De su blog Kristau Alternatiba (Alternativa Cristiana):
En la Solemnidad de la Anunciación.
La Encarnación del Verbo es como la caída de una semilla en el surco. La semilla cae y trae una energía vital a la tierra. La tierra a su vez la envuelve y la nutre, da a la semilla sus elementos químicos inertes y la semilla los transforma en una dimensión superior: del frío oscuro de la tierra extrae color y perfume y sabor, para la flor más pequeña o para el árbol milenario.
Nuestra fe comienza con un anuncio: un ángel afirma que el Todopoderoso se hace niño, tembloroso en el vientre de María, hambriento de leche y de caricias.
La Anunciación es el punto de éxtasis de la historia humana, la grieta por donde entra el agua de otra fuente, la hendidura por donde lo divino se injerta, como una rama de olivo, en el viejo tronco de la tierra que comienza a florecer de nuevo.
Ese anuncio es una rendija de luz por la que nuestra historia toma aire, extiende sus alas, alza el vuelo.
La primera palabra del ángel a María “chaire” no es un simple saludo, dentro vibra aquello bueno y raro que todos buscamos cada día: la alegría “alégrate, sé feliz”. Él no pide: orar, arrodillarse, hacer esto o aquello. Sino simplemente: ábrete a la alegría, como una puerta se abre al sol. Dios viene y te abraza, viene y trae una promesa de felicidad.
La segunda palabra revela el motivo de la alegría: eres llena de gracia. Un término nuevo, nunca antes escuchado en la Biblia ni en las sinagogas, literalmente inaudito, que hace estremecer a María: Dios se ha inclinado sobre ti, se ha enamorado de ti, se ha entregado a ti, y rebosas de Dios. Tu nombre es: amada para siempre. Amada tiernamente, libremente, sin remordimientos.
Y anuncia que Dios elige un vientre de mujer, que entra en nuestro río de santos y pecadores, en esta corriente preñada de barro y de copos de oro; que se ramifica por todas las venas del mundo, hasta las últimas ramas de la creación.
Es evidente que María se queda sin palabras y responde primero con el silencio y luego con una pregunta: ¿cómo es posible? Y María acoge en su corazón tu primera Palabra para que también nosotros podamos concebir todavía su Palabra.
La vocación de María es nuestra propia vocación: todos estamos llamados a ser madres de Jesús, a hacerlo vivo, presente, importante en estas calles, en estas casas, en nuestras relaciones.
El ángel Gabriel sigue siendo enviado a cada hogar para anunciar a cada uno: “sé feliz, tú también eres amado para siempre, la Vida llegará a ti“.
Creemos en un ángel que tiene la semilla de Dios en su voz.
Creemos en un Niño, nacido del vientre de una mujer, que es la historia de la ternura de Dios, imagen alta y semejanza pura del rostro del hombre.
Joseba Kamiruaga Mieza CMF
Biblia, Espiritualidad
Amor, Anunciación, Dios, Jesús, Ternura
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