“¿Qué significa la bandera arcoíris?”, por Ramón Martínez
Interesante artículo que publica en Cáscara Amarga:
Después de unas elecciones en Cataluña donde el juego de la senyera y la rojigualda ha eclipsado cualquier debate político de verdadero calado social, y tras una Fiesta Nacional en que la bandera constitucional -y cada vez menos la de aquel pasado de águilas, yugos y flechas- ha llenado los balcones, parece el momento adecuado para hablar de los símbolos identitarios y, así, reflexionar un momento sobre tantos y tantos trapos de colores que significan tantas y tantas cosas tan importantes. Entre todos ellos, claro está, quiero pensar sobre la nuestra: la bandera del arcoíris.
Hace dos años, en uno de mis esfuerzos por la visibilidad constante, compré una toalla de playa con los colores LGTB. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta descansaron sobre la arena, y recuerdo que un amigo, gay y muy joven, comentó entonces que se trataba de un símbolo bastante feo. Otro, en cambio, más cercano a mi edad, simplemente añadió “siempre da mucha alegría ver la bandera arcoíris“.
Es posible que, para quienes crecimos huérfanos de referentes, un trozo de tela de colores fuera en su momento el único espacio donde sentirnos acogidos, igual que lo fueron nuestras etiquetas, siempre tan cuestionadas pero siempre tan útiles y necesarias. En aquel 1978 en que se empleó la primera bandera, con dos colores más sumados a los seis que conocemos, cada uno con un significado preciso -rosa, la sexualidad, rojo, la vida, naranja, la salud, amarillo, la luz del sol, verde, la naturaleza, turquesa, la magia y el arte, azul, la serenidad, violeta, el espíritu- hacía falta un símbolo que aunara las luchas por las identidades que empezaban a definirse y reivindicarse.
Es posible, de igual modo, que para aquellos que han crecido sintiendo muy real el Matrimonio Igualitario banderas e identidades hayan tenido menor importancia: disponían de más referentes, porque algunos andábamos ya con un arcoíris en ristre luchando por nuestra visibilidad.
Pero una cuestión queda clara: aunque el pasado lunes vimos en las calles unos cuantos cientos de españoles en torno a una bandera roja y gualda, todos los años nos encontramos con un millón de personas que llenas de Orgullo airean una bandera arcoíris. Me gusta pensar que España es ya más LGTB que española, quizá porque yo me siento más cómodo con este trozo de tela de la Diversidad Sexual y de Género que con la mismísima bandera de mi país, nacidas ambas, por primera vez una y finalmente constitucional otra, en el mismo año.
Esta insignia nacional significa todavía un pasado de reyes, comuneros, conquistas, imperios… Pero en mi bandera arcoíris yo reconozco, además de un pasado, un futuro lleno de Igualdad, libre de discriminación, de agresiones a personas que, a su manera, son iguales que yo. Puede que nos falte aún construir un proyecto para la bandera española y para la propia España, pero yo, mientras lo construimos, sé que en la bandera del arcoíris es donde se recogen mis sueños. La bandera LGTB es una bandera abierta hacia el futuro.
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