Mística y Revolución
“Jesús era un revolucionario, que no se convirtió en extremista, ya que no ofreció una ideología, sino a sí mismo. También era un místico, que no usó su relación íntima con Dios para evitar los males sociales de su tiempo, sino que sorprendió a su entorno hasta el punto de ser ejecutado como rebelde…
Todo revolucionario real es desafiado a ser un místico de corazón, y el que camina por el camino místico es llamado a desenmascarar la calidad ilusoria de la sociedad humana. El misticismo y la revolución son dos aspectos de un mismo intento de provocar un cambio radical. Ningún místico puede evitar convertirse en crítico social, ya que en la auto-reflexión descubrirá las raíces de una sociedad enferma. Del mismo modo, ningún revolucionario puede evitar enfrentarse a su propia condición humana, ya que en medio de su lucha por un nuevo mundo encontrará que también está luchando contra sus propios miedos reaccionarios y falsas ambiciones.”
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Henri Nouwen
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