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Archivo para enero, 2025

“Alegría para todo el pueblo”. Santa María, Madre de Dios – C (Lucas 2,16-21)

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9158Hay cosas que solo la gente sencilla sabe captar. Verdades que solo el pueblo es capaz de intuir. Alegrías que solamente los pobres pueden disfrutar.

Así es el nacimiento del Salvador en Belén: No algo para ricos y gente pudiente; un acontecimiento que solo los cultos y sabios pueden entender; algo reservado a minorías selectas. Es un acontecimiento popular. Una alegría para todo el pueblo.

Más aún. Son unos pobres pastores, considerados en la sociedad judía como gente poco honrada, marginados por muchos como pecadores, los únicos que están despiertos para escuchar la noticia. También hoy es así, aunque, con frecuencia, los más pobres y marginados hayan quedado tan lejos de nuestra Iglesia.

Dios es gratuito. Por eso es acogido más fácilmente por el pueblo pobre que por aquellos que piensan poder adquirirlo todo con dinero. Dios es sencillo, y está más cerca del pueblo humilde que de aquellos que viven obsesionados por tener siempre más. Dios es bueno, y le entienden mejor los que saben quererse como hermanos que aquellos que viven egoístamente, encerrados en su bienestar.

Sigue siendo verdad lo que insinúa el relato de la primera Navidad. Los pobres tienen un corazón más abierto a Jesús que aquellos que viven satisfechos. Su corazón encierra una «sensibilidad hacia el Evangelio» que en los ricos ha quedado con frecuencia atrofiada. Tienen razón los místicos cuando dicen que para acoger a Dios es necesario «vaciarnos», «despojarnos» y «volvernos pobres».

Mientras vivamos buscando la satisfacción de nuestros deseos, ajenos al sufrimiento de los demás, conoceremos distintos grados de excitación, pero no la alegría que se anuncia a los pastores de Belén.

Mientras sigamos alimentando el deseo de posesión no se podrá cantar entre nosotros la paz que se entonó en Belén: «La idea de que se puede fomentar la paz mientras se alientan los esfuerzos de posesión y lucro es una ilusión» (Erich Fromm).

Tendremos cada vez más cosas para disfrutar, pero no llenarán nuestro vacío interior, nuestro aburrimiento y soledad. Alcanzaremos logros cada vez más notables, pero crecerá entre nosotros la rivalidad, el conflicto y la competencia despiadada.

José Antonio Pagola

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Octava de Pascua, la fiesta de María 1.1.22. Santa María, madre de Dios: Iniciadora, Amiga, Hermana (Propuesta mariana para el 2025)

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9247El Año del Señor a.D. (anno Domini) 2025, ha comenzado con la Solemnidad de María, Madre de Dios, a quien la tradición ha llamado Ianua Coeli, Puerta del Cieloy Virgen de Enero, mes de la Puerta del Cielo, Ianua Coeli Dios que es María.

Pero de hecho, siendo la más importante de las fiestas de María (viene del IV d.C.) apenas se conoce, pues, gran parte del mundo católico pasa directamente de la Navidad a la Epifanía (Reyes).

Es una fiesta antigua, reinstaurada tras el Vaticano II y fechada (con el nuevo Ordo Litúrgico) el 1 de Enero, Octava de la Navidad, que solía dedicarse a la Circuncisión de Jesús.

Es importante recuperar la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (del siglo IV-V d.C.) y así lo hago insistiendo en tres de sus notas y presentándolas como deseos (propuestas) eclesiales para el año 2022.

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   Ésta es una fiesta poco conocida. Eso se debe, quizá, a que la renovación litúrgica del Vaticano II no ha culminado y al hecho de que los nuevos movimientos apostólicos(como Acción católica, Caritas, HOAC, Cristianos por el Socialismo, Hijas de María, Legión de María, Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Neopentecostales, Neocatecumenales, Focolares, Comunión y Liberación, Comunidad de San Egidio, Legionarios etc.), variados y distintos entre sí, no han creado ni impulsado, que yo sepa, una nueva y verdadera mariología(devoción mariana),  que pueda encarnarse en formas populares.

Por otra parte, el “marianismo” de algunos de algunos movimientos resulta menos evangélico (incluso regresivo), no logra conectar con el movimiento de Reino de Jesús, ni con la nueva misión la Iglesia, en línea de gozo real de la vida, de amor-amistad, en valoración de la mujer, fraternidad y justicia etc.

Por poner un ejemplo, el último libro “serio” sobre mariología publicado en castellano es el Nuevo Diccionario, del año 1988. Desde entonces estamos en un desierto, con fugaces espejismos que el viento borra en un momento, y con una mariología a servicio de un poder y de una devoción poco evangélica.

  BD669384-F356-4284-8457-5E17185E35CFEvidentemente, no se puede resolver el tema de un modo general, aunque pienso que puedo ofrecer algunas indicaciones, en la línea de un trabajo publicado en RD sobre la devoción mariana, con la semblanza sobre el Diccionario de Mariología y lo que he dicho ayer sobre el fin de año con María. En ese contexto quiero presentar de nuevo unas ideas tomadas de la entrada “Libertad”, que publique en el diccionario.  Tres son, a mi juicio, los rasgos que puede destacar esta fiesta de Santa María, Madre de Dios, puerta de enero, puerta de renovación cristiana este año 2022:

1.María es, ante todo, iniciadora de Fiesta, como destaca Jn 2, en el relato de las Bodas de Caná. Ella “pone en marcha” la celebración del Reino de Jesús, el paso del agua de las purificaciones penitenciales al vino de la vida. Seguimos en una iglesia más penitencial y legalista que festiva. No proclamamos y vivimos el evangelio como fiesta de vino y libertad. Es como si María no estuviera ya en Caná de Galilea.

2.María es, en segundo lugar, madre-amiga del discípulo amado, amiga de los creyentes de Jesús, como ha puesto de relieve Jn 19, 25-27: Ella forma parte de la “casa del amigo”, de los compañeros de Jesús que tienen en el mundo la tarea de celebrar el amor. Ella parece secuestrada por una iglesia de observantes legales “pietistas”, pero sin humanidad. No parece tampoco que éste sea animadora y amiga de los que aman la vida y la regalan a los otros.

3.María es, finalmente, la hermana más significativa de los hermanos de Jesús, que forman la iglesia, conforme al relato de Pentecostés (Hch 1,12-14). Según el texto de los Hechos ella está entre todos y con todos (apóstoles, parientes de Jesús y las mujeres amigas), como hermana universal, la gran Hermana, como signo de arraiga en la vida y de entrega por la comunión de todos.

          Éstos son mis deseos “marianos” para el 2025, con María, Madre de Dios: (a) que se extienda la fiesta del vino de la vida a todos los “impotentes y oprimidos” afectivos, sociales… (b) Que se extienda la iglesia del “amado”, que se extienda por la Iglesia la comunidad de los aman y son amados. (c) Que triunfe la fraternidad, entre todos, apóstoles, hermanos de Jesús, mujeres…

(Imagen 1: Madre de Dios,centro de la Iglesia (icono del Monasterio de S. Catalina del Sinaí, con San Teodoro y san Jorge, siglo VI).  Imagen 2: María, Salus Populi romani( icono romano del siglo VI-VII).

 1.MARÍA INICIADORA DE LA FIESTA. BODAS DE CANÁ

   Esas bodas son un compendio de la historia de Jesús y de los hombres. Lógicamente, “la madre de Jesús estaba allí”, representando al pueblo de Israel, el pueblo de los primeros invitados (cf. Jn 2,1). Jesús viene después, cuando se ha empezado a celebrar la fiesta. María actúa en esas bodas como iniciadora-animadora de la fiesta de Jesús, realizando un programa de vida (de liberación) semejante al que realiza, en otro plano, en el Magníficat de Lc 1, 46-55.

 Viene Jesús, pero el ayuno sigue porque los novios de este mundo no han podido conseguir el vino de la vida, como indica certeramente la madre (2,3): solamente tienen el agua de las purificaciones judías, el agua de los ritos y las leyes, que limpia una vez, externamente, para que volvamos a descubrir después que las manos siguen estando manchadas, como ha precisado en un contexto semejante la carta a los hebreos (9,23-10,18).

Pues bien, sobre ese fondo de ayuno, de insuficiencia israelita y de bodas que no pueden culminar viene a situarse la palabra de María. Ella habla precisamente como madre (Jn/02/01-05), es decir, como persona que está abierta al nuevo nacimiento. Habla por dos veces.

En esta primera palabra ella explícita su solidaridad respecto a los que viven de manera insuficiente, incompleta sobre el mundo: sabe que los hombres han sido creados para celebrar las fiestas del amor, para En primer lugar, se dirige hacia Jesús, indicándole la necesidad de los hombres:

 “¡No tienen vino!” no pueden celebrar la fiesta de las bodas (2,3).

las bodas del vino escatológico, y por eso sufre al verlos incompletos, deprimidos, sometidos al agua de los ritos y las purificaciones de este mundo.

La respuesta de Jesús parece dura: “¡Qué tenemos que ver tú y yo, mujer; aún no ha llegado mi hora!” (Jn 2,4). Ciertamente lo es, si la miramos desde una perspectiva intimista, como expresión de ruptura con la madre: ¡Jesús está en manos de Dios y no puede recibir mandatos de María! Sin embargo, si miramos a más profundidad, descubriremos que en la misma respuesta va implicado un asentimiento implícito: Jesús no rechaza la observación de su madre, no niega la carencia de vino. Simplemente indica que la solución del problema no depende ahora de las palabras de su madre, sino de la hora (voluntad de Dios).

Así lo ha entendido la madre. Respecto a Jesús ya ha cumplido su misión: ya le ha indicado que no existe vino de amor y libertad sobre la fiesta de la tierra. En ese aspecto está tranquila, confía en Dios y en la promesa mesiánica del Cristo. Por eso, ahora, sólo le queda una cosa: ponerse al lado de los hombres (servidores del banquete) y advertirles:

“¡Haced lo que él os diga!” (2,5).

 Esta es la palabra de su fe suprema: es la palabra de una fe personal, que confía en la acción salvadora de Jesús allí donde Jesús le dice que no es ella la que tiene que marcarle su camino; es la palabra de una fe expandida y misionera que se pone al lado de los “servidores” del banquete y les prepara, de manera que también ellos estén dispuestos a cumplir la voluntad de su hijo Jesucristo, allí donde el agua del mundo (leyes judías) se convierte en gracia de las bodas, vino del reino. Leer más…

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Fiesta de Santa María, Madre de Dios

Miércoles, 1 de enero de 2025

ppvirgenmaria-726630Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Hacía el año 500 comenzó a celebrarse en las iglesias orientales una fiesta de Santa María, Madre de Dios. La iglesia católica romana la aceptó, y fijo su celebración el 11 de octubre; pero en 1970 se trasladó al 1 de enero para relacionarla más estrictamente con la Navidad y comenzar el año bajo la protección de María. El 1 de enero se cumplen también los ocho días desde el nacimiento, fecha en la que había que circuncidar a un niño judío; por eso el evangelio termina haciendo referencia a la circuncisión de Jesús.

¡Feliz Año Nuevo! (Números 6,22-27)

            A pesar de lo dicho sobre la Virgen, el saludo que más se repetirá el 1 de enero será: ¡Feliz Año Nuevo! ¿Qué nos deseamos? ¿Salud, dinero y amor, como dice la canción? ¿Quién nos va a garantizar algo de eso? ¿Y si ocurre algo muy distinto, incluso lo contrario? La primera lectura de hoy, tomada del libro de los Números (en hebreo tiene un título más bonito: “En el desierto”), ofrece unas pistas muy buenas:

            El Señor habló a Moisés:

            Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

             Ante todo, hay alguien que garantiza lo bueno que deseamos: el Señor. Dos veces se lo nombra, y los seis verbos de la bendición lo tienen como sujeto. Podemos agrupar las peticiones en dos bloques: 1) El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti. 2) Te proteja, te conceda su favor, te conceda la paz.

            El primer bloque se refiere a la actitud de Dios con cada uno de nosotros. Cabrían tres posibilidades: que no nos bendijera, que nos mostrase un rostro airado, que se desinteresase de nosotros. Se pide su bendición, su actitud benévola, su interés.

          El segundo bloque indica los tres grandes regalos: no son salud, dinero y amor, sino protección, favor y paz. A alguno le resultará demasiado etéreo. Preferirá cosas más concretas. En la práctica, cuando el año nos enfrente a situaciones difíciles, no habrá nada mejor que la protección, el favor y la paz de Dios.

De esclavos a hijos (Gálatas 4,4-7)

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Cómo sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

            El texto se ha elegido porque es el único de las cartas de Pablo que hace referencia a María («nacido de una mujer»). Pero se relaciona perfectamente con el anterior del libro de los Números. Pedía la bendición de Dios, su benevolencia, y el Señor responde enviando a su Hijo para liberarnos de la esclavitud y convertirnos en hijos suyos y herederos.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

             En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

            Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.

            Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

            Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

             Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

             El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es el que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:

* Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”.

* Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

* Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina entonando el Magnificat, alabando las maravillas que Dios ha hecho en ella. Cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

            Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

            La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

            El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. La liturgia abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.

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01 Enero. Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Miércoles, 1 de enero de 2025

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María guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón”

(Lc 2,16-21)

Comenzamos el año de estas dos maneras: contemplando a María de Nazareth como madre de Jesús, Dios y hombre, y orando por la paz. Si tenemos en cuenta que Jesús es el príncipe de la paz, enseguida nos puede venir la idea de que su madre sería la reina de la paz. Por pura lógica; lógica puramente humana.

Muchas veces se nos olvida que la lógica de Dios va por otra parte muy diferente a la nuestra. Tiene mucho que ver, o todo, mejor dicho, que ver con el amor, la humildad y la sencillez. No se trata de títulos, riquezas, ni de adornos; tampoco de tener ni de hacer. Va más bien por ser, solo y complicadamente: ser y dejarse hacer.

Volvamos de nuevo nuestra mirada hacia María, la mujer bendita de Nazareth. Para ello te propongo una imagen y una canción. La imagen nos sitúa en Israel, concretamente Ain Karen, en el lugar en el que la tradición cristiana ubica el encuentro de María con su prima Isabel. Se trata de una escultura que representa a dos mujeres judías embarazadas, una frente a otra agarrándose con ternura. No hay distinción entre ambas, ni adornos, ni riquezas. Nada indica quién es quién.

En cuanto a la canción, describe ese encuentro y bien podría ser la banda sonora de la imagen anterior: “Risas en el aire, gozo hecho canción; música de encuentro, danza de dos cuerpos al ritmo de un abrazo, dos vidas multiplicadas por el AMOR…”. Ser y dejarse hacer.

Así es María de Nazareth, toda una mujer de paz; la que guarda en su corazón diversos momentos, situaciones, sean buenos o no tan buenos, y no deja que pasen sin más, sino que vuelve a ellos para mirarlos con ternura.

 

Oración

Trinidad Santa, bendícenos y guárdanos;

haz brillar tu rostro sobre nosotras y concédenos tu favor;

muéstranos tu rostro y danos la paz. Amén.


*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Año nuevo María madre: Dios está más allá del concepto de Padre y de Madre

Miércoles, 1 de enero de 2025

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AÑO NUEVO 3 MARÍA MADRE (C)

Lc 2,16-21

Hoy tenemos cuatro frentes abiertos: La circuncisión, la paz, María Madre y el tiempo. Empezaremos hablando de la circuncisión. Era el signo de pertenencia del pueblo judío. Para nosotros es imposible tomar conciencia de lo que la circuncisión significó y sigue significando para un judío. Es mucho más que un rito de iniciación. Significa la seña de identidad religiosa. Debemos desmontar el mito del “pueblo judío”. Un examen genético ha demostrado que no hay tal raza judía. Los judíos no vinieron de ninguna parte. Surgieron en la misma Palestina y se fueron aislando del resto. No tienen por padre a Abrahán ni a David. Tampoco es realista hablar de pueblo elegido.

A todos se nos llena la boca hablando de la paz, pero a nadie le interesa afrontar los retos que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, de los conflictos, de las peleas, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia y libertad, que son las condiciones de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es perverso. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie.

Juan XXIII, en su encíclica “Pacis in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro. Mientras no nos enteremos de esto, mientras haya un solo hombre, grupo o nación que se sienta superior, no podrá haber paz. Esta utopía debía ser el fundamento de toda relación humana. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura tan generalizada es de auténtica hipocresía.

Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos bajo la bota del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con las armas. Que mueren personas inocentes, “daños colaterales”. Que quedan seres humanos destrozados, da lo mismo, lo importante es cumplir el objetivo. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos y libertades.

La que debíamos buscar todos es la paz armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, en los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!

María Madre. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó del olvido. Es bonito empezar el año mirando a María Madre, sobre todo si aprendemos a verla sin capisayos y abalorios. Se cree que la primera imagen que se tuvo de Dios fue la de Madre. María suple las carencias que conllevaba la idea de un Dios exclusivamente Padre. La maternidad de María es un dogma, definido en Éfeso en el 431. Es interesante constatar que ese dogma tuvo que ser aclarado y en cierto modo limitado, veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) afirmando que María era madre de Dios “en cuanto a su humanidad“. Seguimos interpretando mal lo que el dogma quiso decir.

El dogma se definió para confirmar que el fruto del parto de María fue una única persona, contra la tesis nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús. Fue una definición cristología, no mariológica. María no era aún motivo de la reflexión teológica. No debemos olvidar que este concilio lo promovió Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Jesús. A punto estuvo de condenarse como herejía el dogma definido.

La expresión “Theotokos” (que pare a Dios) se ha entendido mal, porque no se ha tenido en cuenta el sentido de la palabra en aquel contexto. Es ejemplo de cómo, conservando la palabra, estamos diciendo algo completamente distinto de lo que se quiso definir. En aquella época se creía que la nueva criatura procedía solo del padre. La madre no tenía otra misión que la de ser recipiente donde se desarrollaba la semilla. No se tenía ningún inconveniente en aceptar que alguien pudiera ser hijo de un dios naciendo de una mujer.

En la concepción de Jesús, no podemos mezclar lo biológico y lo divino. Se trata de dos planos de naturaleza distinta que no tienen posibilidad de interferir uno en otro. En el orden espiritual, lo biológico no tiene ninguna importancia. Hay que defender con rotundidad que lo que Jesús fue y significó, solo podía ser obra del Espíritu. Eso nadie lo pone en duda. En los relatos del nacimiento y bautismo, se ve con claridad: “Concebido por el Espíritu Santo”; “Nacido del Espíritu Santo”; “Ungido por el Espíritu Santo”; “Movido por el Espíritu Santo”; “El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada”.

Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios (Emmanuel). S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. En eso, María puede seguir siendo modelo porque todos tenemos a Dios en el centro de nuestro ser y todos tenemos que dar a luz a Dios (Eckhart). Los primeros padres llamaban a la Iglesia partera, porque su misión era ayudar a los seres humanos a alumbrar a Dios. Dios sigue dándose a todos y cada uno de los hombres. Experimentar ese don es la tarea más importante que puede llevar a cabo un ser humano.

El cuarto tema es el tiempo (Año Nuevo). El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad. El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. Alcanzaremos la eternidad sumergiéndonos en la temporalidad hasta el fondo.

En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo. Uno es “Chairos” el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia. El otro concepto es el “Kairos”, que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá de lo temporal y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad. Para nuestra mente cartesiana es imposible hacernos a esta idea, pero es la base de toda espiritualidad.

 

 

 

familia tradicional

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

Miércoles, 1 de enero de 2025
IMG_9168Estas narraciones de los evangelios de la infancia de san Lucas necesitan ahondamiento para sacarles todo el provecho espiritual. Son muchos más que simples anécdotas.

Los pastores son en esta narración algo más que unas figurillas del Belén. Tienen un papel preponderante: anuncian, incluso a María y a José, el sentido del nacimiento de Jesús.

Tengamos en cuenta de que ser pastor era en aquel contexto social ejercer uno de los oficios considerados malditos porque los pastores vivían al raso descuidando a sus mujeres en casa durante la noche (eso decían), no iban a los rezos de la sinagoga, eran considerados ladrones, andaban siempre con vísceras y sangre, etc. Gente sin honor, los que no cuentan. Resulta que ellos son los mensajeros del nacimiento. Tiene la cosa metralla: los menos honorables son los mensajeros.

¿Qué mensaje traen esta gente de mal vivir? Que un envuelto en pañales y puesto en un pesebre es el que puede salvar. Que un humano pobre tiene la clave de la dicha y del éxito. Que lo humano, con toda su pobreza, es el camino para dar sentido a esta vida nuestra. Que la clave está en lo humano.

Algunos cristianos espirituales tuercen el gesto cuando se les dice que la clave de todo está en si eres humano o no. Piensan que la fe es algo más grande. Pero el asunto del creer es una cuestión de humanidad. Esa es la señal: unos pañales y un pesebre. Lo humano nos salva. ¿Cómo?

· Si piensas con humanidad: que es lo mismo que si piensas con bondad. Si dentro de ti hay uno que piensa con bondad, con amabilidad, con humanidad estás en la fe de Jesús.

· Si tienes un corazón sensible: si te importan los sufrimientos ajenos, si te conmueven las lágrimas de los pobres, si te mueves en la dirección de las pobrezas estás en la fe de Jesús.

· Si brota en ti la empatía: si conectas con la persona sencilla, si escuchas con agrado, si te interesas por el otro, si ayudas en lo que está en tu mano estás en la fe de Jesús.

Los pensadores de hace siglos, del tiempo de Jesús (Plinio el Viejo) decían ya que Dios se hace visible cuando un mortal ayuda a otro mortal. La sensatez nos dice que la cuestión religiosa, por la que a veces discutimos y clasificamos a las personas, se resuelve en algo tan simple: ayuda o no ayudas, cuidas al necesitado de cuna y pañales, al humano, o no lo cuidas.

Siguiendo las buenas tradiciones, muchos de nosotros ponemos en nuestra casa un sencillo belén que nos recuerda el nacimiento de Jesús. Está muy bien. Pero el verdadero belén es este que dicen los pastores: reconoce en el humano frágil la presencia de Dios. Y si la reconoces, ayúdale si lo necesita. Siempre dando vueltas a la misma masa. ¿Pero es que hay otra?

Fidel Aizpurúa Donazar

1 de enero de 2025

Fuente Fe Adulta

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María arquetipo de una espiritualidad para nuestro tiempo.

Miércoles, 1 de enero de 2025

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(Definimos arquetipo como prototipo ideal que sirve como ejemplo o pauta para reproducirlo).

Hoy, primer día del año 2022. Empieza un año en nuestro calendario: para la fe, es una continuidad, para el planeta es una millonésima de segundo en el conjunto de los billones de años del Universo. Y aquí estamos, muy puestos en decidir quién es quién en el conjunto de nuestro planeta: Quién toma las decisiones de quién vive y quién se extingue… también en la comunidad cristiana, nuestras decisiones pueden decidir quién se conecta con el Dios Vivo o quién sigue apoyando una religiosidad moribunda.

Y la liturgia de hoy nos viene enmarcada en una gran Bendición o decir-bien, de todo, y ello nos recuerda el deseo y cariño de una madre, lo que necesitamos ser para gestar la nueva humanidad. Empieza así:

…El Señor te bendiga y te proteja,

ilumine su rostro sobre ti

y te conceda su favor;

el Señor se fije en ti,

y te conceda la paz.

(Números 6, 22-27)

El tiempo actual no es muy distinto del de los orígenes del Cristianismo, por su complejidad socio-política y también religiosa.

El Evangelio de Lucas nos cuenta al principio de su relato que un anuncio al sacerdote del templo, Zacarías, no acogido, le deja mudo, porque interrumpe la comunicación con Dios al no fiarse de su Palabra, él, el que rezaba en nombre de todo el pueblo.

Entiendo la mudez también como el que hablando no dice nada, homilías repetitivas… ausencia de profetismo también en los responsables del templo de hoy.

La mudez de Zacarías, contrasta con la fe de su anciana esposa, que se atreve a creer contra toda lógica, y concibe y da a luz a un profeta, el cual, aprendió de su madre a serlo, anunciando con su vida que venía otro a quien él sólo preparaba el camino.

Esta fue la experiencia de Isabel, que recibe la visita inesperada de Miriam de Nazaret que también está gestando la vida que viene del Espíritu- Ruah.

Ellas toman otra ruta, y fecundadas por el Espíritu del Dios vivo, caminan y corren y se abrazan y danzan y denuncian la injusticia, anunciando un tiempo nuevo.

Isabel acoge el anuncio, y también la joven Miriam, quién a diferencia de Zacarías –el cual pide garantías– pregunta con inteligencia y apertura, cómo será aquello, y en ese diálogo –primera escuela de oración cristiana– la mujer de tú a tú con Dios, es la que propicia la presencia humana del Abba: Jesús.

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer… como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre. Así que ya no eres siervo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios (Gal 4,4-7)

Los signos son para que entendamos por dónde anda Abba. Y nos hablan de una cueva, lugar que solemos esconder, tal vez lo identificamos con nuestra sombra, sin saber que ahí está la luz. Y nos hablan de unos astrólogos que siguiendo las estrellas se encuentran con Su estrella. Y nos dicen por dónde ir para encontrarla y por donde no ir.

Está claro, el único camino es el que evitamos.

Evitamos bajar a nuestra cueva, evitamos la intemperie por donde andan los pastores, los que también se dejan acompañar por las estrellas.

¡Qué poco nos gusta la noche! y sin embargo, es en el único espacio donde se pueden contemplar y disfrutar de las estrellas. Sólo que haya una luz artificial, ya brillan menos, y como consecuencia, nos cuesta discernir por dónde seguir.

Y nos dice Lucas, que la señal es encontrar a un niño envuelto en pañales…maravillosa descripción de la humanidad de Dios. Y a una chica: María que conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior (Lc 2,19).

Y yo sugiero que esta es una señal para nuestro mundo vacío de espiritualidad, cansado de una religión casi muda, o a veces, preferentemente muda.

La señal es que al inicio del cristianismo, está UNA MUJER QUE MEDITA.

Ella nos lo dice todo. Este es el arquetipo que hemos obviado y que mientras no lo atendamos y cultivemos, no veremos las estrellas, ni niños en las fronteras, ni mujeres consagrando la vida. Tampoco la madre de Jesús es digna del sacerdocio, por ser mujer (???)

Ella consagra su vida a educar al que nos dará la siguiente clave, la que llena la meditación silenciosa de Vida y futuro:

Al principio ya existía la Palabra, y la palabra era Dios. Ella contenía vida y la vida era la luz para la humanidad: esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado… a los que la aceptan los hace capaces de hacerse hijos de Dios: a esos que mantienen la adhesión a su persona… (Jn 1, 1ss)

María encuentra en el silencio reflexivo el consuelo, el camino y la fuerza para gestar la Palabra, como nosotros, cuando oramos desde el silencio, escuchando la Palabra que, como en ella, toma la forma del Cristo.

María nos abre el camino, hoy, primer día de un año, que se nos regala, y que es un gran interrogante, para que lo vivamos en plenitud, como hijas de Dios.

Que el Señor nos bendiga y proteja. Que nos ilumine y se fije en nosotrxs para que merezcamos ser llamadxs hijxs de Dios.

La meditación es la llave que abre la puerta a la cueva y que nos conduce a la Fuente. Es en ese silencio donde nos unimos con todas las personas de bien, de todas las religiones y espiritualidades, que han descubierto ahí la vida. Es la gran herramienta que puede enderezar el eje de nuestra vida y el del Planeta. Y, como siempre, todo empieza con una mujer. Feliz Año todas las mujeres, que como María de Nazaret bendecís, consagráis, predicáis, acompañáis la Vida.

¡Feliz y bien-empezado 2025!

Magda Bennásar Oliver, SFCC

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Santa María, Madre de Dios. Encontraron al recién nacido acostado en el pesebre.

Miércoles, 1 de enero de 2025

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Lc 2,16-21

La mujer está presente en la trama, en el tejido de la historia de la salvación. Así como la mujer ocupa un lugar central y único en la existencia de los seres humanos -la madre, la esposa, la hija, la hermana, la novia, la compañera-, así también en la historia de Dios ella tiene un lugar irreemplazable.

Dios actúa a través de realidades y mediaciones concretas que él ha creado, desde ellas y en ellas, encarnándose y encarnado en el mundo real. Por eso, para la llegada del Mesías, la mujer abrirá la puerta cerrada, la puerta de los tiempos mesiánicos. No sólo el hombre, el Bautista. Los dos primeros capítulos del evangelio de san Mateo y san Lucas están dominados por la mujer concreta: “Su nombre era María”.

La acción de la mujer en la historia santa es absolutamente personal. Reposa sobre un acto de confianza, de fe, de intrepidez, de coraje. No es meramente biológica, no se reduce a la gestación. No es una colaboración pasiva, sino eminentemente activa.

De esta historia la mujer recibe un impulso decisivo para emanciparse de la secular situación de humillación y discriminación; para asumir en sus propias manos las riendas de su destino; para entrar en diálogo con el hombre, como interlocutor de igual dignidad y personalidad. Todos los argumentos que esgrime la Iglesia católica sobre la mujer se nos caen de las manos. La relación de la iglesia institucional con las mujeres va más allá del consabido “papel de la mujer en la Iglesia”. Es algo de más calado. Atañe no sólo a la credibilidad de ésta sino a los pilares de la fe. ¿No han entendido el discipulado de iguales que Jesús inaugura? ¿Cuántos años más harán falta para superar la brecha de género fomentada por los discursos teológicos, homilías y formulaciones litúrgicas que promueven la inequidad, la resignación, la sumisión, en definitiva, la opresión, el único pecado que existe? ¿Hace falta crear una comisión para profundizar sobre el diaconado, el sacerdocio femenino y tantos otros planteamientos que atañen a más de la mitad de la humanidad y que no son más que una cuestión de poder? ¿Qué consecuencias se derivan de ello? ¿Cómo están afectando a las comunidades cristianas?

Nuestro Dios, que es comunicación y relación, entra en diálogo con la humanidad. Llegada la plenitud de los tiempos, la Palabra se hace uno de los nuestros, planta su tienda entre nosotros (Jn 1,12-14). El Pueblo de Dios escucha y se abre a esa Palabra, se deja iluminar por la luz que emana de ella. Oramos, pues, con la Palabra hecha carne, con la Luz que nos hace hijas e hijos de Dios.

En la primera lectura recordamos la bendición que ofrece Dios a los israelitas por mediación de Moisés (Nm 6,22-27). Bendecir es poner el nombre de Dios en la asamblea. Dios es la fuente de toda bendición y ésta abarca todo bien material o espiritual, siempre signo de la donación de Dios, de su protección, gracia y paz. “El Señor te bendiga y te proteja, haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te dé la paz. Así invocarán mi nombre y yo los bendeciré”. El reconocimiento de su hondura y significado lo enaltece como revelador.

El nombre de Jesús quiere decir “Dios salva, libera”, aludiendo a Moisés el liberador del pueblo de Israel contra la opresión del faraón. El cristianismo sólo se comprende desde un serio compromiso de liberación humana en todos los sentidos.

Los pastores representan a los sencillos, a los descartados y con no muy buena fama… que están vigilando su rebaño en la noche. Están en la noche quienes aún viven en la ignorancia de su ser sagrado, original. ¿No es lamentable escuchar todavía el relato del pecado original (que leímos el día de la Inmaculada), que es un mito narrado en un género literario y con un lenguaje simbólico, y no haber tenido una pedagogía de los orígenes como el encuentro de Dios con la humanidad, sin el sesgo de culpa, sexual?

Volviendo al texto, un ángel del Señor, presencia de Dios en el ser humano que se abre a lo trascendente, se les aparece y les da la señal: “Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Ellos acuden corriendo y encuentran a María, a José y al niño. ¿A qué se está refiriendo Lucas? ¿No es lo lógico que un recién nacido esté acostado?

En las Escrituras todo tiene un significado profundo, a veces oculto, no tan evidente. Encontrar al Niño implica que la persona, el ser humano concreto, no necesita salir de sí mismo, para encontrar la Verdad, pues Él ya puso su morada en el interior de cada criatura desde el principio. No es tanto buscarlo sino descubrirlo, reconocerlo en el propio corazón, en el hondón de la existencia, e ir retirando las capas que envuelven el preciado tesoro del Dios con nosotros/as para asombrarnos y sobrecogernos en la contemplación del Ser que nos habita, nos sostiene y nos nutre.

¿Cómo entramos en diálogo con él en la vida cotidiana? ¿Le hacemos un hueco, un espacio en medio de las prisas, trabajos estresantes, atender a la inmediatez de las redes sociales, ocupaciones, reuniones…? Un “yo” que, aliado con mis deseos, mis quehaceres, mis miedos, mis necesidades materiales e incluso espirituales, me evade, me desvía o me aleja del descubrimiento de lo esencial: Dios en mí, en nosotros/as, porque todo ello son capas, envolturas que deben ser reconocidas como lo que son, una ilusión de “ser”, que ocultan y ahogan la Verdad. Una vez metido en esa maraña de cosas y urgencias, supeditado al canto de sirenas del mundo y la sociedad actual, el ser humano no puede por menos de sentir un gran vacío que tratará de llenar creando una identidad que le dé seguridad, defensa y una excusa para no implicarse.

El Yo real permanece, pues, ignorado, oculto. Solo una mirada interior como la de María, una fe confiada que le impulsa a pronunciar su “Hágase en mí”, es capaz de gestar y alumbrar la Luz, la Verdad, el Amor que todo lo invade, que todos/as esperamos y necesitamos. “Y de repente, -escuchamos en lo escondido, en la intimidad de nuestro Ser- se juntó al ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres y mujeres que gozan de su amor”.

“María guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón”. Como María, la comunidad cristiana, reunida para celebrar y reavivar la memoria de Jesús, de su acción liberadora y emancipatoria, hace presente hoy, cada día, la gesta de Jesús en favor de todas y todos los que viven esclavizados, marginados. La vida del cristiano/a con su lucha y participación en favor de la libertad, actualiza la memoria dinámica de la historia de la salvación.

¡Gracias María, Hija de la Promesa, Madre de Jesús, vecina de Nazaret, María de Pentecostés y compañera del Pueblo de Dios que caminas a nuestro lado!

¡Shalom!

Mª Luisa Paret

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Año Nuevo: el tiempo humano tiene nostalgia de la eternidad de Dios

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9167Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

Tres motivos celebramos en este día 1 de enero: El año nuevo, María como madre de Dios y la jornada por la paz.

01.- Feliz año nuevo.

        En primer lugar feliz tiempo, feliz año nuevo, feliz vida.

La duración del ser humano es el tiempo, la duración de Dios es la eternidad. El tiempo tiene nostalgia de eternidad. Los seres humanos tenemos nostalgia de Dios

        Nos hará bien comenzar el año y continuar en la vida con la bendición que hemos escuchado en la primera lectura (Dios le dice a Moisés para que Aarón bendiga al pueblo): que el Señor nos bendiga y nos proteja

02.- Jornada por la Paz

Fue Pablo Vi quien hace 58 años estableció el día de año nuevo como jornada de la paz.

La paz, don y quehacer

  1. En la noche de Belén y en la noche de la historia resuena el cántico: gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz.
  2. La paz no es ausencia de guerra (mera tregua) ni equilibrio de fuerzas adversarias (guerra fría) ni situación de calma impuesta (orden público), ni dominio de alguna potencia.

La paz es «Shalom», armonía con Dios, con los hermanos y con la creación: es serenidad espiritual consecuencia de la justicia, la libertad y el amor.

La paz es un don de Dios en Cristo: creador de la paz. Cuando nace Jesús, el mensaje del cielo, la buena noticia (de los ángeles) es: “paz a los hombres que Dios ama“.

La paz es consecuencia del respeto a la dignidad personal; es cultura solidaria, bienes compartidos, sociedad justa.

Pero la paz es un quehacer. La paz se ve continuamente está amenazada constantemente por el pecado personal y social.

03.- María

Hoy celebramos también a María como madre del Señor.

        María vio y vivió muchos acontecimientos de su hijo Jesús que no entendía, o que seguramente le chocaban mucho, por eso fue la “primera creyente”. Desde el nacimiento de su hijo, Jesús, hasta su muerte (y resurrección), muchas cosas le resultaban chocantes e inexplicables. De ahí que María guardara todas estas cosas en su corazón y les daría más de cuatro vueltas.

María (y José) se muestran contemplativos y silenciosos ante la vida y actividad de Jesús.

Esa misma actitud puede ser la nuestra, cuando la sorpresa y el asombro ante los acontecimientos nos superan y “nos dejan sin palabras”.

La actitud contemplativa de María y José pudiera ser también la nuestra vivir en Silencio orante ante el misterio de Dios.

        María guardaba en su corazón lo vivido en el tiempo. La memoria, el corazón son el lugar del tiempo, de lo vivido, del kairós.

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”Conectar con la María de los evangelios”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_8849De su blog Fe y Vida:

Solemnidad de Santa María Madre de Dios 01-01-2025

Esta festividad nos conecta con la figura de María pero también con la divinidad de Jesús

Los pastores, los sencillos de aquel lugar, son los que reconocen en ese niño al Hijo de Dios

Que conectemos con la María del evangelio y con el Hijo de Dios hecho ser humano con todas las consecuencias

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.  Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.  Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores.  Pero María conservaba y meditaba todo en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado.  Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido (Lucas 2, 16-21)

Comenzamos el año con la festividad de Santa María Madre de Dios. No hay tantos textos bíblicos que hablen de María y esta proclamación como “Madre de Dios” es un dogma que pretende remarcar la divinidad de Jesús más que engrandecer la figura de María. Por supuesto, es importante reconocer el papel que ella jugó en hacer posible la encarnación del Hijo de Dios y como podemos considerarla la primera creyente, la primera discípula, la que supo abrirse a la acción del Espíritu para realizar la obra de Dios en el mundo.

Por lo tanto, el texto que Lucas nos ofrece para este domingo, tiene una referencia a María, pero no es lo más importante de todo el texto. Este, en continuación con el nacimiento de Jesús que consideramos en navidad, nos presenta las primeras respuestas ante el Niño que nació en Belén. Y, en coherencia con los destinatarios del evangelio de Lucas -los últimos y despreciados- los que se acercan al pesebre son los pastores a quienes el ángel les había dado la buena noticia del nacimiento de Jesús y ellos, creyendo, van a reconocerlo en el pesebre. Es decir, es un diálogo de pastores pobres con un Niño que nace pobre. Pero allí encontramos la fe sencilla que glorifica y alaba a Dios y produce que todos los demás se asombren por lo que ellos relatan. El texto continúa contando la costumbre judía: llevar al niño a circuncidarlo a los ocho días y ponerle el nombre de Jesús como lo había dispuesto el ángel. Recordemos que el nombre Jesús significa “Dios salva”, precisamente porque, con Jesús, llega la salvación al mundo.

Pero volvamos a la figura de María. De ella se dice que “conservaba y meditaba todo en su corazón”. Desde una lectura patriarcal estas palabras nos llevarían a pensar en la figura de una María sumisa, callada, sufrida, capaz de aguantarlo todo, como se ha pedido a las mujeres en la sociedad patriarcal, para que no pierdan su lugar -en lo privado, no en lo público- y que contribuyan al devenir del mundo desde la aceptación callada, aunque, implique sufrimiento. Pero desde la hermenéutica feminista, reconocida hoy como hermenéutica necesaria e indispensable para rescatar la presencia de las mujeres en la Biblia y su protagonismo en la historia de salvación, estas palabras nos llevan a pensar en una María que reflexiona, medita, busca razones y sentidos a todo lo que vive. Es decir, tiene una actitud proactiva que manifestará a lo largo de la misión de su Hijo, incluso al pie de la cruz, y que da fundamento a lo que luego podemos proclamar de ella.

Que esta celebración de María como Madre de Dios, nos conecte también con la María del evangelio, la que por meditar todo en su corazón, supo también levantar su voz profética, colaborando activamente en la vivencia del reino de Dios en nuestra historia.

(Foto tomada de: https://jabenito.blogspot.com/2013/12/navidad-maria-con-pobres-panales-y-una.html)

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“María de Nazaret, Madre del Hijo y Madre de la Iglesia”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9185María de Nazaret, Madre del Hijo y Madre de la Iglesia. Una reflexión mariana para el 1 de enero de 2025.

La solemnidad de hoy nos ayuda a reconsiderar la figura de María de Nazaret en su calidad de «Madre de Dios».

Los sobrios relatos bíblicos sobre María dejan margen a la interpretación para acomodar esta figura central del cristianismo entre la invocación (actitud más católico-ortodoxa) y la evocación (actitud más protestante).

Pero no cabe duda de que ya desde los primeros años del siglo II, para todos los cristianos María desempeña un papel decisivo en la vida de Cristo y de sus discípulos. En el siglo II, en efecto, la mención de la «concepción virginal» de Jesús, hijo de María, entra en las confesiones de fe y no vuelve a salir de ellas.

Hay que señalar, sin embargo, que tanto el Símbolo de los Apóstoles (entre los más antiguos, aunque sin fecha) como el Símbolo de Nicea-Constantinopla asocian la mención de María al nombre de Pilato. En efecto, los protagonistas son tres: el Espíritu Santo, María y Pilato.

Tres sujetos que expresan tres dimensiones diferentes: dejando de lado la presencia dinámica de Dios (el Espíritu Santo), conviene recordar la tensión/relación entre María y Pilato; el testimonio y la participación activa de María contrastan con la total pasividad e indiferencia de Poncio Pilato.

La participación de María está en orden no sólo a la encarnación, sino también al «homo factus est», al hacerse hombre de Jesús; la pasividad total y laxa de Pilato, un vulgar administrador romano, está en relación con la muerte.

Creo que estos dos polos son interesantes para comprender la «maternidad activa», por un lado, y la «crueldad indiferente», por otro.

Pero hay otro contraste que esta vez nos viene de la narración bíblica: la oposición María-Pilato, dos maneras de vivir y de llegar a ser, se relacionan claramente con otro contraste: la escena tierna, dulce, casi anónima y ordinaria de Lc 2,1-7 revive en Lc 2,8-14: la gloria cantada por «un ejército celestial» y anunciada a los pastores. Y el «signo» sigue siendo el mismo: un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Toda persona lo es cuando es real; y toda mujer y todo hombre lo son cuando no permanecen indiferentes, como María.

María es quien guarda y construye lo que le caracteriza;

María es la que fortalece la determinación de crecer;

María es la que libera las buenas energías;

María es la que canaliza el buen coraje en la dirección correcta.

Pilato es aquel que ama por deber;

Pilato es aquel que espera sin compartir;

Pilato es aquel que no permite presencias ajenas sin instrumentalizarlas;

Pilato es aquel que deja su propia felicidad a la suerte.

No cabe duda, sin embargo, de que María no se queda sólo en un símbolo, sino que es una presencia mansa y humilde que nos acompaña en la historia; esa historia de uno mismo que, sin embargo, permanece en nuestras manos, que no han de lavarse en la prisa, en la distracción, en la rivalidad.

Y bajo el signo de la ‘gloria del niño nacido‘, la liturgia nos ayuda hoy a cantar, a participar en la historia, sin lavarnos las manos anónima y pasivamente, afrontando las guerras con determinación para alcanzar la ‘paz‘, el ‘shalom‘, que traducimos como ‘salvación‘.

Y ‘hoy‘ la salvación ha entrado en la historia y estamos en ella acompañados por María, ‘Madre del Hijo‘ y ‘Madre de la Iglesia‘.

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Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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