Reflexión Adviento Mujeres Lesbianas
| Luz Estela -Lucha- Castro
Amado Jesús,
En este tiempo de espera por tu nacimiento, comparto contigo una reflexión que hice este Segundo Domingo de Adviento, inspirada por mi sobrina Brenda y su esposa Daniela, dos mujeres jóvenes y valientes que han desafiado las estructuras patriarcales para vivir plenamente su amor. Ellas me recuerdan que el Adviento no solo es un tiempo de espera, sino también de esperanza activa, donde somos llamadas y llamados a preparar caminos de justicia, inclusión y amor.
El Evangelio de este domingo (Lucas 3, 1-6) nos invita a “preparar el camino del Señor”. En este contexto, pienso en Brenda y Daniela y en todas las mujeres lesbianas que han enfrentado obstáculos para vivir su verdad. Para ellas, este llamado es profundamente significativo, porque preparar el camino implica derribar las montañas de prejuicio, incomprensión y rechazo que han enfrentado, tanto en la sociedad como en la fe.
Cuando el Evangelio dice “toda montaña y colina será rebajada”, lo interpreto como un llamado a desmantelar las estructuras de opresión que han intentado invisibilizar el amor entre mujeres. Rebajar estas montañas es un acto de justicia, un compromiso de hacer que nuestras comunidades sean lugares donde todas las personas puedan vivir con dignidad y plenitud, sin importar a quién amen.
“Lo tortuoso se hará derecho”. Este versículo me invita a reflexionar sobre las narrativas que han distorsionado la imagen de las mujeres lesbianas en muchos espacios, incluyendo la Iglesia. El Adviento nos llama a enderezar esos caminos, a reconocer que el amor entre Brenda y Daniela —y entre tantas otras— es un reflejo del amor divino. Vivir desde la verdad y hablar desde el corazón es un acto de fe y esperanza que desafía los prejuicios y transforma nuestras relaciones.
Finalmente, el Evangelio concluye con un mensaje de inclusión radical: “Todos los hombres y mujeres verán la salvación de Dios”. En esta frase encuentro la promesa de que el Reino de Dios es un lugar donde nadie queda fuera. Para mí, Brenda y Daniela son testigos de esa salvación: su amor y su lucha por ser vistas y reconocidas son señales de la presencia de Dios en medio de nosotros.
Pienso en cómo el amor valiente de estas dos jóvenes puede inspirarnos a construir caminos de justicia y reconciliación. En este tiempo de Adviento, estamos llamados a prepararnos no solo para la llegada de Cristo, sino para construir un mundo donde el amor, en todas sus formas, sea respetado y celebrado.
Que este Adviento nos anime a ser artesanas de paz y constructoras de un Reino donde el amor, en todas sus formas, sea motivo de celebración. Porque allí, en el amor auténtico, habita siempre tu presencia.
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