Un asiduo visitante de esta comunidad virtual nos comparte esta reflexión surgida de la serie Heartstopper:
Hace ya un buen tiempo que vengo siguiendo a Heartstopper, una serie que se estrenó en 2022, basada en la novela gráfica de Alice Oseman. La historia gira en torno a dos jóvenes, Charlie Spring y Nick Nelson, quienes asisten a una escuela secundaria masculina. Charlie, es abiertamente gay, ha sufrido bullying en el pasado por su orientación sexual. A pesar de estos desafíos el sigue siendo un chico sensible, reflexivo y valiente, rodeado y hasta sostenido por sus amigos más cercanos. Nick, por otro lado, es un muchacho popular, amable, y parte del equipo de rugby del secundario, inicialmente percibido como heterosexual.
A lo largo de la primera temporada, se va desarrolla la amistad entre ambos, que pronto con el pasar del tiempo comienza a transformarse en una relación más profunda. La historia aborda la experiencia de Nick descubriendo su propia bisexualidad, y el viaje de ambos personajes hacia el autoconocimiento y la autoaceptación. En este proceso, los espectadores son testigos de los sentimientos de confusión, miedo, euforia y alegría que surgen en sus corazones, reflejando el valor y la importancia de aceptar el amor verdadero en todas sus formas.
Las siguientes temporadas continúan profundizando en las vidas de Charlie,Nick y sus amigos, mientras navegan por las complejidades de las relaciones adolescentes, como la aceptación social, el respeto por uno mismo, la salud mental y las presiones familiares y académicas.
En la segunda temporada nos adentramos en el crecimiento emocional de Nick y Charlie. Nick se enfrenta el desafío de salir del clóset como bisexual ante sus amigos y familia, lo que pone de relieve el proceso íntimo y a menudo doloroso de aceptar y compartir su identidad. A lo largo del desarrollo de la serie va abordando este tema con sensibilidad, mostrando cómo Nick avanza a su propio ritmo, de forma paulatina, apoyado por Charlie. Por su parte, Charlie comienza a lidiar con problemas de salud mental derivados del bullying que sufrió anteriormente, incluyendo ansiedad y trastornos alimenticios. La trama refleja cómo el trauma puede influir en el bienestar emocional y la necesidad de apoyo en relaciones amorosas.
El viaje a París se convierte en un escenario simbólico, donde los personajes experimentan libertad y crecimiento personal. Las relaciones que aparecen de forma secundaria pero con una presencia extraordinaria como la de Tao y Elle, y la de Darcy y Tara, nos invitan a profundizar en el miedo al rechazo y la importancia del apoyo emocional.
Y por último en la tercera temporada estrenada el 3 de octubre de este 2024 profundiza en la consolidación del amor entre Nick y Charlie, mostrándolos cómo se enfrentan a las dificultades de una relación seria. Nick sigue apoyando a Charlie mientras que está en el desafío de poder lidiar con la ansiedad y los trastornos alimenticios, y es aquí donde destaca cómo el amor verdadero implica cuidado mutuo y compromiso. También vemos a Darcy enfrentando la falta de aceptación en su entorno familiar, revelando la lucha de quienes no encuentran apoyo en casa. La relación de Tao y Elle se desarrolla lentamente, mostrando el miedo a perder una amistad valiosa al dar el salto al amor romántico.
En esta temporada encontramos varios temas claves como lo es la comunicación abierta: tanto en el amor como en la amistad, las relaciones florecen cuando los personajes son honestos sobre sus miedos, preocupaciones y deseos. Heartstopper sigue afirmando que el amor, en todas sus formas, tiene la capacidad de superar la adversidad, ofreciendo consuelo y resistencia en momentos de crisis.
Después de este muy breve paso por las 3 temporadas, me animo a poder escribir unas palabras a forma de comentario sobre las resonancias dejadas de la misma, animándome a dejar una reflexión que me regaló el poder seguir esta serie.
– Que belleza encontrarse en la mirada del otro, y que misterios de amor esconde detrás, una fuerza transformadora que sobrepasa el límite de las palabras. Estos días terminé de ver la tercera temporada de Heartstopper y me dejó pensando la variedad de situaciones que a lo largo de la trama se van desarrollando y que me conmovieron profundamente. En primer lugar no paraba de pensar la importancia de reconocer las heridas de nuestra historia y aceptar la ayuda que viene a nosotros cuando la vida nos pega un sacudón, cuando tambaleamos en la barca y nos vemos desnudos ante las tempestades, un verdadero “Salvavidas”, que yo creo providencialmente aparecen y son como dice el lunfardo cordobés argentino “un regalazo”.
Lo encontré mirando la relación de Nick y Charlie, que después de un proceso de aceptación de las heridas que realiza Charlie, a lo que refiere su desorden alimenticio, la presencia que sostiene y transforma como lo es la de Nick nos invita de una forma tan clara y acertada a lo que es el amor. Un amor que va más allá, que es centinela en las noches más oscuras y un calor de presencia que nos remite a reconocernos que no estamos solos en el camino, esto trae un olor a Evangelio enorme, encontrar aquí la imagen misma del cirineo que carga la cruz, que no es ajeno, ni desconocido al dolor, acompaña, y eso es una Gracia que debemos pedir, sobre todo en este tiempo. Otro eco que resonaba a lo largo de esta serie es la imagen del abrazo, y no solo el abrazo de Nick y Charlie. Sino también el de Tara y Darsy cuando las cosas se complican por parte de la madre de Darsy, y el amor innegable de su abuela que ama sin medida. El abrazo de la madre de Nick cuando sale del closet. El abrazo de Tori a Charlie expresando que él no está solo en este proceso. El de Tao y Elle cuando se acompañan mutuamente en los sueños de cada uno, y cuando Elle atraviesa la disforia, Tao crea en ella la confianza y el territorio seguro para ser quien es. Podríamos estar aquí nombrando y nombrado millones de escenas que nos hablan del Evangelio, y todas se resumen en una palabra; Amor y qué belleza descubrir aquí también que el “Amor vence siempre” y que ese amor nos sana, nos redime, nos transforma, nos salva.
¿Cuál es tu resonancia? Te leo.
Por último te dejo un poema de Jose Maria Rodriguez Olaizola SJ que apareció providencialmente en el transcurso de la escritura de esta reflexión, que amplió mi mirada y me dejo un regalo hermoso “No te arrepientas de amar”.
Ama
No, no te arrepientas de amar
contra viento y marea,
contra prudencia y cálculo,
contra seguridad y egoísmo.
Como Dios mismo, ama.
Si abrazas, no encadenes,
si reprendes, no destruyas.
No escatimes el tiempo,
la ternura o las lágrimas.
No aprisiones los recuerdos,
no embrides las historias.
Con libertad y afecto, ama.
Con incertidumbre y compromiso.
Con el corazón en carne viva
y las manos abiertas.
Con la fecundidad de quien
engendra esperanza
en silencios, canciones y versos.
Aunque tu amor sea imperfecto, ama.
Es mejor intentarlo
que endurecer la entraña
para no arriesgarlo todo.
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