Esa Teresa que hay en ti
Magdalena Bennásar Oliver,
Mallorca.
ECLESALIA, 11/09/15.- No voy a repetir lo que sale en los medios respecto a las celebraciones por el V aniversario del nacimiento de Teresa de Jesús.
Tampoco voy a repetir su biografía, muy conocida y que se puede encontrar fácilmente.
Más bien es la tarea de aprender de nuestras hermanas mayores la que me impulsa hoy a recordarnos algo de su trayectoria y experiencia.
Sin lugar a dudas Teresa es una mujer que no se conforma con el papel de la mujer ni de la religiosa de su tiempo. Esa primera pincelada de su personalidad ya nos introduce en el corazón y el intelecto de una mujer buscadora, inquieta, inconformista y también enamorada.
En las primeras etapas de su vida adulta descubrimos una Teresa muy de su tiempo y muy innovadora en sus intereses, considerados propios de hombres, siendo la curiosidad intelectual uno de los más configuradores de la Teresa que irá emergiendo.
Teresa es capaz de trasladar ese afán de saber a su propia espiritualidad que en aquel tiempo sólo podía ser orientada y discernida por varones.
Su búsqueda seria y difícil de su propio modo de relacionarse con Dios la adentra en jardines no descubiertos y a los que ella nos introduce e invita, desde su propio recorrido, a visitar con confianza y sosiego.
Teresa va por delante, no se amedrenta. Sigue a pesar de la enorme oposición que va encontrando en un mundo patriarcal donde la inquisición hace estragos en España. Su talante y autoridad interior no es bien visto por la jerarquía. Ella obedece a su voz interior y busca como compañero del alma a alguien que la comprende. Será Juan de la Cruz sobre todo quien acompañará su trayectoria. Importante tomar nota aquí de la tremenda importancia de la amistad profunda como roca de sujeción ante cualquier tormenta.
¿De dónde saca la fuerza Teresa? ¿Cómo es posible que una mujer cuerda no se intimide por la reiterada sospecha que sus experiencias religiosas provocan entre sus consejeros y directores espirituales asignados por mandato?
Teresa saca lo de Jesús que hay en ella. De ahí su nombre “de Jesús”. La experiencia que ella tiene de la humanidad de Jesús en su oración personal es inaudita en aquellos tiempos. Le acarrea muchos problemas pero no suelta, y gracias a su perseverancia en la crisis Teresa nos regala un modo de orar nuevo, fresco y personal.
La persona de Jesús, en su humanidad, el Jesús de Nazaret tan desconocido en su tiempo, y que ella entre otros recupera, su experiencia de Cristo Resucitado van calando, van entrando y ella va acogiendo, cambiando así un estilo de rezar monótono y repetitivo por un estilo de orar personal, vivo y comprometedor por las implicaciones de conectar con el sentir de la Ruah.
Teresa nos regala, lo que aprende de Jesús: a dialogar al relacionarse con Dios. Jesús nos habla de su experiencia de Abba, de un Dios que es como un padre muy cercano, y Teresa nos revela su experiencia de mujer enamorada hasta el desmayo de un Jesús a quien ella descubre como amigo y esposo y nos va introduciendo en una relación viva, genuina, personal con el Resucitado a través del Jesús humano.
Por ello será capaz de acuñar la frase “Orar es tratar de amistad, muchas veces, a solas, con quien sabemos nos ama”.
Dan ganas de decir “punto pelota”. Así se habla Teresa, claro y diáfano. Orar es un tema de amistad entre dos que se aman, no hay más misterio. Y como toda amistad es un proceso, con sus altibajos, con sus exigencias implícitas de confianza, fidelidad, respeto, generosidad…
Os invito a lo que me siento invitada, a sacar la Teresa que hay en mí, en ti. A recuperar terreno perdido al perder tiempo en la oración o simplemente no orar…
La invitación de Teresa, la mejor, es que descubramos esa experiencia personal y no la perdamos.
Sin prisas pero sin pausas que todo nuestro vivir, sentir vaya siendo coloreado por el Jesús de Teresa y nuestro que nos capacita para recuperar la autoridad negada también hoy todavía a la mujer en tantos sectores y no menos en la iglesia patriarcal.
No esperemos que el papa lo diga. Más bien, que cuando lo diga oficialmente, nosotras estemos detrás de la puerta con los deberes hechos y a punto para transformar la historia, eso sí con y desde la humilde experiencia de Jesús, a quien Teresa especialmente este año nos invita a volver.
Ese cambio en la iglesia que Francisco va realizando es un estímulo para salir de la apatía reinante en muchas mujeres demasiado listas para trabajar en una empresa que las rechaza.
Teresa es un modelo de persona que nos marca pauta, si queremos. La llaman la andariega porque su experiencia personal no la dejó encerrada sino que con poca salud pero con una gran fuerza interior fue recorriendo caminos llevando su mensaje y su tesoro, hasta morir.
Muchas de nosotras hoy necesitamos de su impulso, y tal vez podríamos presentarla a nuestras hijas y nietas, a la gente joven que ve una iglesia envejecida y masculina. ¿Por qué tanto silencio por nuestra parte? ¿Por qué tanta huida por disgustos con la autoridad concreta tantas veces mediocre?
Teresa nos diría una de las suyas, prefiero no hacer conjeturas, pero seguro que como buena castellana no se andaría con rodeos para decirnos que la autoridad viene de dentro, no de fuera y que nadie absolutamente nadie debería quedarse a medias.
¡Busca a la Teresa que hay en ti! y sigue sus consejos, el resto, no está en nosotras controlarlo. Dejemos que la Ruah trabaje tranquila, parece que está pasando por Roma últimamente, y eso que según el chiste “no había estado hace muchísimo”.
El problema se puede dar si eso también ocurre con nosotras que nos hemos acostumbrado a no acoger al Espíritu porque total no podemos hacer mucho. Intuyo que Teresa sacaría su carácter no débil ante mujeres preparadas que por no sentirnos aceptadas y valoradas hemos dejado de alimentar nuestra fe.
También nosotras estamos invitadas a ser andariegas hoy que puede significar buscar el cómo y el dónde, como tantas mujeres bíblicas y de nuestra propio tiempo.
Nadie ha dicho que sea fácil, pero sí que es apasionante, con lo que su nombre significa: pasión de dolor y de amor
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¡Gracias Teresa!
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