Arabia Saudí reta a la ONU: ‘Apoyamos los Derechos Humanos siempre y cuando podamos matar a los gays’
En el mes de marzo, en RAGAP concedía a Arabia Saudí su ‘Bandera Negra’ por violar los derechos LGBT. Por desgracia, aún en uno de cada cuatro países a nivel mundial la homosexualidad es perseguida. En julio del año pasado y, aunque la información llega con cuentagotas desde Arabia Saudí, nos enterábamos de que un joven gay de 24 años fue condenado a prisión y a 450 latigazos tras intentar quedar con otros hombres vía Twitter. Arrestado después de haber publicado diferentes mensajes en su cuenta de la red social. Este reino es uno de los destinos del mundo menos recomendados para los viajeros LGBT. Violencia, tortura, cárcel y muerte es lo que les espera al colectivo gay en esta nación de Medio Oriente.
A principios de esta semana, el país fue duramente criticado durante una reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra por su atropello al colectivo y la contestación ha sido de una total falta de humanidad: ‘Arabia Saudita apoyará los derechos humanos siempre y cuando todavía podamos matar a las personas LGBTI’. Según las autoridades del país, castigar la homosexualidad con la cadena perpetua, la tortura, la castración química, los azotes y la pena de muerte no encaja con los derechos humanos internacionalmente reconocidos que protegen a las personas en base de la orientación sexual o identidad de género.
Faisal bin Hasan Trad, el representante de Arabia Saudí en la ONU, dijo que el país no tolerará las críticas a su historial de derechos humanos y que ‘obligarles’ a respetar los derechos LGBTI es “inaceptable” y una “flagrante interferencia en sus asuntos internos”. Según el diario Arab News, Trad dijo que ‘algunos intentaban retratar el país dándole una mala imagen‘.
Mientras, desde el Ministerio del Interior del país confirmaban en su cuenta en Twitter: “Arabia Saudita se opone a cualquier resolución de los derechos de los homosexuales. Arabia Saudita reafirma su apoyo a los derechos humanos y el respeto hacia todas las convenciones internacionales, siempre y cuando estén de acuerdo con la Ley Islámica”.
La comunidad LGBTI en este país vive en la clandestinidad, en su mayoría, en la capital, Riad. Pero la policía religiosa no deja de atacar siempre que tiene una oportunidad: Varios hombres fueron arrestados en una redada en dos fiestas gays a principios de este mes. Claro está, la información llega con cuentagotas en un país en el que no existe la libertad de información y todo está controlado por la religión y un estado totalitario bajo el puño de hierro del monarca Salmán bin Abdulaziz.
El rey concentra toda la autoridad, teniendo bajo su control el poder legislativo, ejecutivo y judicial. Además, el poder del gobernador está limitado por la ley islámica (más conocida como la Sharia) y el Corán. Este último junto con la Sunnah, forman la constitución nacional. Además, Arabia Saudita sigue siendo el único país musulmán que jamás ha celebrado unas elecciones. No existen los partidos políticos y según el diario The Economist, se afirmó en 2010 que Arabia Saudita era el séptimo mayor gobierno autoritario de los 167 países estudiados.
Otro aspecto del gobierno por el que el país es famoso y ha levantado muchas reclamaciones por las organizaciones internacionales es el trato a las mujeres, ya que no tienen permiso de salir de sus casas, utilizar el transporte público o viajar sin la autorización de su marido o familiar. Tienen terminantemente prohibido conducir, aunque muchas lo hacen para desafiar a la ley y así intentar conseguir más libertades. También es uno de los países que más aplica la pena de muerte en el mundo, incluyendo a los menores de edad. Principalmente, se aplican por violación, tráfico de drogas, la posesión de animales en su domicilio o la homosexualidad. Todas estas restricciones políticas, hacen que el país sea considerado como un Estado ‘no libre‘.
Tanto el gobierno como la familia real han sido acusados de corrupción durante muchos años. En un país del que se dice que pertenece a la familia real y que recibe su nombre de ella, se desdibuja la línea entre los bienes del Estado y la fortuna personal de los príncipes dominantes.
El problema es que el país goza de importantes yacimientos de petróleo y, por ello, son demasiados los países del primer mundo, como EE.UU, los que miran para otro lado y no toman medidas para sancionar estos comportamientos que pisotean la declaración de los Derechos Humanos.
Fuente Ragap
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