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Dom 21.7.24. Ovejas con pastor. Cristo pan, palabra y casa (Mc 6, 30-34)

Domingo, 21 de julio de 2024

5DA7C205-DD96-4C5A-9E73-0D007786180DDel blog de Xabier Pikaza:

Estas son sus tres tareas. Viene en nombre de Dios y encuentra a los hombres sin pan, palabra ni hogar, en lucha de muerte. Por eso empieza a reunirles, en una casa de vida compartida, abriendo para ellos (con ellos) un camino de pan y palabra.

Marcos 6,30-34

En aquel tiempo, los enviados volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.” Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma…, diciendo a sus discípulos “dadles de comer”.

Salmo 23 (22).  Salmo responsorial,  salmo engañoso 

Jesús acepta implícitamente la primer parte del salmo…, pero rechaza explícitamente la segunda… No reúne a los suyos en el templo, sino que en sentido fuerte les expulsa del templo.., y por eso le matan los malos pastores de Israel y Roma. Gran parte de la problemática actual de la iglesia puede y debe entenderse como reinterpretación de este salmo.

PRIMERA PARTE. TÚ ERES MI PASTOR (Sal 23, 1-4).   

  1. Yahvé es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; | me conduce hacia fuentes tranquilas
  2. y repara mis fuerzas; | me guía por el sendero justo, | por el honor de su nombre.
  3. Aunque camine por cañadas oscuras, | nada temo, porque tú vas conmigo:
  4. tu vara y tu cayado me defienden. 

Actualmente, siglo XXI, al menos en el mundo occidental, esta imagen se nos ha hecho difícil de entender y de aceptar: No nos sentimos bien si alguien nos guía, no somos “animales domésticos”, dependientes de un Dios exterior, sino dueños y gestores de la propia vida, sin necesidad de “pastores”. En un plano, ese nuevo sentimiento de libertad es bueno, y este mismo salmo lo ratifica al final. Pero en otro sentido, la visión del “Dios pastor”, vinculado a nuestra propia identidad de “rebaño de hombres libres”, sigue siendo necesaria: Nuestro despliegue en la vida ha sido un prodigio, la mayor de las maravillas de la tierra; la humanidad ha surgido por obra especial de una Presencia y Guía que podemos comparar con la del pastor, que nos ha hecho capaces de tener lo que tenemos, que nada nos falte.

            Las notas principales de la presencia y obra de este Pastor divino son tradicionales y apenas necesitan comentario, teniendo en cuenta las condiciones del pastoreo trashumante antiguo, en una tierra de estepas semidesérticas, como las del entorno de Israel: Con la ayuda del Dios-Pastor, con su presencia educadora, el hombre ha sido capaz de encontrar verdes praderas y tranquilas fuentes,  en medio de una tierra calcinada,  reparando su cansancio y superando  los peligros, a través de “senderos justos” .

Aunque camine por cañadas oscuras (de oscuridad de muerte) nada temo, porque tú vas conmigo ; este Dios-presencia, en medio del riesgo de muerte de la vida humana, define y sostiene la su existencia. El hombre ha sido y sigue siendo un viviente acompañado, bordeando sin cesar el riesgo de la muerte-oscura que le rodea y amenaza. Un camino por la oscuridad rodeada de muerte, pero abierta a la Vida es la existencia humana.

Porque tu vara y cayado me sosiegan-defienden. la vara es un tipo de “cetro” de orientación y mando (propio incluso de reyes); el cayado es más bien un bastón defensivo, que podía llevar punta de hierro, para luchar contra las fieras y contra posibles enemigos.

 Según esto, la vida de los grupos humanos y de las personas en particular ha sido un “milagro” de educación (maduración, crecimiento) que el salmista atribuye a la presencia de Dios, como Pastor y guía. En un sentido, el hombre es dueño de sí (capaz de defenderse); pero, al mismo tiempo, su vida ha sido y sigue siendo resultado de una presencia superior. El hombre es porque Yahvé (el que es), siendo su presencia y providencia activa, le ha hecho surgir y le mantiene en vida.

SEGUNDA PARTE, EN LA CASA DE YAHVÉ (23, 5-6). 

  1. Preparas una mesa ante mí, | enfrente de mis enemigos;
  2. me unges la cabeza con perfume, | y mi copa rebosa.
  3. Bondad y tu misericordia me acompañan | todos los días de mi vida,
  4. Y  habitaré en la casa Yahvé | por años sin término.

Como he dicho, el salmista da un gran salto, para situarse en el lugar en que ahora se encuentra (al menos simbólicamente), en la mesa del templo de Jerusalén, frente a sus enemigos: Ante la mesa que el mismo Yahvé le ha preparado en su casa  . No camina ya buscando descanso de agua y sombra, en medio de duros senderos de muerte, sino que puede sentarse y se sienta ante la mesa de Dios, hasta saciarse sin fin. Su bienaventuranza no se expresa aquí en forma de visión (contemplar a Dios, cara a cara…), sino de banquete (comer siempre en la casa de Dios).

   Este salmista del templo ya no es Jesús… que no va al templo para enfrentarse con sus enemigos, sino para expulsarles…Este es un salmo espiritualista, no es el salmo del mensaje de Jesús…

 El orante ha pasado de ser “oveja” o pastor de ovejas en los caminos arriesgados de estepas orientales a ser miembro de una comunidad de culto del templo (la gran asamblea; Sal 22, 23-26), en la que ha sido admitido, quizá con la oposición de algunos miembros. Parece que en ese sentido ha de entenderse la frase enigmática “frente a mis enemigos”  : Él está en la mesa, nadie podrá nunca separarle de ella, expulsarle de la compañía de Yahvé, pero éste fin del salmo advierte que en esa casa “sigue habiendo enemigos”, quizá grupos enfrentados.

Esa expresión (frente a mis enemigos) puede y debe entenderse de manera afirmativa: A pesar de que tengo enemigos (personas y grupos que piensan de un modo distinto y querrían expulsarme) estoy sentado a la mesa de Yahvé y ellos deben aceptarlo (no pueden impedirlo). Pero ella  conserva un rasgo muy significativo: En otros salmos, incluso en Sal 22, daba la impresión de que los enemigos eran aniquilados en la gran lucha final; aquí, en cambio, sigue habiendo enemigos, incluso al fin, en el mismo templo, pues el culto del  santuario de Yahvé sigue estando dividido entre grupos enfrentados, pero sabiendo que los otros, los enemigos, no podrán expulsar nunca al orante justo.

Dios mismo ha preparado esa mesa del templo para el orante, sirviéndole en ella: Unge su cabeza con perfume, declarándole triunfador (un tipo de mesías, ungido); mantiene siempre llena su copa… Aquí se ha invertido la imagen del hombre sometido a Dios pastor (que le domestica y dirige desde fuera), pues Dios se ha convertido en servidor del hombre, le unge, le orece su vino en la copa… y así la acompaña todos los días de la vida, como muestran las dos frases finales.

Tu Bondad/Bien y Misericordia me acompañan… No se trata ya de la bondad de Dios, sino del Dios que es Bien/Bondad. Ciertamente, él hace que todas las cosas sean buenas (como declara el relato de la creación, Gen 1); pero él mismo es quien aparece ya como Bien  y  como Misericordia   , esto es, como  bondad amorosa para el hombre.

– Y así el orante puede terminar su salmo diciendo: habitaré en la casa Yahvé | por años sin término  , en el doble sentido de “volver” (de retornar al principio de Dios) y de “habitar” en el mismo Dios.

Éste ha sido y sigue siendo uno de los “salmos místicos” que ha marcado un  camino de  experiencia interior y de vida  para los cristianos, partiendo de Jn 10, donde Jesús aparece como Dios Pastor, que no sólo guía a las ovejas, sino que las “conoce” (comparte con ellas su intimidad de amor, les ofrece su misma vida en alimento).

Pero, al mismo tiempo, pero, en otra perspectiva, la  lectura de este salmo ha conservado los rasgos de un Cristo/Dios pastor que “juzga” a sus ovejas, es decir, que discierne su conducta y que puede separar a unas de otras (ofrecer salvación, declarar condena), como se dice en Mt 25,  31-46, siguiendo una larga tradición judía, que aparece no sólo en los profetas como Ezequiel, sino en muchos texto apócrifos y apocalípticos.

            Éste ha sido un salmo “místico”, no sólo porque presenta al Dios de Cristo como “pastor” de los hombres, sino, sobre todo, como aquel que les invita a su mesa en el templo, ofreciéndoles su propia vida como alimento (eucaristía litúrgica y personal).

REINTERPRETACIÒN DE JESÚS.  Marcos 6,30-34 

Él les dijo: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.” Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

  1.  Jesús se reúne con sus discípulos para descansa…… pero no en el templo, sino en el campo. Vienen a buscarle… como ovejas sin pastor… Jesús acoge a todos en su casa, sobre el mundo……
  2. Necesitan palabra, Jesús les enseña… les ofrece la palabra.
  3.  Tienen hambre… les da de comer… en el campo, comida humana, física… pan y los peces, en el mundo entero…

PAN, PALABRA, CASA.

     Éstas son las tres claves del evangelio, del proyecto y acción de Jesús, tal como he puesto de relieve en mi Comentario a Marcos (Verbo Divino, Estella 2012), que se centra en los tres motivos principales del proyecto de Jesús: Pan, casa y palabra (o pan, palabra, casa)

En muchos casos, el pan tiene que ser lo primero… lo más importante. Si un hombre tiene hambre tienes que darle de comer, como sabe Mt 25, pero sabiendo que no sólo de pan vive el hombre, sino también de casa (familia) y de Palabra… Un pan sin casa se seca pronto, un pan sin palabra se acaba enmoheciendo, se vuelve veneno. Por eso, el pan pide casa, y pide palabra.

LO PRIMERO ES LA CASA FRATERNA (CF. MC 3, 20-35). Los escribas de Jerusalén le juzgan endemoniado porque acoge a los posesos; sus parientes de la Iglesia judeocristiana le declaran loco. Jesús responde acogiendo en su corro (igualdad fraterna, círculo de comunicación) a los que cumplen la voluntad de Dios, haciéndolos su madre, hermana y hermano.

      Esta es su autoridad: ofrece casa y familia a quienes carecen de familia, a los expulsados del sistema sacra) y social israelita. Los judíos de aquel tiempo constituían una casa honorable de hijos de Abraham y de cumplidores de la Ley; ellos se definen a sí mismos como casa de Israel, centrada en los grandes valores de la identidad genealógica (origen común) y la pureza común, lograda por el cumplimiento de la Ley. Pues bien, superando ese nivel de casa nacional, Jesús ha querido ofrecer espacio de vida y casa de fraternidad a todos los necesitados, sin más condición que la escucha de la palabra y el amor mutuo. Construir sobre el mundo una casa de fraternidad, abierta desde los excluidos y pobres, desde los enfermos e impuros, a todos los humanos, superando así las limitaciones de ley nacional: esta es la primera tarea de la Iglesia en Marcos.

 LO SEGUNDO, EN LA CASA ES EL COMPARTIDO. Conforme a la ley del jubileo y a toda su legislación nacional, el judaísmo se constituye como pueblo de hermanos que comparten el buen pan (bien purificado), con manos limpias, en comunidad de mesa. Pues bien, superando el límite de pureza israelita, Jesús quiere que sus discípulos se definan y vinculen en torno a un pan y unos peces que comparten con todos los necesitados. Por eso ha comenzado enviando a sus discípulos sin dinero ni provisiones, para anunciar con libertad el reino, diciéndoles que acepten el pan de aquellos que quieran recibirles; ellos ofrecen curación y evangelio, fraternidad creadora; así pueden acogen el pan de aquellos que quieran recibirles (cf. Mc 6, 6-13). Pero luego, cuando esos mismos discípulos tienen pan y peces, les pide que los compartan con los necesitados del entorno, que vienen sin comida (cf. 6, 30-44; 8, 1-8). Ellos, los discípulos, querían dominar la tierra, con un poder sagrado. Jesús empieza poniéndoles en manos de los demás (han de ir a sus casas sin provisiones, sin seguridades). Después les hace servidores de una mesa que debe abrirse para todos los que vienen y buscan.

Esta es su autoridad, esta la esencia de la Iglesia: repartir el pan con los necesitados israelitas (primera multiplicación: Mc 6) y con los no israelitas (segunda multiplicación: Mc 8), sin miedo a que falte lo necesario, sin cálculos o compra-ventas de tipo monetario. Por eso, cuando van de misión al otro lado del mar, ellos llevan un sólo pan en la barca de la Iglesia (cf. 8, 14-21): es el pan de Jesús, la verdadera eucaristía de la vida compartida, de la presencia mesiánica, que no debe estropearse con la mala levadura de los fariseos (pureza y separación nacional israelita) y de Herodes (el pan de la imposición política). El Pan de Jesús, que es pan multiplicado (para todos) y eucarístico (es signo y presencia de su entrega en favor de los demás) constituye la esencia y tesoro de la barca eclesial; es suficiente para llegar al fin del mundo.

LO TERCERO (EN OTRO SENTIDO LO PRIMERO…) ES LA PALABRA. «Salió el sembrador a sembrar… La semilla es la Palabra» (4, 3. 14). Esta es su misión básica de Jesús, la tarea que ofrece a los discípulos: extender la Palabra, anunciar el evangelio a todas las naciones: ellos buscaban dinero y poder, honor y gloria, para dominar sobre la tierra; pues bien, Jesús les hace sembradores del Mensaje de Dios (evangelio) para todos los pueblos (cf. 13, 10; 14, 9).

Así se define la autoridad de los discípulos de Jesús, el tesoro de vida de la Iglesia: la palabra que ellos anuncian y comparten, en gesto misionero, en todos los pueblos de la tierra. Ciertamente, Israel tenía una Palabra, centrada en la Alianza y en la Ley; pero era una Palabra que se limitaba, por ahora, a la nación israelita, pues trataba de lo puro y de lo impuro y se encontraba vinculada a las peculiaridades religiosas y sociales del pequeño pueblo de Abraham y de Moisés. Pues bien, Jesús ha ofrecido a sus discípulos la Palabra del Reino de Dios, que se identifica con su propia Vida, con su entrega en favor de los demás. Por eso, en la segunda parte del evangelio, de Mc 8, 27 en adelante, la verdadera Palabra del mensaje se condensa y encarna en la misma entrega pascual de Jesús, como ratifica el mensaje de la tumba vacía (Mc 16, 1-8).

Resumen Estos tres elementos o tesoros: Palabra y Pan (encuentro persona y comida compartida) definen y expresan el sentido del proyecto de Jesús, entendida como proyecto de establecimiento de una Casa de Dios, para todas las naciones. Tenían los judíos un templo, que era en principio bueno, pero lo habían “malformado” o pervertido, como sabía ya el profeta Jeremías (cf. Jer 7, 11), haciéndolo cueva de bandidos. Pues bien, Jesús quiere convertirlo de nuevo en casa de oración para todas las naciones (Mc 11, 17; cf. Is 56, 7).

Esta es la comunidad de seguidores de Jesús: la casa de la vida compartida,  que se abre en forma misionera, a todos los hombres y mujeres de la tierra, como sabe el relato de la unción de Betania (cf. Mc 14, 3-9). Casa (oikia, oikos) es el lugar de reunión, y la comunidad reunida. La nueva familia de Jesús, formada por hermanos/as, hijos y madres (sin padres de tipo patriarcal: Mc 3, 31-35; 10, 29-30), aparece como casa de Jesús. Sus seguidores no son sinagoga (estancia judía de oración y estudio de la ley), ni iglesia en el sentido jurídico de comunidad sagrada, sino casa y/o comunión fraterna.

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