ser profeta de las naciones.
A partir del v. 17 Jeremías se convierte en palabra de Dios ambulante. Debe decir en público lo que Dios le mande. Pero decir la verdad siempre ha sido problemático y peligroso porque se tocan los intereses de muchas personas y de las estructuras sociales. Por esto Dios se anticipa a decirle que no tenga miedo de afrontar su misión. El temor no es ajeno a la vocación profética; lo importante es no abandonar la vocación porque entonces sería Dios el que podría asustarnos, es decir, dejar de llamarnos, de elegirnos y de consagrarnos, dejar de confiar en nosotros, y ¿qué susto peor puede recibir un profeta?
La promesa de Dios no plantea su intervención para salvar al profeta en tiempos difíciles, sino que a él, personalmente, lo fortalecerá internamente como un “pilar de hierro”, y externamente lo consolidará como una “muralla de bronce”. La palabra será su fuerza en su lucha contra las autoridades (reyes, ministros, sacerdotes y propietarios), que han olvidado la alianza de Yahvé, oprimiendo y marginando a su propio pueblo. La fortaleza también la encuentra el profeta en la obediencia a la palabra que recibe y anuncia. Esto le asegura la compañía permanente de Yahvé.
Este bello canto al amor, tiene como contexto la discusión de los corintios en torno a los carismas. Con el texto de hoy, Pablo afirma categóricamente que el único “carisma” absoluto es el del amor. El amor al que se refiere el autor no es el amor helenista (eros), sino el amor cristiano (ágape), que es un amor que se recibe, se entrega, se sirve y hasta da la vida por los hermanos. Sin amor, no tiene sentido ni el mejor de los carismas; sin amor, la palabra profética queda en el vacío, sin amor el amor de Dios pasa de largo en nuestras vidas.
Podemos dividir el canto en tres partes. En la primera (vv. 1-3) se enumera una serie de carismas que no son nada si falta el amor. En la segunda (vv. 4-7) se enumeran quince características del amor cristiano; siete se plantean de forma positiva y ocho de forma negativa. En la tercera parte (vv. 8-13) Pablo termina su canto reafirmando la eternidad del amor. El amor, que puede cambiarlo todo, es el único que no cambiará, que será el mismo eternamente. Entre la fe, la esperanza y el amor, este último es el mayor, quedando clara, para los corintios y para los cristianos de todos los tiempos, la superioridad del amor sobre cualquier otro carisma.
El domingo pasado, después de la lectura que hizo Jesús del profeta Isaías, el evangelio terminaba diciendo que “todos los presentes tenían fijos los ojos en él…”. El evangelio de hoy continúa la escena, que —recordemos— se desarrolla en la sinagoga de Nazaret. Jesús dice que en él se cumplen las palabras de Isaías, es decir, que es «el ungido» (Mesías) para anunciar la Buena Noticia a los pobres y oprimidos… y el «año de gracia» del Señor.
Los vv. 22-30 los podemos dividir así: v. 22: la reacción de la gente; vv. 23-27: la respuesta de Jesús; vv. 28-29: indignación e intentos de matar a Jesús por parte de los nazarenos; vv. 30: Jesús continúa su camino.
Es interesante constatar el contraste entre la reacción de la gente en el v. 22 y la de los versículos 28-29. Inicialmente los de su pueblo aprobaban, y se admiraban de su paisano, pero no alcanzaban a ver en Jesús la gracia de Dios que salía de sus labios, ni al profeta anunciado por Isaías, sino simplemente al Jesús hijo de José. Jesús percibe que sus paisanos no están interesados en sus palabras sino en sus hechos, les interesa ante todo un espectáculo milagrero, que cure los enfermos del pueblo y basta. Jesús les responde con otro refrán: “ningún profeta es bien recibido en su patria”, dejando claro que en Nazaret no hará ningún milagro.
Entre los vv. 25-27 Jesús acude al AT para explicar su situación. El verdadero profeta no se deja acaparar ni mucho menos presionar para satisfacer a un auditorio interesado sólo por el espectáculo o por intereses individuales, aunque sean los de sus familiares o su propio pueblo. El profeta es libre y se debe a la palabra de Dios. La historia de Elías y Eliseo recuerda a los nazarenos cómo éstos tuvieron que irse a tierra de paganos porque su propio pueblo no quería escucharlos. La característica de la mujer de Sarepta es su confianza en Dios, confiando su vida y la de su propio hijo en un extraño como Elías; y característico del sirio Naamán es que depone su orgullo y soberbia nacionalistas ante las palabras de Eliseo. La misma Iglesia reconocerá en este texto su misión de anunciar la Buena Noticia a los más alejados, es decir, que la Palabra echa sus primeras raíces en las personas y en las familias, pero ése no es su destino final; tiene que ser una palabra que busque siempre el camino de los más alejados y necesitados.
Las palabras finales de Jesús enfurecen a los presentes e intentan arrojar a Jesús por un barranco en las afueras del pueblo. Es curioso cómo los pobres de Nazaret, sujetos preferenciales del Anuncio de la Buena Nueva, desprecian la palabra presente en su tierra. Pero la palabra no puede morir, y Jesús continúa su camino misionero al servicio de los pobres, marginados y excluidos, con una palabra de vida, aunque amenazada siempre de muerte por quienes hacen de su vida una mala noticia de egoísmo.
Algunos recursos para trabajar catequéticamente estos temas:
– El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 23 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. LÓPEZ VIGIL. El audio, el guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://radialistas.net/category/un-tal-jesus
– La serie Otro Dios es posible, de los mismos autores, tiene un capítulo, el 82, titulado «¿El Proyecto de Jesús?», que puede ser trabajado en este tema. Su texto y audio pueden ser recogidos http://radialistas.net/category/otro-dios-es-posible/ No olvidar que junto al texto hay una documentación complementaria pastoralmente muy útil.
– Carlos BRAVO, teólogo mexicano, escribió un libro que se ha hecho clásico: Jesús, hombre en conflicto, Ed. Sal Terrae, 1986; hay varias otras ediciones en América Latina. El libro está resumido en folleto bíblico popular: “Galilea año 30”. Puede encontrarse en internet en http://hansi.libroz.com.ar/libros/libros.php?L=Bravo Carlos
– CASALDALIGA-VIGIL, Espiritualidad de la liberación, tiene todo un capítulo sobre “Cruz, conflictividad, martirio”. Editado por Sal Terrae 1993 y al menos otras 12 ediciones en América Latina.
– También sobre el conflicto, en otro plano, cfr. Giulio GIRARDI, Amor cristiano y lucha de clases.
Estos tres libros pueden ser encontrados también en la biblioteca de los Servicios Koinonía: http://servicioskoinonia.org/biblioteca
Para la revisión de vida
La cruz, en su forma de rechazo de los demás, de conflicto con los otros, sobre todo con el poder… a todos nos asusta y nos acobarda… ¿Siento que por temor al conflicto, al qué dirán, al rechazo de los bien-pensantes, a las posibles represalias de los poderosos o de la sociedad o de la institución… he dejado de comprometerme con la lucha por la justicia y la transformación de la sociedad? ¿Me he mantenido al margen de ciertos temas para no perturbar la comodidad o la “paz” de mi vida? ¿Tengo miedo a la opción por los pobres… para no complicarme la vida?
Para la reunión de grupo
– La cruz de Jesús el rechazo que él sufre, no es una cruz cualquiera… ¿Cómo podríamos caracterizarla?: ¿Quiénes rechazan a Jesús? ¿Por qué? ¿Por qué tipo de intereses?
– Jon Sobrino suele decir que los mártires latinoamericanos de las últimas décadas son “jesuánicos”, en cuanto que su persecución y su muerte tienen una gran semejanza con las de Jesús: por la misma causa, y por la misma Causa, la Causa de Jesús (el Reinado de Dios, este mismo mundo pero introducido en el orden de la voluntad de Dios… bajo los mismos perseguidores… Cuidado, porque otros mártires murieron por causa de Cristo Rey… que no es lo mismo necesariamente. Comentar.
– ¿Qué tipos de personas seguidoras de Jesús están padeciendo hoy día la persecución y el rechazo como Jesús? (Téngase en cuenta que la Causa de la Liberación no es sólo económica, ni sólo política, ni sólo interhumana, ni sólo social, ni sólo se realiza por la praxis histórica…).
Para la oración de los fieles
– Para que los cristianos asuman con alegría y entusiasmo la Causa de Jesús como su propia Causa y misión, roguemos al señor…
– Para que los cristianos que ejercen cargos públicos sean realmente honestos e insobornables, dando al mundo el testimonio de que le mundo puede ser cambiado con el espíritu de las bienaventuranzas…
– Para que todos seamos coherentes con nuestros principios y nuestra vocación, sin temor a las presiones sociales, al qué dirán, o a vernos señalados…
– Para que también “hoy” hagamos nuestra la misión de Jesús y hagamos así que también “se cumpla hoy la Escritura”…
– Por todas las religiones de la tierra, para que convivan en fraternidad, dialogando con gestos concretos a la búsqueda del rostro del Dios único…
Oración comunitaria
– Dios, Padre-Madre, que en Jesús nos has dado un ejemplo de coherencia y entrega a la verdad sin miedo a las represalias, al conflicto, a la Cruz. Ayúdanos a ser, como Él, coherentes con nuestra misión de anunciar la Buena Noticia a los pobres y servir a la Verdad, con valor y coherencia, sin amedrentarnos ni retroceder al experimentar el rechazo y la cruz que también Él experimentó. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Por los siglos de los siglos.
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