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Archivo para Lunes, 6 de enero de 2025

Abierto al mundo

Lunes, 6 de enero de 2025

En el día de la Epifanía Dios se muestra al Mundo, a todas las personas, a todos los hombres y mujeres sin distinción de lugares, etnias, condiciones, religiones, ideologías, orientación sexual, invitándonos, como dice Francisco  a reconocer que “La humildad de Dios se esconde en el hermano y la hermana que sufren, en el pesebre, en la cruz“… Estemos atentos.

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(Bernard Faucon – Parco – 1991)

“Estar abierto al mundo

es una peligrosa forma de vivir,

porque nos amenaza con la posibilidad

de aprender cosas

que siempre nos han enseñado a rechazar.”

*

Joan Chittister

***

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que habían visto salir  comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

*

Mateo 2, 1-12

***

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Tú que estás por encima de nosotros,

Tú que eres uno de nosotros,

Tú que estás también en nosotros,

puedan todos verte también en mí,

pueda yo prepararte el camino,

pueda yo darte gracias por cuanto me sucede.

Pueda yo no olvidar en ello las necesidades de los otros.

Mantenme en tu amor

como quieres que todos vivan en el mío.

Que todo en mi ser se encamine a tu gloria

y que yo no desespere jamás.

Porque estoy en tus manos,

y en ti todo es fuerza y bondad.

Dame sentidos puros, para verte…

Dame sentidos humildes, para oírte…

Dame sentidos de amor, para servirte…

Dame sentidos de fe, para morar en ti…

*

Dag Hammarskjóld.

***

***

Bendición para el día de la Epifanía.

 Que vuestros anhelos y proyectos
tomen forma y se hagan realidad
en todos los caminos y puntos de encuentro
que recorráis siguiendo su estrella.

Que las palabras de todos los seres vivos
reposen serenamente, como rocío mañanero,
en vuestras cálidas y acogedoras entrañas,
y germinen, florezcan y den un fruto verdadero.

Que el diálogo sea herramienta de fraternidad
que os clarifique, serene y traiga la sabiduría;
que sepáis escuchar a sabios e ignorantes,
para no caer en las redes de los nuevos Herodes.

Que disfrutéis de la sinfonía de la creación entera,
de la música de las plantas y de toda la naturaleza,
del canto de las aves, insectos y demás animales,
y de la furia y el murmullo del mar y del viento.

Que gustéis el clamor de los que no tienen voz,
el silencio de quienes aprenden a no hablar,
la paz de quienes luchan por la justicia y hermandad
y la grandeza de las cosas gratuitas y pequeñas.

Que la palabra de Dios irrumpa en vuestra vida
como buena noticia, alegre y gratuita,
para que podáis escuchar, ver, percibir,
oler y gustar todo lo bueno que os rodea.

Y que el Dios que se ha manifestado
como Palabra, Voz, Silencio y Mensaje,
Prosa y Poesía, Canto, Música y Entrega,
os proteja y cuide hoy, y cada día.

*

Florentino Ulibarri

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“Seguir la estrella”. Epifanía del Señor – C (Mateo 2,1-12) 06 de enero 2025

Lunes, 6 de enero de 2025

09_EPIFANIA-C_1487581Estamos demasiado acostumbrados al relato de los magos. Por otra parte, hoy apenas tenemos tiempo para detenernos a contemplar despacio las estrellas. Probablemente no es solo un asunto de tiempo. Pertenecemos a una época en la que es más fácil ver la oscuridad de la noche que los puntos luminosos que brillan en medio de cualquier tiniebla.

Sin embargo, no deja de ser conmovedor pensar en aquel escritor cristiano que, al elaborar el relato de los magos, los imaginó en medio de la noche, siguiendo la pequeña luz de una estrella. La narración respira la convicción profunda de los primeros creyentes después de la resurrección. En Jesús se han cumplido las palabras del profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una luz grande. Habitaban en una tierra de sombras, y una luz ha brillado ante sus ojos» (Isaías 9,1).

Sería una ingenuidad pensar que nosotros estamos viviendo una hora especialmente oscura, trágica y angustiosa. ¿No es precisamente esta oscuridad, frustración e impotencia que captamos en estos momentos uno de los rasgos que acompañan casi siempre el caminar del ser humano a lo largo de los siglos?

Basta abrir las páginas de la historia. Sin duda encontramos momentos de luz en que se anuncian grandes liberaciones, se entrevén mundos nuevos, se abren horizontes más humanos. Y luego, ¿qué viene? Revoluciones que crean nuevas esclavitudes, logros que provocan nuevos problemas, ideales que terminan en «soluciones a medias», nobles luchas que acaban en «pactos mediocres». De nuevo las tinieblas.

No es extraño que se nos diga que «ser hombre es muchas veces una experiencia de frustración». Pero no es esa toda la verdad. A pesar de todos los fracasos y frustraciones, el hombre vuelve a recomponerse, vuelve a esperar, vuelve a ponerse en marcha en dirección a algo. Hay en el ser humano algo que lo llama una y otra vez a la vida y a la esperanza. Hay siempre una estrella que vuelve a encenderse.

Para los creyentes, esa estrella conduce siempre a Jesús. El cristiano no cree en cualquier mesianismo. Y por eso no cae tampoco en cualquier desencanto. El mundo no es «un caso desesperado». No está en completa tiniebla. El mundo está orientado hacia su salvación. Dios será un día el fin del exilio y las tinieblas. Luz total. Hoy solo lo vemos en una humilde estrella que nos guía hacia Belén.

José Antonio Pagola

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”Venimos de Oriente para adorar al Rey”. Miércoles 6 de enero de 2025. Ciclo C.

Lunes, 6 de enero de 2025

08-epifania (C) cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti.
Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos.
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey

Hoy la Iglesia católica celebra con gozo desbordante la fiesta de los reyes magos. Litúrgicamente se denomina “epifanía”que significa manifestación de la salvación de Dios. Con esta fiesta vamos concluyendo el ciclo de navidad que nos permitirá contemplar a Jesús pequeño, humilde y pobre… niño que, a su vez, revela la grandeza del amor de Dios.

El profeta Isaías exalta la grandeza de la ciudad de Jerusalén porque se convertirá en luz para todos los pueblos. Es la luz para toda la humanidad, es la esperanza para los pobres. La oscuridad de la injusticia y la violencia, la opresión y la marginación será vencida definitivamente por la presencia luminosa de Dios manifestada en el niño de Belén. El salmo 71 también canta las maravillas que hace Dios en medio de su pueblo. Manifiesta la esperanza que todos los reyes y poderosos se abajen y se postren ante la pequeñez y la humildad. Los motivos de la alabanza es la justicia de Dios que derrota a los opresores y defiende a los pobres y oprimidos. La justicia de Dios a favor de lo empobrecidos y excluidos de todos los tiempos se hace motivo de regocijo y alabanza para el salmista.

 La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.

Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra.

En la carta de Pablo a la comunidad de Éfeso hace caer en cuenta a todos los creyentes que las promesas hechas al pueblo de la ley y la alianza ahora se extienden a los gentiles, es decir, a toda la humanidad. De tal manera que la salvación no será propiedad exclusiva de un pueblo sino de todos los pueblos, del gran pueblo de Dios, es decir, de todos los seres humanos que se abren a la buena noticia de la salvación.

Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

Dos actitudes totalmente opuestas se reflejan en el relato de la visita de los reyes, sabios o magos de oriente que presenta el evangelista Mateo. Más allá de si es o no es un acontecimiento histórico, lo hermoso de este texto es hacer ver al lector cómo el corazón de los poderosos de Israel se cierra ante la presencia de la pequeñez del niño de Belén. En cambio los gentiles, los paganos o extranjeros se abajan de su realeza para reconocer en la pobreza, humildad y pequeñez de aquel niño la revelación de la propuesta salvífica de Dios ofrecida a toda la humanidad que le busca con sincero corazón. ¿En qué personas y situaciones de la vida reconoces a Jesús?

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»…

Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy, pues, para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.

El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los «reyes magos» no fueron ni reyes ni magos en el sentido actual de estas palabras; habrían sido astrólogos o estudiosos del cielo. Fue el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) quien aseguró que los magos serían reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Leer más…

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¿Qué pasaría si nos tomáramos en serio la Epifanía?

Lunes, 6 de enero de 2025

IMG_9351Los Reyes Magos se inclinan ante Jesús” de Ladislav Záborský

Las reflexiones de hoy son de Mark Guevarra, colaborador de Bondings 2.0.

Las lecturas litúrgicas de la Epifanía se pueden encontrar aquí.

Eres una epifanía.

La palabra “epifanía” proviene de la palabra griega que significa revelación o manifestación. En el evangelio de Mateo, la Epifanía se refiere a la manifestación de Cristo a los gentiles presenciada por los magos o sabios del este.

Pero incluso antes del nacimiento de Jesús, como nos recuerda Pablo, toda la creación ha estado revelando la naturaleza y el poder de Dios (Romanos 1:20). Si ese es el caso, entonces tú y yo, cada ballena, cada ameoba, cada átomo y cada galaxia somos una epifanía de Cristo.

Confiar en esa verdad puede resultar difícil, tal vez incluso inaceptable. Si toda la creación revela a Cristo, entonces eso significa que Cristo está en el extraño, en los peores criminales y en aquellos que nos hacen daño. Y si toda la creación revela a Cristo, entonces los seguidores de Cristo deberían ser más responsables de cómo nuestro consumo excesivo afecta a toda la creación ahora y a las generaciones venideras. Entonces, confiar en la creencia de que todos son manifestaciones de Cristo tiene implicaciones éticas y morales que pueden abarcar generaciones. Abrir los ojos a esto puede ser tan cegador que a menudo es más fácil simplemente cerrarlos y permanecer en la oscuridad.

Entonces, ¿cómo aprendemos a ver a los demás y a toda la creación como epifanías? Creo que comienza con verte verdaderamente a ti mismo como la manifestación de Cristo: cada arruga, cada cicatriz, cada vergüenza, cada angustia, cada rechazo, cada dolor, cada opresión, cada privilegio, cada gozo, cada placer.

Y, para que podamos vernos a nosotros mismos como epifanías, necesitamos vulnerabilidad, humildad, coraje y fe. Y para cultivar esas cualidades, necesitamos comunidades que nos apoyen y seres queridos que modelen esta forma de vida y que nos animen a ser personas compasivas. Cada uno de nosotros debemos esforzarnos, ser pacientes con nosotros mismos y estar comprometidos. Cada uno de nosotros requiere visión y dedicación. Hay muchos pasos que debemos dar para ser seguidores de Cristo.

De alguna manera, las personas LGBTQ+, e incluso sus aliados, tienen el “privilegio” de tener que trabajar para verse a sí mismos como epifanías. Con demasiada frecuencia nos han dicho que NO mostramos a Dios al mundo. Debido a ese mensaje, aquellos en la comunidad LGBTQ+ necesitan hacer el trabajo de manera “más profunda” que la mayoría de las personas y, como resultado, a veces pueden tener una base más sólida que la mayoría.

Entonces, ¿cómo serías si realmente te vieras a ti mismo como una epifanía? La vida, las enseñanzas y el ministerio de Jesús revelan cómo se ve eso. Vivir como manifestaciones del amor de Dios nos permite actuar con compasión y generosidad, alimentar y vestir a otros, sanar a otros con nuestras palabras, darles la bienvenida, escuchar sin temor ni juicio, superar nuestros prejuicios y estereotipos y perdonar. Y, cuando realmente vivamos como epifanías, como lo hizo Jesús, trascenderemos nuestras limitaciones, incluido el sufrimiento y la muerte misma.

Imagínese el mundo en el que viviríamos si todos viviéramos la verdad de que todos somos epifanías. Finalmente pondríamos fin a la espiral descendente hacia la catástrofe climática. Viviríamos la compasión y la comprensión a través de las divisiones y viviríamos en armonía. En conjunto, manifestaríamos a Cristo dentro de nosotros y entre nosotros.

Todo esto es idealista, pero ante la catástrofe ecológica y la angustia civilizatoria, ahora más que nunca necesitamos reformular el sueño. A lo largo de su papado, el Papa Francisco ha llamado una y otra vez a todas las personas a soñar de nuevo. El 24 de diciembre de 2024, el Santo Padre inauguró oficialmente el Año Jubilar 2025. Llamó a todos los cristianos a aprovechar la ocasión para soñar con un “mundo nuevo donde reine la paz y la justicia“.

Sostengo que para que la paz y la justicia reine en el mundo, primero debemos elegir que reine en nuestros corazones. Primero debemos elegir aceptar que somos epifanías de Cristo. A medida que avanzamos hacia este año jubilar, que todos lleguemos a este reconocimiento y veamos unos en otros y en toda la creación, la manifestación de Cristo.

—Mark Guevarra (él/él), 5 de enero de 2025

Fuente New Ways Ministry

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Los reyes magos somos nosotros. Fiesta de la Epifanía.

Lunes, 6 de enero de 2025

images21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente vive en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

Nosotros somos los herederos de esos paganos convertidos. Y debemos preguntarnos hasta qué punto nos parecemos a ellos. No se trata de hacer un largo viaje de miles de kilómetros, ni de llevar regalos costosos. A Jesús lo tenemos muy cerca: en la iglesia, en el prójimo, en nosotros mismos. ¿Tenemos el mismo interés de los Magos en presentarnos ante él y adorarlo? Si buscamos en nuestro interior, encontraremos algo que ofrecerle.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

            Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

            Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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06 Enero de 2025. Epifanía. Ciclo C

Lunes, 6 de enero de 2025

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“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Hemos visto salir en Oriente su estrella, y venimos a adorarle.”

(Mt 2,1-12)

Hoy recordamos la visita de unos sabios extranjeros a Jesús acabado de nacer. La historia es como un juego de reyes muy diferentes entre ellos: en primer lugar, para entrar en el espíritu del Evangelio, podemos olvidarnos de todas las ideas sobre Melchor, Gaspar y Baltasar que pueblan nuestro imaginario. El segundo rey es Herodes, el rey de Judea. Y el tercer rey es Jesús, el Mesías judío que ya desde el comienzo atrae a gente de otras naciones.

En la escena, los sabios son quienes van de acá para allá. Vienen de lejos siguiendo una estrella que les ha de llevar hasta el rey de los judíos, a pesar de que ellos no lo son. Mirándoles sentimos el sabor que nos dejan las personas libres: lo que les guía es una estrella del cielo, están en movimiento, les llena la alegría. Van sin expectativas, prejuicios ni intereses, saben reconocer a Jesús. Y, lo más importante saben adorarle.

Esto es lo que la liturgia nos invita a hacer en este tiempo: como los sabios, ponernos delante de Jesús vacías de nosotras mismas, sin pedir, sin querer comprender, sin esperar nada. Solo permanecer en silencio.

La actitud de Herodes es completamente diferente. Quiere saber dónde está el Mesías, pero tiene miedo. Teme por su propio poder. Pretende encontrar a Jesús sin moverse de su palacio. Ahora diríamos que convoca a los expertos y quiere pruebas y evidencias científicas de lo que está sucediendo fuera de su control. Actúa con secretismo y engaño, con cálculo e interés.

Y Jesús, tan pequeñín, ya mueve a tanta gente. Este tiempo nos ayuda tal vez a acercarnos a él con más sencillez, confianza, silencio. Cuando crece, a veces sentimos que no le comprendemos, que le pedimos demasiado y hacemos demasiado poco, que no tenemos ganas de acercarnos a él por miedo a que la vida se nos complique más de lo que ya está… Hoy se nos regala una buena ocasión para estar, para poner el corazón, sin más propósito, delante del Señor de nuestra vida.

Oración

Padre, que tu Santa Ruah nos vaya transformando en personas sabias y libres, capaces de cruzar oasis y desiertos buscando a tu Hijo en nuestro mundo y adorarle.

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Dios se está manifestando siempre en todo lo que es.

Lunes, 6 de enero de 2025

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EPIFANÍA (C)

Mt 2,1-12

Es una de las fiestas más antiguas, anterior a la Navidad. “Epifanía” significa en griego manifestaciones. Parece ser que, en su primer significado hacía referencia a la primera luz que aparecía en Oriente y anunciaba el nuevo día. Hasta hace bien poco se conmemoraban este día tres ‘manifestaciones’: la adoración de los magos, la boda de Caná y el bautismo de Jesús. Hoy celebramos en occidente la adoración de los magos, más conectada con la Navidad y como símbolo de la llamada de todos los pueblos a la salvación ofrecida por Dios en Jesús. En oriente se sigue celebrando hoy la Navidad.

El relato que hoy leemos del evangelio de Mateo no hay la más mínima posibilidad de que sea histórico. Esto no nos debe preocupar en absoluto, porque lo que se intenta con esa “historia” es dar un mensaje teológico. Dios se está manifestando siempre. El que lo descubre tiene que convertirlo en imágenes para poder comunicarlo a los que no lo han descubierto. Si nos quedamos en la letra, no descubriremos la realidad. Dios se manifiesta siempre pero lo descubren solo algunos en situaciones muy singulares.

El concebir la acción de Dios como venida de fuera y haciendo o deshaciendo algo en el mundo material, sigue jugándonos muy malas pasadas. Muchas veces he intentado explicar como es la actuación de Dios, pero acepto que es muy difícil de comprender mientras sigamos creyendo en un Dios todopoderoso, apto para hacer o deshacer cualquier entuerto. Pensemos, por ejemplo, en el comienzo de la mayoría de las oraciones de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno… para terminar pidiendo algo.

Debemos superar la idea de Dios creador como hacedor de algo que deja ahí fuera. Dios no puede desentenderse de la criatura, como hacemos nosotros al ‘crear’ algo. Lo que llamamos creación es manifestación de Dios, que está ahí sosteniendo en el ser a su criatura. Imaginad que la creación es la figura que se refleja en el espejo. Si quitamos del medio la realidad reflejada, el espejo no podría reflejar ninguna imagen. Dios crea porque es amor y en la creación manifiesta su capacidad de unir. Al crear, Dios solo puede buscar el bien de las criaturas, no puede esperar nada de ellas.

La creación no falla nunca. Siempre está manifestando a su creador. En el Génesis se repite una y otra vez, que lo que iba haciendo Dios era “bueno”. Cuando llega a la creación del hombre, dice: “era todo muy bueno”. La idea de un Dios que tiene que estar haciendo chapuzas con la creación es mezquina. La idea de una salvación, como reparación de una creación que le salió mal, es consecuencia de un maniqueísmo mal disimulado. Cada ser humano puede no ser consciente de lo que es y vivir como lo que no es, pero seguirá siendo manifestación de Dios y como tal, único y perfecto.

Podemos seguir diciendo que Dios actúa puntualmente en la historia, que se sigue manifestando en los acontecimientos, pero conscientes de que es una manera impropia de hablar. Con ello queremos indicar que el hombre, en un momento determinado, se da cuenta de la acción de Dios, y para él es como si en ese momento Dios hiciera algo. Como Dios está en toda criatura y en todos los acontecimientos, está ahí en todo momento. La manifestación de Dios es siempre la misma para todos, pero solo algunos, en circunstancias concretas, llegan a descubrir su teofanía.

La presencia de Dios nunca puede ser apodíctica, nunca se puede demostrar, porque no tiene consecuencias que se puedan percibir por los sentidos y por lo tanto no se puede obligar a nadie a admitir esa presencia. Es indemostrable. Tener esto claro equivaldría a desmontar todo el andamiaje de las acciones espectaculares como demostración de la presencia del poder de Dios. No digamos nada cuando ese poder se quiere poner al servicio de los “buenos”, e incluso, en contra de los “malos”. Pascal decía: “Toda religión que no confiese un Dios escondido, es falsa”.

Dios es el Dios que se revela siempre y el que siempre está escondido. La experiencia de los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó claro: “A donde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido.” Y el místico sufí persa Rumi dice: “Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma das vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida”.

El relato de los Magos no hace referencia a personas sino a personajes. Ni eran reyes ni eran magos ni eran tres. Eran sabios que escudriñaban el cielo para entender la tierra. Porque estaban buscando, encontraron. Fijaos que lo descubren los que estaban lejos, pero no se enteraron de nada los que estaban más cerca del niño. Para descubrir la Presencia, lo único definitivo es la actitud. Al descubrir algo sorprendente, se pusieron en camino. No sabían hacia donde encaminarse, pero arriesgaron.

Otro mensaje importantísimo para los primeros cristianos, casi todos judíos, es que todos los seres humanos están llamados a la salvación. Para nosotros hoy esto es una verdad obvia, pero a ellos les costó Dios y ayuda salir de la conciencia de pueblo elegido. Pablo lo propone como un misterio que no había sido revelado en otro tiempo: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la de la promesa”. Lo definitivo no es pertenecer a un pueblo sino estar en búsqueda.

Preguntan por un Rey de los judíos, clara contraposición al rey Herodes. La ciudad se sobresaltó con él, es decir, identificada con el rey en su tiranía. Es Herodes el que lo identifica con el Mesías. Los sacerdotes y escribas “sabían” donde tenía que nacer, pero no experimentan ninguna reacción ante tal acontecimiento tan significativo. Una vez más se demuestra que el conocimiento puramente teórico no sirve de nada.

En aquellas culturas, el signo de la presencia extraordinaria de Dios en una vida humana era la estrella. Se creía que el nacimiento de toda persona estaba precedido por la aparición de su estrella. El relato nos dice que la estrella de Jesús, solo la pudo ver el que estaba mirando al cielo. Solo los que esperan algo están en condiciones de aceptar esa novedad. Los magos insatisfechos siguen escudriñando el cielo y por eso pueden detectar la gran novedad de Jesús. En Jerusalén nadie la descubre.

Los dones que le ofrecen son símbolo de lo que significa aquel niño para los primeros cristianos después de haber interpretado su vida y su mensaje. El oro, el incienso y la mirra son símbolos místicos de lo que el niño va a ser: el oro era el símbolo de la realeza. El incienso se utilizaba en todos los cultos que solo se tributan a Dios; la mirra se utilizaba para desparasitar el cuerpo y para embalsamarlo, como hombre.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Epifanía. – 6 enero 2025

Lunes, 6 de enero de 2025

epifania6-1024x785Comentario a la lectura evangélica (Mateo 2, 1-12). Epifanía. – 6 enero 2025 –

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalén” Es difícil decir quiénes eran estos Reyes Magos, normalmente identificados como personajes extranjeros o como símbolos de las distintas razas humanas; según el evangelio “vienen de oriente“, cuna y laboratorio de la sabiduría antigua, según la cual el sabio sabe por experiencia.

Los Reyes Magos son sabios en la experiencia de la fe.

Su historia comienza con la aparición de una estrella, el brillo de una luz en la noche: la vieron, le dieron sentido y partieron, en busca de ese Dios que hizo brillar una luz en la oscuridad.

La fe no vive del sentido del deber, sino del discreto resplandor de una luz, que no sabes de dónde viene ni adónde va, escuchas su voz, sientes que puedes confiar en ella y confiar tu camino hacia ello.

Las estrellas no se pueden ver durante el día. Hay, pues, una dimensión nocturna de la fe, donde no todo está claro. ¡Los Reyes Magos parten, juntos, aunque no lo entiendan todo! Probablemente habrán tanteado un poco ese camino, por momentos incluso se habrán perdido y habrá sido necesario el aporte de todos para no ceder al desánimo, a la nostalgia, a la decisión de volver atrás; sobre todo, todos habrán prestado atención a aquellas señales que podrían guiar sus pasos. Respecto a la fe, nadie está todavía en pleno mediodía, todos somos caminantes que hemos visto una pequeña luz, pero nadie la posee; ésta es la condición previa para una Iglesia verdaderamente acogedora, abierta y en diálogo con todos, escucha y dócil a los “signos de los tiempos“, para continuar el camino y no retroceder. Los signos de los tiempos no son cosas que merezcan atención a lo largo de la historia, son cosas de las que la Iglesia debe aprender, para comprender y vivir mejor el evangelio, para estar donde está Dios, encarnado en mujeres y hombres de todos los tiempos.

Con el resplandor de esa estrella, viviendo en la noche, los Reyes Magos llegan a Jerusalén.

Sabemos cómo van las cosas. Su visita al Rey de la Paz desata violencia y muerte: la masacre de los Inocentes es la cara negativa de la moneda, la oscuridad que envuelve la luz, la cizaña mezclada con el trigo. La fe no es un seguro del bien, de la salud, de la paz, de la vida, y no es automático que el bien responda al bien, que el compromiso, el esfuerzo, la dedicación, la amistad, el amor, tengan un resultado positivo, una reciprocidad. Incluso el Niño no se librará de esto: entre los regalos de los Magos está la mirra, utilizada para la sepultura de los cuerpos: Jesús sabrá inmediatamente la amenaza del poder del mal y, como ocurre hoy, también para él escapar será el único que puede escapar de la muerte.

Los Magos, sin embargo, llegan a Él, al sentido de su historia y de su camino, a la Luz que vino al mundo; se dejaron involucrar en una historia más grande, que abarca todo y a todos, y tal vez frente a esa mansedumbre y humildad comprendieron que él no había venido para ser adorado, sino para encontrarse con los hombres y llenar de amor la carne de su frágil humanidad. Ese Rey no los mantuvo a su servicio y ellos no se quedaron “para hacerle compañía”: regresan a su país, entre sus familiares, amigos, sus vecinos de siempre, pero regresan por otro camino. Algo ha cambiado, algo cambiará.

A la fe del mediodía no le gustan los cambios, piensa que Dios necesita de sus servicios, sólo escucha a escribas y sacerdotes… y pronto deja de caminar, paralizada por sus certezas.

Pero la verdadera esperanza está confiada al resplandor de una estrella en la oscuridad, una luz que Dios nunca faltará en las noches de la humanidad, porque estamos hechos para la luz y no para las tinieblas.

Aquellos hombres eran un pequeño grupo misterioso de eruditos paganos que, desde Oriente, siguiendo la estrella, se dirigen al encuentro del Niño, el “rey de los judíos”. Se postran en tierra ante aquel que vislumbran más grande que Salomón y ofrecen sus ricos presentes, felices de poder regresar a sus tierras para hablar de esa estrella brillante enviada a los hombres por Dios.

Pero se les invita a seguir “otro camino”.

Un camino diferente a seguir. Inmediatamente, desde el principio, el Evangelio nos introduce en un tema que será fundamental: hay un camino diferente a seguir.

El propio Jesús, poco después de su nacimiento, fue llevado a Egipto, tras la visión del ángel que se apareció a José. Tenía que cambiar de dirección, no la del palacio de Herodes ni la que conduce a los sacrificios y al incienso del templo de Jerusalén. Le tocó tomar el camino de los fugitivos, de los exiliados, de los perseguidos de todos los tiempos.

Es el itinerario de quien deja lo conocido, lo que hasta ayer era tranquilizador, familiar, para afrontar lo desconocido, lo incierto, lejos de todo lo que ha quedado sedimentado por las experiencias pasadas y el olor a casa.

Son los caminos insólitos del Evangelio.

Así son los caminos del Evangelio. Son caminos inusuales. No los de la “sabiduría de este mundo”, sino los que experimentan los humildes. En primer lugar las calles de Nazaret, las callejuelas oscuras y malolientes de tierra batida y piedras, habitadas por gente que no cuenta, invisible para los que están en el poder. Son las personas que se ganan la vida día a día, personas que, como la mayoría de la humanidad, no dejan rastro de sí mismas. Pero no escapa a los ojos de Dios.

Y aquí mismo, en este pueblo desconocido al borde del imperio, Jesús vivió durante treinta años, niño, adolescente, hombre, en todo parecido a los demás.

Y después, de Galilea a Samaria y a Judea, estará siempre en camino de “pueblo en pueblo”, incansable.

Muchos caminos, recorridos por hombres y mujeres de todos los tiempos. Está el camino donde Jesús se encuentra con los primeros discípulos llamándolos a estar con él, el camino hacia la fiesta de Caná. Luego está el camino de los niños y el de los lirios del campo, el camino de la samaritana y el de la mujer adúltera. Y luego nuevamente el camino de los leprosos, los ciegos y los cojos, el camino de los amigos de Betania y el de Jericó en la casa de Zaqueo, para finalmente llegar a Jerusalén para recorrer el camino del Calvario.

También está el camino de regreso de los dos de Emaús.

Jesús se sale de los caminos trillados, supera las barreras de los prejuicios, abre nuevos horizontes mientras viaja con quienes encuentra y se une a sus compañeros de Emaús. Con ellos comparte la palabra y el pan, haciéndolos pasar de la desilusión a la esperanza, del sinsentido a lo que da sentido a todo.

Ahora los dos peregrinos regresan, abandonan el camino anterior, emprenden un nuevo camino para compartir con los Once la alegría de haber encontrado al Resucitado.

Es el camino de quien se da cuenta de que lo que había hasta ahora es estéril, embalsamado, no tiene vida.

Entonces decide emprender, peregrino nómada, hacia un nuevo horizonte, cansado de refugios obsoletos, de nichos demasiado protegidos, de lugares asfixiados, por “otro camino”, libre, para encontrarse con el Señor y permanecer con Él.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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La Revelación en un mundo convulso

Lunes, 6 de enero de 2025

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6.1.2025

La fiesta de la epifanía nos recuerda que la manifestación de Dios es una realidad accesible para todos. De hecho, el relato mateano (Mt 2,1-12) se refiere a magos que vienen de lejos siguiendo las señales inscritas en el cosmos. El relato sorprende porque justamente se trata de un texto mateano que es el más insistente en considerar a la tradición judía como base del nuevo acontecimiento salvador.

La revelación de la salvación es entonces universal y se manifiesta siguiendo los signos que son inteligibles para quienes los reciben. Los magos leen el cielo y sus cambios. La revelación entonces se ofrece en un lenguaje asequible y comprensible para ellos. Y, si para los magos la mediación está en el firmamento, para los principales sacerdotes escribas estará en las Escrituras. Cada uno sabrá interpretar los signos según sus propias mediaciones. Y más aún, no será necesario para recibir la revelación, ser mago experto en cosmología o un experto en religión o en interpretación de los sueños -como en el caso de pastores-, pero sí hará falta estar atentos, buscar e indagar en donde cada uno está y ponerse en camino.

Según el relato, los tres magos se dirigen en primer lugar a Jerusalén. Lo que les podía parecer evidente es que si tenía que nacer un rey había de tener conexión con el imperio, en este caso, con Herodes. Pero el rey mesías no está en los palacios ni en el templo. Está en Belén de Judea y en casa de una familia exiliada y más tarde perseguida.

El contacto con el poder de Herodes no quedará inocuo. Los magos han advertido al rey sobre la presencia del posible rey judío y Herodes tomará las riendas del asunto, incluido el asesinato de los varones pequeños de los judíos (acción que puede tener como causa política el debilitamiento de un pueblo creciente como en los relatos paralelos de Ex 2). La pobreza económica de la familia de Nazaret se unirá a la tragedia del pueblo y a su propio destino de migración, exilio.

La presencia mesiánica es descrita así como un catalizador de intenciones y como un disparador de los acontecimientos políticos. Todos la perciben a su manera porque no puede quedar oculta. Nadie quedará impasible. En el seno de un mundo convulso se revela siempre la presencia del mesías, para algunos como amenaza, para otros como germen de esperanza.

Paula Depalma

Fuente Fe Adulta

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La estrella y el camino de la verdad. Fiesta de Epifanía.

Lunes, 6 de enero de 2025

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Mt 2, 1-12

Parece claro que el presente texto es una construcción del evangelista, que le sirve para mostrar la dimensión universal del nacimiento de Jesús, como apertura o “epifanía”(manifestación) a todos los humanos, personificados en los “magos de Oriente”.

Con ello prepara el próximo relato –debido a la persecución de Herodes, los padres del niño huirán con él a Egipto–, en el que se hace presente la intención de Mateo de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés”que vendrá de Egipto para liberar a su pueblo.

Más allá de la intencionalidad del evangelista, el texto encierra un profundo simbolismo, cargado de sabiduría.

Todo empieza con una “estrella”. Es la luz interior (intuición, insight) la que desencadena el proceso de búsqueda y nos pone en camino. Puede aparecer de manera inesperada en cualquier momento y, con frecuencia, suele surgir en una situación de crisis que, al remover nuestros hábitos, hace que nos abramos a una dimensión más profunda.

En cualquier caso, se trata siempre de la voz del anhelo que nos habita, y que no es otra cosa que expresión de nuestra verdadera identidad que nos llama para “volver a casa”.

La estrella no tiene otra finalidad que la de conducirnos a “casa”. Pero apenas iniciamos el camino aparecen las dificultades: los apegos que no estamos dispuestos a soltar, las formas de funcionar que se nos han hecho habituales, el miedo a la incomodidad que supone todo cambio, el susto ante lo desconocido… y, en último término, la ignorancia básica que nos hace tomarnos por lo que no somos y nos mantiene en esa noria de insatisfacción que empieza y acaba en el yo.

El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos.

En efecto, el camino en el que nos introduce el anhelo es el camino de la verdad: la estrella siempre conduce a la verdad. Y sabemos o intuimos que la verdad nos va a desnudar de todo aquello que habíamos absolutizado. Por ese motivo es importante que nos preguntemos si realmente buscamos la verdad… o nos conformamos con cualquier sucedáneo.

Puede ser que afirmemos alegremente que deseamos la verdad y, sin embargo, nos embarquemos en el llamado “camino espiritual” buscando sencillamente bienestar, tranquilidad o seguridad, es decir, una situación que podamos controlar. Si es así, no será extraño que nos veamos zarandeados por la Vida y, antes o después, confrontados con la motivación real que mueve nuestra búsqueda.

¿Busco la verdad por encima de cualquier otra cosa o busco que se puedan realizar mis expectativas?

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

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Búsquedas y caminos

Lunes, 6 de enero de 2025

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Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. Epifanía.

    La fiesta de la Epifanía (manifestación) es un canto a la luz y a la alegría. “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”.

El relato de los Magos es crítico y alentador a un tiempo.

Crítico con una concepción estrecha y fanática de Pueblo de Dios; alentador de una visión universal y generosa de Pueblo de Dios.

Crítico

Ninguno de los que pertenecen al ámbito judío ha visto nada. Herodes, lo mismo que los sacerdotes y los maestros de la ley, y toda Jerusalén con él se llevan un susto de muerte al hablar del “rey de los judíos nacido en Belén”. (El poder siempre tiene miedo),

Alentador

Y es alentador porque quien ve la luz, la estrella son unos magos extranjeros, paganos, unos que no pertenecen al “partido oficial”, “a la iglesia”.

¿Habrá que estar en la periferia como dice el papa Francisco (con los pobres / pastores / magos) o en camino (los magos) para ver la luz?

Dios nos libre de quien cree poseer la verdad y no la busca como los magos.

02.- Hemos visto salir su estrella.

El relato tiene un doble movimiento y enfrentado:

02.1 Universalismo

Los magos -extranjeros- han visto salir la luz de la estrella en la noche de la vida. Los magos son gente extranjera: como los emigrantes, los que no son de nuestra nación, de nuestra cultura.

Por otra parte están los judíos, los “nacionales y autóctonos”, quienes que pretenden tener toda la verdad y todos los derechos.

    ¿Sigo la estela de la estrella?

02.2 El rey Herodes y el rey de los judíos.

    El rey Herodes está donde suelen estar los reyes y poderosos: en su palacio, en el poder.

    El rey de los judíos de momento está en un pesebre, al final de su vida Jesús le dirá a “otro rey”, Pilato, que Él es rey y el título de rey estará colgado en la cruz, en el calvario.

    En mi vida ¿de qué lado estoy? ¿de los poderosos, de los fuertes o de los pobres del evangelio?

03.- ¿Dónde está?

Los magos y Herodes buscan al niño.

Dos veces aparece en el evangelio de hoy la pregunta ¿Dónde está?¿Dónde está el rey de los judíos? /

La pregunta no es meramente local como cuando preguntamos dónde está tal persona o determinada calle.

Hay preguntas que tienen un calado más hondo.

  • Cuando unos padres un día hablan con su hijo adolescente despistado y le preguntan ¿dónde estás?, es evidente que no se trata de una cuestión geográfica.
  • Cuando uno mismo se pregunta en determinados momentos de la vida ¿dónde estoy? No es un asunto local.
  • Tras el asesinato de Aldo Moro en 1978, Pablo VI pronunció aquella oración en la que interpelaba a Dios: ¿Dónde estabas mientras asesinaban a este hombre?

En los mitos del origen, (Génesis) aparece ya está densa pregunta:

  •  Tras el mal uso de la libertad, Dios le pregunta a Adán ¿Dónde estás), (Gn 3,9).
  •  Cuando Caín mata a Abel, Dios le pregunta ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4,9).
  • Job en su desgracia se encara con Dios con una pregunta semejante a la del evangelio de los Magos: ¿dónde está Dios), (Job 20,7)
  • Job se pregunta: el hombre dónde estará a su muerte? (Job 17,15)
  • Ojalá si pudiera saber dónde hallar a Dios (Job 23,3 / 35,1).

¿Dónde me encuentro en la vida?, ¿dónde está Dios? Son cuestiones de hondo calado para la existencia humana.

    Quien busca en la vida la verdad, la libertad, la justicia, está en camino, tal vez es ya un creyente, quizás un cristiano anónimo que diría Rahner.

    La misma pregunta se puede hacer honesta o deshonestamente. Los magos y Herodes se hacen la misma pregunta, pero por motivos diversos y encontrados.

    El “hacia dónde” del ser humano es Dios.

03.1 Las estrellas.

estrella_belenAbraham vivió hacia el año 1950 a.C. Era un nómada, “era un arameo errante” (Dt 26,5): iba de aquí para allá con sus rebaños de ovejas, su familia, su gente. No tenía un sitio fijo para vivir. Por eso no tenían templo, ni casa, ni lugar estable. Dios estaba en el cielo, en las estrellas: Mira las estrellas… (Gn 15,5).

    Hay situaciones y etapas en la vida en las que un creyente ha de mirar al cielo, a las estrellas para encontrar a Dios, porque no parece estar en las instituciones socio-político-eclesiásticas. Tal vez es la actitud en la que hemos de vivir muchos de nosotros la Epifanía de este año: elevar nuestra mirada por encima de las mediaciones eclesiásticas para tratar de encontrarnos con Dios en las estrellas, en el seguimiento de la estrella, de la propia conciencia. En ocasiones es difícil intuir a Dios entre la cordillera de mitras…

    ¿Busco a Dios en el horizonte, en la transcendencia?

03.2 Encontraron al niño en un pesebre

    Claro que también podemos encontrar al Señor acostado en un pesebre o en una patera, o con su madre dormitando en unos cartones o cajeros automáticos.

Los magos no encontraron al rey de los judíos en Jerusalén. Allí estaba el rey Herodes, los sacerdotes, los fariseos y abogados, etc. Cristo está con toda seguridad en los pobres y débiles de la tierra. Dar limosna es una ofrenda al Señor, ayudar a un emigrante, a un enfermo es adorar al niño. ¿Veo a Dios en la debilidad, en los pobres y marginados?

En resumidas cuentas: puedo pasarme la vida criticando todo y a todos, pero ¿busco a Dios y sigo la estrella?

0.3.2.1. Vieron al niño: se llenaron de inmensa alegría

    La búsqueda de la verdad es siempre un camino, una preocupación, ¿qué he de hacer, por dónde tirar, cuál será la solución? Cuando tras una reflexión o un tiempo de discernimiento, de estudio; tras una conversación con un médico, con la familia, con un sacerdote, un psicólogo, un buen amigo uno halla la luz, al menos una dosis razonable de verdad, uno descansa, se llena de paz, de alegría.

03.2.2.- Volvamos a casa por otros caminos

    Los magos recibieron noticia en sueños de volverse a su casa por otro camino.

Herodes fue un rey, y todos llevamos un Herodes dentro de nosotros mismos, podemos tener temores de que nos quiten nuestra cota de poder.

    Cuando uno escucha a Dios se da cuenta de que los caminos de Herodes: del poder, del anquilosamiento y de no caminar, producen muerte (inocentes).

Como los magos:

Levántate y volvamos a casa por otro camino

 

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Hemos visto su estrella

Lunes, 6 de enero de 2025

375_0_estrella-belen-portada1Las narraciones de los evangelios de la infancia de san Lucas nos son entrañables. Pero, para sacarles su jugo cristiano, es necesario ahondar. De lo contrario podemos quedarnos en la mera superficie.

En este relato de aquellos chamarileros paganos que fueron en busca de un niño judío nacido en Belén tiene un papel muy importante la estrella: HEMOS VISTO SU ESTRELLA. La aparición de signos celestiales extraordinarios acompañando el nacimiento de una persona importante era cosa conocida en el tiempo. Una estrella acompaña el nacimiento de Jesús. Tal es así que ese signo ha sido el más empleado para indicar la Navidad.

¿Qué significa la estrella? Que ese a quien acompaña, Jesús, está conectado a Dios y que quien ve el signo en el cielo, nosotros, estamos también llamados a conectarnos con Dios. Siempre se ha preguntado la persona creyente: ¿está Dios con nosotros o no está? ¿Nos lleva Dios en su mano o no nos lleva y estamos solos y abandonados? El signo de la estrella dice en su lenguaje simbólico: tu vida y Dios pueden estar conectados.

¿Cómo conectarnos con Dios hoy?

· Cuanto más humano, más conectado: la inhumanidad nos desconecta; el comportamiento humano nos conecta. Si te descubres inhumano, estás desconectado; si, por el contrario, has sido humano durante el día, estás conectado.

· Cuanto más bondadoso, más conectado: si eres bueno y crees en la bondad, más conectado; si piensas que el mal es más fuerte que el bien y no te plantas ante él, más desconectado.

· Cuanto más compasivo, más conectado: si encuentran en ti eco las heridas humanas, si te acercas y das algo de apoyo y consuelo, si te echas al hombro al caído, más conectado; si das un rodeo y pasas de largo, más desconectado.

Días pasados asistíamos a la inauguración de la catedral de Notre Dame de París. Una hermosura que nos causa, a la vez, una perplejidad: ha costado 700 millones de euros, una enorme suma. ¿Qué nos pasa a los humanos que nos unimos rápidamente para restaurar una obra de arte y nos cuesta tanto unirnos para restaurar la vida de los humildes? ¿Se conecta uno con Dios cuando se entra en ese maravilloso templo o cuando tiende la mano a uno que anda mal?

Ha pasado la Navidad. Quizá hemos estado distraídos con su jolgorio. Tenemos un año por delante para conectarnos con Dios. Tendremos muchas ocasiones para ello. No las desaprovechemos y recordemos lo dicho días atrás: Dios acontece cuando un mortal ayuda a otro. Esa es la mejor estrella para conectarse con Dios.

Fidel Aizpurúa Donazar

6 de enero de 2025

Fuente Fe Adulta

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“ Epifanía: otra imagen de la Navidad”, por Gabriel Mª Otalora

Lunes, 6 de enero de 2025

IMG_9352De su blog Punto de Encuentro:

Partiendo de la base que la fiesta de los Reyes Magos (Epifanía) es parte sustancial de la Navidad, aprovecho para resaltar aspectos que no quedan resaltados suficientemente por el envoltorio glamuroso de los regalos en esta fecha tan singular. Miro la Natividad en su conjunto, y lo que veo es que alrededor del pesebre y el Niño, están María, José, un par de animales (según cuentan los evangelios apócrifos)… y una serie de personajes, todos ellos impuros, bien por su profesión, en el caso de los pastores; bien por ser extranjeros los magos de Oriente… en el caso de que históricamente existieran.

Pero el mensaje es claro: el Niño Dios, Emmanuel,  nació en una cueva que servía de establo, y tuvo por toda compañía a personas que religiosamente se les consideraban excluidas por ser impuras. Casi tanto como a los leprosos según aquella escala de exclusiones. En Israel había una larga lista de “oficios impuros” que despreciaban y excluían a quienes los ejercían. En la lista estaban los pastores y asimilados (los arrieros de asnos, los camelleros, los cocheros), así como los marineros. Oficios especialmente vilipendiados porque se entendía que llevaban por sí mismos a la maldad.

Por lo tanto, lo que aquél niño representaba era todo lo contrario: la apertura fraterna a todos y para todos, ampliando el pueblo elegido a la humanidad toda, sin que tenga espacio religioso la exclusión purista a los extranjeros por este nuevo concepto de fraternidad universal. Y en segundo lugar, la impureza solo cabe dentro del ser humano, no en razón de la profesión, el sexo o cualquier otro atributo. Nada externo al ser humano puede hacerlo impuro. Lo que realmente hace impuro es lo que sale del corazón, resalta el evangelista Marcos (7,15). La diversidad, por tanto, debe ser respetada, asumida e integrada porque son espacios sagrados ante la uniformidad excluyente. Jesús va lejos cuando comienza a predicar al ponerse de ejemplo como “el buen Pastor” y elegir entre sus discípulos a varios marineros… de profesión también impura.

Una llamada de atención “intra muros”, ahora que tanto cristiano se rasga las vestiduras de pura intransigencia en cuanto el Papa Francisco se acerca a las periferias, como así parece indicar todo el Mensaje de los evangelios. Jesús de Nazaret, él mismo fue uno de esos impuros al nacer en un pesebre, es decir, el recipiente donde comen los animales. Y doblemente impuro porque sus padres también lo fueron al acoger y agradecer la alegría de los pastores en lugar de ahuyentarles; María y José entraron así en el círculo de la impureza, a ojos de cualquiera que se sintiera judío cumplidor de la Ley.

En todo ello resalta la humanidad por encima de la legalidad, e incluso de la ejemplaridad, tantas veces revestida de hipocresía -duramente criticada por el propio Jesús. Miremos, pues, la Navidad con otros ojos más inclusivos; admiremos de la audacia de la Encarnación ocurrida de manera inimaginable, rompedora por lo radicalmente inclusiva, difícil de asimilar también entre nosotros; en suma, difícil de practicar el espíritu navideño que atesora. Pero maravillosa Buena Noticia porque ¿Quién no se ha sentido alguna vez excluido?

Feliz jornada entrañable de “los reyes Magos”, y todavía mejor propósito de vivir el espíritu inclusivo y fraterno de la Navidad entre nosotros… durante todo el año. Ojalá así sea, al menos para que se nos note que creemos y acogemos en nuestra vida la Buena Noticia, la Plenitud, el gozo de sentirnos amador por Dios, da igual lo que nos hagan o cómo nos sintamos. Laus Deo.

 

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