“ Dignidad, género y LGBT+: perspectivas posibles”, por Luís Corrêa Lima, SJ
En un artículo de opinión para Contém Amor, el padre Luís Corrêa Lima, SJ, líder de los ministerios LGBTQ+ de Brasil, reflexionó sobre Dignitas Infinita, afirmando la defensa de los derechos humanos del documento del Vaticano y cuestionando algunas de sus afirmaciones sobre el género. Dijo que la declaración muestra que “hay una historia importante de cambio y evolución de la doctrina dentro de la Iglesia”, como su afirmación de la libertad religiosa, que la iglesia una vez condenó. Al señalar que, a pesar de las afirmaciones de los líderes de la iglesia, no hay una explicación unificada y completa similar a una teoría sobre el género, el sacerdote rechaza “un modelo binario simplista”. A continuación, el artículo:
La Declaración Dignitas Infinita (DI), del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (aquí), aborda la dignidad humana y los derechos humanos, incluidas sus graves violaciones. Los temas son amplios, la pobreza, la guerra, los migrantes, la trata de personas, el abuso sexual, la violencia contra las mujeres, el aborto, la pena de muerte, la eutanasia, las personas con discapacidad y la violencia digital. Los temas más comentados fueron las críticas a la teoría de género, el llamado cambio de sexo y la maternidad subrogada, también conocida como gestación subrogada altruista.
El documento reconoce que la lista de temas elegidos no es exhaustiva, sino que pretende expresar el pensamiento sobre la dignidad humana que surge del Evangelio, sin agotar algo tan rico y decisivo. La Iglesia tiene la profunda convicción de que la evangelización no puede separarse de la promoción de una vida digna, porque el ser humano, creado por Dios y redimido por Jesucristo, debe ser tratado con amor y respeto debido a su dignidad inalienable.
Se presentan de forma concisa los pensamientos de los Papas sobre estos temas. Un elemento novedoso e importante es el llamado a la despenalización de la homosexualidad, ya que encarcelar, torturar y matar a personas por su orientación sexual es contrario a la dignidad humana.
En cuanto a la teoría de género, se expresan fuertes desacuerdos sobre su supuesta intención de borrar las diferencias humanas para hacer a todos iguales, negando incluso la diferencia sexual. Sobre esta teoría, cuya validez científica es ampliamente debatida dentro de la comunidad de expertos, la Iglesia afirma que la vida humana, en todos sus componentes físicos y espirituales, es un don de Dios que debe ser recibido con gratitud y dedicado al servicio del bien. Querer disponer de uno mismo, como supuestamente prescribe la teoría de género, sin considerar la vida humana como un don, es sucumbir a la antiquísima tentación de los humanos de volverse como Dios, compitiendo con el verdadero Dios de amor revelado en el Evangelio.
El cuerpo humano comparte la dignidad de la imagen de Dios. Esto debe recordarse especialmente cuando se trata del cambio de sexo. Estamos llamados a cuidar nuestra humanidad, aceptándola y respetándola tal como fue creada. Por tanto, según la Declaración, “toda intervención para cambiar de sexo corre el riesgo de amenazar la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción”. Esto no se aplica a las personas con anomalías genitales desde el nacimiento o la infancia (personas intersexuales), para las que las intervenciones para resolver dichas anomalías no constituyen un cambio de sexo (DI, n. 60).
La teoría de género es, en efecto, ampliamente debatida entre los especialistas. En realidad, no existe una explicación unificada y completa que se asemeje a una teoría. Hay estudios que relacionan el sexo anatómico, el autoreconocimiento como hombre o mujer, los roles de género y la orientación sexual. El denominador común de estos estudios es que no siempre existe una coherencia necesaria entre el sexo asignado al nacer, el reconocimiento y la experiencia de la propia identidad como hombre o mujer, y el deseo y la práctica sexual. No se debe asumir que todos los hombres y mujeres son cisgénero (se identifican con el sexo asignado al nacer) y heterosexuales, según un modelo binario simplista. Existen personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero (o simplemente trans) y otras como las personas intersexuales, representadas en el acrónimo LGBT+, que refleja la compleja diversidad humana relacionada con la orientación sexual y la identidad de género. Tampoco se deben ignorar las diversas formas de discriminación y violencia que muchas veces oprimen y devastan a estas personas.
Existen investigaciones neurocientíficas que indican que la biología de la sexualidad no se limita a los genitales y la anatomía. Sin desestimar la interacción de factores psicosociales, el cerebro juega un papel importante en la identidad de género y la orientación sexual. En el caso de las personas transgénero, el cerebro y la autopercepción no se corresponden con los genitales y el resto del cuerpo. Una persona puede sentirse hombre en un cuerpo de mujer o sentirse mujer en un cuerpo de hombre. Esta incongruencia se denomina disforia de género, que causa malestar y muchas veces conduce a la angustia y la depresión. En este y muchos otros casos, se debe reconocer que ser LGBT+ no es una elección personal ni una opción individualista.
Judith Butler, reconocida investigadora en estudios de género, afirma que no es tan importante producir nuevas formulaciones de género, sino más bien construir un mundo donde las personas puedan vivir y respirar dentro de su propia sexualidad y género. Para ella, es necesario que se reconozca la complejidad existente y que se elimine radicalmente el miedo a la marginación, la patologización y la violencia (aquí).
Desde esta perspectiva, por tanto, no se trata de anular las diferencias humanas y sexuales, ni de deshacerse de uno mismo sin considerar la vida humana como un don divino. Al contrario, se trata de reconocer debidamente estas diferencias que son constitutivas de todo ser humano. Para quien cree en Dios, esto forma parte de su creación. La reasignación de sexo sí atenta contra la dignidad humana. Sin embargo, el procedimiento de transexualización en una persona transgénero, cuyo objetivo es la reasignación sexual para corregir una disforia de género existente, es algo diferente. Puede ser tan necesario como la intervención en personas intersexuales.
El Papa Francisco ha tenido varios encuentros con personas LGBT+. En uno de ellos, Alessia Nobile, una mujer trans que ha completado su transición, le regaló un libro en el que cuenta su propia historia de vida. El título es La niña invisible (La bambina invisibile), que representa acertadamente la lucha de muchas personas trans antes de su transición. El Papa tomó el libro y le dijo: “Genial. Hiciste muy bien en escribir tu historia”. A continuación, aconsejó a Alessia que siempre sea ella misma, pero que no se deje llevar por prejuicios contra la Iglesia (aquí).
Para evitar prejuicios contra la Iglesia e incluso dentro de ella, hay que recordar que las personas transgénero que han completado su transición pueden ser bautizadas, convirtiéndose sacramentalmente en hijos de Dios y miembros de la Iglesia. También pueden servir como padrinos para el matrimonio y el bautismo. En la doctrina de la Iglesia católica, tal como se expresa en el Concilio Vaticano II, existe un orden de importancia entre sus enseñanzas llamado jerarquía de verdades. Según la conexión de cada enseñanza con el fundamento de la fe cristiana, algunas son más importantes que otras porque están estrechamente vinculadas a este fundamento. El mismo Jesús, al hablar de moral, indicó cuál es el mandamiento más grande y cómo deben ser reconocidos sus discípulos entre los hombres.
Es necesario considerar la jerarquía de verdades también en relación con las personas LGBT+. Cuando se le pregunta qué es lo más importante que estas personas necesitan saber sobre Dios, la respuesta del Papa Francisco es: “Dios es Padre y no rechaza a ninguno de sus hijos. Y el “estilo” de Dios es “la cercanía, la misericordia y la ternura”. Por este camino, se encontrará con Dios” (aquí). Es necesario tener este sentido de prioridad, sin el cual se corre el riesgo de encarcelar a las personas en cuestiones secundarias y apagar el Espíritu.
Dignitas Infinita pretende con razón expresar, sin agotar, el pensamiento sobre la dignidad humana que brota del Evangelio. Reafirma el derecho fundamental a la libertad religiosa. Saluda la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su 75º aniversario. Recuerda la posición de Juan Pablo II a favor de la igualdad entre los cónyuges en el derecho de familia. En todo esto, hay una historia importante de cambio y evolución de la doctrina dentro de la Iglesia.
En el pasado, la libertad religiosa para los no católicos se consideraba inaceptable y, por lo tanto, se suprimía duramente. A principios del siglo XX, el Papa Pío X afirmó que los humanos no nacen completamente libres e iguales en dignidad y derechos, sino que se dividen en príncipes y vasallos, nobles y plebeyos, sabios e ignorantes. Décadas después, Pío XI enseñó que la sujeción de la mujer al marido es una ley firmemente establecida por Dios, esencial a la familia, y por tanto no es lícito subvertirla o perjudicarla en ningún tiempo ni lugar.
Es muy positivo que todo esto haya cambiado y que este proceso pueda continuar. Un pensamiento que nace del Evangelio no debe ser inmutable como un fósil, sino releer el propio Evangelio a la luz de la cultura contemporánea y del mundo, atento a sus oportunidades y límites. El género y la dignidad humana necesitan relacionarse de tal manera que haga resplandecer el rostro de Dios, que es Padre y no reniega de ninguno de sus hijos LGBT+.
Luís Corrêa Lima es sacerdote jesuita, profesor de la PUC-Rio y autor del libro “Teología y LGBT+: perspectiva histórica y desafíos contemporáneos”.
Fuente Contém Amor
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