Tiempo de despertar.
«Pero viene uno más poderoso que yo que os bautizará en Espíritu Santo y fuego»
La Navidad es una de las dos cumbres del calendario litúrgico y viene precedida de un tiempo de preparación para celebrarla mejor; el Adviento. Pero una celebración será importante para mí en la medida en que lo sea el hecho que se celebra, y cuanto más lo sea, más me afanaré en prepararla bien. Por tanto, me importará preparar bien la Navidad si lo que ocurre en ella es importante; y si no, no.
Pero ¿qué ocurre en Navidad?…
En Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, su aniversario; podríamos decir que celebramos su cumpleaños, pero Jesús murió hace mucho tiempo y nadie celebra el cumpleaños de los muertos. Si lo seguimos celebrando es porque no está muerto, sino tan vivo en nosotros que lo consideramos parte de nuestra vida; porque la llegada de Jesús es algo que sucedió y que sigue sucediendo. Pero, ¿qué importancia tiene Jesús en mi vida? …
Jesús es importante para mí porque es el que da sentido a mi vida. Porque en Jesús he descubierto que Dios no es un arcano inaccesible, sino que es Abbá, la madre que me acompaña en esta vida y me espera al otro lado de la muerte. En Jesús hemos sabido que la mejor forma de vivir es perdonando, compartiendo, compadeciendo, ayudando, sirviendo, trabajando por la paz y la justicia… y de Jesús hemos recibido una misión: ser sal, ser luz, ser semilla, ser levadura… para que el mundo tenga sabor, para que no camine en tinieblas, para que dé buena cosecha; para que de buenos frutos.
Jesús es para nosotros, los cristianos, presencia de Dios salvador en el mundo, y al encontrarnos con él, nos estamos encontrando con Dios mismo. Y desde esta perspectiva, la Navidad cobra toda su importancia. Estamos celebrando que Dios ha apostado por nosotros, es decir, que la aventura humana —la mía en particular y la de del conjunto de la humanidad en general— tiene sentido, que nuestra vida es mucho más de lo que ven los ojos, que está pensada por Dios y que nuestro destino no es morir, sino Vivir.
Como decía Ruiz de Galarreta: «La venida histórica de Jesús marcó una encrucijada para el pueblo de Israel, y también es una encrucijada para nosotros. Hay que elegir entre conformarse con esta vida, con sus valores y sus satisfacciones, y resignarse a morir… o no conformarse, fiarse de la Palabra de Jesús y aspirar a más, a más vida, a otros valores que el orín no puede corroer». Por eso, nosotros, la Iglesia, aprovechamos todos los años la Navidad para que Jesús vuelva a nacer con más fuerza en cada uno, para que conociéndole mejor, aceptándole más, creyendo más en él, nuestra vida se vaya trasformando todos los días a mejor.
El Adviento es por tanto tiempo de despertar si nos habíamos dormido, de avivar nuestra fe. ¡Viene el Señor! ¡Qué alegría! Dios está con nosotros, es nuestro aliado y nunca nos abandona.
Miguel Ángel Munárriz Casajús
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Fuente Fe Adulta
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