13/12/2024 Pregón-Vigilia de San Juan de la Cruz, desde Córdoba (Argentina)
Del blog de Xabier Pikaza:
Ayer publiqué una nota sobre la Ballena que tragó a Juan de la Cruz, en la Cárcel Calzada de la Iglesia imperial de Toledo donde estuvo encerrado mucho tiempo, como él escribe más tarde a una amiga monja. Logró salir como el profeta antiguo y se fue hacia Nínive/Andalucía, como Jonás, a proclamar su evangelio de libertad.
Hoy, vigilia de su fiesta, me han encargado su pregón las Hermanas del Convento antiguo de Córdoba de la Nueva Andalucía, como indica el programa (hora 19, Argentina; hora 23 España). El convento fue fundado y costeado por uno de los “cepedas”, sobrino/nieto de Santa Teresa, de aquellos que fueron a América para acallar hambre, sentar plaza y hacer fortuna.
Allí queda el convento, allí siguen las hermanas, creando espacio de oración y acogido. Así me acogieron un día, invitándome a su oración y a su mesa. Así me honran este año, invitándome a proclamar por zoom el pregón y vigilia de San Juan de la Cruz.
El tema será el mismo de la postal de ayer, con una semblanza tomad de mi Diccionario de Pensadores (en la portada va una imagen de Juan de la Cruz).
Felicidades a todos, en primer lugar a las hermanas/amigas del convento de Córdoba, buen día de fiesta de San Juan del Adviento (la Virgen preñada ya va de camino) para todos
| X. Pikaza
Juan de la Cruz(1542-1591).
Teólogo y místico católico , de la Orden del Carmen Descalzo. Nació entre Ávila y Salamanca y acompañó a Teresa de Jesús en la reforma del Carmelo, ocupando cargos de responsabilidad. Había estudiado humanidades en el Colegio de la Compañía de Jesús de Medina del Campo y Teología en la Universidad de Salamanca. Por su experiencia personal, expresada en una intensa obra poética y en comentarios de tipo teológico, es quizá el mayor poeta y testigo del amor cristiano en la tradición de occidente. En su vida y obra confluyen diversas tendencias.
Su pensamiento tiene un fondo bíblico judío, de manera que puede aparecer como un comentario al Cantar de los Cantares; algunos de sus elementos se inspiran en la tradición platónica, tal como ha sido recreada por los renacentistas italianos e hispanos de los siglos XV y XVI; pero, en un sentido escrito, es un contemplativo cristiano, alguien que ha traducido la experiencia de la encarnación y la pasión del Dios en Cristo en símbolos de amor.
En un sentido muy precisos, Juan de la Cruz (=SJC) es el mayor de todos los pensadores cristianos. Por eso quiero dedicarle cierta extensión (Juan de la Cruz: Fila 4, 2º por izda)
- Vida y obra. Nace en 1542, Fontiveros (Avila) y queda pronto huérfano de padre. Su madre, tejedora de oficio, sin protección familiar ni dinero, busca trabajo en Arévalo (1548) y Medina del Campo (1551), rica ciudad de Castilla. Así conoce la estrechez y pobreza rigurosa de los pobres de su tiempo. Del 1559 al 1563 trabaja en el hospital de infecciosos (de enfermedades venéreas) de Medina, entrando así en contacto con la miseria y dureza de la vida. Al mismo tiempo cursa humanidades en el Colegio de la Compañía de Jesús, uno de los centros más prestigiosos de cultura humanista y literaria de su tiempo. Conoce a los clásicos latinos, se familiariza con la poesía renacentista.
- El año 1963, ingresa en la Orden de los Carmelitas, en Medina (1963), con el nombre de Juan de San Matías. Estudia en la Universidad de Salamanca, donde es delegado de estudiantes, interesándose por la espiritualidad y teología bíblica más que por la escolástica. Abandona la Universidad sin acabar los estudios. Se ordena presbítero (1567) y encuentra a → Teresa de Jesús, aceptando su Reforma de la Orden del Carmen, para iniciar así la nueva rama de los Carmelitas Descalzo, el año1568, en Duruelo y Mancera, dos lugares apartados, junto a Peñaranda (Salamanca), siendo después maestro de novicios y rector en Alcalá de Henares.
De 1572 a 1577 es Confesor del Monasterio de la Encarnación de Ávila, donde Teresa de Jesús es superiora. Realiza una intensa función de maestro y director espiritual, especialmente de religiosas. El año 1577, acusado de falta de obediencia contra la Orden de los Carmelitas (Calzados) y contra la Iglesia, es recluido en una cárcel conventual de Toledo, de donde se evade a los ocho meses. Vive allí sus más hondas experiencias de amor en soledad y las recoge en sus poemas, especialmente en el Cántico Espiritual, que expresan su madurez personal y le permiten realizar su tarea de maestro de almas.
Se escapa de la cárcel y del año 1578 al 1590 ejerce, como Prior o Rector de los conventos de Jaén, Baeza, Granada y Segovia y como Definidor de los Descalzos, viajando por las dos castillas, Andalucía y Portugal. Comenta sus poemas y escribe tres libros de iniciación y dirección espiritual, que después indicaré.
Culminada básicamente su producción literaria en 1586, tras haber realizado una obra muy intensa de dirección espiritual y de organización de la Reforma del Carmelo, SJC cae en desgracia ante las nuevas autoridades de la Orden, siendo relegado por los superiores, que quieren apartarle de los centros de influjo, destinándole para la fundación de México. Pero no logra embarcar, pues muere antes en Úbeda (Jaén), el 14 de diciembre de 1591, a los 49 años, pidiendo que le lean en su lecho de muerte Cantar de los Cantares.
(comunidad del convento de Cepeda, Córdoba/Argentina, comunidad movida, comunidad amiga, que quiere compartir con vosotros la vigilia de San Juan de la Cruz).
Los libros de SJC nacieron de su experiencia personal y de su contacto con personas a quienes dirigía y, en general, aparecen como un comentario de sus versos. Había escrito y divulgado también otros poemas significativos, por su contenido teológico o espiritual (Romance de la Trinidad, El Pastorcico, La Fonte, Super Flumina Babylonis); pero sólo comentó por extenso tres de ellos, porque le parecían más significativos o porque así se lo pidieron las personas de su entorno:
a. La Subida y La Noche empiezan siendo comentarios paralelos de las ocho estrofas del poema En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamada…
Pero en un caso y en otro, SJC olvida pronto los versos y escribe de hecho un tratado (en dos partes o dos libros) sobre el proceso de purificación de aquellos que quieren encontrar a Dios, esto es, ascender (ser elevados) hasta su presencia.
b. El Cántico Espiritual comenta las 39 (CA) o las 40 (CB) estrofas del poema del mismo nombre, donde SJC ofrece una versión nueva del Cantar de los Cantares de la Biblia, en la que se expresa como poeta y analista, creador y hermeneuta del amor enamorado. Siguen influyendo en esta obra las negaciones de Subida y Noche, pero ellas son ahora un presupuesto o medio. Lo que importa es el encuentro de amor.
c. La Llama de Amor Viva, que expone y comenta cuatro canciones que empiezan Oh llama de amor viva, / que tiernamente hieres…, es la obra teológicamente más honda de SJC y en ella muestra que al fin sólo importa y queda Dios, como fuego interior que consume y consuma la vida de los hombres. Desaparecen las restantes referencias: no hacen falta purificaciones ni caminos largos. El fuego de Dios lo llena todo.
Éstos son los libros. Parecen escritos al azar y, sin embargo, ofrecen una poderosa visión de conjunto de la experiencia de un hombre que ha descubierto y cultivado el amor de Dios en la experiencia del amor humano. SJC es poeta de ese amor. Pero, siendo poeta, es también hermeneuta: no sólo dice y despliega en amor su experiencia, sino que la interpreta, desde su visión del cristianismo (de la Biblia) y la cultura de su tiempo.
SJC vive en una época de crisis humana y religiosa, al interior de la gran aventura imperial y colonial de la corona española. Pero esa aventura no le importa, ni tampoco las luchas de católicos contra protestantes en Europa, ni la gloria externa de la Iglesia católica. Sólo le importa una cosa: que hombres y mujeres aprendan a querer a Dios y que se quieran.
Ciencia de amor: Dios y los hombres. Este SJC, cantor supremo del amor en occidente, fue un castellano del siglo XVI pero sus versos pueden comentarse desde la perspectiva más amplia de la cultura moderna, que más que amor ha buscado poder y dinero, poniendo de esa forma en riesgo la hondura y verdad de la existencia humana. SJC fue poeta y así expresó su amor en versos, como testigo de una experiencia intensa de iluminación y unidad afectiva que le vincula con una determinada tradición religiosa y antropológica (Cantar de los Cantares, neoplatonismo…). Pero, al mismo tiempo, fue un teórico (un teólogo) y escribió los comentaros a sus versos, situándolos también en el trasfondo de la filosofía y teología de su tiempo.
SJC ha evocado a Dios con experiencia y cantos de amor humano. No demuestra su existencia, ni define su esencia con argumentos. No razona ni arguye, hace algo previo y más hondo: avanza en el camino del amor, para cantarlo con palabra y melodía emocionada, ofreciendo a quienes quieran escucharle el más sincero y bello testimonio de su propio recorrido. Así proclama su amor a Dios con versos y razones de dos enamorados, que descubren y recrean el camino de la naturaleza y de la historia, como si en ellos y por ellos viniera a sustentarse (y se sustenta) el universo.
Mirados en una línea abstracta, en perspectiva de naturaleza, los dos amores (divino y humano) podrían separarse, de manera que lo atribuido a uno debería sustraerse al otro, conforme a una ley de oposiciones. Pero, en un plano concreto, de encuentro personal, los dos amores se identifican, de forma que no se puede hablar de dos realidades separadas, sino de un mismo y único despliegue afectivo, de un itinerario de búsqueda, entrega y comunión en Cristo, gran enamorado (Amado y Amante, según las perspectivas), que es el primer protagonista del Cántico.
Por eso, en su raíz, no existen dos amores sino un amor profundo donde se encuentran y vinculan (identifican) Dios y el hombre, sin dejar de ser distintos.
- Siendo amor en sí, Dios integra y ama a los hombres en su mismo amor divino (paterno), por Jesús, el Cristo, a quien en esa perspectiva se suele llamar Hijo, siendo, al mismo tiempo, Amado.
- Amando a Dios, su Realidad más honda, los hombres han de amarse unos a otros, de tal forma que compartan así la Realidad divina, en su misma comunicación y acogida personal (en el Espíritu divino). Jesús es “hombre y Dios al mismo tiempo”, una única persona, no por suma de elementos sino por unificación y encuentro enamorado.
Amor y vida humana.
SJC no ha sido un filósofo profesional, sino un testigo del amor humano, que se sitúa y nos sitúa en el comienzo de la modernidad, en el camino que va del Renacimiento a la Ilustración. Por eso podemos concederle un lugar entre los forjadores teóricos de esa modernidad (Descartes y Hegel, Kant y Nietzsche), que ha desembocado en el sistema de teoría y acción que hoy omina sobre el mundo.
SJC estuvo inmerso en una cultura y una época pasada, de la que nos sentimos, en parte, separados, pues vivió y murió antes de la gran revolución intelectual y social, que ha desembocado en nuestro sistema neo-liberal y capitalista. Pero, al mismo tiempo, él es nuestro contemporáneo, uno de esos hombres que han marcado y seguirán marcando nuestra historia por situarse en el cruce de los grandes caminos de la vida, allí donde empezaban a expresarse ya los rasgos de la modernidad racionalista, capaz de conquistar el mundo, pero huérfana de amor y comunión personal. En ese fondo emerge él, como testigo y portador de una experiencia universal, que se expresa en aquellos que, fundándose en Jesús, vinculan la mística de unión con Dios y el ejercicio del amor enamorado.
Fue un hombre des-mesurado en el sentido radical de la palabra, tanto en sus negaciones (por su rechazo de una racionalidad discursiva que pretende conocerlo y dominarlo todo) como en sus afirmaciones (por su búsqueda de amor ilimitado). Pero superando las medidas ordinarias, él ha podido revelarnos la más honda medida del amor cristiano, llevándonos más allá de una racionalidad discursiva y dominadora, instrumental y egoísta, que nos acabaría destruyendo, para situarnos ante el Dios de ls Vida que es amor.
Ciertamente, el camino enamorado del Cántico de SJC no es el producto de ningún proceso político o moral, ni siquiera religioso (en el plano institucional), sino una revelación originaria de la Realidad más honda, esto es, del mismo ser divino. En ese sentido decimos que pertenece al Ser originario, que es Salud-salvación, no al nivel de los entes objetivos, que pueden organizarse de un modo instrumental. Desde ese fondo empezaremos hablando de los dos niveles de ese amor salvador, que es intimidad con Dios y es comunión interhumana.
- Dos amores, un Amor de fondo
Enamoramiento interhumano. El Cántico de amor se mueve básicamente en dos niveles o registros: a. el registro del amor humano entre dos enamorados; b. el nivel del amor enamorado del hombre (= alma) hacia Dios. Los dos planos se implican, como en la encarnación de Cristo, de tal manera que todo en ese amor es divino, siendo todo humano. El mismo proceso de enamoramiento de dos hombres presenta, según eso, un carácter mesiánico y escatológico, viniendo a presentarse como revelación de amor divino, principio fundador y meta de toda realidad.
Así hablamos de enamoramiento humano y de intimidad divina. Este es el principio de toda alternativa cristiana: sin amor de Dios y/o enamoramiento personal, hombres y mujeres corren el riesgo de volverse máquinas de un sistema de producción y consumo, destruyéndose a sí mismos. El amor humano de dos enamorados constituye el registro de base en el que se mueve el Cántico en cuanto poema, que asume y recrea de algún modo los cantos de amor de la historia de la humanidad (desde la perspectiva de occidente), tal como culminan de algún modo en el Cantar de los Cantares de la Biblia.
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