Comentarios desactivados en Un cristianismo que no hace más que hablar.
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“Un cristianismo que no hace más que hablar, proclamar, explicar —en suma, un cristianismo que nunca está en silencio—, pierde la profundidad de la escucha de la que está hecha la fe. Y, por consiguiente, perderá el espíritu de la oración: la invocación y la confessio laudis se transformarán en estéril protesta y reivindicación”
Comentarios desactivados en Vigilia bíblica con María: Mujer, liberada, madre, hermana, amiga
Del blog de Xabier Pikaza:
Faltan dos días para la Merced (24.9.24) y quiero ofrecer para compañeros y amigos una guía bíblica para celebrar su fiesta de mujer, liberada, madre, hermana y amiga, un texto sobrio para pensar, interiorizar, compartir y celebrar (actuar) en este tiempo de sinodalidad creyente para caminar unidos con ella.
| Xabier Pikaza
MUJER DE BODAS,
El Magníficat (Lc 1, 56-65), canto de María, y profecía universal de libertad, debe conducimos hacia la libertad compleja del amor.
Éste es el espacio al que nos lleva, p. ej., el libro de Isaías: “El Señor de los ejércitos prepara un festín de manjares suculentos” (ls 25,6). Es el festín de bodas y de gozo que Dios mismo ha comenzado a disponer para los hombres; por eso manda a sus servidores, encargándoles que inviten a todos al banquete: “Mi cena está dispuesta, venid a celebrar el gozo de las bodas” (cf Lc 14,15-24; Mt 22,1-10).
Así vienen la madre de Jesús a la fiesta de las bodas de Caná, que son nuestras fiestas de amor. Viene Jesús, pero el ayuno sigue porque los novios de este mundo no han podido conseguir el vino de la vida, como indica certeramente la madre (Jn 2,3): No tienen vino, solamente tienen agua de purificaciones, agua de ritos y las leyes, que limpia una vez, externamente, pero por dentro seguimos manchados y vacíos, en ayuno sin amor.
María que es mujer, madre, hermana y amiga le dice a Jesús: “¡No tienen vino!” no pueden celebrar la fiesta de las bodas (2,3). En esta primera palabra ella explícita su solidaridad respecto a los que viven de manera insuficiente, incompleta sobre el mundo: sabe que los hombres han sido creados para celebrar las fiestas del amor, para las bodas del vino escatológico, y por eso sufre al verlos incompletos, deprimidos, sometidos al agua de los ritos y las purificaciones de este mundo.
La respuesta de Jesús parece dura: “¡Qué tenemos que ver tú y yo, mujer; aún no ha llegado mi hora!” (Jn 2,4). Ciertamente lo es, si la miramos desde una perspectiva intimista, como expresión de ruptura con la madre: ¡Jesús está en manos de Dios y no puede recibir mandatos de María! Sin embargo, si miramos a más profundidad, descubriremos que en la misma respuesta va implicado un asentimiento implícito: Jesús no rechaza la observación de su madre, no niega la carencia de vino. Simplemente indica que la solución del problema no depende ahora de las palabras de su madre, sino de la hora (voluntad de Dios).
Así lo ha entendido la madre. Respecto a Jesús ya ha cumplido su misión: ya le ha indicado que no existe vino de amor y libertad sobre la fiesta de la tierra. En ese aspecto está tranquila, confía en Dios y en la promesa mesiánica del Cristo. Por eso, ahora, sólo le queda una cosa: ponerse al lado de los hombres (servidores del banquete) y advertirles: “¡Haced lo que él os diga!” (2,5).
En este segundo momento debemos situarnos. La madre puede hablar a Jesús, pero sabe que ese Jesús-hijo le desborda, pues se encuentra en relación inmediata con el Padre. Pues bien, ella sigue confiando en ese mismo Jesús, centrando su esfuerzo en la preparación de los servidores de la boda. Estos servidores llevan el nombre técnico de diakonos: son los criados que preparan el banquete y sirven en la mesa. En medio de ellos se coloca la madre, convirtiéndose en una especie de diaconisa primera, animadora y directora de los servidores del banquete.
Lo más extraordinario de esta escena, situada en el contexto de la liberación, está en el hecho de que María, madre de Jesús, venga a mostrarse, en la linea del Magníficat, como madre preocupada por las bodas de los hombres de este mundo. Ella no está en Caná para cuidar a Jesús, para arroparle en medio de los riesgos de una boda donde parecen estallar las leyes más normales de la compostura y sobriedad del mundo, está para ocuparse de los hombres, de aquellos que quisieran llegar hasta las bodas de alegría y vida de la tierra, pero no pueden hacerlo porque falta el vino de la fiesta.
María, la madre escondida de Mt 1-2, la cantora de la gran transformación mesiánica del Magníficat (Lc 1,45-55), viene a presentarse ahora como promotora de la fiesta: ¡ella está al servicio del vino de la vida! Sabe que la esclavitud no es sólo el hambre y la opresión-humillación que presentaba Lc 1,52-53: esclavitud es carencia de amor, es la impotencia de una vida en la que todo está encerrado en leyes, purificaciones lustrales, ceremonias opresoras. Pues bien, precisamente en ese lugar, allí donde los hombres padecen la gran frustración de su impotencia (¡no alcanzan a beber el vino de las bodas!), viene a presentarse María y nos presenta a Jesucristo.
Precisamente al servicio de la vida y del amor, del vino y de la fiesta se ha puesto María, conforme al evangelio. Ella está con los diáconos, con los servidores del banquete, anunciando y preparando el gozo que se acerca, la liberación definitiva.
En esta perspectiva podemos ampliar la cita con que había comenzado este apartado: “El Señor de los ejércitos prepara un festín de manjares suculentos…: y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos…, aniquilará la muerte para siempre” (Is 25,6-7). Éste es precisamente el vino que falta en el banquete de la tierra, ese “vino de solera” que anuncia el gran profeta (cf 25,6). Pues bien, al servicio de ese vino de la vida se coloca María, como servidora de la libertad, en el banquete escatológico.
LIBRE, LIBERADA Y LIBERADORA
Libertad de los hijos de Dios. El evangelio es un proceso de liberación donde el esclavo (doulos) se hace hijo (huíos) conforme a la palabra de Gál 3-4. Pues bien, ahora queremos ampliar aquella breve indicación, partiendo del gran texto paulino donde el tema de la libertad se ha vinculado a la venida de Jesús como “nacido de mujer”:
Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, a) nacido de mujer,
b) nacido bajo la ley,
b’) a fin de rescatar a los que estaban bajo la ley,
a’) a fin de que alcanzásemos la filiación (/Ga/04/04).
Ser hijos de Dios, hermanos, amigos, libres… El tema es claro: Dios envía a su Hijo (eterno) para que los hombres, rota la cadena de la ley que es servidumbre, podamos alcanzar la filiación. Pues bien, esa filiación es libertad. El hombre vive esclavizado sobre un cosmos que le determina: es heredero de las cosas, pero no puede emplearlas libremente a su servicio, como espacio de realización y como medio para madurar en libertad; el hombre vive dominado objetivado sobre un mundo que le determina, le angustia y cuadricula (Gál 4,3).
Ésta es la esclavitud fundamental, el sometimiento en un mundo de esclavitud, de dominio de unos sobre otros, sin ser hermanos, sin ser amigos, sin ser libres Dios nos hizo dueños y nosotros somos (nos hemos hecho) siervos de las cosas (cf Gén 2,26 Rom 8,20).
Por eso, nosotros, nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la filiación, la redención de nuestras opresiones, la hermandad, la amistad (cf. Rm 8,23).
Esta es la filiación que nos ofrece Jesucristo, el Hijo, nacido de mujer: nos da su Espíritu, de forma que podemos decir ¡Abba, Padre!:
“Por eso ya no eres siervo, sino hijo; y si eres hijo, eres heredero según Dios” (Ga/04/07).
La verdadera libertad es filiación: nos hace madurar como hijos, en un contexto de autonomía personal, de apertura hacia Dios y de confianza. Situada en esta perspectiva, y reasumida en el campo de la redención del Cristo, Hijo de Dios, la misma Madre, María, viene a presentarse como hija: ya no es esclava sometida a los principios de la ley aplastada por las fuerzas de este mundo; es hija redimida por Jesús que dice el “¡Abba, Padre!” y que mantiene relación de encuentro personal con ese Padre.
Situados ya en este nivel, dentro de la gran proclamación mesiánica de Gálatas, podemos dar un paso más. Antes el mundo de la esclavitud y de la ley se hallaba dividido en grupos contrapuestos. Ahora, en cambio, la libertad de Cristo, realizada como nueva creación, vincula a todos los creyentes en forma de fraternidad mesiánica:
Pues todos sois hijos de Dios, por la fe en Cristo Jesús, ya no hay judío ni griego, no hay siervo ni libre no hay macho y hembra, porque todos vosotros sois uno en el Cristo Jesús (Gál 3,26.28).
María es mujer (gyne) y como tal es madre de Jesús, pero ella no se define en su oposición al varón: no es thely o hembra que vive en guerra con el arsen, que es el macho. En el comienzo de la iglesia, allí donde san Pablo ha proclamado la unidad fundamental de todos los creyentes, rectamente interpretada, María viene a presentarse como signo de esa unidad (igualdad) fundamental. Por encima de judíos-griegos, siervos-libres, machos-hembras, enfrentados en lucha permanente, quedan los hombres (seres humanos: varones y mujeres) que viven la nueva filiación de Cristo, en ámbito de fe o de mutua fidelidad.
Jesús, nacido de mujer, nacido bajo una ley de opresión, nos libera de la opresión, nos introduce en camino de hermandad, de amistad, que debemos recorrer con María. La cooperación de María, hija de Dios, hace posible que nosotros dejemos de ser siervos y empecemos a ser hijos, herederos de la casa de Dios Padre (Gál 4,7); aquella cooperación maternal ha influido en esta gran ruptura mesiánica del Cristo, que ha venido a crear un mundo nuevo donde ya no exista opresión o división entre machos-hembras, judíos-gentiles, esclavos y libres.
HERMANA: FRATERNIDAD/SORORIDAD
“Vosotros no llaméis a nadie rabbi; uno es, pues, vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y a nadie llaméis sobre la tierra padre, pues uno es vuestro Padre, el de los cielos” (Mt/23/08-09).
Éstas son palabras condensadas que reflejan la nueva densidad, el nuevo espacio vital y familiar de la comunidad cristiana. Evidentemente, ellas incluyen a María, la madre de Jesús.
En esta perspectiva, libertad cristiana implica una doble liberación. Es liberación frente a un falso padre, frente a Dios impositivo de este mundo, que domina desde arriba y que no deja a los hijos realizarse, conforme a un mito que en los últimos decenios ha desarrollado con toda nitidez la tradición cristiana; mientras el hombre siga oprimido por su padre de la tierra no existe libertad, sólo cuando el hijo puede superar ese nivel del padre de este mundo y se descubre responsable, acogido y potenciado por el Padre de los cielos, logra alcanzar su libertad, se vuelve plenamente humano.
Ésta es igualmente liberación frente al maestro (rabbi) o dirigente (kathekhetes) de este mundo que mantiene al hombre en un nivel perpetuo de minoría de edad o de discipulado. Cristo rompe esa minoría, transforma aquel discipulado, y nos conduce al plano de transparencia comunicativa, interpretada como fraternidad.
La superación del padre impositivo de este mundo no supone una caída en el vacío total de la violencia, siempre repetida y destructora; tampoco el rechazo de los maestros-jefes lleva al caos de la vida incontrolada, como siguen creyendo muchísimas personas sobre el mundo.
Esta doble superación es posible no por rechazo resentido, sino por descubrimiento superior de vida, no por negación, sino por superabundancia: precisamente en el lugar donde antes dominaban maestros y dirigentes nos hemos abierto a la transparencia de la libertad, como encuentro fraterno, animado por Cristo, el gran hermano; precisamente en el lugar donde imponían su ley dominadora los padres de la tierra hemos descubierto al Padre de los cielos, que nos admite como somos y nos capacita para creer en libertad, en actitud de gracia.
Comentarios desactivados en Afirmar y ungir los nombres elegidos
La publicación de hoy es de la colaboradora invitada Emma Cieslik (ella/ella), una profesional queer de museos y académica religiosa que investiga las intersecciones entre género, sexualidad, cultura material y religión.
“La experiencia del cambio de nombre es en gran medida una experiencia católica”, explicó el sacerdote jubilado de Baltimore, el padre Joe Muth, en una entrevista para “Queer and Catholic: A CLGS Oral History Project”. Cofundador del primer ministerio LGBTQ+ en la Arquidiócesis de Baltimore: el p. Muth compartió el poder del Servicio de Cambio de Nombre que él y un ministro metodista dirigieron el año pasado. “El hecho de que las personas transgénero pidieran participar en algún tipo de servicio en el que pudieran hacer lo mismo realmente encaja con nuestra tradición católica y nuestra historia católica”.
En 2010, el P. Muth y un grupo de líderes laicos de la Iglesia de San Mateo, Baltimore, fundaron el LGBTQ+ Educating and Affirming Diversity (ministerio LGBTQ+ Educando y Afirmando la Diversidad), o LEAD. Fue un miembro de LEAD el que buscó una ceremonia en la que pudieran proclamar su nuevo nombre. El 16 de abril de 2023, el P. Muth, ministro metodista y padre de un niño trans, hizo esto realidad cuando 50 personas se reunieron en la Iglesia Presbiteriana de Maryland, Baltimore. El servicio comenzó con el Salmo 139:13-14 de la traducción de La Biblia Inclusiva, que decía:
“Tú creaste mi mayor ser y me cosiste en el útero de mis padres. Por todos estos misterios te doy gracias – por la maravilla de mí mismo, por la maravilla de tus obras – mi alma lo sabe bien”.
Los dos miembros del clero que dirigieron el servicio compartieron que las personas de fe se reúnen para bautismos, bodas, confirmaciones y b’nai mitzvá para reconocer y celebrar cómo cambiar el nombre de alguien refleja su transición dentro de la comunidad religiosa. Dios, compartieron, ha cambiado los nombres de las personas para significar una transición clave en sus vidas, en particular Sarai a Sara, Jacob a Israel, Saúl a Pablo y Simón a Pedro, cuyas historias se leyeron en el servicio de cambio de nombres. Sólo parece apropiado celebrar a los LGBTQ+ cambiando su nombre con la misma bienvenida, dijo el clero.
A los participantes involucrados en el servicio se les pidió que escribieran sus nombres fallecidos (es decir, los nombres que les dieron al nacer) con un marcador permanente en un trozo de papel de arroz soluble, y el nombre elegido en una piedra plana. A continuación, cada participante dobló el papel de arroz, antes de colocarlo en la fuente y revolverlo hasta que el papel se disolviera.
“La imagen del bautismo”, compartieron los ministros, “es poderosa: una nueva vida en Cristo que es purificada por el agua. Así como algunos de nosotros hemos sido lavados por el agua del bautismo y hemos sido llamados hijos amados de Dios, te invitamos, como hijo amado de Dios, a sacar tu nuevo nombre del agua. Ahora bien, esta piedra puede parecer sólida y permanente. Pero sabemos que las rocas cambian a medida que cambia el agua que las rodea. La textura, la forma, todo cambia a medida que cambian las aguas que fluyen. Tú, tu identidad y tu propósito seguirán creciendo, cambiando y transformándose”.
Con la piedra en mano, se invitó a cada participante a compartir su nombre y pronombres y, si se sentía cómodo, por qué eligió ese nuevo nombre. Los ministros explicaron que estos nuevos nombres son buenos y oraron para que los nombres reflejen el verdadero yo y capaciten a los participantes para vivir una vida de amor y justicia. Luego se invitó a la comunidad a caminar con cada persona, capacitándolas para vivir una vida auténtica que reflejara cómo están “maravillosa y bellamente hechas”.
Los miembros del clero impusieron sus manos sobre cada participante, mientras los miembros de la congregación levantaban sus propias manos para lastimar a las personas recién nombradas. Esto, compartió el P. Muth, “fue una parte realmente importante para que fueran aceptados por la comunidad”.
Luego, los miembros de la congregación y los ministros se unieron para orar: “Afirmamos nuestro continuo caminar con ustedes en la vida común de esta comunidad. Les prometemos nuestra amistad y oraciones continuas mientras compartimos las esperanzas y el trabajo que estamos llamados a realizar. Que sigamos creciendo juntos en el conocimiento, el amor y el servicio de Dios, y seamos testigos de aceptación y empoderamiento para todas las personas”.
Después de esta ceremonia, todos procesionaron con los miembros del clero mientras sacaban el cuenco por la puerta lateral y vertían el agua sagrada en el jardín. Al hacerlo, continuaron los líderes ordenados, “los devolvemos a la tierra, a la historia, al círculo de la vida, para que puedan proporcionar alimento para las cosas nuevas que Dios hará crecer”.
Fue una celebración alegre de la transición, reconociendo que los recuerdos y las relaciones de este individuo persisten con esta identidad, que los nombres pueden cambiar en el futuro para reflejar mejor sus identidades tal como el agua transforma una roca con el tiempo, y que la lucha por los derechos trans es divina y requiere que las personas de fe reconozcan el valor de los hijos trans de Dios.
Organizar este servicio no sólo afirma la transición de la persona entre los miembros de su sistema de apoyo sino también con los miembros de la Iglesia en general. Esta ceremonia de cambio de nombre es espiritualmente importante, al igual que otros sacramentos, incluido el bautismo, el matrimonio o la confirmación, para los católicos LGBTQ+.
Como católicos, nos marcamos con el nombre de personas cuya fidelidad nos guía hacia la salvación. Nos firmamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por lo tanto, es espiritualmente necesario afirmar las vidas y experiencias de los católicos LGBTQ+ cambiando el nombre de servicios como este. Son, como dijo el P. Muth, “ese tipo de momentos orientados a la fe que realmente ayudan a alguien a poder reconocer quién soy ante Dios”.
Nota: El servicio final que crearon se basa en otro ritual creado por el ministro de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, Rev. Sandra Summers en el Libro de servicios ocasionales en la Iglesia Episcopal, así como en la Transgender Naming Ceremony(Ceremonia de nombramiento de personas transgénero) desarrollada por el ministro unitario universalista Rev. Fred L. Hammond, unTransgender Renaming Service(servicio de cambio de nombre transgénero) creado por el capellán episcopal Rev. Dr. Cameron Patridge y una Transgender Renaming Ceremony(ceremonia de cambio de nombre transgénero) creada por el rabino Heather Paul.
—Emma Cieslik (ella/ella), 5 de septiembre de 2024
Comentarios desactivados en Making Room de Carl Siciliano cuenta su historia de ‘Hacer espacio’ para jóvenes LGBTQ sin hogar.
Carl Siciliano,
Por Maxwell Kuzma
15 de junio de 2024
Making Room de Carl Siciliano no es una lectura fácil.
Este libro nos toma de la mano y nos lleva fuera de nuestros cómodos hogares suburbanos de clase media, lejos de nuestros trabajos estables y redes de apoyo, a un lugar sin despensa ni refrigerador bien abastecidos. Nos lleva a un paso subterráneo sucio o a un banco de parque incompleto, donde un joven LGBTQ (un menor de edad) se acurruca solo, sin ningún apoyo, enfrentando la realidad de la indiferencia (en el mejor de los casos) y la crueldad (en el peor) del mundo.
Y estos niños no salen ilesos de la oscuridad. Muchos han sido introducidos en la adicción a la cocaína y, a veces, sólo vendiendo su cuerpo encuentran una cama para pasar la noche.
En la ciudad de Nueva York durante los años 80 y 90, muchos de esos jóvenes fueron a SafeSpace, donde probablemente conocieron a un joven italiano gay musculoso llamado Carl, que había sido profundamente capacitado en hospitalidad al pasar tiempo con los Trabajadores Católicos de Dorothy Day. Carl sentía una profunda convicción de que ser gay era un don espiritual que no debía esconderse bajo un almud, y puso en práctica esta teología queer centrando sus esfuerzos profesionales en ayudar a la población LGBTQ más vulnerable: los jóvenes.
Este no es un problema finito con una solución finita, pero no tenemos un Dios finito.
Es desgarrador escuchar, a través de los oídos de Carl, los relatos de primera mano de lo que sucedió cuando estos niños se declararon homosexuales ante sus familias. Los lectores LGBTQ como yo sentirán estas historias profundamente en sus cuerpos, resonando y recordando. Incluso sin violencia física, la violencia mental, emocional y espiritual puede causar mucho daño, peor cuando proviene de aquellos que deben amarte más.
Pero no son sólo las familias las culpables. Making Room ilustra una poderosa yuxtaposición de Times Square antes y después de una supuesta revitalización, un esfuerzo que afectó (y desalojó) desproporcionadamente a la comunidad LGBTQ.
Que nosotros, los estadounidenses, hayamos permitido que esto suceda históricamente y en la actualidad (ver la historia de Nex Benedict) es profundamente vergonzoso, pero a menudo optamos por no mirar nuestra vergüenza a la cara. Nos alejamos, imitando a las familias que se han alejado de estos jóvenes.
Carl Siciliano es una inspiración, pero este libro no es un cuento de hadas en el que el caballero de brillante armadura llega para vencer lo que amenaza al pueblo. Como aprende Carl, el héroe de esta historia es la comunidad, y nos convertimos en héroes cuando tomamos una posición, extendemos una mano o hablamos en nombre de alguien. La existencia de personas queer (y otras personas marginadas) siempre será una alteración del status quo, incluso cuando las celebremos.
A lo largo de su tiempo en SafeSpace, Carl luchó en una búsqueda aparentemente interminable de fondos, luchando incluso para recibir el dinero de la subvención destinado por la ciudad para ayudar a los jóvenes queer sin hogar, pero nunca enviado a las organizaciones apropiadas.
La actriz Bea Arthur con Carl Siciliano, director ejecutivo del Centro Ali Forney, en 2005.
También hay hermosos pasajes en el libro: espectáculos de talentos donde los jóvenes LGBTQ expresan todo el espectro de sus vibrantes personalidades en una pasarela casera con su peluca favorita y líneas de cejas lo suficientemente afiladas como para cortar a un hombre; resiliencia que no debería haber sido necesaria; una voluntad de sobrevivir que nunca debería haber sido tan tensa.
Hay comidas de estilo familiar para las fiestas, donde los niños le dicen a Carl que es “la primera Navidad que realmente disfruté”, aunque estos momentos de calidez y seguridad están marcados por la bofetada de aire frío cuando tienen que volver a la calle a las el final de la comida.
Y aunque no es un caballero de cuento de hadas, Carl se enfrenta a muchos monstruos sólo para conservar los escasos recursos que les han dado: la ciudad que no quiere darle el dinero, un nuevo sacerdote que quiere aburguesar el edificio, posibles donantes. que resultan ser depredadores y muchos demonios internos propios, preguntándose con frecuencia cómo puede soportar la inmensidad de estas historias desesperadas, especialmente sabiendo que tiene una cama a la que regresar a casa, pero los niños no.
A veces sucede lo peor. Muere un niño. Y cada vez casi hace que Carl se rompa. Continúa con la determinación de evitar tantas muertes como pueda, reconfortándose en ser parte de la comunión de los santos, sabiendo que requiere que todos hagan su parte con dignidad, sin miedo a los incendios que uno pueda atravesar.
Portada de “Making Room” de Carl Siciliano
Al final, ese es el mensaje que más me llevé del libro. Se necesita toda la comunión de los santos, tanto los que están entre nosotros como los que han dejado esta tierra. Este no es un problema finito con una solución finita, pero no tenemos un Dios finito.
Cuando se trata de defender en oración, apoyar y apoyar financieramente a las comunidades vulnerables y marginadas, unimos fuerzas con el Espíritu Santo cuando nos atrevemos a actuar fuera de nuestras zonas de confort y hacer lo que nos corresponde hacer, para el beneficio de todas las almas.
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Una versión de esta historia apareció en la edición impresa del 5 al 18 de julio de 2024 bajo el título: Carl Siciliano tells his story of Making Room’ for homeless LGBTQ youth. (Carl Siciliano cuenta su historia de ‘Hacer espacio’ para jóvenes LGBTQ sin hogar).
Carl Siciliano
Making Room: Three Decades of Fighting for Beds, Belonging, and a Safe Place for LGBTQ Youth (Haciendo espacio: Tres décadas de lucha por camas, pertenencia y un lugar seguro para los jóvenes LGBTQ)
Comentarios desactivados en ¿Homofobia en el Sínodo? El jesuita James Martin cuenta lo que tuvo que escuchar
“Las palabras ‘repugnante’, ‘repulsivo’ y ‘enfermizo’ se utilizaban regularmente”
James Martin, quien ha contado su experiencia al respecto en un artículo en la revista America, donde afirma que “las palabras ‘repugnante’, ‘repulsivo’, ‘antinatural’ y ‘enfermizo’ se utilizaban regularmente en las conversaciones conmigo”
“1) Las cuestiones LGBTQ son una ideología; 2) Es una forma de neocolonialismo; 3) Es una causa occidental; 4) Apoyar a las personas LGBTQ significa abrazar a la Iglesia opositora y sus enseñanzas; y 5) Las personas LGBTQ odian la Iglesia”, resumen Martin de sus conversaciones con otros padres sinodales
“Algunos delegados dijeron que las personas LGBTQ o no existen o simplemente se suscriben a una ideología (que los hace homosexuales). Un arzobispo africano me dijo: ‘La razón por la que la gente en mi país es homosexual es porque los estadounidenses les pagan para que sean homosexuales’”
¿Homofobia en el Sínodo de la Sinodalidad? Sí, al menos en el círculo en el que se movió el jesuita y padre sinodal James Martin, quien ha contado su experiencia al respecto en un artículo en la revista America, donde afirma que “las palabras ‘repugnante’, ‘repulsivo’, ‘antinatural’ y ‘enfermizo’ se utilizaban regularmente en las conversaciones conmigo”.
“Puedo decir que el año pasado algunos delegados hicieron contribuciones que iban más allá de la oposición que había escuchado previamente de los líderes de la Iglesia” en relación con la cuestión del acompañamiento pastoral al colectivo LGBTQ, escribe el religioso estadounidense, aún sorprendido por la intensidad de la oposición a las personas queer entre los miembros del Sínodo.
En conversaciones sobre todo con sinodales procedentes de las iglesias de Europa del Este y África, Martin, uno de los pioneros en la pastoral con este colectivo enumera en su artículo -que recoge el portal Katholisch– los siguientes aspectos recogidos en esos diálogos: “1) Las cuestiones LGBTQ son una ideología; 2) Es una forma de neocolonialismo; 3) Es una causa occidental; 4) Apoyar a las personas LGBTQ significa abrazar a la Iglesia opositora y sus enseñanzas; y 5) Las personas LGBTQ odian la Iglesia”.
Now in @americamag: “I listened to Synod delegates opposed to LGBTQ issues. Here are my responses.” The result of a year-long listening project with Synod delegates and Catholic leaders around the world, especially Eastern Europe and Sub-Saharan Africa. https://t.co/U4YfhdtnFA
El considerar las reivindicaciones de este colectivo como una forma de ideología fue “un fuerte prejuicio por parte de los clérigos y miembros del sínodo” con el que se encontró Martin duranta la primera fase del sínodo, celebrado en el Vaticano en octubre de 2023.
“Algunos delegados dijeron que las personas LGBTQ o no existen o simplemente se suscriben a una ideología (que los hace homosexuales). Un arzobispo africano me dijo: ‘La razón por la que la gente en mi país es homosexual es porque los estadounidenses les pagan para que sean homosexuales’”.
Junto con esto, también se encontró varias veces con padres sinodales que afirmaban que el de la homosexualidad era una forma de neocolonialismo. “’Esto nunca ha sucedido en nuestro país’, me dijo un obispo. Es ‘una importación’, dijo otro. ‘Un visitante no deseado’, dijo otro”, rememora Martin, quien en los últimos tiempos se ha convertido en un objetivo de los movimientos más conservadores dentro de la Iglesia católica.
Comentarios desactivados en México: ¿Qué nos dicen los más de 50 transfeminicidios en lo que va de 2024?
Al menos 50 mujeres trans han sido víctimas de transfeminicidio en México en lo que va de 2024, una cifra alta en relación a años anteriores. ¿Cómo leer estos datos urgentes para frenar la violencia? ¿Qué revela el contexto acerca de las desigualdades que atraviesan las vidas de las femeneidades trans?
Fuente Agencia Presentes
5 de septiembre de 2024
Geo González Geo González Edición: María Eugenia Ludueña
CDMX, México. En lo que va del 2024 al menos 50 mujeres trans han sido víctimas de feminicidio en México de acuerdo a datos recopilados por la Asamblea Nacional Trans No Binarie y el colectivo Transcontingenta. Es una cifra alta si se analizan los registros de años anteriores. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ya mostró su preocupación frente a estos indicadores.
Para dimensionar lo que sucede es importante mencionar que en 2023 la organización Letra S documentó 43 transfeminicidios. Representaron el 65% de la cifra total de muertes violentas contra personas LGBT en México. En menos de nueve meses de 2024, la Asamblea Nacional Trans No Binarie lleva documentados 50 transfeminicidios. Un dato que apunta a que este año se está convirtiendo en uno de los más violentos contra las mujeres trans mexicanas.
Las violencias se entrelazan
El Centro de Apoyo a las Identidades Trans (CAIT) viene llevando desde 2007 sus propias bases de datos. Su directora, Rocío Suárez, dice: “Ya no basta con nombrar una, dos, tres, nueve, quince asesinadas. Aunque es importante, se corre el riesgo de hacer de la muerte un espectáculo. Nos ha tocado reflexionar sobre eso porque nosotras lo hacíamos pero creo que ahora importa nombrar estas muertes desde otros lugares y otros fenómenos sociales y contextos que están atravesando la violencia hacia las mujeres trans”.
Suárez explica que dentro de la recopilación de datos aparece otra información crucial para abordarlos. “Son necesarias las interseccionalidades que hoy notamos. Porque aparecen temas como las edades de las víctimas en etapas productivas, la desaparición, los contextos de movilidad, la presencia del crimen organizado y el aumento de uso de armas de fuego”, entre otros indicadores de violencias.
“El arma de fuego prevalece en los transfeminicidios en un país militarizado”
De los 50 transfeminicidios documentados, en 27 de ellos se utilizó armas de fuego.
Jey Fernádez, activista de Baja California que alimenta el repositorio de la Asamblea, comentó en entrevista que el arma de fuego sobresale por otras formas de arma letal en los transfeminicidios de este año. Pero su uso no descarta el ensañamiento, formas de tortura y violencia sexual que se ejerce contra las mujeres trans al momento de ser asesinadas.
“La violencia en razón de género contra las mujeres trans es doblemente más violenta en comparación a la violencia feminicida (hacia mujeres cisgénero) porque la saña, la violencia sexual, los modos de asesinar son distintos, pero también las formas cómo el arma de fuego es literalmente vaciada contra las víctimas. Lo que vemos este 2024 es que estamos frente a una limpieza social”, agrega Fernandez.
Rocío Suárez explica que el aumento en el uso de armas de fuego en los transfeminicidios tiene que ver, directamente, con la política de armas en el país. Y esto tiene un vínculo con la violencia generalizada y la política de seguridad pública implementada desde 2007 cuando se declaró la “guerra contra las drogas” en la que se ha militarizado al país.
Su análisis coincide con lo que Intersecta y otras organizaciones civiles documentaron en el informe Violencia de género con armas de fuego en México (2021): a 5 de cada 10 mujeres trans les arrebataron la vida con arma de fuego.
Víctimas en situación de vulnerabilidad y desplazamiento
La mayoría de las víctimas de transfeminicidio ejercían el trabajo sexual. Y de los 50 casos documentados, 11 han sucedido en la Ciudad de México. Aquí la mayoría de las víctimas habían llegado desde otros sitios y vivían en situación de vulnerabilidad.
Rocío Suárez destaca que históricamente los casos que suceden en la CDMX y otras grandes ciudades -Guadalajara, Monterrey- o fronterizas como Ciudad Juárez son de mujeres originarias de otros estados que experimentaron desplazamiento forzado. O simplemente una situación de movilidad “porque en el país existe una brecha de derechos”.
“Hay compañeras que se están quedando atrás. No les está alcanzando el tema del reconocimiento a la identidad de género, ni que haya una oficina de diversidad sexual. No alcanza que haya una ley que tipifica los transfeminicidios. Existe una brecha de derechos que está provocando la movilidad de compañeras principalmente a la Ciudad de México en donde no se les garantiza el derecho al trabajo, a la vivienda, a la vida. Esto también tendríamos que sumarlo a nuestras formas de documentar estas muertes”.
CIDH condena la violencia transfeminicida en México y la impunidad
El aumento de las muertes violentas por razón de género a mujeres trans documentadas en ocho meses alertó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El 29 de agosto informó su preocupación, condenó la violencia que sufre esta población en México y también la impunidad que prevalece.
La CIDH pide que las autoridades mexicanas sean observadas en su actuación y aplicación del Protocolo Nacional de Actuación LGBTI+, cuyo objetivo es garantizar el acceso a la justicia a estas poblaciones. También advierte a las autoridades en la necesidad de “redoblar esfuerzos para prevenir y sancionar actos de violencia contra personas trans”. Y menciona que “la falta de una investigación con debida diligencia puede conllevar a una alarmante situación de impunidad”.
En la mayoría de los transfeminicidios documentados este año se desconoce a los victimarios y no hay detenidos.
Rocío Suárez comenta que de los once casos en Ciudad de México, solo en tres se está considerando una investigación bajo el protocolo de feminicidio. Esto a pesar de que es la única fiscalía del país con una subunidad de investigación de transfeminicidios y donde recientemente se aprobó la tipificación del delito de transfeminicidio, además del estado de Colima.
Ante este panorama, Suárez menciona “la tipificación del transfeminicidio no es un modelo de prevención y el Estado insiste en que ese es el camino. Pero también hay una constante apuesta por crear este tipo penal desde los activismos y responde, en parte, a la lógica de los grandes financiamientos internacionales que van dirigidos a proyectos de incidencia política y no para apoyar el fortalecimiento del tejido comunitario. Desde los activismos no estamos generando una mirada más comunitaria que pudiera trascender en fortalecer a las compañeras y los caminos a la prevención de estas violencias”.
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