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Archivo para Jueves, 25 de julio de 2024

Santiago

Jueves, 25 de julio de 2024
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Esta noche ha pasado Santiago
su camino de luz en el cielo.
Lo comentan los niños jugando
con el agua de un cauce sereno.

¿Dónde va el peregrino celeste
por el claro infinito sendero?
Va a la aurora que brilla en el fondo
en caballo blanco como el hielo.

¡Niños chicos, cantad en el prado
horadando con risas al viento!

Dice un hombre que ha visto a Santiago
en tropel con doscientos guerreros;
iban todos cubiertos de luces,
con guirnaldas de verdes luceros,
y el caballo que monta Santiago
era un astro de brillos intensos.

Dice el hombre que cuenta la historia
que en la noche dormida se oyeron
tremolar plateado de alas
que en sus ondas llevóse el silencio.

¿Qué sería que el río paróse?
Eran ángeles los caballeros.

¡Niños chicos, cantad en el prado.
horadando con risas al viento!

Es la noche de luna menguante.
¡Escuchad! ¿Qué se siente en el cielo,
que los grillos refuerzan sus cuerdas
y dan voces los perros vegueros?

Madre abuela, ¿cuál es el camino,
madre abuela, que yo no lo veo?

Mira bien y verás una cinta
de polvillo harinoso y espeso,
un borrón que parece de plata
o de nácar. ¿Lo ves?
Ya lo veo.

Madre abuela. ¿Dónde está Santiago?
Por allí marcha con su cortejo,
la cabeza llena de plumajes
y de perlas muy finas el cuerpo,
con la luna rendida a sus plantas,
con el sol escondido en el pecho.

Esta noche en la vega se escuchan
los relatos brumosos del cuento.

¡Niños chicos, cantad en el prado,
horadando con risas al viento!

Una vieja que vive muy pobre
en la parte más alta del pueblo,
que posee una rueca inservible,
una virgen y dos gatos negros,
mientras hace la ruda calceta
con sus secos y temblones dedos,
rodeada de buenas comadres
y de sucios chiquillos traviesos,
en la paz de la noche tranquila,
con las sierras perdidas en negro,
va contando con ritmos tardíos
la visión que ella tuvo en sus tiempos.

Ella vio en una noche lejana
como ésta, sin ruidos ni vientos,
el apóstol Santiago en persona,
peregrino en la tierra del cielo.

Y comadre, ¿cómo iba vestido?
le preguntan dos voces a un tiempo.

Con bordón de esmeraldas y perlas
y una túnica de terciopelo.

Cuando hubo pasado la puerta,
mis palomas sus alas tendieron,
y mi perro, que estaba dormido,
fue tras él sus pisadas lamiendo.
Era dulce el Apóstol divino,
más aún que la luna de enero.
A su paso dejó por la senda
un olor de azucena y de incienso.

Y comadre, ¿no le dijo nada?
la preguntan dos voces a un tiempo.

Al pasar me miró sonriente
y una estrella dejóme aquí dentro.

¿Dónde tienes guardada esa estrella?
la pregunta un chiquillo travieso.

¿Se ha apagado, dijéronle otros,
como cosa de un encantamiento?

No, hijos míos, la estrella relumbra,
que en el alma clavada la llevo.

¿Cómo son las estrellas aquí?
Hijo mío, igual que en el cielo.

Siga, siga la vieja comadre.
¿Dónde iba el glorioso viajero?

Se perdió por aquellas montañas
con mis blancas palomas y el perro.
Pero llena dejome la casa
de rosales y de jazmineros,
y las uvas verdes en la parra
maduraron, y mi troje lleno
encontré la siguiente mañana.
Todo obra del Apóstol bueno.

¡Grande suerte que tuvo, comadre!
sermonean dos voces a un tiempo.

Los chiquillos están ya dormidos
y los campos en hondo silencio.

¡Niños chicos, pensad en Santiago
por los turbios caminos del sueño!

¡Noche clara, finales de julio!
¡Ha pasado Santiago en el cielo!

La tristeza que tiene mi alma,
por el blanco camino la dejo,
para ver si la encuentran los niños
y en el agua la vayan hundiendo,
para ver si en la noche estrellada
a muy lejos la llevan los vientos.

*

Federico García Lorca
Balada ingenua

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Festividad de Santiago Apóstol

Jueves, 25 de julio de 2024
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Santiago_el_Mayor_peregrino,_de_El_Greco._(Museo_de_Santa_Cruz_de_Toledo)

(Santiago el Mayor peregrino, de El Greco. Museo de Santa Cruz de Toledo.)

Santiago, llamado «el mayor», era hijo de Zebedeo y de Salomé (Mc 15,40; Mt 27,56) y hermano mayor de Juan el evangelista. Junto con él fue llamado entre los primeros discípulos de Jesús, y siempre se le cita entre los tres primeros apóstoles en el Nuevo Testamento.

Fue testigo privilegiado de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37), de la transfiguración de Jesús (Mt 17,1) y de la agonía de Jesús en Getsemaní (Mt 26,37). Fue decapitado hacia el año 44, en tiempos de Herodes Agripa, en los días de la Pascua (Hch 12,1-3).

LECTIO

Primera lectura: Hechos de los apóstoles

4,33.5.12.27b-33; 12,1b

En aquellos días, los apóstoles datan testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los trajeron y los condujeron a presencia del consejo, y el sumo sacerdote los interrogó: -¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.

Pedro y los apóstoles replicaron: -Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero». «La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión con el perdón de los pecados». Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen. Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos, y el rey Herodes hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan.

 La primera lectura de la solemnidad de Santiago, patrón de España, presenta a nuestra consideración la idea del testimonio de la resurrección de Jesús por parte de los apóstoles. Este testimonio, mandato expreso del Señor, no puede ser encadenado por ninguna instancia humana, porque el testigo debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Y puede hacerlo gracias al Espíritu Santo, «que Dios da a los que le obedecen». Esta obediencia llevó a Santiago a derramar su sangre, corroborando con ello su testimonio, su «martirio».

***

Salmo:

Sal 66, 2-3. 5. 7-8

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines de la tierra. R

***

Segunda lectura: 2 Corintios 4,7-15

Hermanos:

Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que todos vean que una fuerza tan extraordinaria procede de Dios y no de nosotros.

Nos acosan por todas partes, pero no estamos abatidos; nos encontramos en apuros, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no quedamos a merced del peligro; nos derriban, pero no llegan a rematarnos.

Por todas partes vamos llevando en el cuerpo la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

Porque nosotros, mientras vivimos, estamos siempre expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

Así que en nosotros actúa la muerte, y en vosotros, en cambio, la vida.

Pero como tenemos aquel mismo espíritu de fe del que dice la Escritura: Creí y por eso hablé, también nosotros creemos, y por eso hablamos, sabiendo que el que ha resucitado a Jesús, el Señor, nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos dará un puesto junto a él en compañía de vosotros.

Porque todo esto es para vuestro bien; para que la gracia, difundida abundantemente en muchos, haga crecer la acción de gracias para gloria de Dios.

 El mensaje central de esta segunda lectura podríamos resumirlo de este modo: «Por todas partes vamos llevando en el cuerpo la muerte de Jesús» (v. 10a). Lo que Pablo dice por experiencia directa, lo aplica literalmente la liturgia al apóstol cuya solemnidad celebramos hoy: de Jesús a Pablo y de Pablo a Santiago, y así sucesivamente, se va creando, a lo largo de la historia, la cadena de los testigos o, mejor aún, de los «mártires» en sentido propio.

Puede decir que lleva la muerte de Jesús en su propio cuerpo no sólo quien recibe la gracia excepcional de derramar la sangre por amor a Cristo y a los hermanos, sino también quien, día tras día, vive con seriedad y serenidad la radicalidad evangélica. Quien realiza esta experiencia puede hablar en nombre de Jesús, puede decir que es siervo del Evangelio por lo que anuncia, pero sobre todo por lo que hace y por cómo vive: «Creí y por eso hablé» (v. 13).

La palabra de los testigos no sólo es significativa, sino también eficaz: precisamente porque tiene la elocuencia de la experiencia vivida, de la sangre derramada, del martirio padecido.

***

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya
Astro brillante de España, apóstol Santiago,
tu cuerpo descansa en la paz,
tu gloria pervive entre nosotros. R

***

Evangelio: Mateo 20,20-28

En aquel tiempo,

La madre de los Zebedeos se acercó a Jesús con sus hijos y se arrodilló para pedirle un favor. Él le preguntó:

-¿Qué quieres? Ella contestó: -Manda que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando tú reines.

Jesús respondió:

-No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa de amargura que yo he de beber?

Ellos dijeron:

-Sí, podemos.

Jesús les respondió:

-Beberéis mi copa, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes lo ha reservado mi Padre.

Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:

-Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que los magnates las oprimen. No ha de ser así entre vosotros. El que quiera ser importante entre vosotros, sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero, sea vuestro esclavo. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos.

***

 Mateo nos refiere en esta página de su evangelio, tal vez con una sutil ironía, la petición que la madre de los Zebedeos -Juan y Santiago- presentó a Jesús. Si bien estamos dispuestos a mostrarnos un tanto indulgentes con la madre, lo estamos ciertamente un poco menos con los dos hermanos, que con una excesiva rapidez se declaran dispuestos a compartir con Jesús el cáliz, la copa, que ha de beber. Afortunadamente, Jesús sabe cambiar en bien lo que, humanamente hablando, podría parecer fruto de la intemperancia y de la precipitación.

El discurso se convierte de hipotético en profético: Jesús predice la muerte que Santiago padecerá por su fidelidad radical al Maestro y al Evangelio.

Y no sólo esto, sino que de este diálogo -que, por otra parte, suscita el desdén de los otros apóstoles- extrae Jesús también una lección de humildad para todos los que quieran seguirle por el camino del Evangelio. La grandeza de los discípulos de Jesús puede y debe ser valorada con unidades de medida bastante diferentes a las que conoce el mundo. En la escuela de Jesús se aprende a subvertir la escala de valores y a considerar válido sólo lo que lo es a los ojos de Dios. Precisamente, según

el ejemplo que nos dejó Jesús: siendo rico, se hizo pobre; aun siendo Señor, se hizo siervo-esclavo; siendo maestro, aprendió a obedecer al Padre; siendo sacerdote, se hizo víctima por amor.

MEDITATIO

«El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos» (Mt 20,28). Es más que lícito que nos preguntemos qué psicología brota de una afirmación autobiográfica como ésta, y la respuesta no puede ser equívoca. Estamos frente a un gran don que Jesús ha hecho a sus discípulos de ayer y de hoy, ofreciéndoles la posibilidad de penetrar en su corazón de Hijo inmolado por amor, en su espiritualidad de Cordero inmolado en rescate de los hermanos.

Todo esto es lo que se expresa mediante la metáfora del «servicio», un término que ha de ser bien entendido: hemos de rescatarlo de todo tipo de servilismo, de toda abdicación pasiva a la propia libertad, y hemos de inscribirlo en el horizonte de una total expropiación personal y de una entrega completa de nosotros mismos al Padre. La luz de esta afirmación de Jesús se difunde, obviamente, por todo el Evangelio.

Jesús, sin embargo, se presenta también como siervo «de muchos», a saber: de todos los que el Padre le ha confiado como hermanos, oprimidos por el pecado, pero abiertos al don de la liberación. El cáliz de la pasión, que Jesús acepta libremente de manos del Padre, sólo espera ser saboreado también por aquellos por los que el Maestro de Nazaret lo bebió hasta las heces.

ORATIO

Tu ley, Señor Jesús, es el signo de tu realeza: tú nos quieres obedientes porque sólo a través de la obediencia -como tú mismo demostraste- se llega a rey.

Tu ejemplo, Señor Jesús, manifiesta tu profunda identidad de Hijo: Hijo de Dios Padre que vive y expresa siempre su propia sumisión en su plena disponibilidad.

Tu Palabra, Señor Jesús, ilumina nuestro camino: el que tú nos muestras no vale sólo para ti, sino también para todos los que, libremente, te han elegido como maestro y te siguen con alegría por el camino del Evangelio.

Tu martirio, Señor Jesús, lo fuiste viviendo en cada momento de tu vida: quien ha aprendido a conocerte a través de las páginas evangélicas sabe que, para ti, ser siervo significaba vivir del todo para Dios y del todo para los hermanos. Ésta es la «ley real» de la que habla el apóstol Santiago en su carta.

CONTEMPLATIO

El objetivo de los dos discípulos [Juan y Santiago] es obtener el primado respecto a los otros apóstoles. […] ¿Os dais cuenta de cómo todos los apóstoles son aún imperfectos? Tanto los dos que quieren elevarse sobre los diez como los diez que tienen envidia de ellos. Ahora bien, fijémonos en cómo se comportan a continuación y les veremos exentos de todas estas pasiones. […]

Santiago no sobrevivirá mucho tiempo. En efecto, poco después del descenso del Espíritu Santo, llegará su fervor a tal extremo que, dejando de lado todo interés terreno, llegará a una virtud tan elevada que morirá inmediatamente (Juan Crisóstomo, Comentario al evangelio de Mateo, Roma 1967, pp. 98 y 99ss).

ACTIO

Repite y medita a menudo durante el día estas palabras: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mt 20,28).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Las fiestas de los santos proponen ejemplos oportunos a la imitación de los fieles. A esta función de ejemplaridad ha querido unir siempre la Iglesia el reconocimiento de la intercesión de los santos en favor de sus hermanos los hombres. Éste es el motivo por el que, desde siempre, ha aceptado y fomentado gustosa la designación de determinados santos como patronos para los diversos pueblos.

La liturgia de la misa de Santiago, patrono de España, no hace sino corroborar esta misma idea. Santiago, que «bebió el cáliz del Señor y se hizo amigo de Dios», fue siempre, junto con su hermano Juan y con Pedro, uno de los apóstoles que gozó de las mayores intimidades de Jesús. Y si bien su acción en el evangelio no adquiere el relieve de la de los otros dos predilectos, fue él quien primero selló con su propia sangre la entrega al Señor y a la predicación de su doctrina. Esta misma acción, tras su muerte, es reconocida por nosotros en favor de «los pueblos de España», precisamente como respuesta a su elección como patrono. Pero, al mismo tiempo que reconocemos gustosos su acción en el pasado, pedimos de cara al futuro que, así como  él mantuvo su entrega plena a Jesús hasta el sacrificio de su propia vida, así también, «por el patrocinio de Santiago, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos»(http://sagradaramiliadevigo.net).

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Biblia, Espiritualidad

“El camino de la vida”: Santiago, apóstol – B (Mateo 20,20-28)

Jueves, 25 de julio de 2024
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IMG_6184Solemnidad de Santiago, apóstol, patrono de España

En pocos años ha crecido de manera insospechada el número de gentes, sobre todo jóvenes, que recorren «el camino de Santiago». No es fácil saber a qué se debe exactamente tal atracción. Peregrinar es mucho más que hacer deporte o vivir una aventura. Mucho más que emprender un viaje turístico o recorrer una ruta cultural. ¿Qué buscan quienes se ponen en camino hacia Santiago?

El camino ha sido desde muy antiguo un símbolo empleado para significar la vida humana. Vivir es caminar, dar pasos, marchar hacia el futuro. Lo dijo de forma bella Jorge Manrique en sus famosas Coplas: «Partimos cuando nacemos andamos mientras vivimos y llegamos al tiempo que fenecemos así que cuando morimos descansamos». Quien peregrina largas horas fácilmente comienza a repensar su vida de peregrino por esta tierra.

El camino es siempre marcha hacia adelante: ¿hacia dónde? El peregrino se pone en camino por algo: ¿qué le anima a emprender la marcha? Sin meta no hay camino sino un ir de una parte a otra vagando sin sentido. Solo la meta convierte el recorrido en camino. Solo la meta da sentido a los esfuerzos de cada día. La pregunta es inevitable: ¿Cuál es la meta de la vida?, ¿hacia dónde hemos de encaminar nuestros pasos?

Siempre se emprende el camino con esperanza y cierto temor, con confianza y con incertidumbre. Es necesario andar el camino acertado, no extraviarse, no seguir caminos equivocados. Así sucede también en la vida. Hemos de encontrar nuestro propio camino: ¿qué quiero hacer con mi vida?, ¿a qué quiero dedicarla? La grandeza de una persona se mide por la meta a que aspira y por el ideal que moviliza sus esfuerzos. Solo cuando sigue su vocación personal, sale el joven de la indefinición y del gregarismo.

Con el paso de los días, la peregrinación se va convirtiendo en escuela que permite ahondar en lo esencial de la vida. El cansancio, la marcha en silencio, la perseverancia en el esfuerzo, van conduciendo al peregrino hacia el fondo de su corazón. Es entonces cuando pueden brotar las preguntas esenciales: ¿No es Dios la meta última del ser humano? ¿No es la vida un peregrinar hacia nuestra patria verdadera? ¿No es Cristo el camino que hemos de seguir para encontrarnos con el Padre?

La llegada a Santiago, el encuentro con el apóstol testigo del Señor, la acción de gracias a Dios, la súplica callada, la reconciliación sacramental y la participación en la eucaristía puede culminar una experiencia religiosa renovadora como pocas.

José Antonio Pagola

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25.7.24. Santiago, hermano de Juan ¿Un lobby zebedeo?

Jueves, 25 de julio de 2024
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IMG_6399Del blog de Xabier Pikaza:

La figura de Santiago, a quien Hech 12, 2 llama “hermano de Juan”  ha sido desde el siglo XI d.C.  una figura importante del cristianismo occidental (jacobino o jacobeo), como indicaré a continuación:  

1.Introducción sobre los “santiagos” del NT y de la tradición cristiana.

Mc 10, 35-45: Contra un riesgo Zebedeo de Santiago: Jesús no ha venido a dominar sobre iglesias y pueblos, sino a dar su vida, como Hijo el del hombre, a favor todos

Lc 9, 55: Jesús reprime a Santiago (y a su hermano) porque quieren mandar fuego del cielo contra sus enemigos, diciéndoles “no sabéis de qué espíritu sois”.

INTRODUCCIÓN.

Hubo al principio de la Iglesia diversos “santiagos” (=jacobos), entre los que destacan dos:

— Santiago el Menor o Pequeño , hermano del Señor Jesús , a quien se suele llamar “el menor” o pequeño, dirigente máximo de la iglesia judeo-cristiana de Jerusalén, que participa en el “concilio” del año 49/50 y que mantiene una polémica apasionada y leal con Pedro y Pablo.

— Santiago el Zebedeo, hermano de Juan (Hech 12,2), llamado el “Mayor” o “grande por su estatura o porque que tuvo un papel importante en la historia de Jesús y en la primera iglesia de Jerusalén.  Éste es el Santiago  a quien la tradición posterior ha vinculado a Compostela, cuya fiesta hoy celebramos y cuya historia bíblica quiero recoger brevemente.

Historia de Santiago Zebedeo.

Según la tradición de los sinópticos (no del evangelio Juan), los “zebedeos, Santiago (=Jacob) y Juan forman parte del grupo de los primeros llamados (Mc 1, 19) y aparecen como miembro del grupo de los tres o cuatro discípulos preferidos de Jesús (cf. Mc 1, 29; 5, 37; 9, 2; 13, 3; 14, 33 par), cuya historia he precisado en otro lugar (comentarios a Marcos y Mateo).

Jesús (o la primera tradición de la iglesia) les ha dado el nombre de Boanerges, hijos del trueno (Mc 3, 17), quizá por su ardor mesiánico (vinculado al fuego de Dios), aunque es posible que la palabra «trueno» se utilice en sentido apocalíptico(cf. Ap 10, 3-4; 11, 19; 16, 18). Ellos serían testigos apasionados de la obra de Jesús, preparando en Jerusalén la llegada del Reino de Dios.

También les encontramos entre aquellos que quieren ocupar los primeros puestos en el Reino (cf. Mc 10, 35.41) y quieren que el fuego de Dios destruya a los que no reciben a Jesús, en especial a los samaritanos (Lc 9, 54. En esa línea, Santiago y Juan han sido fuertemente criticados por Jesús (según Marcos y Lucas).

— Santiago representa en esa línea una iglesia de poder, una iglesia que espera a Jesús, que llegará muy pronto, en Jerusalén, para instaurar un Reino Universal, de tipo socio-político y religioso. Así aparece varias veces en los sinópticos, especialmente en el evangelio de Marcos.

— Santiago y Juan (con Pedro) han sido testigos de algunos milagros de Jesús (“resurrección” de la Hija de Jairo…: Mc 5) y ha recibido en el Tabor la promesa y garantía de la resurrección de Jesús (Mc 9), aunque ha corrido el riesgo de entenderla en línea de toma de poder.

Santiago Mártir

A pesar de teso, Santiago el Mayor o Compostelano, hermano de Juan, ha sido un testigo fiel de Jesús, dejándose matar por el Reino de Cristo, aceptando paradójicamente la muerte… Éste es su cambio, esta es su conversión… Quería “reinar”, pero aprendió a morir:

Así se lo dice Jesús según la tradición de Mc 10: “mi cáliz beberéis…”. Santiago y Juan, los partidarios de un reino “político” (casi militar) de Jesús aparecen en el evangelio como llamados al martirio… Reinar significa estar dispuesto a morir por los demás. Ha debido ser un hombre “fogoso” (de fuego, como indica la tradición.

 — Este Santiago ha sido un miembro importante de la iglesia, uno de los dirigentes de la comunidad primitiva de Jerusalén, pues Hech 12, 2 afirma que el rey Agripa (41-44 d. C.) hizo matar a Santiago, el hermano de Juan, como supone de un modo indirecto Mc 10, 39, donde Jesús le asegura que será capaz de beber su cáliz, lo mismo que su hermano Juan.

 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.2 Y mató a espada a Saniado hermano de Juan.3 Y viendo que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro (Hech 12, 2).

Este Santiago actuó en la iglesia de Jerusalén como miembro del “lobby más político/social de Jesús“… Y así lo vio el rey Agripa, a quien el emperador Claudio hizo rey de 41 d. C., con el intento fracasado de “pacificar” todo el territorio de Israel/Palestina… Y para dar “ejemplo” contentar a otros “lobbis” judíos le mando ejecutar, queriendo matar también a Pedro.

Pedro logró escaparse, con la ayuda de un “ángel”, es decir, de buenos amigos en la administración judía, como indica con toda precisión Hechos 12. Conforme a la indicación de Mc 10, dirigida a Santiago y a su hermano Juan…. (mi cáliz beberéis…) da la impresión de  también Juan fue ejecutado por cristiano peligroso… y pudo ser, pero mucho más tarde, según la tradición, pues en en concilio de Jerusalén (año 49, Hch 15 y Gal 2),  Juan participa junto a Pedro en el grupo “pro-judío” (de la diarquía pro-judía) del Concilio, pero pactando con los otros dos grupos, el de Pablo/Bernabé y el de Jacobo, hermano del Señor.

Tradición posterior, Santiago en Compostela

Es prácticamente imposible que este Santiago saliera de Jerusalén para venir en cuerpo mortal a Zaragoza (donde la visitó la Virgen del Pilar) y para llegar hasta Compostela, de donde volvió a Jerusalén — Durante 10 años (del 30 al 40 d.C.), Santiago Zebedeo fue con Pedro y Juan dirigente máximo de la Iglesia de Jerusalén (condenado a muerte precisamente por ello).

 Durante esos años, la Iglesia de Jerusalén no mandó misioneros por el mundo, cosa que empezará a hacer sólo tras el Concilio del 49/50…. Cuando al fin de la carta a los Romanos Pablo dice que quiere llegar a España está suponiendo (=afirmando) que ningún cristiano ha llegado antes allí como misionero.

Pero la tradición posterior ha hecho bien (simbólicamente) al llevar a Santiago Zebedeo por Zaragoza (revelación de la Madre de Jesús como pilar de la iglesia hispana) hasta a Compostela… para volverle a llevar de muerto a Compostela, conservando allí su cuerpo (su memoria) como signo de la misión occidental del evangelio, hasta los límites de Finis-terrae, fin de la tierra.  donde está enterrado en sentido simbólico muy profundo, en un campo de estrellas.

Esa ha sido para la iglesia de occidente la primera peregrinación “espiritual”, simbólica… respondiendo al ardor de Santiago Zebedeo, el primer apóstol que muere por defender a Cristo (siendo como era ardoroso, incluso en sentido político/militar, como le verá más tarde la tradición de Compostela).

Esa tradición posterior, que aparecen en los escritos apocalípticos de San Beato de Liébana, le ha vinculado desde el siglo X/XI con la ciudad hispana de Santiago de Compostela, donde estaría enterrado, al occidente del mundo antiguo, lugar que se ha convertido en uno de los santuarios preferidos de la cristiandad. Santiago aparece así como otro Pablo… Apóstol de Jesús que llegó con el evangelio militante al extremo de la tierra conocida. Ciertamente llegó “en espíritu”, y sigue estando en Compostela, recibiendo a todos los que van…

El tema real no es si Santiago llegó físicamente a Compostela o si está enterrado allí (que lo está, en espíritu). El problema es “qué santiago llegó…” y sigue estando en Compostela:

Si el primer Santiago Boanerges, hijo de trueno, que quería imponerse políticamente sobre el mundo, haciendo que Dios mandara  fuego del cielo para matar a los enemigos…

O si el Santiago Santiago que fue ajusticiado por el rey Herodes Agripa hacia el año 41 d.C. porque causaba conflictos en su Reino político-militar (donde quiso actuar como un Netanyahu antiguo).

De la identidad de Santiago Zebedeo y de su conversión depende el futuro de la Iglesia, no sólo de la iglesia compostelana (donde se conserva su memoria), sino de la Iglesia universal… pues a partir de la muerte de Juan Zabedeo, convertido al fin a Jesús, comenzó la gran salida de Pedro y Pablo, que ha llegado y sigue llevando el evangelio a todos los pueblos de la tierra

PETICIÓN Y PROFECÍA DE LOS ZEBEDEOS (Mc 10, 35-45)

(a. Petición) 35 Y se le acercaron Santiago  y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.36 Jesús les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? 37 Ellos le contestaron: Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria.

(b. Respuesta. Profecía) 38 Jesús les replicó: No sabéis lo que pedís. )Podéis beber el cáliz que yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que seré bautizado?39 Ellos le respondieron: Sí, podemos. Jesús entonces les dijo: Beberéis el cáliz que yo he de beber y seréis bautizados con el bautismo con que yo seré bautizado. 40 Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado.

(c. Confirmación) 41 Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Jacobo y Juan. 42 Jesús los llamó y les dijo: Sabéis que los que parecen mandar a las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus magnates las oprimen. 43 No ha de ser así entre vosotros. El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea esclavo de todos. 45 Pues tampoco el Hijo del humano ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por mucho (1)

Como representantes de la lógica del mando ha presentado Marcos a Jacobo y Juan, los primeros conspiradores de la iglesia, que utilizan a Jesús para saciar su sed de jerarquía. No buscan algo nuevo, insisten en la línea anterior de búsqueda de “poder”, de Roca (es decir Pedro) o de los Doce (9, 33-34; cf. 8, 33).

Juan es sin duda un reincidente, pues ya quiso controlar el Nombre de Jesús, impidiendo que un exorcista no comunitario pudiera valerse del nombre de Jesús (9, 38-41). Ambos son “hijos del trueno” (Mc 3, 17), en línea de fuego y violencia, pues quisieron que el fuego del cielo destruyera a lo samaritanos, un día que no quisieron recibirles (cf. Lc 9, 54). Habían sido llamados al principio para la pesca final (1, 16-29); unidos a Pedro, acompañaron a Jesús en la “resurrección” de la hija del Archisinagogo (5, 37) y en la transfiguración (9, 2).

Por eso, al pedirle ahora un puesto a la derecha e izquierda de su gloria, parecen responder con confianza a su confianza. Es lógico y bueno lo que piden (estar siempre al lado de Jesús), pero lo piden con lógica de mando, elevándose sobre el resto de los discípulos, y sobre todos los que forman el reino de Jesús, ocupando los puestos fundamentales “en su gloria” (en tê doxê sou), compartiendo su poder o su realeza. Es evidente que, siguiendo el orden en que aparecen siempre, Jacobo (¡quizá el mayor!) ocuparía el trono o asiento a la derecha de Jesús y Juan a su izquierda. Así formarían con Jesús el triunvirato del Reino. Pueden pensar en un reino político, que se instaurará en Jerusalén, tan pronto como lleguen (a pesar de los anuncios de derrota y muerte de Jesús). Leer más…

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Santiago Apóstol

Jueves, 25 de julio de 2024
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santiago-apostol-21Del Blog de José Luis Sicre El Evangelio del Domingo:

En el Nuevo Testamento hay tres Santiago: el Mayor, hermano de Juan, cuya fiesta celebramos hoy; el Menor, hijo de Alfeo; y Santiago, «el hermano del Señor», que desempeña un papel muy importante en los Hechos de los Apóstoles; Eusebio de Cesarea lo presenta como el primer obispo de Jerusalén.

 Lo fundamental de la 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, es la última frase, sobre la decapitación de Santiago por orden de Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande. Como esto se cuenta en menos de un versículo (12,1b), la liturgia ha antepuesto un fragmento sobre el testimonio de los apóstoles a partir del c.4, utilizando varios versículos, suprimiendo otros, y cambiando su orden (4,33.5.12.27b-33). La muerte de Santiago queda enmarcada en el valor de los apóstoles, que se consideran obligados a «obedecer a Dios antes que a los hombres», aunque les cueste la vida.

 La 2ª lectura (2 Corintios 4,7-15) habla también de las persecuciones y dificultades del apóstol, pero Pablo está seguro de que «quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará a nosotros».

 Evangelio (Mateo 20,20-28)

 Conviene situarlo en su contexto. Jesús acaba de anunciar su muerte y resurrección. ¿Cómo reaccionarán los doce? Al primer anuncio reaccionó Pedro protestando. Al segundo siguió un silencio cargado de tristeza. Al tercero reaccionan todos de la manera más imprevisible, como si no se hubieran enterado de nada.

Entonces la madre de Santiago y Juan, que no estaba presente durante el anuncio anterior, pide para sus hijos algo totalmente contrario a lo que Jesús ha venido enseñando.

 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacer una petición.

Él le preguntó:

-¿Qué deseas?

Ella le contestó:

-Manda que, cuando reines, estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda.

Jesús contestó:

-No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber la copa que yo voy a beber?

Le contestan:

-Podemos.

Les dice:

-Mi copa la beberéis, pero sentarse a mi derecha e izquierda no me toca a mí concederlo; será para los que mi Padre tiene destinados.

Cuando los otros diez lo oyeron, se indignaron con los dos hermanos.

Pero Jesús los llamó y les dijo:

-Sabéis que entre los paganos los gobernantes tienen sometidos a los súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre vosotros; antes bien, quien quiera ser grande entre vosotros que se haga vuestro servidor; y quien quiera ser el primero, que se haga vuestro esclavo. Lo mismo que el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos.

El relato de Mateo se basa en el de Marcos, pero introduce un cambio curioso. En Marcos son los dos hermanos quienes hacen la petición; en Mateo es la madre. No creo que responda a la tendencia habitual de Mateo de exculpar a los discípulos, porque Santiago y Juan se hallan presentes. Incluso quedan peor que en Marcos, porque buscan una recomendación.

La petición la interpretamos mal si la aplicamos a lo que ocurrirá «en el cielo». Los dos hermanos y su madre están pensando en lo que ocurrirá «en la tierra», cuando Jesús triunfe y se convierta en rey de Israel en Jerusalén. Quieren un puesto a la derecha y otro a la izquierda: Presidente de Gobierno y Primer Ministro. Para ellos, lo importante es subir. No aceptan el sufri­miento, ni ser como niños, ni han caído en la cuenta del escándalo que provocan con su actitud.

La respuesta de Jesús, menos dura de lo que cabría esperar, procede en dos pasos. En primer lugar, les recuerda que para triunfar hay que pasar antes por el sufrimiento, beber el mismo cáliz de la pasión que él beberá. No queda claro si Juan y Santiago entendieron lo que les dijo Jesús sobre su cáliz y su bautismo, pero responden que están dispuestos a lo que sea. Entonces Jesús, en un segundo paso, les echa un jarro de agua fría diciéndoles que, aunque beban el cáliz, eso no les garantizará los primeros puestos. Están ya reservados, no se dice para quién.

Los otros diez también reaccionan en contra de la enseñanza de Jesús. No hay corrección fraterna individual sino indignación comunitaria.

Jesús aprovecha para enseñarles cómo deben ser las relacio­nes dentro de la comunidad. En la postura de los dos hermanos detecta una actitud muy humana, de simple búsqueda del poder. Para que los discípulos no caigan en ella, Jesús les presenta dos ejemplos opuestos: 1) El que no deben imitar: el de los reyes y monarcas helenísticos, famosos por su abuso del poder. 2) El que deben imitar: el del mismo Jesús, que ha venido a servir y a dar su vida en rescate por todos.

En medio de estos dos ejemplos queda la enseñanza capital: «el que quiera subir, sea servidor vuestro y el que quiera ser primero sea esclavo vuestro». En la comunidad cristiana debe darse un cambio de valores absoluto. Pero esto es lo que debe ocurrir «entre vosotros», dentro de la comunidad. Jesús no dice nada a propósito de lo que debe ocurrir en la sociedad, aunque critica indirectamente el abuso de poder. Es impor­tante tener presente que este texto no puede usarse hipócritamen­te contra los políticos, sin aplicarnos a nosotros la segunda parte.

Reflexión final

Las tres lecturas nos sugieren que la fiesta de Santiago no debemos utilizarla para lanzar las campanas al vuelo en plan nacionalista y superficial. Su ejemplo, y el de los demás apóstoles, fue la entrega plena a la proclamación del evangelio, aunque implicase persecuciones y muerte. Santiago nos anima a ser fieles a Jesús y al evangelio.

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25 de julio de 2024. Solemnidad de Santiago

Jueves, 25 de julio de 2024
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Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros; el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo

(Mt 20, 20-28)

Esta fiesta de Santiago que se nos cuela en pleno domingo viene a recordamos algo muy importante: somos peregrinas, peregrinos. Necesitamos que nos lo recuerden porque nos pasa como a los discípulos, que se nos olvida, y en lugar de querer caminar tras las huellas de Jesús andamos buscado lugares de privilegio. Asientos de mando. Puestos importantes.

Sea como sea, los puestos importantes junto a Jesús no son como los imaginamos. El trono de Jesús es una cruz, es decir, el último y más inhóspito lugar. Si queremos estar a su derecha o a su izquierda nos espera una cruz, un lugar marginal. Esta es su manera de ser grande. Así no los manifiesta Él mismo a lo largo de toda su vida. Y así nos lo han ransmitido las primeras comunidades de creyentes que consignaron por escrito la vida y la enseñanza de Jesús, pero cuando leemos el evangelio, además de descubrir la grandeza de la Buena Noticia, se pone de manifiesto también la torpeza humana.

Aquellos primeros seguidores no entendían a Jesús. Lo habían dejado todo y andaban por Galilea detrás del Maestro, pero a cada paso se ponía de manifiesto que ni siquiera la convivencia estrecha con Jesús es suficiente para entrar en su Reino.

Y no es que el Reino sea difícil de encontrar, somos nosotras las que nos perdemos con soberana facilidad. Queremos ser discípulas, nos ponemos en camino, pero nos cuesta abandonarnos a un amor tan gratuito, a una verdad tan profunda y a una confianza tan extrema. Nos empeñamos en adoquinar el camino e incluso nos hemos atrevido a poner peajes. Sin embargo el Reino de Jesús es insobornable. El camino único para cada persona y solo se llega cuando acogemos a las demás como hermanas. Metiendo cualquier título que nos separe en la maleta del olvido y sirviendo, que es el segundo nombre del amor.

Oración 

A tu derecha o a tu izquierda, con las manos prontas para el servicio y los pies ligeros para el camino, compartiendo tu misma suerte, tu mismo destino. Amén

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Servir sin esperar nada a cambio

Jueves, 25 de julio de 2024
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6d61dddd32fa4e7706fff4ee75eccb24_XLMt 20, 20-28

No es fácil hacer una reflexión coherente en esta fiesta de Santiago. Sabemos que se trata de una fiesta más sociológica que religiosa; la prueba está en que la celebramos como fiesta o no, dependiendo de los intereses del político de turno. Desde el punto de vista religioso no tiene mayor relevancia, pero aun así debemos aprovecharla para recordar nuestros orígenes y tomar conciencia de los primeros pasos del cristianismo en nuestra España. Aunque la relación de Santiago con nuestra patria no sobrepasa el ámbito de la leyenda, puede ser una ocasión para experimentar la pertenencia.

También puede ser una buena ocasión para expresar juntos nuestro agradecimiento. Acción de gracias a todos aquellos primeros seguidores de Jesús que nos han ayudado a ser lo que somos. Y no cabe duda que la vivencia de los apóstoles fue vital para todo el que, más tarde, ha querido acercarse a él. No olvidemos que la eucaristía es siempre “acción de gracias”. En la figura de Santiago, agradecemos a todos los que nos han ayudado a iniciarnos y progresar en la fe. Conscientes de que es una riqueza que no hemos merecido, pero que tenemos que descubrir y desplegar.

La fiesta de cualquier apóstol nos recuerda que lo que nosotros pretendemos vivir hoy, ya lo han vivido hace dos mil años, otros que eran tan humanos y tan limitados como nosotros. El evangelio que acabamos de escuchar, no tiene desperdicio; pero curiosamente no es ningún alegato a favor de Santiago y Juan, y tampoco de los otros diez. El recordar esas pretensiones tan “humanas” nos lleva a los fundamentos de la primera comunidad y nos recuerda como se fue desarrollando y extendiendo desde un insignificante grupo de discípulos muy duros de mollera.

El evangelio nos recuerda una de la claves del mensaje de Jesús. No es fácil entrar en la dinámica del servicio total a los demás sin esperar nada a cambio, como actitud básica en la vida de un seguidor de Jesús. Es uno de los puntos del evangelio que están sin estrenar. Poquísimos cristianos, a través de los dos mil años de cristianismo, han sido capaces de vivir esa simple enseñanza. Hoy sigue siendo para nosotros, la piedra donde tropezamos en nuestro intento de vivir el evangelio. Descubrir que el centro es siempre el otro nos llevaría a una auténtica actitud evangélica.

Se ha utilizado la religión para escalar puestos y vivir mejor. Cuentan de un monaguillo que tocaba las campanas con todo entusiasmo a la muerte de un Papa. Cuando le preguntaron qué le ponía tan eufórico, contestó: El escalafón es el escalafón. Seguimos intentando por todos los medios, estar por encima de los demás. Ni clérigos ni laicos dejan de buscar el ser más que los demás, el mandar y disponer según su voluntad. Esa voluntad se da por supuesto que es la voluntad de Dios.

El ser humano es social en todos los aspectos de la vida, también en el religioso. El seguimiento del evangelio no se puede hacer individualmente y desentendiéndose de de los demás, pero esa interdependencia tiene que vivirse con sentido de comunidad. En ningún caso debemos refugiarnos en guetos cerrados o peor aún, defensivos contra todo lo que no somos capaces de integrar. El grupo nos tiene que ayudar a comprender mejor y a vivir el evangelio.

El evangelio propone una alternativa al poder, como dominio y opresión. Para Jesús, todo poder que no se ejerce como servicio a todos es una usurpación del evangelio. Santiago y Juan pretendían aprovechar su cercanía a Jesús como un medio para alcanzar el poder. Jesús les ofrece una alternativa a ese mismo poder. Esta propuesta desbarata nuestra instintiva tendencia al domino de otro y a la opresión. Los primeros seguidores de Jesús aprendieron la lección, aunque les costó Dios y ayuda.

La necesidad de estar por encima de los demás es signo de que estamos anclados en nuestro falso yo. Nadie podrá superar esa exigencia del ego si no deja de identificarse con la parte de sí mismo que no es más que apariencia. El evangelio de hoy nos pone en guardia sobre esa tentación de emplear la religión para estar por encima de los demás. Recordemos que la diatriba de Jesús no va dirigida solo contra los dos hermanos sino también contra los diez que demuestran tener las mismas aspiraciones.

Vamos a aprovechar esta fiesta para pensar en nuestra pertenencia a una nación. Sin duda tenemos mucho que rectificar en la forma que hemos tenido de vivir la fe en comunidad. Hemos dejado atrás el nacionalcatolicismo, pero dudo que hayamos superado el afán de vencer al opositor en lugar de convencer desde la vivencia religiosa. No podemos evocar esta fiesta para seguir defendiendo nuestros instintos patrioteros, oponiéndonos con uñas y dientes a todo el que no es de los nuestros.

La campaña de desprestigio y acoso que está sufriendo hoy el cristianismo en España no debe asustarnos y debe servir de acicate para superar actitudes trasnochadas. En vez de quejarnos, lo que tenemos que hacer es ser más fuertes, pero desde la postura de Jesús, abandonando todo privilegio y poniéndonos a nivel de los más bajos para elevar a todos desde ahí. Los apóstoles no lo entendieron todo de repente, pero supieron aprender de sus mismos errores. Los fallos tienen que hacernos más firmes.

También tiene sentido celebrar con los no creyentes una fiesta sociológica. Cada pueblo, y el conjunto de todos los pueblos de España, tenemos que vivir en comunidad para poder solucionar los problemas que afectan a todos. El primer requisito para que nos comprometamos en la búsqueda del bien común, será potenciar el sentido de pertenencia. El pertenecer a una familia no impide, sino que potencia la pertenencia a un pueblo o ciudad, sea grande o pequeña. La pertenencia a un municipio no tiene que impedir para nada la integración en la región. Si la pertenencia a una comunidad no me hace sentirme más seguro y más libre es que están mal planteados.

Jesús nos dijo: No será así entre vosotros. Pero la historia y los oprimidos nos dicen: “Ha sido y sigue siendo así entre nosotros”. Seguimos con la misma dinámica de los dos hermanos. Debemos comparar lo que vivimos con la propuesta de Jesús. No vale la excusa: “primero hay que servir a Dios y luego a los hombres”. Esta idea es sencillamente diabólica, porque bajo el pretexto de servir a Dios, estamos preparados para servirnos de todo dios, y dispensarnos de servir a los demás.

Ni poder ni riqueza ni honores tienen valor para Jesús, porque no ayudan a ser más humanos. Lo único que nos hace más humano es el servicio a los demás. El único valor absoluto es el hombre, cualquier hombre; a él tiene que estar orientado todo lo demás. Esta actitud, que es la clave del mensaje de Jesús, la hemos cambiado por otra que no se le parece en nada. Para la Iglesia, lo importante es la institución no la persona. En nombre de la institución se puede machacar impunemente a la persona concreta, poniendo como excusa que hay que sacrificarse por la comunidad.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Poder o Servicio

Jueves, 25 de julio de 2024
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IMG_6185Fiesta de Santiago 

25 julio 2024

Mt 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó:

-“¿Qué deseas?”.

Ella contestó:

– “Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.

Pero Jesús replicó:

– “No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?”.

Contestaron:

-“Lo somos”.

Él les dijo:

– “Mi cáliz lo beberéis, pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre”.

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo:

– “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”.

 

  Parece que la búsqueda de poder, en todos los niveles, es tan antigua como la humanidad. También en el reducido grupo de Jesús, que siempre lo denunció con fuerza, afloró la lucha interna por ese motivo. El evangelista Mateo, tratando de “suavizar” la situación, pone la petición en boca de la madre de los Zebedeos, aunque sabemos por Marcos (10,35) que no fue ella, sino los propios hermanos, quienes reclamaban de Jesús los lugares de privilegio.

  ¿Qué tiene el poder que lo convierte en objeto prioritario de deseo? Fundamentalmente, promesa de autoafirmación, de bienestar y de seguridad. Veamos cada una de ellas.

  El yo se afirma en la comparación, confrontándose con los otros -si dejara de confrontarse, saldría de la consciencia de separatividad y terminaría diluyéndose- y marcando su (imaginada) superioridad. El poder le promete una posición de superioridad e incluso de dominio, sumamente golosa para él.

  El yo trata de eludir constantemente la frustración. Desde su pretensión de que la realidad responda a sus deseos, cree encontrar en el poder la posición privilegiada para conseguir todo lo que se propone.

  El yo, como vacío que es, hambrea seguridad. Ahí nace su necesidad compulsiva de aferrarse a todo aquello que puede sostenerlo: posesiones, bienes, títulos, imagen, relaciones… Pues bien, el poder promete otorgarle una aureola de fuerza y de superioridad, haciéndole creer que se encuentra a salvo de los miedos.

  Eso es lo que el poder promete. Pero la realidad es bien distinta: lo que realmente produce es división y enfrentamiento. Y es aquí donde se hace patente la sabiduría de Jesús, constatando cómo funciona el ejercicio del poder, previniendo de su trampa (“no será así entre vosotros”) y compartiendo su propio camino de servicio.

 La sabiduría -el acierto en la existencia- no pasa por acumular poder, sino por servir hasta dar la vida. La búsqueda de poder es el programa del ego, que terminará en frustración; el servicio nace de la comprensión de lo que somos.

¿Qué hay en mí de búsqueda de poder, aunque solo sea en mis relaciones más cercanas, y qué hay de servicio?


Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El poder es como el nogal, que no deja crecer nada a su sombra.

Jueves, 25 de julio de 2024
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IMG_6333Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Las raíces de nuestra fe y de nuestra traditio

Celebramos hoy la fiesta de Santiago Apóstol hermano de Juan, hijos del Zebedeo y apodados, “hijos del trueno” posiblemente por su violencia cercana al zelotismo.

Aunque evangelizó fuera de Jerusalén probablemente muere en Jerusalén, al poco tiempo de la muerte y resurrección de Jesús, hacia el año 41-44.

Estas celebraciones de las fiestas de los apóstoles: Pedro y Pablo, Andrés, Bartolomé, Santiago, etc. constituyen una llamada a pensar y a agradecer las raíces de nuestra fe, así como de nuestra tradición cultural.

Ellos nos transmitieron y hasta nosotros ha llegado la fe en el Señor Jesús.

02.- Resurrección de Cristo

        En la primera lectura del libro de los Hechos hemos escuchado el cómo Santiago y los primeros cristianos vivían y predicaban el núcleo original de la fe cristiana: predicaban a Cristo resucitado: daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús.

        La resurrección es el centro de nuestra fe y de nuestra esperanza. Sin embargo la resurrección del Señor, y la nuestra, ha quedado muy difuminada en la vida de la Iglesia. De la resurrección no pensamos ni hablamos ya ni en los funerales.

        Y sin embargo la resurrección es la piedra angular de nuestra fe, porque como “aquello” (la resurrección), no; “esto” del “más acá”, tampoco…

        Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe y nuestra palabra es inútil, (1Cor 15,14).

        La resurrección es la meta de nuestra esperanza y la esperanza que aguardamos es la alegría y serenidad del presente.

        No nos dispersemos y perdamos el tiempo y el humor en cuestiones secundarias o terciarias.

Miremos y esperemos (esperanza) la resurrección y la vida a la que estamos llamados.

03.- Aires de Grandeza

        No sé qué tiene el poder que tanto atrae.

        Entre los discípulos y personas cercanas a Jesús había ansias de poder. Un grupo de discípulos esperaban un mesías poderoso; la suegra (la familia) de Pedro vivía en una fiebre de poder…, que Cristo hubo de curar. En el pasaje del evangelio de hoy encontramos la petición de la madre de los Zebedeos a Jesús de dos puestos (¿dos carteras?) en su futuro Reino (gobierno)  para sus hijos.

Lo de Jesús es otra historia. Para Jesús grande es quien sirve. El poder tiraniza: los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor.

El poder tiraniza. O dicho de otra manera, el poder es como el nogal, que no deja crecer nada a su sombra.

Contrasta mucho el liderazgo de Jesús y de los cristianos con el poder mundano. La autoridad de Jesús se basa en la misericordia y el servicio. El mayor entre ellos debe ser el servidor de todos, y el primero debe ser el último. Jesús mismo es el ejemplo, ya que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida.

El modo de entender Jesús estas cosas es una llamada a reconsiderar nuestras ideas sobre el poder y el liderazgo.

En un mundo y en una Iglesia donde la grandeza a menudo se mide por el estatus, la riqueza, el apellido, los cargos, el poder, Jesús nos llama a un modelo radicalmente diferente. Nos invita a buscar la grandeza a través del servicio y la humildad, poniendo las necesidades de los demás por encima de las nuestras.

El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor

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