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Archivo para Domingo, 29 de septiembre de 2024

Acoger lo nuevo

Domingo, 29 de septiembre de 2024

 

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TE HAS DE ENCONTRAR

Tarde o temprano
te has de encontrar.
No sigas siendo un extraño
en tu heredad.

Vuélcate sobre ti mismo,
abierto de par en par.

Sólo el que sabe enfrentarse
descubrirá la verdad.

Solamente el que se acepta
acogerá a los demás.

Sólo encuentra al Dios oculto
el que se sabe buscar.

*

Pedro Casaldáliga,

***

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:

“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.”

Jesús respondió:

“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa...”

*

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

***

Habla H. Cox de dos concepciones de la personalidad. Una concéntrica, la otra excéntrica. La concepción excéntrica no hemos de entenderla en el sentido de extraña o extravagante, sino como algo que tiene su centro fuera de sí. Es la persona que acoge lo nuevo, lo inesperado, lo que llega de «otra parte». Es la persona abierta al Espíritu, disponible a su «juego», capaz de aceptar los riesgos que comporta. Con la concepción concéntrica, tenemos un mundo encerrado en sí mismo, que no reserva sorpresas, que no va más allá de sus propias posibilidades, caracterizado por la rigidez y por la esclerosis. En la concepción excéntrica tenemos un mundo tocado por la gracia, caracterizado por lo imprevisible y por la llegada de lo imprevisto, con personas todas diferentes, siempre «fuera de los esquemas».

        El error más trágico y más común. Todo lo que no está recogido en los códigos queda descalificado. Todo lo que no pertenece al campo de lo «ya visto» y representa una amenaza para la seguridad, para la regularidad, tiene que ser declarado ilegítimo.

        Todo lo que es diferente ha de ser declarado abusivo. Es una operación que, por desgracia, siempre está de moda. Todo lo que se mueve se vuelve automáticamente sospechoso. Es preciso que mantengamos presente esta terrible posibilidad, a través de la cual buscamos al Espíritu como sospechoso y peligroso y tendemos a meterlo en una ¡aula!

*

A. Pronzato,
Evangelios molestos,
Ediciones Sígueme, Salamanca 1997.

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Luchamos por la misma causa”. 26 Tiempo Ordinario – B (Marcos 9,38-43.45.47-48)

Domingo, 29 de septiembre de 2024

IMG_7372Con frecuencia, los cristianos no terminamos de superar una mentalidad de religión privilegiada que nos impide apreciar todo el bien que se promueve en ámbitos alejados de la fe. Casi inconscientemente tendemos a pensar que somos nosotros los únicos portadores de la verdad, y que el Espíritu de Dios solo actúa a través de nosotros.

Una falsa interpretación del mensaje de Jesús nos ha conducido a veces a identificar el reino de Dios con la Iglesia. Según esta concepción, el reino de Dios solo se realizaría dentro de la Iglesia, y crecería y se extendería en la medida en que crece y se extiende la Iglesia.

Y sin embargo no es así. El reino de Dios se extiende más allá de la institución eclesial. No crece solo entre los cristianos, sino entre todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que hacen crecer en el mundo la fraternidad. Según Jesús, todo aquel que «echa demonios en su nombre» está evangelizando. Todo hombre, grupo o partido capaz de «echar demonios» de nuestra sociedad y de colaborar en la construcción de un mundo mejor está, de alguna manera, abriendo camino al reino de Dios.

Es fácil que también a nosotros, como a los discípulos, nos parezca que no son de los nuestros, porque no entran en nuestras iglesias ni asisten a nuestros cultos. Sin embargo, según Jesús, «el que no está contra nosotros está a favor nuestro».

Todos los que, de alguna manera, luchan por la causa del hombre están con nosotros.«Secretamente, quizá, pero realmente, no hay un solo combate por la justicia –por equívoco que sea su trasfondo político– que no esté silenciosamente en relación con el reino de Dios, aunque los cristianos no lo quieran saber. Donde se lucha por los humillados, los aplastados, los débiles, los abandonados, allí se combate en realidad con Dios por su reino, se sepa o no, él lo sabe» (Georges Crespy).

Los cristianos hemos de valorar con gozo todos los logros humanos, grandes o pequeños, y todos los triunfos de la justicia que se alcanzan en el campo político, económico o social, por modestos que nos puedan parecer. Los políticos que luchan por una sociedad más justa, los periodistas que se arriesgan por defender la verdad y la libertad, los obreros que logran una mayor solidaridad, los educadores que se desviven por educar para la responsabilidad, aunque no parezcan siempre ser de los nuestros, «están a favor nuestro», pues están trabajando por un mundo más humano.

Lejos de creernos portadores únicos de salvación, los cristianos hemos de acoger con gozo esa corriente de salvación que se abre camino en la historia de los hombres, no solo en la Iglesia, sino también junto a ella y más allá de sus instituciones. Dios está actuando en el mundo.

José Antonio Pagola

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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Domingo 29 de septiembre de 2024. Domingo 26º de tiempo ordinario

Domingo, 29 de septiembre de 2024

53-OrdinarioB26 cerezoDe Koinonia:

Números 11, 25-29: ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!
Salmo responsorial: 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Santiago 5, 1-6: Vuestra riqueza está corrompida.
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

Una clave de comprensión para las lecturas de este domingo: «Nadie puede ser excluido del servicio que se realiza en nombre de Dios».

En medio de las tradiciones del pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos presenta el relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros del pueblo. La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con esta decisión de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes han recibido «parte» del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en el pueblo. Ahora bien, tendríamos que atenernos al contexto para intuir qué características implicaba la tarea de estos personajes.

El capítulo 11 del libro de los Números nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración se centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo maná y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más que maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de abundancia de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en que se halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto? El desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones, sacrificios, esfuerzos.

El relato causa admiración porque Yavé monta en cólera… Es un recurso literario para introducir la preocupación de Moisés, que se expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La solución que plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del pueblo para repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa manera la dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación de muchos y no sólo de Moisés.

El espíritu que se dona a todas estas personas viene a ser, entonces, profético; es decir, está en función de profetizar. Hay que asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar al pueblo a tomar más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender lo que hay realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su esclavitud que es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un desierto inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así, «catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta «autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.

Ese parece ser el caso de Eldad y Medad. Ellos no estuvieron en el momento del reparto del espíritu y sin embargo estaban profetizando. Viene la reacción de Josué, el mismo que más tarde se encargará de guiar a su pueblo en los trabajos de conquista y ocupación de la tierra prometida. Josué no entiende todavía que todo el que influya de manera positiva en la conciencia del ser hermano, debe ser considerado profeta, y por eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28). Por su parte, Moisés ha captado muy bien que en el trabajo de liberación del pueblo, todos y todas tienen una gran tarea, y responde a Josué con palabras aparentemente duras, pero que en definitiva buscan también abrir la conciencia de su ayudante: «ojalá todo el pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno asumiera con verdadero empeño la tarea de concientizarse y concientizar a su semejante, a su prójimo, ¿no es eso justamente lo que Dios quiere y espera? A Josué pues, no le preocupaba mucho la necesidad de que cada miembro del pueblo tuviera una conciencia bien formada para continuar hacia adelante por el desierto; le preocupaba más defender lo «oficial», lo «autorizado» por Dios en la tienda del encuentro, es decir lo «instituido», la defensa de «los derechos de Dios».

En la misma línea, nos presenta el evangelio de Marcos para este domingo, una situación semejante con los discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la lección sobre quién es el mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene que ver con la exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan le cuenta a Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su nombre porque no se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay una pregunta, cómo hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La respuesta de Jesús es sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede después hablar mal de mí» (v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con nosotros». En la tarea de construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal vez los discípulos no tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo de Jesús fue un don de pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un concurso de méritos para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos, se les atravesó a cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no eran ni los mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido también otros y otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada mujer Dios ha sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas comienzan a germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o cual grupo…». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)

El diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso…», y en fin otras talanqueras que pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos» de Dios.

Pues bien, cuando se cae en el extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.

Con todo, a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se cuenten por millares.

Si logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor… ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por construir aquí el Reino! Leer más…

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29,9. Iglesia, ciudad abierta . Contra el monopolio Zebedeo (Mc 9, 38-41)

Domingo, 29 de septiembre de 2024

evangelio-de-marcosDel blog de Xabier Pikaza:

El evangelio nos sitúa en un ámbito de iglesia y en ella , en ella, Juan Zebedeo, hermano de Santiago, ha impuesto su control. De manera sorprendente, Marcos rechaza su decisión  pues rompe va en contra del espíritu de comunidad abierta que él está propugnando (Texto base: Pikaza, Evangelio de Marcos)

El texto anterior (9, 33-37) afirmaba que el más importante es para el Reino (y la Iglesia) es el niño, y se oponía al peligro de una autoridad o jerarquía impositiva. Pues bien, este nuevo texto (9, 38-41) rechaza la autoridad del grupo oficial (de los Doce) sobre el legado mesiánico de Jesús [1].

Texto

(a. Juan)38 Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos impedido, porque no nos sigue a nosotros.

(b. Jesús) 39 Jesús replicó: No se lo impidáis, porque nadie que realice en mi Nombre un gesto de poder podrá hablar luego mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro.

(c. Ampliación) 41 Os aseguro que quien os dé para beber un vaso de agua en nombre de que sois del-Cristo no quedará sin recompensa [2].

Tema de fondo

 Como representante oficial de la comunidad, Juan quiere ejercer un control sobre el poder mesiánico de Jesús (que sólo ellos, los de la “buena comunidad” pueden ejercer). Pues bien, en contra de eso, fiel a todo su camino, Jesús rechaza a Juan y sigue presentando su proyecto, de un modo abierto, a todos los que quieran apelar a su “Nombre”, rompiendo así las estructuras de una iglesia “zebedea”.

Jesús no ha venido formar una secta o comunidad cerrada donde la institución deba imponerse, ni fundar un grupo oficial de realizadores de milagros. Quiere que el impulso de su doctrina (nombre poderoso) y la vida de sus discípulos pueda extenderse más allá de las fronteras de la Iglesia organizada. Por eso, los cristianos, nacidos del amor universal de Jesús, no tienen que esforzarse por mantener su identidad utilizando leyes exclusivistas. Más que el triunfo de su grupo han de querer que el bien mesiánico se extienda, es decir, que se realicen «milagros» en nombre de Jesús [3].

 9, 38. Juan: Se lo hemos impedido

38 Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos impedido, porque no nos sigue a nosotros.

 Aparece como representante de una iglesia bien establecida (con su estructura interna) y actúa en nombre de ella (se lo hemos impedido: ekôlyomen). Así aparece  como jefe de aquellos que no han entendido (o no han querido aceptar) la enseñanza anterior de Jesús. Los mismos que buscaban antes los primeros puestos quieren ahora dominar y controlar el movimiento de Jesús, quien les ha dado el poder de expandir el evangelio, expulsando a los demonios y curando a los enfermos (6, 6b-13; cf. 3, 14-15). Es normal que se organicen, para cumplir mejor su tarea. No se les puede acusar porque quieran imponer condiciones y controles, impidiendo que otros, de fuera del grupo, utilicen el nombre de Jesús (9, 38) [4].

De esa manera, según Marcos, los de Juan han querido convertirse en la primera iglesia oficial. Humanamente, en clave social, hay que darles razón. Es como si hubieran inscrito en un registro religioso este nombre, de forma que sólo ellos poseen el derecho de llamarse los del Cristo (cf. 9, 41). Lógicamente, ellos reaccionan con violencia, oponiéndose al exorcista ajeno ((se los hemos impedido: ekôlyomen auton!), iniciando así un camino de imposición que se ha vuelto normal en largos trechos de historia cristiana.

Estos cristianos de Juan pretenden la exclusiva de Jesús, quizá por identidad y egoísmo (¡este camino es nuestro!), pero quizá también por mantener la pureza del nombre de Jesús y por identidad de grupo (¡sólo nosotros lo hacemos bien!). )No tendrán razón? )Para qué sirve una Iglesia o comunidad mesiánica si hay otros que apelan a Jesús y curan a los posesos (realizan su función) fuera de ella? Pero Jesús no es como estos cristianos de Juan: acaba de pedirles que acojan a los niños en su nombre (9, 37); por eso les dice ahora que acepten a los de fuera, si emplean el nombre de Jesús para obras buenas [5].

 − Juan es  jefe del grupo Zebedeo y  necesita que la iglesia de Jesús sea una estructura clara, con una identidad propia (como otros tipos de judaísmo), con poder sobre los bienes mesiánicos. Históricamente, este Juan ha sido (tras la muerte de Jesús) un hombre de la Iglesia de Jerusalén, compañero de Roca, como supone Hch 3-4 y Gal 2, 9, un hombre de autoridad, que quiere imponer (extender) su poder no sólo en Samaria (cf. Hech 8, 14), sino también en Galilea, donde también le encontramos (probablemente), para «controlar» el despliegue de los exorcismos de Jesús

El exorcista “no comunitario” (que no forma parte de la comunidad de Juan) podría formar parte de los nazoreos de Galilea, donde han existido grupos de “cristianos” libres, personas que apelan a Jesús, pero no se integran dentro del modelo eclesial de Juan (o de Roca y los Doce de Jerusalén). Los que son como este exorcista saben que Jesús había sido profeta y sabio, sanador y amigo de marginados, gran exorcista. En esa línea, las comunidades galileas no empezaron siendo instituciones organizadas o unificadas desde arriba, como los esenios de Qumrán; no forman un rabinato de buenos escribas, ni una sociedad de creyentes con un “dogma” común, sino un movimiento de exorcistas, a quienes aquí parecen oponerse otros «cristianos» de Jerusalén (de la línea de Juan y de Roca) que quisieron aparecer como portadores de un carisma que ellos deben controlan [6].

 Lógicamente, en el momento en que Juan (el grupo zebedeo) ha querido organizarse de un modo exclusivo, con un mando unificado, han podido surgir y han surgido conflictos de competencia entre asociaciones personas que se vinculan a Jesús pero no forman parte de la comunidad oficial (zebedea) de sus discípulos. Así lo indica este relato, que refleja disputas eclesiales, centrándolas en Juan, que intenta controlar a los exorcistas galileos, como se dice que hizo en Samaria (cf. Hch 8, 14). La pregunta de fondo no es ya la disputa entre Jesús y el Diablo (como en 3, 22-30), sino la de saber «quién puede asumir y realizar la tarea mesiánica de Jesús»: si sólo los representantes de la iglesia establecida (de Juan) o también los exorcistas libres, que siguen actuando en nombre de Jesús, en Galilea, sin formar parte de esa iglesia oficial (zebedea) [7].

Es evidente que Juan actúa como autoridad eclesial, como representante de los discípulos centrales (de Jerusalén), queriendo interpretar y actualizar el proyecto de Jesús, a quien presenta como maestro (didaskale). Antes era Roca quien aparecía como Satanás/tentador de Jesús. Ahora es Juan  Zebedeo (cf. 10, 35-45) quien desea controlar con la fuerza (ha controlado ya) los exorcismos de Jesús, en nombre de una comunidad constituida como instancia de control social, oponiéndose, con otros (¿con los Doce?) al exorcista no comunitario [8].

            ¿Cómo y con quiénes lo ha hecho? ¿Quiénes son los que impedido con su  fuerza (ekolyomen) que aquel hombre siga realizando exorcismos en nombre de Jesús? El texto no lo dice, pero es claro que los de Juan han empleado algún tipo de violencia física o moral (verbal) y han conseguido lo que pretendían: ¡Se lo hemos impedido! Nos hallamos ante una de las primeras persecuciones intra-eclesiales (cuya existencia aparece clara en las disputas a las que alude Pablo en Gálatas) [9].

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 9, 39-40. Jesús dice no se lo impidáis: iglesia, ciudad abierta

39 Jesús replicó: No se lo impidáis, porque nadie que realice en mi Nombre un gesto de poder podrá hablar luego mal de. 40 Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro.

Sentido básico. Según Marcos, Jesús no ha creado un grupo de control religioso, ni quiere el triunfo de “su” iglesia en cuanto tal, en clave de poder, sino que es profeta de una gracia abierta a todos, no rabino de escuela cerrada, ni nombre sagrado de un grupo de iniciados que desean adquirir notoriedad con gestos milagrosos. Precisamente para defender sus exorcismos, él ha rechazado a familiares y escribas (Mc 3, 20-35), condenando a Roca como Satanás eclesial, cuando intentaba oponerse a su camino de entrega (8, 33). Ahora, a fin de ratificar el carácter universal de los exorcismos, debe condenar el deseo de imposición de Juan y de aquellos que quieren adueñarse de su nombre y tarea, para controlar de esa manera a los demás [10]:

 —a: Principio general: ¡No se lo impidáis! (9, 39a). Jesús rechaza así a los que han querido acallar por ley (o por fuerza) al “exorcista” ajeno. De esa forma eleva su programa de Reino por encima del control zebedeo y abre un camino de evangelio (iglesia) más allá de la cerca que quieren imponerle. Ciertamente, este Jesús de Marcos quiere que los partidarios de Roca y de Juan retomen el camino de la Iglesia en Galilea, donde el joven de la pascua les pide que vayan (cf. 16, 7-8); pero si quieren hacerlo (volver a Galilea) han de aceptar como cristianos (seguidores de Jesús) a otros exorcistas y grupos mesiánicos.

Resultaría fascinante saber quiénes eran esos exorcistas no zebedeos ni tampoco marcanos, pues parece que Marcos no se identifica tampoco con ellos, como veremos, aunque quiere que tengan libertad para apelar al nombre de Jesús al realizar sus exorcismos. Me inclinaría a pensar que pueden estar en la línea de la comunidad Q, no integrada en el grupo de Marcos, pero tampoco rechazada por él. De todas formas, se trata de un tema difícil de resolver pues, como veremos, el documento Q (cf. Lc 11, 23; Mt 12, 30) contiene una fórmula que parece opuesta a la de Marcos [11].

Razón 1ª:Pues nadie que haga en mi Nombre un acto de poder (un milagro)… (9, 39b).El Nombre de Jesús (su mensaje fundante) es mayor que la iglesia. Por eso es bueno que se extienda y actúe, que ayude a los hombres a curarse y vivir, de un modo poderoso. No es Jesús quien se pone al servicio de la iglesia sino al contrario, es la iglesia la que debe ponerse al servicio del Nombre de Jesús, es decir, de su acción liberadora.

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De amigos y enemigos. Domingo 26. Ciclo B

Domingo, 29 de septiembre de 2024

vaso de aguaDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente; por ejemplo: «El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores». Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:

01.- “Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Juan le dijo:

Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.

Pero Jesús dijo:

No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.

Juan se presenta muy ufano ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que echaba demonios en su nombre. Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor

            ¿Por qué han actuado los discípulos de ese modo? Si relacionamos el evangelio con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos. El libro de los Números cuenta que Josué, cuando se entera de que Eldad y Medad están profetizando en el campamento, lo interpreta como un ataque a la dignidad de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La escena recuerda bastante a la del evangelio, con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.

Sin embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Dos veces justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.

Debemos recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.

El relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino «estar a favor nuestro».

02.- “Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga.

El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.

03.- Dos trampas (dos escándalos) en el camino.

En griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristia­na es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:

a) Poner trampas a los pequeños

Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

Que alguien le ponga una trampa a uno de los pequeños que creen, lo haga caer y se quede descolgado del grupo que sigue a Jesús. Estas palabras resultan enigmáticas, porque no queda claro a quién se dirigen. ¿Quién puede escandalizar? ¿Un cristiano o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)? ¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos? La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de vida que él propone, cae bajo su condena.

El gran peligro del escándalo no es sólo la pornografía, las películas violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles.

Jesús deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo. Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.

Estas palabras tan duras plantean un serio problema: ¿carece de perdón el escándalo? ¿No basta el arrepentimiento y la penitencia, ni siquiera de por vida? Negar la posibilidad de perdón iría en contra del evangelio. Pablo, que fue motivo de escándalo para tantos cristianos, no se tiró al mar con una piedra al cuello. Entregó su vida a propagar la fe en Jesús.

b) Ponerme trampas a mí mismo

Y si tu mano derecha te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.

Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.

Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

Las diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo. Jesús ha dicho en otra ocasión que el peligro viene del interior del hombre. Ahora, esas tendencias negativas se ponen en marcha a través de lo que hacemos (la mano), del sitio al que nos dirigimos (pie), de lo que miramos (ojo). Sugerencias para hacer un examen de conciencia.

Para dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.

En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.

Reflexión final

            En pocas palabras nos da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos: ¿excluimos a quienes no van con nosotros, a quienes consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro? ¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada? ¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia? ¿Me voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?

 

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Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. 29 de septiembre de 2024

Domingo, 29 de septiembre de 2024

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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”

(Mc 9, 38-43.45.47-48)

Esto es algo que muy pocas personas han descubierto en nuestra Iglesia. Por eso cuando nos encontramos con alguien que sabe “sumar”, que sabe incluir, nos quedamos asombradas.

No sé cómo será en otras sociedades, en otras culturas, pero la nuestra, y lo que he podido atisbar de las que nos rodean, nos enseñan a dividir.

Nos pasamos media vida dividiendo y separando. Dividimos y separamos a quienes son de una raza y otra. De una cultura y otra. Una ideología y otra. De una religión y otra. Una orientación sexual y otra.

Y con estas divisiones decidimos quiénes son buenos y quienes son malos. Quiénes son de los nuestros… Los buenos, por supuesto, son siempre los que pertenecen a mi grupo. Los demás que no se atrevan a tocar nada de lo nuestro.

Nos pasa lo mismo en la Iglesia. Nos enfada que la gente se vaya a hacer yoga o zen, queremos que vengan a misa. O en la vida consagrada nos enfada que otras congregaciones tengan vocaciones.

No nos alegramos si la gente no se encuentra con la imagen de Dios que tenemos nosotros. ¡Pobres de nosotros! Nos creemos que Dios es tan estrecho como nuestra mente o nuestro corazón.

Después de más de dos mil años todavía no comprendemos que quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Dios no nos quiere a todos iguales: del mismo color, las mismas ideas y las mismas sensibilidades. Si nos quisiera a todas iguales nos habría creado diferentes.

Diferentemente iguales. Sí, así nos quiere Dios. ¿Qué quiere decir esto? Pues que Dios nos quiere igualmente a todos. Seamos como seamos. Hagamos lo que hagamos. A todos nos ama igual, con la misma intensidad.

Somos iguales porque toda persona tiene una dignidad inviolable. Pero somos diferentes, diversos, variados… Porque solo en esa diversidad podemos alcanzar a reflejar lo que Dios es en su Totalidad.

El Dios en el que creemos los cristianos es Trinidad, es diversidad, es relación de diferentes. Por eso nuestra Iglesia solo se parecerá al Reino cuando crezca en pluralidad, inclusión y humildad.

Oración

Trinidad Santa, enséñanos a descubrir que en tu Amor todo ocurre “a favor” nuestro y que solo cuando amamos podemos convertir las diferencias en ventajas.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa 

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A causado mucho sufrimiento la idea de que “no es de los nuestros”

Domingo, 29 de septiembre de 2024

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DOMINGO 26º (B)

Mc 9,38-48

Es Juan el que, sin hacer caso a lo que acaba de decir Jesús, salta con una cuestión al margen de lo que se viene tratando en el evangelio. Este texto tiene un significado aún más profundo si recordamos que, es este mismo capítulo (Mc 9,14-29), justo antes del episodio que hemos leído el domingo pasado, se cuenta que los discípulos no pudieron expulsar un demonio.

Una vez más, Jesús tiene que corregir su egoísmo. Quieren ser ellos los que controlen el naciente movimiento. Solo buscan afianzar privilegios. Seguramente se trata de un problema, planteado ya en la primitiva comunidad donde se escribe el evangelio. El resto de lo que hemos leído no es un discurso, sino una colección de dichos que pueden remontarse a Jesús.

No es de los nuestros. El texto griego dice: “porque no nos sigue a nosotros”. Este pequeño matiz podría abrirnos una perspectiva nueva en la interpretación. Solo pronunciar esta frase supone alguna clase de exclusión y una falta de compresión del evangelio. Todo lo que nos hace diferentes como individuos es accidental y anecdótico. Unirnos a un grupo con la intención de ser superiores y más fuertes es un egoísmo amplificado.

Muchas veces me habéis oído hablar de las contradicciones del evangelio; pues hoy lo vemos con toda claridad. (Mt 12,30) dice exactamente lo contrario de lo que acabamos de oír a Mc: “El que no está con nosotros está en contra nuestra, y el que con nosotros no recoge, desparrama.” En Lucas encontramos las dos fórmulas, (10,50) y (11,23); así que no hay manera de desempatar. La vedad es que no hay contradicción, solo contextos distintos.

La contradicción es aparente. El mensaje del Jesús no se puede meter en conceptos. La razón necesita crear opuestos para poder explicar la realidad. Solo puede entender lo que es el frío en contraposición con lo que es el calor. Entenderá lo que es el color blanco, solo cuando tenga la idea de negro. La luz solo se puede comprender si tenemos en cuenta la oscuridad. Para poder afirmar algo como verdadero, tenemos que considerar lo opuesto como falso. En el orden espiritual las contradicciones quedan superadas en la unidad.

El que no está conmigo está contra mí, se refiere a que la pertenencia al Reino es una opción personal, no es lo natural, no viene dada por el ADN. Hay que hacer un verdadero esfuerzo por descubrirlo y entrar en él. Recordad las frases del evangelio: “El reino de los cielos padece violencia y solo los esforzados lo arrebatan”; y “estrecha y angosta es la senda que lleva a la vida y pocos dan con ella”. Para entrar en el reino hay que nacer de nuevo.

No dejaremos de excluir mientras no tomemos conciencia de lo que somos. No somos mónadas aisladas sino todos uno en el UNO. No hay bueno ni malo, solo personas que saben lo que son y personas que lo ignoran. No hay un dios que premia a los buenos y castiga a los malos. En la medida que pensamos en un dios que discrimina, ¿qué podemos hacer nosotros?

El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Quiere decir que del Reino no se excluye a nadie. Todo el que busca el bien del hombre, está a favor del Reino, que predica Jesús. Solo queda fuera el egoísta que rechaza al otro. La posesión diabólica era el paradigma de toda opresión. Expulsar demonios era el paradigma de toda liberación. Jesús anuncia un Dios que es amor y que no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores.

La individualidad es una trampa de nuestro ego. Nada está separado de nada. No hay “yo” ni hay tú. Todos somos uno. Cuando me empeño en excluir me estoy deshaciendo a mí mismo. El otro es una parte de mí que se expande. Dios nos ve a todos en Él y no distingue unos de otros porque para Él todos somos exactamente iguales. Es ridículo pensar que yo estoy más cerca de Dios que el otro. O peor todavía, que Dios está más cerca de mí que del otro.

Considerar absoluta nuestra idea de Dios como si fuera verdad definiti­va, es la mejor manera de entrar en el integrismo, fanatismo e intransigen­cia. Monopolizar a Dios es negarlo. Poner límites a su amor es ridiculizarlo. Nuestra religión ha ido más lejos que ninguna otra en esa pretensión de verdades absolutas y excluyentes. Recordad: fuera de la Iglesia no hay salvación. Fuera de la Iglesia hay salvación. A veces, más que dentro de ella.

En una ocasión en que no los recibieron en Samaría, Santiago y Juan dicen a Jesús: ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo para que les destruya? Jesús les dice: no sabéis de qué espíritu sois. Seguimos sin enterarnos del espíritu de Jesús. Seguimos pretendiendo defender a Dios, sin darnos cuenta de que estamos defendiendo nuestros intereses. No se trata de tolerar lo malo que hay en los otros. Se trata de apreciar en ellos lo que hay de bueno.

Entre el episodio de la primera lectura y el que nos narra el evangelio hay doce siglos de distancia, pero la actitud es idéntica. Desde que se escribió el evangelio hasta hoy, han pasado veinte siglos, y aún no nos hemos movido ni un milímetro. Seguimos esgrimiendo el “no es de los nuestros”. Todo aquel que se atreve a disentir, todo el que piense o actúe de modo diferente sigue excluido. Incluso arremetemos contra todo el que se atreve a pensar.

El espíritu de Jesús va mucho más allá de lo que abarca el cristianismo oficial. Se ha acuñado una frase: “patrimonio de la humanidad”, que se podía aplicar a Jesús. Jesús no es propiedad de la Iglesia. El mensaje de Jesús no se puede encerrar en ninguna iglesia. Jesús intentó que todas las religiones descubriesen que el único objetivo de todas ellas es hacer seres cada vez más humanos. Cualquier religión que no tenga esa meta, es simplemente falsa.

De la misma manera que la mente racional potenció el yo para garantizar la subsistencia biológica, el ser humano ha ido creando guetos que potencian ese objetivo de seguridad. Desde la familia a la nación, todas las instituciones tienen como objetivo que nos sintamos más seguros. La socialización ha sido un medio para el progreso humano y debe seguir siéndolo, pero se convierte en el mayor enemigo del hombre si se utiliza para ir contra los demás.

Para los seres humanos ha sido mucho más nefasta la idolatría teísta que el ateísmo. Las mayores barbaridades de la historia se han cometido en nombre de dios. Es un ídolo el dios que hace diferencia entre buenos y malos; el dios que depende de lo que nosotros hagamos para estar de nuestra parte o en contra nuestra. Ese dios nos tranquiliza, porque si él hace eso, está justificado que nosotros estemos a favor de los nuestros y en contra de los que no lo son.

Que en el evangelio de Marcos, la causa de Jesús no coincida con la causa del grupo, es un toque de atención para nosotros. Jesús no es monopolio de nadie. Todo el que está a favor del hombre está con Jesús. Todo el que trabaja por la justicia, por la paz, por la libertad, es cristiano. Nada de lo que hace a los hombres más humanos es ajeno a Jesús. Es inquietante que todas las religiones hayan sido causa de las mayores divisiones y guerras.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El escándalo según Jesús.

Domingo, 29 de septiembre de 2024

circonstance_vieMc 9, 38-43

«El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen…».

Jesús ignora toda cuestión metafísica y en ningún momento se refiere a Dios como creador o todopoderoso. Es más, Dios deja de ser un juez justo y misericordioso para convertirse en “Abbá”; y todos los demás atributos que los hombres hemos asignado a Dios son para Jesús secundarios. Y Abbá no significa Padre Todopoderoso y Eterno, como solemos traducir, sino que significa papá. Es el término con que los niños pequeños se dirigen a su padre; la forma más cariñosa de relación entre ellos.

Por eso el corazón de la buena Noticia es Abbá; la madre que nos ha engendrado por amor y nos quiere con locura; el padre que se esfuerza por sacarnos adelante a pesar de las pasiones que estropean nuestra vida.

Pero esta concepción de Dios choca frontalmente con el espectáculo atroz del mal en el mundo, y sólo la fe en Jesús permite creer en contra de toda evidencia racional. Si nosotros los cristianos creemos en Abbá es porque lo hemos visto reflejado en Jesús, pero quienes no le conocen, sólo podrán creer en Él si lo ven reflejado en nosotros: «Que vuestras buenas obras sean reflejo del amor del Padre». Cuando alguien descubre a Abbá siente la necesidad de compartirlo, y esa necesidad fue tan fuerte en Jesús que le llevó a la muerte en la cruz. Pero su obra no podía quedar inacabada y su último mensaje fue el compromiso con la misión: «Id por el mundo y proclamad la buena Noticia a todas las gentes».

 Por tanto, un cristiano es un “enviado por Jesús con su misma misión”; la misión de cambiar el mundo; de humanizarlo. No se concibe un cristianismo de espaldas a la misión. No tiene ningún sentido. Sobra. Las primeras comunidades proclamaban el evangelio con su simple actitud, con su forma convincente de vivir, con su estilo fraterno de encarar la vida, y eran contagiosas, eran fértiles y no dejaban de crecer. Como decía Ruiz de Galarreta:«Nuestro seguimiento de Jesús está llamado a ser testimonio: nuestra vida cristiana es “para que el mundo crea”. Pero la otra cara de la moneda es que el mundo dejará de creer en Jesús si nuestro testimonio no es válido».

Y esto tiene su aplicación al evangelio de hoy, pues el escándelo al que se refiere Jesús consiste en impedir el acceso a Dios a aquellos cuya fe es más vulnerable –«estos pequeñuelos que creen»–. Y esto, claro está, se puede producir de muchas formas distintas. Hay quienes “pierden la fe” (o no se deciden a abrazarla) como consecuencia de los escándalos mediáticos en los que se ve envuelta la Iglesia, pero todavía son más, posiblemente muchos más, los que la pierden porque nuestro testimonio no invita a creer en quien nosotros decimos creer.

Y dicho esto, podemos dar carpetazo a este evangelio señalando con el dedo a la jerarquía: «Estos son los que escandalizan», o podemos tomárnoslo en serio, mirarnos en primer lugar a nosotros mismos, y preguntarnos si nuestra vida invita a creer en Jesús, en Abbá, en la buena Noticia… o todo lo contrario.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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No escandalicemos.

Domingo, 29 de septiembre de 2024

cn26tn-bbCOMENTARIO AL EVANGELIO Mc 9, 38-43. 45. 47-48

29 de septiembre de 2024

Jesús, a partir del capítulo 8 del evangelio de Marcos, comienza un discurso más radical y clarificador sobre cómo debe ser el perfil de quien decide unirse a su movimiento mesiánico. Los discípulos no terminan de comprender la identidad y la misión de su Maestro; muestran poca inteligencia para digerir y aceptar los acontecimientos que van llegando. Jesús anuncia su final y no parecen ser conscientes del desenlace que traerá la máxima revelación de su mensaje. En este contexto se ubica el evangelio de hoy. Este texto nos propone dos escenarios que podrían darse en el seguimiento a Jesús, quizá dos desafíos que nos despegan del verdadero sentido de nuestra existencia creyente.

En los primeros versículos no parece que los discípulos se posicionen bien con respecto al mensaje de Jesús; se consideran diferentes y por encima de los demás movimientos que también existían en Palestina. Su percepción era la de ser un grupo poseedor de una nueva verdad. Es una tentación comprensiblemente humana pero no por ello justificable: el riesgo del fundamentalismo. Los discípulos reprochan a Jesús que algunos expulsan demonios en su nombre, pero no forman parte del equipo. Esta posición se ha estirado hasta nuestros días, sin duda. Quizá sea una llamada a buscar lo esencial de nuestra vida cristiana de una manera más creíble y menos rígida.

Sabemos que existen personas que no están con nosotros en cuanto a vínculos institucionales, pero su visión del ser humano, de la sociedad, de su misión en ella, son convergentes con un humanismo cristiano, aunque carezca de signos religiosos. Tendemos a juzgar por no pertenecer a esta familia, por no realizar determinadas prácticas, ritos, celebraciones, creencias. Incluso los que nos creemos en una posición más integradora, nos incomoda el pluralismo y la diversidad de formas para vivir la fe. Sin embargo, Jesús parece ir por otro lado.

La nueva humanidad que él desea no está basada en un sentido de pertenencia a base de signos externos, ideologías o discursos similares, sino en la humanización de nuestro mundo. Jesús rompe las fronteras institucionales e ideológicas para reconocer que toda persona que “echa demonios” es decir, que colabora para superar y erradicar el mal en el mundo, está de su parte; más bien, Jesús está de parte de ellas.

Y esta liberación del mal tiene que ver con el segundo escenario de este texto que conecta con la coherencia y el escándalo que supone vivir al margen del Amor. En definitiva, la gehenna, el abismo, es el laberinto de una vida centrada en uno mism@. La erradicación del mal ha de ser tan radical como expresa Jesús a través las metáforas que utiliza: cortar la mano, cortar un ojo, cortar un pie, al fin y al cabo, cortar, arrancar, o lo que es lo mismo, eliminar todo lo que en nuestra vida nos lanza a vivir al margen de una vida auténtica y basada en el Amor. No hablamos del amor que se da en las superficies de nuestra persona, sino ese Amor que es el origen de nuestra existencia y que es capaz de crear y liberar otras existencias.

Cortar la mano que hace daño, la que cierra el puño y no se abre para dar y recibir, la mano manipuladora para hacer su santa voluntad y no para dejar ser y respetar; la mano que toca para poseer, acumular y no para acariciar la realidad con compasión. Cortar el pie que se estanca y bloquea todo avance para seguir el camino hacia la plenitud. Cortar el ojo que mira por el rabillo para no comprometerse, el ojo que mira para otro lado y niega tantas situaciones dramáticas de nuestras gentes y de nuestro planeta; En definitiva, cambiar la mirada para percibir con realismo el momento que nos toca vivir y afrontarlo con confianza, con una mirada limpia, sanadora y profunda que recupere la dignidad de todo y de tod@s.

Te propongo que te pares unos minutos y realices un chequeo para ver cómo están tus marcadores sobre los niveles de fundamentalismo, sobre tu mirada hacia el interior y exterior, sobre los pasos que vas dando y cómo tocas la realidad que te toca vivir. No debemos escandalizar por nuestras incoherencias.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Tolerancia e hipérboles

Domingo, 29 de septiembre de 2024

IMG_7673Domingo XXVI del Tiempo Ordinario

29 septiembre 2024

Mc 9, 38-48

Ante este texto -seguramente una colección de dichos agrupados aquí por el propio evangelista-, el lector no puede menos que sorprenderse, al ver el contraste entre la actitud de tolerancia hacia quienes “no son de los nuestros” y las amenazas subsiguientes contra los que escandalizan a los pequeños o los que “caen” de distinto modo. ¿Cómo se pasa de la tolerancia compasiva a la condena más absoluta? La respuesta, probablemente, se encuentre en el hecho de que, o bien se han unido palabras dichas en diferentes contextos, o bien esas palabras no procedan del Jesús histórico, sino de algún responsable de aquellas primeras comunidades.

La actitud de tolerancia es llamativa, incluso subversiva, porque busca romper un funcionamiento tribal bien arraigado en los grupos humanos, por el que se divide a las personas en función de su pertenencia o no al propio grupo: “los nuestros” y “los otros”. Tal división marcará, a su vez, la actitud y el comportamiento que habrá de mantenerse ante unos y otros: el criterio decisivo es que la persona en cuestión sea vista o no como de “los nuestros”; quien no lo es, queda excluido.

El escándalo -que en el contexto del evangelio de Marcos es ambición de grandeza– se produce siempre que se hace tropezar o caer a otros. No tiene que ver tanto con lo que se dice -como ha insistido habitualmente la jerarquía eclesiástica, en su empeño por mantener lo que consideraban “ortodoxo”-, cuanto con lo que se hace. A quienes provocan que “los pequeños” (los últimos, los que no cuentan) caigan -queden paralizados, sean marginados o se les impida avanzar en su propio desarrollo- habría que hacerlos desaparecer. Es lo que subraya el texto con la imagen de la piedra de molino, una hipérbole bien del gusto oriental.

Como hipérboles son también las frases relativas a cortar la mano o el pie y a sacar el ojo. Porque no han faltado personas que, agobiadas por un hondo sentimiento de culpabilidad, las han tomado en sentido literal, con resultados trágicos.

De acuerdo con la antropología bíblica, la mano simboliza la actividad; el pie, la orientación en la vida o la conducta; el ojo, los deseos. Lo que el texto propone -de nuevo, por medio de hipérboles- es modificar aquellas conductas, orientaciones y deseos que no vayan por el camino del amor y del servicio. Porque ese es el camino que permite “entrar en la vida”, es decir, vivir en plenitud.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El Reino de Dios es más amplio y hermoso que lo eclesiástico.

Domingo, 29 de septiembre de 2024

cristo-cerezo-720_560x280Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Expulsar demonios.

Demonio y diablo son términos míticos que significan el mundo del mal. No es que el diablo exista como ser personal con tridente y echando humo. Pero sí que hay realidades en la vida que, mal gestionadas por nuestra libertad humana dañada, pueden constituirse diabólicas: el poder, el dinero, el alimento, la bebida, el placer: droga, erotismo, etc.

        Tal vez pueda resultar un poco pesimista pero, allá donde está el ser humano puede hacerse presente el mal, lo diabólico en sus formas más variadas. Ya de Magdalena había salido siete demonios con lo que el número siete supone de plenitud. Hay momentos en la vida en los que el mal se apodera  de nosotros casi completamente.

        La cuestión es que Jesús expulsaba diablos, sanaba el mal físico o psíquico de la gente.

El texto evangélico de hoy nos presenta a los discípulos indignados porque habían visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.

02.- Fuera de “los nuestros también hay verdad y bien”.

En la primera lectura (Números) dice algo parecido: Eldad y Medad, dos ancianos que no habían sido elegidos para profetizar, pero que, sin embargo, el Espíritu se posó sobre ellos y se pusieron a profetizar, lo cual le molestó al arrogante Josué, que inmediatamente le pide a Moisés que les prohíba profetizar.

Es lo que hemos escuchado en el evangelio: uno que no era de los nuestros, uno que no era de la Iglesia, expulsaba demonios (hacía el bien), lo cual molesta a aquel grupo orgulloso y con pretensiones de poder, que eran los doce.

Sin embargo Jesús no se siente molesto porque otros que no son del grupo hagan el bien: No se lo impidáis, porque el que no  está contra nosotros, es de los nuestros…

Algo de esto es lo que dijo con fuerza el concilio Vaticano II cuando defendió y promulgó la libertad religiosa … (libertad religiosa tan mal acogida entre nosotros y en no pocos sectores ultramontanos del clero y de la vida política). Pero es evidente que Dios quiere a todos los seres humanos, estén dentro o fuera de la Iglesia …

También hay verdad y bien en otros ámbitos distintos o fuera de la Iglesia.

¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta. ¡Ojalá que muchas personas expulsaran los demonios de la sociedad!

03.- Cristianos anónimos.

        Fuera del grupo de Jesús había personas que trataban de expulsar demonios, es decir de hacer el bien. El apóstol Juan, que significa “trueno”, indignado como los discípulos se lo quieren impedir. Sin embargo Jesús abre caminos y perspectivas: No se lo impidáis, porque también ellos trabajan por el Reino.

        Personas que hacían el bien y expulsaban demonios había en tiempos de Jesús y hoy.

        Decía Mahatma Gandhi

Estoy seguro de que si Cristo volviera, bendeciría la vida de muchos que jamás han oído hablar de Él, pero con su vida han constituido un ejemplo vivo de las virtudes practicada por Cristo: la virtud de amar al prójimo más que a sí mismo, la de hacer el bien y no hacer el mal a nadie.

        De otra manera, Rahner  denominaba a esta multitud de personas que hacen el bien como “cristianos anónimos”. En toda la historia y por todo el mundo existe gente, que es verdaderamente cristiana, incluso sin saberlo y sin haber oído nunca hablar de JesuCristo, sin tener el nombre de cristiano. Muchas personas africanas, lejanos pueblos y tradiciones asiáticas, que no saben de Jesús, están muy cerca de Él, son cristianos sin nombre, “cristianos anónimos”.

        Incluso entre nosotros mismos: nos lamentamos de la fuga de muchas personas de la Iglesia. No tengamos duda de que entre ellos hay personas que también expulsan demonios. ¿Qué duda cabe que muchos científicos, médicos, psiquiatras, etc. tratan de expulsar los demonios de las enfermedades y males? Sin duda que entre los políticos que se sientan en el escaño parlamentario hay quienes quieren el bien para sí, para los suyos, sus familias, su pueblo.

        Coloquialmente solemos decir: “hay gente buena en todas partes”. ¡Pues claro!

04.- Amplitud de la Revelación, de la Verdad y del Bien.

        Josué, los discípulos de Jesús sienten la tentación de impedir que aquella gente expulsara tales demonios, sencillamente porque no eran del grupo, de la Iglesia, del partido, etc.

        Jesús remonta el vuelo y se sitúa en otro plano: no se lo impidáis. La verdad y el bien están por encima de las ideologías, de las Iglesias y de los grupos; el bien  está por todo el mundo.

        Decía Santo Tomás que: la verdad –la revelación- venga de (por) donde venga, viene de Dios.

        Por todos los rincones del mundo y de la historia hay esparcidas semillas del Reino de Dios (vestigia Vebi, decía el concilio Vaticano II), sin que podamos entender quién las haya sembrado.

La sementera de Dios es el mundo entero, la humanidad entera

05.- Algunas conclusiones

  • Hemos de pensar -y de buen corazón- que Dios ha hablado y habla siempre a toda la humanidad, a todos los pueblos y culturas.

En el África profunda, animista – espiritista, Dios ha hablado y está hablando por la creación, por la conciencia, por su cultura, por su música, por el amor, por la vida y la muerte. En las religiones orientales Dios habla en su contemplación, en su quietud y misticismo.

En nuestra propia conciencia Dios nos habla y nos guía.

Dios ha hablado siempre, también antes de Jesús, antes de la Biblia.

Dios habla siempre.

  • También hoy hay muchas personas que buscan el Bien y la Verdad. No se lo impidáis.

Muchas veces nos desasosegamos porque mucha gente se ha ido de la Iglesia, o no ha estado nunca en ella. Pero, si estas personas honestamente, buscan también el Bien y la Verdad, no están contra, sino a favor del Reino de Dios, es motivo de alegría, porque hay gente que no es de los nuestros pero aman el Reino.

  • Cristo es la Revelación plena. Creemos que La Palabra y la revelación de Dios se hicieron presentes en Cristo Jesús. Y todo nuestro cristianismo está centrado sensatamente en Él.

Pero esto no es un canto ni a la vagancia y abandono teológicos, ni al desprecio a otras culturas y religiones.

Esta es una cuestión candente: la apertura del cristianismo y el diálogo con otras culturas, iglesias y religiones, no solamente cristianas, sino no cristianas, diálogo con la ciencia, con el mundo.

  • El criterio último es el Reino de Dios.

El criterio último del cristianismo y de la vida es siempre el Reino de Dios, no las instancias intermedias. Lo que importa es la expulsión de los demonios, no el triunfo de las mediaciones. Tengamos como criterios en la vida:

     Uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está con­tra nosotros está a favor nuestro.

        El evangelio de hoy puede dar la vuelta a aquel principio teológico que aprendíamos:

¿Fuera de la Iglesia no hay salvación o fuera de la salvación no hay Iglesia?

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“La vivencia histórica de la fe, determina la esperanza escatológica”, por Consuelo Vélez

Domingo, 29 de septiembre de 2024

IMG_7720De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio del domingo XXVI del Tiempo Ordinario 29-09-2024

Lo importante es “hacer el bien” y mientras esto se haga, no se va en contra de Jesús y, por tanto, no hay por qué impedirlo

La llamada es a entrar en el reino de la vida, aunque sea con limitaciones (sin la mano, el pie o el ojo) antes que creerse perfecto y ser arrojado a la gehena.

Nuestra fe, no es para un más allá, sino que, comenzando aquí, llegará a su plenitud en la eternidad.

Juan le dijo:

-Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.

Pero Jesús dijo:

+ No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no perderá su recompensa.
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Mas vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehena, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pacado, córtatelo. Mas vale que entres cojo en la Vida que, son los dos pies, ser arrojado a la gehena. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Mas vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehena, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

(Mc 9, 38-43.45.47-48)

El evangelio de este domingo presenta dos temas que no parecen tener mucha conexión. Tal vez la conexión es estar en una unidad literario de Marcos en la que muestra los valores contraculturales del Reino frente a la sociedad.

El primer tema se refiere al dicho “el que no está conmigo, está contra mí”, que aparece en todos los sinópticos, pero en contextos distintos. En Lucas (11, 23) y Mateo (12, 30), el contexto es de la acusación que le hacen a Jesús de estar expulsando demonios en nombre de Belzebú. Jesús les dice que un reino no puede estar dividido contra sí mismo. En Marcos, se refiere a que están expulsando demonios en su nombre, algunos que no son del grupo. En los dos casos, lo central es “hacer el bien” y mientras esto se haga, no se va en contra de Jesús y, por tanto, no hay por qué impedirlo.

Pero recordemos que expulsar demonios en la biblia no se refiere a los exorcismos de las películas de Hollywood. Se refiere a liberar a las personas excluidas por alguna razón, especialmente de tipo psicológico, e integrarlas de nuevo a la comunidad. Pues bien, en la misión que los discípulos realizan, no deben impedir que otros realicen los mismo porque hacer el bien no depende de la pertenencia a un grupo sino del bienestar y liberación que se produzca. Hacer presente el reino es lo importante y quien lo hace, no está en contra de Jesús.

El segundo tema son cuatro perícopas que empiezan con “Y”. Corresponden al género literario exhortación que incluyen una conclusión en forma de amenaza. La primera se refiere a “Y el que escandalice a un pequeño de los que creen, más le valdría ponerse una piedra de molino y arrojarse al mar”. No se refiere a los niños, sino a los que escandalicen a los miembros que están comenzando a formarse en su fe. Por tanto, están describiendo una situación de la comunidad. Pero la consecuencia de producir ese escándalo es enviarlos al mar que, como imagen bíblica, se refiere al lugar de los demonios. Es por tanto un dicho escatológico.

Las otras tres perícopas se refieren a partes del cuerpo como símbolo de que pueden hacer pecar (mano, pie, ojo). En los tres casos es mejor entrar sin un miembro del cuerpo a la Vida que ir con los dos a la gehena. Recordemos que la gehenna se refiere al valle de Hinnûm, donde originalmente se realizaban sacrificios humanos y, posteriormente, se quemaba basura. Al fuego se tira lo que no sirve. Por eso, la gehena es una imagen escatológica que no se está refiriendo a un lugar sino a la conciencia de que aquello que no sirve se arroja al fuego. En otras palabras, la llamada es a entrar en el reino de la vida, aunque sea con limitaciones que mantenerse perfecto y ser enviado a la gehena.

En conclusión, todos estos temas nos llaman a la fidelidad a los valores del reino, al compromiso con hacerlos posible y a la conciencia escatológica de que la vivencia histórica de la fe, determina la esperanza escatológica. Nuestra fe, por tanto, no es para un más allá, sino que, comenzando aquí, llegará a su plenitud en la eternidad.

 (Foto tomada de: https://boosco.org/www/2020/02/05/marcos-6-7-13-llamo-a-los-doce-y-los-envio-de-dos-en-dos/)

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