Amar y servir
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»
Los sinópticos muestran a Jesús como un líder carismático que arrastra tras de sí a las multitudes; un orador genial capaz de impresionar con su palabra hasta a los mismos guardias de Herodes: «Jamás hombre alguno habló como éste»; un hombre, a la par compasivo y valeroso que no dudó en llegar hasta el final; y un final en cruz… Diríamos que era un primero que poseía todos los talentos, pero, como decía Ruiz de Galarreta, «Jesús no es el primero por los talentos que había recibido, sino porque los puso al servicio de todos».
Es muy fácil ponerse al servicio de los poderosos, porque ellos suelen recompensar a los serviles; lo difícil es ponerse al servicio de los más necesitados sin esperar nada a cambio. Y Jesús se puso al servicio de los pobres, los marginados, los leprosos, los ciegos… y les dedicaba todo su tiempo, los sanaba, les enseñaba y les abría una puerta a la esperanza mostrándoles con su actitud que ellos eran los más importantes a los ojos de Dios… precisamente por ser los más necesitados.
Entre los necesitados incluyó a los pecadores, y comía con ellos demostrando que él no los despreciaba; que lo importante son las personas; que los tenidos por pecadores son en realidad los más necesitados. Y no dudó en jugarse el prestigio ofreciéndoles su amistad porque quería librarles de la vergüenza, la humillación y el sentido de culpa que con tanto ahínco fomentaban en ellos los tenidos por buenos…
Al ver que su tiempo se le acababa, su principal urgencia fue remachar la idea de servicio en la mente de quienes debían continuar su obra. Así, Mateo nos dice que en su último discurso —síntesis y compendio de su predicación— Jesús puso todo el énfasis en la necesidad de servir a quienes nos necesitan; de dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y visitar al enfermo y al encarcelado… y las otras cosas a las que nosotros damos tanta importancia, ni siquiera merecieron una simple mención por su parte… Según versión de Juan, al ver discutir a sus discípulos sobre el puesto a ocupar en la última cena, tomo una jofaina y una toalla, y se puso de rodillas a lavarles los pies.
Esta imagen de Jesús lavando los pies nos señala como ninguna otra la actitud del cristiano. Hay quien decide emplear la vida entera en lavar los pies de los necesitados, pero a los demás, a los que no tenemos su coraje, se nos invita a ir atentos por la vida y no pasar de largo cuando nos encontramos con la pobreza, la tristeza, la soledad, la enfermedad, la vejez… El hereje samaritano de la parábola puede ser un excelente guía que nos marque el camino.
Ignacio de Loyola —empapado hasta los tuétanos del espíritu de Jesús— nos propone un lema genial para vivir a lo cristiano: «En todo, amar y servir»… Amar y servir como respuesta al amor del Padre… y porque así seremos mucho más felices: «El ciento por uno en esta vida…»
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí
Fuente Fe Adulta
Comentarios recientes