Silencio de Dios.
¿Nunca te has preguntado qué hay detrás del silencio de Dios?
A veces puede parecernos que hay lejanía, incluso ausencia. Esto puede provocarnos una desoladora sensación de desierto, de vacío. Cuántas veces le reprochamos que lo sentimos, que no sabemos dónde está, ni tan siquiera si está.
¿Por qué estás tan callado, Dios?
Entonces pensamos que la calidad de nuestra oración no es muy alta, que no le dedicamos el tiempo suficiente, así que, durante un tiempo, nos esforzamos por ser fieles a ese ratito de oración diaria o semanal, esos minutos arañados perezosamente. Como Dios sigue callado al cabo de unas semanas resulta prácticamente imposible mantener la fidelidad.
¿Por qué callas, Dios?
Entonces reflexionamos profundamente y sabemos que no siempre tiene que haber sentimiento en la oración, o en el día a día, y que, aunque nos preguntamos cómo es posible mantener una relación de amor o de amistad sin cierto calorcillo, nos respondemos que esto es así, que le pasa a todo el mundo y que no vamos a ser diferentes, que se puede vivir una relación sin que nada te emocione especialmente, sabiendo sencillamente que le quieres. Eso es madurez.
Y Dios sigue callado.
¿Qué hay detrás del silencio de Dios?
Hasta que un día, por ejemplo, escuchando el salmo 130 descubres que Dios es una madre embobada que calla atónita ante la grandeza de su criatura.
El silencio de Dios es puro asombro nacido del amor.
Fuente: web de las Monjas Trinitarias de Suesa
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