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Del blog Amigos de Thomas Merton:
Thomas Mertonfue, durante toda su vida, un viajero, un peregrino del Espíritu, siempre en camino:
“En cierto sentido, estamos siempre viajando, y viajando como si no supiéramos adonde vamos. En otro sentido, ya hemos llegado. No podemos llegar a la perfecta posesión de Dios en esta vida, y por eso estamos siempre viajando y en tinieblas. Pero ya lo poseemos por la gracia, y por eso, en este sentido, ya hemos llegado y habitamos en la luz. ¡Pero cuan lejos tengo que ir para encontrarte a Ti, en quien ya he llegado!“.
*
Thomas Merton
La montaña de los siete círculos, p. 419
(Diálogos con el Silencio, p. 13).
Comentarios desactivados en “La polarización rigorista en la Iglesia”, por Jesús Martínez Gordo
“Centrada en la renovación de la moral sexual y de la pastoral familiar”
“La tarea a la que me enfrento en estas líneas -por invitación de la revista “Encrucillada”- es la de estudiar si lo que se entiende por ‘polarización’ es constatable en la Iglesia católica”
“Los debates sinodales y los posteriores acuerdos, facilitaron que el Papa Bergoglio, finalizado el primero de los encuentros sinodales, agilizara y facilitara todo lo referido a los matrimonios fallidos y, en concreto, a las nulidades y separaciones matrimoniales”
“La mayoría sinodal rebatió la posición minoritaria, poniendo en valor la perspectiva pastoral y la verdad evangélica que, primadas por Francisco, tenían en la misericordia su fundamento”
(Encrucillada).- “Polarización” ha sido la palabra del año 2023 para la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), una institución promovida tanto por la Real Academia Española como por la Agencia EFE.
La tarea a la que me enfrento en estas líneas –por invitación de la revista “Encrucillada”– es la de estudiar si lo que se entiende por “polarización” es constatable en la Iglesia católica, habida cuenta de algunos discursos, actitudes e iniciativas que se promueven e impulsan, tanto desde el Vaticano como desde sus periferias y, más concretamente, en la Iglesia española, desde que Francisco fue elegido para presidir la comunidad católica en la unidad de fe y en la comunión eclesial. Como se puede apreciar, la invitación de los amigos de “Encrucillada” es muy genérica o -quizá, con más precisión- ambiciosa; en mi opinión, demasiado.
1.- Algunas, de las muchas extrapolaciones
Por eso, no me queda más remedio que centrarme en una iniciativa, debida al Papa Francisco: la renovación de la moral sexual y de la pastoral familiar.
Quedan para otra ocasión y momento la implementación de la sinodalidad en su pontificado, así como -entre otras posibles- la decisión, igualmente papal, de negarse a abrir -al menos, durante su pontificado- un proceso que pudiera desembocar en la ordenación sacramental de las mujeres, algo que, al parecer, entiende compatible con otro de “desmasculinización” de la Iglesia, tal y como ha sostenido el pasado mes de diciembre de 2023 en el marco de la Comisión Teológica Internacional, celebrada en el Vaticano.
También tienen que quedar para otra ocasión las diferenciadas eclesiologías y teologías ministeriales en juego en Europa -y, de manera particular, en la Iglesia española- cuando abordan la singular situación en la que se encuentran inmersas la gran mayoría de sus parroquias y que formulo -apoyado en la pregunta de Nicodemo a Jesús: “¿cómo es posible nacer de nuevo siendo viejo?” (Juan 3, 4).
Puede haber quien crea que estos asuntos no sean los más importantes para el futuro de la Iglesia ni los más significativos para asomarse a las extrapolaciones eclesiales, pero entiendo que son algunos de los que más preocupan -y hasta irritan y desalientan- a muchos católicos de nuestros días; y no solo a ellos. O, en todo caso, son algunas de las urgencias que vengo siguiendo con particular interés desde hace unos cuantos años.
2.- La reforma de la moral sexual y de la pastoral familiar
El año 2016 recogí en un libro la revisión de la moral sexual y de la pastoral familiar propiciada -e iniciada- por el Papa Bergoglio en los Sínodos Mundiales de obispos, el extraordinario de 2014 y el ordinario de 2015, tras sendas consultas previas a todo el pueblo de Dios: “Estuve divorciado y me acogisteis. Para comprender ‘Amoris laetitia’”, Ed. PPC, Madrid, 2016.
Si bien es cierto que tales consultas fueron, al menos en la Iglesia española, muy pobres y rozando la irrelevancia, no es menos cierto que en otras -por ejemplo, en la alemana, con un laicado muy consciente de su pertenencia eclesial, además de organizado- dichas consultas resultaron particularmente importantes, sobre todo, cuando se debatió en el aula sinodal la necesidad de agilizar los trámites de nulidad o de separación matrimonial y abaratar sus costes. O cuando se afrontó la improcedencia teológica y pastoral de seguir negando la comunión a los divorciados vueltos a casar civilmente, así como cuando se debatió la posible revisión de la doctrina y de la praxis canónica con los homosexuales.
Los debates sinodales y los posteriores acuerdos, facilitaron que el Papa Bergoglio, finalizado el primero de los encuentros sinodales, agilizara y facilitara todo lo referido a los matrimonios fallidos y, en concreto, a las nulidades y separaciones matrimoniales. Esta era una reivindicación largamente esperada en la inmensa mayoría de las iglesias católicas de todo el mundo. Probablemente, por eso, no hubo particulares problemas con su acogida e implementación; al menos, en las iglesias de la Europa occidental.
2.1.- El rigorismo doctrinal, moral y jurídico
Otro, bien diferente, fue el acuerdo sinodal (alcanzado -recurriendo a una expresión popular- “por los pelos”) sobre la acogida y plena reincorporación eucarística de los divorciados vueltos a casar civilmente. En este asunto, el debate fue más intenso y, a veces, hasta crispado. Y lo fue porque se desenvolvió en el marco de una rediviva polarización teológica que, desde los primeros tiempos de la Iglesia, la atraviesa hasta nuestros días: es la referida a cómo tratar a los llamados “pecadores públicos” que, en esta ocasión y en el discurso oficial de la Iglesia, son los divorciados vueltos a casar civilmente.
En el tratamiento de este asunto se jugaba la recolocación de un paradigma -exclusivamente doctrinal, moral y jurídico, e imperante en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI- en favor de otro que, pastoral y misericordioso, se mostraba más partidario de acoger que de perseguir y condenar.
Tal era la verdad -evangélica, por supuesto- que el Papa Francisco buscaba recuperar para la Iglesia y poner por encima de la favorecida por sus antecesores. Y tal es una de las polarizaciones que, desde entonces, marca el presente papado y la marcha de la Iglesia católica en todo el mundo y, por supuesto, entre nosotros.
Kasper abre el debate
Correspondió al cardenal W. Kasper -por invitación del Papa Francisco- abrir este cambio de paradigma en el consistorio de cardenales del 20 febrero de 2014. En aquella ocasión, el cardenal alemán propuso que “un divorciado y vuelto a casar” pudiera participar, “tras un tiempo de reorientación (metanoia)”, en “el sacramento de la penitencia y de la comunión”. Era una propuesta que entendía fundada en la evangélica necesidad de articular la justicia y la misericordia, y sin necesidad de cambiar la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio. Bastaba y era suficiente -propuso- con que estas personas estuvieran arrepentidas de su fracaso en el primer matrimonio y que éste resultara imposible de recomponer; que fueran responsables con las obligaciones derivadas del primer enlace y que se esforzaran -de manera contrastada- en vivir de la mejor manera posible el segundo matrimonio.
En intervenciones posteriores, en otros foros, recordó, además, que la doctrina de la Iglesia, en contra de quienes entendían que la verdad estaba fijada para todos y para siempre en el pasado, no era un sistema cerrado. El Concilio Vaticano II había enseñado que era posible el progreso y un mejor conocimiento de la misma ya que existían “semillas del Verbo” fuera de las fronteras institucionales de la Iglesia. Por eso, había que empezar a pensar si, en ciertos casos, no habría que reconocer también en un matrimonio civil algunos elementos de la unión sacramental, tales como ”el compromiso definitivo, el amor y el cuidado recíproco, la vida cristiana, el compromiso público”. E, igualmente, siguió proponiendo en tales foros, evaluar la viabilidad, teniendo presente la praxis de los cristianos ortodoxos, de una segunda –y hasta una tercera– oportunidad, no sacramental, sin tocar, para nada, la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio.
Las primeras reacciones criticas
Las críticas no se hicieron esperar. Procedieron de cardenales que tenían o habían tenido -en la mayoría de los casos- peso específico en la curia vaticana y en el gobierno eclesial: G. L. Müller, prefecto, entonces, de la Congregación para la Doctrina de la Fe; Walter Brandmüller; Velasio de Paolis; Carlo Caffarra y Raymond Leo Burke. Sus argumentos fueron publicados, pocos días antes del inicio del Sínodo extraordinario de 2014, en un libro conjunto, con las de otros teólogos.
En ellas insistían en la imposibilidad de la propuesta formulada por W. Kasper a la luz del Evangelio, de la tradición y de los Santos Padres. No faltaron quienes sostuvieron que dicha propuesta -buscando adaptarse a la modernidad- era dogmáticamente inaceptable porque atentaba contra la ley divina de la indisolubilidad del matrimonio. Y todos ellos coincidieron en que el ingrediente mínimo y esencial de una respuesta pastoral desde la misericordia era el respeto a la verdad.
Los argumentos de la mayoría sinodal
Afortunadamente, en el transcurso de los debates sinodales se fue evidenciando que esta posición era minoritaria y que la abanderada por W. Kasper -con dificultades de aceptación al principio- iba ganando terreno poco a poco hasta erigirse en mayoritaria, alcanzando los dos tercios, el porcentaje de voto requerido, para ser aprobada.
Pero no fue solo cuestión de números y porcentajes, sino también de argumentos. La mayoría sinodal rebatió la posición minoritaria, poniendo en valor la perspectiva pastoral y la verdad evangélica que, primadas por Francisco, tenían en la misericordia su fundamento: un varón casado -hubo quien arguyó- que cayera en la tentación y se fuera con una prostituta podía recurrir al confesor, ser absuelto y comulgar. En cambio no lo podía hacer la mujer que, después de pocos años de matrimonio, hubiera sido abandonada por el marido y hubiera encontrado un nuevo compañero dispuesto a acogerla, juntamente con sus hijos, y que, como consecuencia de dicho amor, se hubiera vuelto a casar. Esta persona tenía prohibido, según la normativa canónica, vigente desde 1981, el acceso a la comunión, a no ser que se abstuviera de mantener relaciones sexuales; incluso en el caso de que no hubiera sido culpable de la ruptura del primer vínculo.
La “terapia teológica” de la empatía crítica
Pero dicha mayoría sinodal no solo mostró algunas de las incoherencias y contradicciones en las que frecuentemente incurría la absolutización -y extrapolación- del paradigma doctrinal, moral y jurídico hasta entonces favorecido, sino que -practicando la empatía crítica- procedió a incorporar la parte de verdad en la que se fundaba dicho posicionamiento minoritario.
Por eso, defendió la radicación de su posición en una exégesis mejor contextualizada de los pasajes evangélicos en los que se aborda el matrimonio, aportó otra lectura de la tradición cristiana -más interesada en la acogida que en la condena- y reivindicó la necesidad de que los divorciados casados civilmente estuvieran “más integrados” en la comunidad, activando, para ello, un adecuado “acompañamiento pastoral” y resaltando la necesidad de que todos -también estas personas- pusieran al servicio de la Iglesia y de la sociedad los diferentes dones y carismas con los que habían sido agraciados como bautizados.
Estas personas, concluyó la mayoría de los padres sinodales, no debían “sentirse excomulgadas”. Es más: su “integración” era “necesaria”, en particular, cuando se interesaban por la educación y el cuidado de sus hijos.
Procediendo de esta manera, fue posible que en la Relación final del Sínodo de 2015 quedara aprobada, por dos tercios, la comunión a los divorciados casados civilmente. Y que se aprobara porque los padres sinodales fueron conscientes de que, además de no debilitar la fe ni erosionar la doctrina de la indisolubilidad matrimonial, estaban procediendo en conformidad con lo mejor de la tradición católica, es decir, superando la polarización rigorista a la que, frecuentemente, se prestaba la interpretación sólo legal y doctrinal del magisterio de los pontificados anteriores.
La extrapolación -y condena- del rigorismo moral
Como es sabido, en el siglo II, algunas comunidades -con Novaciano al frente (210-258)- se negaron a aceptar a los “lapsi”, es decir, a aquellas personas que, en los tiempos de las persecuciones, no habían tenido el coraje –como los mártires– de confesar la fe y entregar su vida y que, por ello, acabaron apostatando de una u otra manera. Fue entonces cuando se produjo la primera gran crisis con los “rigoristas” o, con un lenguaje más de nuestros días, entre los partidarios de absolutizar la verdad doctrinal, moral y jurídica y los más cuidadosos y esmerados en preservar siempre la verdad evangélica de la misericordia. Es una polarización que reaparecerá en los siglos IV y V con los donatistas y, luego, con los jansenistas.
La Iglesia de los primeros siglos -y, con ella, la de la posteridad- se desmarcó y condenó a quienes se negaban a acoger a los “lapsi”. Lo hizo porque no se autocomprendía integrada únicamente por cristianos “perfectos” y “puros”, sino porque tuvo conciencia de ser -en conformidad con la expresión que propondrá Agustín de Hipona- una “casta meretrix” (“casta prostituta”), es decir, un colectivo habitado, a la vez, por la presencia de Dios (el único perfecto y sin mancha) y de cristianos, a un tiempo, justos y pecadores.
Estas son unas verdades no debidamente tenidas en cuenta por la minoría sinodal cuando pedía defender -en continuidad con el rigorismo del siglo II- de manera contundente y extrapolada, que entre la gracia y el pecado, entre “el todo (de la gracia) y la nada” (de la caída, de la falta o de la imperfección), entre los mártires y los apóstatas, no había ninguna gradualidad ni posibilidad de ella, no quedando más remedio que aplicar la ley y la doctrina sin contemplaciones: lo blanco siempre es blanco y lo negro, negro.
Tal criterio teológico-pastoral -y el paradigma eclesial y jurídico en el que cuajaba- no solo fueron aparcados por la Iglesia de los primeros tiempos, sino también en los Sínodos mundiales de obispos de 2014 y 2015. Y, como resultado de ello, se evidenció la persistencia de la polarización rigorista en la Iglesia católica, a pesar de los argumentados posicionamientos doctrinales y de las reiteradas decisiones magisteriales en su contra.
Desde entonces, los líderes de tal extrapolación no se han cansado de denunciar la “ambigüedad” de Francisco “en cuestiones de fe y moral”; la “confusión”, “división y conflicto” que -al parecer- provoca entre los fieles con tales ambigüedades. De ahí, que propongan la necesidad de recuperar y restablecer -a más tardar, en el siguiente pontificado- las verdades que -“inmutables sobre el mundo y la naturaleza humana” y accesibles “mediante la Divina Revelación y el ejercicio de la razón”- “se han ido lentamente oscureciendo o perdiendo entre muchos cristianos”[1].
Argumentando de esta manera, además de extrapolar -ya sea por no articular o absolutizar uno de los lugares teológicos o por no atender a su actualización-, incurren, igualmente, en lo que, en nuestros días, se tipifica y reconoce como puro y duro “tuciorismo”, es decir, decantamiento por la interpretación más cercana a la literalidad de la ley, sin prestar atención alguna a la misericordia y a lo que se ha llegado gracias a las investigaciones sobre la sexualidad. Y eso, a pesar de que las razones y argumentos a favor de proceder en conformidad con la misericordia y la razón humana se encuentren en total sintonía con lo mejor del Evangelio, teniendo que ser, por eso, más determinante y referencial que la doctrina y la ley por ellos defendidas.
Comentarios desactivados en Nuevo libro examina la naturaleza sacramental del matrimonio entre personas del mismo sexo
Adam Beyt
La publicación de hoy es del colaborador invitado Adam Beyt (él/él), profesor asistente visitante de Teología y Estudios Religiosos en Saint Norbert College, Wisconsin. Su primer libro, Remaking Humanity: Embodiment and Hope in Catholic Theology, es una teología política constructiva que utiliza el trabajo del teólogo dominicano Edward Schillebeeckx y la filósofa estadounidense Judith Butler. El libro se publicará en Bloomsbury en el otoño de 2024. Para conocer sus contribuciones anteriores a Bondings 2.0, haga clic aquí.
The Sacrament of Same-Sex Marriage (El sacramento del matrimonio entre personas del mismo sexo) de Bridget Burke Ravizza ofrece un retrato íntimo y teológicamente rico de las alegrías, luchas y esperanzas de las parejas del mismo sexo (término del autor) mientras se esfuerzan fielmente por encarnar el amor de Dios en sus vidas. Ravizza ha realizado anteriormente reflexiones etnográficas y teológicas sobre parejas católicas heterosexuales a través del Project Holiness, un estudio cualitativo de las experiencias vividas por personas casadas. Este trabajo aplica una metodología similar al entrevistar a veintidós parejas del mismo sexo con una “conexión significativa con la tradición católica”. Como muchos católicos LGBTQ+, este término abarca cómo las relaciones con la Iglesia institucional son, en el mejor de los casos, tensas y en otras ocasiones dañinas, pero, no obstante, han moldeado su comprensión de Dios y el amor. Algunas parejas son miembros de parroquias católicas. Otros han encontrado sus hogares en diferentes comunidades, como las congregaciones episcopales que afirman queer.
Las historias íntimas de estas parejas se unen a libros como Christian Mysticism’s Queer Mystical Flame del difunto Michael Bernard Kelly, una lectura detallada de la vida espiritual de las personas queer. Cada capítulo se centra en diferentes aspectos de la participación en la vida de la Iglesia, desde la compleja relación dentro de las familias hasta las instituciones católicas locales. Las entrevistas muestran una relación matizada para muchas parejas queer, incluidos casos de gracia y misericordia junto con narrativas de heridas y daños.
Los capítulos anteriores se centran en las formas más pequeñas y domésticas de santidad de estas parejas y sus familias. Ravizza integra cuidadosamente las reflexiones interpersonales sobre la gracia de Dios en el contexto de sus matrimonios para argumentar que las parejas modelan un amor sacramental que se ajusta a los impulsos clave del matrimonio católico, una reinterpretación de los temas de complementariedad y procreatividad. Así, sitúa estas historias de amor vividas en el contexto de muchas conversaciones sobre textos del Magisterio y muchas críticas y ampliaciones de esos temas dentro de la teología académica. Su trabajo muestra las formas en que las experiencias vividas por las personas queer enriquecen y complementan las conversaciones que ya tienen lugar dentro de otras facciones de la Iglesia. Una breve posdata que reflexiona sobre la Fiducia Supplicans, el documento del Vaticano que permite bendiciones para personas en relaciones del mismo sexo, demuestra la importancia vital de testificar y dialogar con tales parejas dentro de la vida en evolución de la Iglesia.
El texto también es testigo del apoyo ambivalente y, a veces menguante, que muchas parejas queer han experimentado mientras navegaban por la vida familiar y el empleo en instituciones católicas. Estos capítulos reflexionan sobre estos sentimientos simultáneos de “tensión, integración y pertenencia”. Una narrativa memorable incluye una experiencia dolorosa de acoso en línea y amenazas de muerte a un hombre gay contratado por una parroquia. Estas experiencias traumáticas dan testimonio de la persecución constante de las personas queer por parte de los llamados católicos “fieles” radicalizados por los rincones fascistas de la Iglesia católica estadounidense. Otras narrativas ofrecen más esperanza, incluido el crecimiento y el cambio que ofrece el diálogo reflexivo con familiares y compañeros feligreses.
Este trabajo representa un testimonio vital de cómo los católicos queer experimentan a Dios en medio de la implementación prudencial de conciencias bien formadas dentro de las tradiciones de la Iglesia. Esta pequeña muestra del sensus fidei (el sentido de los fieles) sólo demuestra cuán desesperadamente la Iglesia institucional necesita escuchar y dialogar con las realidades vividas y las voces teológicas de los católicos LGBTQ+. Existen limitaciones inevitables para que un solo teólogo realice dicha investigación, pero creo que el libro muestra cómo futuros proyectos de entrevistas en este molde enriquecerían considerablemente las reflexiones teológicas de la Iglesia sobre diferentes patrones de amor y relaciones.
Como católico de cuna que intenta vivir fielmente una tradición que me ha formado fundamentalmente, a menudo me he sentido en el mar como alguien que también es queer, incluso con los muchos débiles signos de esperanza de los últimos años. He aprendido mucho no sólo de otros teólogos que abordan esta tradición de manera reflexiva y amorosa, sino también de otras comunidades de católicos queer que viven fielmente sus vidas. La investigación de Ravizza y las historias que contiene este libro me recuerdan que no estoy solo en esta búsqueda, ya que todos oramos, esperamos y trabajamos para construir la Iglesia más radicalmente amorosa que exige la misericordia de Cristo.
The Sacrament of Same-Sex Marriage (El sacramento del matrimonio entre personas del mismo sexo) presta una atención crucial y muy necesaria a la gracia amorosa que muchas parejas queer ya experimentan, así como a la esperanza de que esta gracia sea afirmada.
Comentarios desactivados en Piden al Gobierno de Chile que patrocine proyecto de ley que declara al 9 de julio como el Día de la Visibilidad Lésbica
Luego de que el año pasado el Ejecutivo retirara su respaldo a la iniciativa.
En el marco del Día Nacional de la Visibilidad Lésbica, que conmemora cada 9 de julio el asesinato de la escultora Mónica Briones Puccio, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) solicitó hoy públicamente al Gobierno que patrocine el proyecto de ley que reconoce tal fecha.
Lo anterior, luego de que en marzo del 2023 el Gobierno retirara la suma urgencia que le había dado dos días antes al proyecto de ley que declara al 9 julio como el Día Nacional de la Visibilidad Lésbica.
La vocera del Movilh, Javiera Zúñiga, recordó que “tras críticas de sectores de la ultraderecha, el Gobierno señaló hace ya un año que buscaría una fecha alternativa al 9 de julio para declararlo como Día de la Visibilidad Lésbica. Esto, con la excusa de que el 9 de julio coincide con el Día de la Bandera Nacional y la Batalla de la Concepción, como si ello fuese contrario a un Día Nacional de la Visibilidad Lésbica”.
Añadió que “esta fecha no se puede cambiar, porque el 9 de julio de 1984, y no otro día, fue cuando la escultora Mónica Briones Puccio fue asesinada. Se trata del primer crimen lesbofóbico conocido en Chile. Instamos una vez más al gobierno a aclarar si apoyará o no el proyecto de ley que está en la Cámara de Diputadas y Diputados”
“Solicitamos especialmente al Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género que rompa el silencio que ha guardado en torno a este tema y dé un decidido apoyo al proyecto de ley que declara al 9 de julio como el Día Nacional de la Visibilidad Lésbica”, finalizó Zúñiga
De acuerdo a los Informes Anuales de los Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y de Género, desde el 2002 a la fecha 2.470 mujeres lesbianas, bisexuales y trans han denunciado abusos en razón de su orientación sexual o identidad de género.
A su vez la Encuesta Visibles, contestada por 2,146 mujeres, arrojó que, el 77% sufrió discriminación al menos una vez en su vidas.
El impacto de la discriminación por orientación sexual obliga al 67% a ocultar siempre o veces su orientación sexual por temor a ser agredida y el 12% intentó suicidarse a raíz de la presión social, señala el sondeo aplicado por el Movilh.
Una de las cifras más preocupantes, es de quienes se infligieron algún tipo de daño, ya que el 45% lo hizo antes de los 14 años. De éstas, el 12% reportó intento de suicidio; el 26%, daño físico (golpes, cortes); el 16% consumo excesivo de sustancias (alcohol, tabaco, drogas) y el 10% trastornos alimenticios (bulimia, anorexia).
Comentarios desactivados en Ya no podrá seguir haciendo daño: El senador James Inhofe, antiguo enemigo de los derechos LGBTQ+, ha muerto.
Inhofe estaba entre un grupo de funcionarios evangélicos electos que se comprometieron a erigir un estado nacionalista cristiano.
James Inhofe, senador estadounidense de larga trayectoria y enemigo implacable de los derechos LGBTQ+, falleció tras sufrir un derrame cerebral. Tenía 89 años.
El republicano agitador se retiró del Senado en 2023 después de una carrera de seis décadas sirviendo en la Legislatura de Oklahoma, como alcalde de Tulsa, en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y en el Senado desde 1994.
Inhofe tiene una larga lista de grandes éxitos al servicio de su agenda anti-LGBTQ+, basada en gran parte en su membresía en la Familia, también conocida como la Comunidad, una red de poderosos evangélicos con el objetivo de erigir un estado nacionalista cristiano.
Inhofe fue considerado abiertamente hostil a la comunidad LGBTQ+ a lo largo de su carrera y obtuvo una calificación de 0% de la Human Rights Campaign en cada mandato en la Cámara de Representantes y el Senado que ocupó.
En la década de 1990, Inhofe declaró públicamente que no contrataría personal homosexual. Casi al mismo tiempo, negó el voto de confirmación al filántropo homosexual James Hormel, elegido por el presidente Bill Clinton para embajador de Estados Unidos en Luxemburgo.
Como opositor declarado de la igualdad matrimonial, Inhofe se involucró en la política local de DC cuando apoyó un esfuerzo fallido para bloquear las uniones entre personas del mismo sexo en el distrito en 2010.
Ese mismo año, mientras el Congreso debatía la derogación de la política del Departamento de Defensa Don’t Ask, Don’t Tell (“No preguntes, no digas”), que encerraba o expulsaba a los militares homosexuales, Inhofe afirmó que los soldados heterosexuales no querrían servir con camaradas LGBTQ+.
Inhofe acusó al presidente Barack Obama de “promover la agenda homosexual” y exigió que se prohíba a los miembros del servicio marchar en uniforme en desfiles del Orgullo “político”.
Inhofe dijo que la enmienda “protegería el derecho constitucional de un individuo, empresa u organización a adherirse pacífica y libremente a sus creencias religiosas”. Inhofe estuvo entre los 10 senadores republicanos, incluido el candidato a compañero de fórmula de Trump, el senador Marco Rubio (Florida) y el senador Lindsay Graham (Carolina del Sur), soltero confirmado, quienes en 2022 se opusieron a la Ley de Respeto al Matrimonio, una ley nacional que requiere que los gobiernos federal y estatal reconozcan los matrimonios legales entre personas del mismo sexo.
Inhofe también era muy conocido por su temprana y reiterada negación del cambio climático. Después de viajar a la conferencia sobre cambio climático en Copenhague en 2009, Inhofe llevó una bola de nieve al pleno del Senado para demostrar que el calentamiento global es “un engaño”.
Años después, Inhofe contó a The Olkahomanque no se arrepintió de la maniobra del Senado. “No. Estoy tratando de averiguar a quién ofendió eso porque fue algo divertido. La gente se toma las cosas demasiado en serio”, dijo.
El planeta está viviendo actualmente el año más cálido jamás registrado. Los científicos del clima esperan que la temperatura aumente en los próximos años y décadas debido al cambio climático.
Comentarios desactivados en Ciudad de México (CDMX): Cierran espacios LGBT+ por la presencia del narco
El centro de la Ciudad de México se ha convertido en un lugar muy inseguro por el aumento de la presencia del narco, la complicidad policial y la falta de medidas del gobierno.
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Fuente Agencia Presentes
11 de julio de 2024
Geo González
Edición: Ana Fornaro
Al menos dos bares LGBT en el Centro de la Ciudad de México cerraron de manera indefinida sus espacios por el aumento en la inseguridad a causa de la presencia del narcotráfico. Además, un joven denunció una golpiza por parte de vendedores de droga y personal de seguridad del bar Baby Club en Zona Rosa.
La madrugada del 29 de junio en la calle República de Cuba, en el centro histórico de la ciudad, un enfrentamiento entre bandas del crimen organizado provocó que una joven resultara herida de bala. El hecho sucedió en un tramo en donde se ubican varios bares LGBT. En consecuencia los dueños de La Purísima y Soberbia Bar decidieron cerrar de manera indefinida.
Los dueños denuncian dinámicas como cobro de piso y extorsiones por parte de la policía, en su mayoría a jóvenes LGBT. Esto ha provocado aumento en la inseguridad en la zona y piden que las autoridades de la CDMX hagan algo al respecto.
“La situación de inseguridad por presencia del narcotráfico es grave y no es de hoy. Lo que pasó con la chica es grave, medios de comunicación comentaron que murió, no murió pero fue afectada. Estamos en comunicación con su familia pero esta situación no puede seguir así. Le pasó a ella, puede seguir pasando. Por esa razón decidimos que no podemos vender una cerveza más hasta estar seguros”, dijo en entrevista Arturo Alvarez, integrante de la administración de Soberbia.
Además, organizaciones LGBT denuncian que en los últimos años ha habido omisión por parte del gobierno de esta ciudad para atender esta problemática.
Estos hechos no son aislados. La violencia como consecuencia del narcotráfico no sólo sucede a las afueras de los bares.
En redes sociales es común ver denuncias de personas que asisten a bares LGBT quienes cuentan sobre tratos intimidatorios, extorsiones y hasta golpizas por parte de dealers y personal de seguridad de estos espacios.
Joven denuncia golpiza en bar Baby Club
La noche del 6 de julio, un joven denunció en redes sociales que vendedores de droga lo golpearon en el bar Baby Club, ubicado en Zona Rosa. Tras dar a conocer lo que vivió, recibió amenazas.
“Me golpearon dealers de Baby Club dentro de sus instalaciones. Me tomaron por sorpresa. De la nada empecé a recibir golpes en la cara, empujones e insultos homofóbicos. Llegaron dos guardias de seguridad y me sacaron a empujones como si yo hubiera cometido un acto de agravio. Necesitamos espacios seguros para la comunidad LGBT+”, denunció el joven en sus redes sociales.
Hasta hoy, ningún socio de Baby Club se ha pronunciado sobre este hecho.
Problema de larga data
En los últimos años, personas que asisten a bares LGBT ubicados sobre todo en Zona Rosa, han denunciado en redes sociales actos de intimidación, extorsión y violencia física por parte de personal de estos espacios. Incluso casos de transfobia.
Es común además que cuando se viraliza una denuncia de este tipo, las respuestas sean otras historias de violencia en espacios que se dicen “seguros para la comunidad LGBT”.
En julio de 2019 también se supo del asesinato de Armando González de 24 años. Su familia denunció que fueron cadeneros de Híbrido Night Club, ubicado en Zona Rosa, quienes lo mataron a golpes tras una discusión. Las autoridades no revelaron más detalles del hecho pero ese mismo año dijeron que habían identificado a cuatro sospechosos.
Ante las últimas denuncias de inseguridad por parte de personas trabajadoras y usuarias de bares y antros LGBT, el Comité IncluyeT de la Marcha del Orgullo de la Ciudad de México emitió un comunicado en el que exige a las autoridades de esta ciudad a “iniciar una estrategia para garantizar espacios diversos nocturnos seguros, especialmente en las zonas de alta afluencia de poblaciones de la diversidad sexual y de género como la Zona Rosa y el Centro Histórico”.
Asimismo, denuncian que las mesas de trabajo para garantizar la seguridad en estas zonas han fracasado por la omisión de la Dirección de Diversidad Sexual y de Género del gobierno de la Ciudad de México, y comentan que en dichas reuniones integrantes de organizaciones LGBT que buscan este diálogo han recibido amenazas.
Ninguna autoridad de la Ciudad de México se ha pronunciado sobre los hechos más recientes.
“La presencia del narco ha crecido mucho”
De acuerdo a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en los últimos 16 años la presencia de cárteles y grupos delincuenciales ha crecido en la Ciudad de México, en donde operan al menos 18 grupos y 30 subgrupos del crimen organizado con mayor incidencia en el centro de la ciudad y las zonas periféricas.
Arturo Alvarez, que hace parte de la administración de Soberbia, junto a otros empresarios han presenciado el aumento de dinámicas como cobro de piso por parte del narco y extorsiones por parte de la policía a las afueras de antros que frecuentan mayoritariamente personas LGBT+.
“La presencia del narco ha crecido mucho y necesitamos estar seguros. Lo que pedimos a las autoridades es seguridad, una policía sensible con las comunidades arcoíris, no una que extorsiona. Necesitamos espacios seguros, pero en las estrategias que han llevado las autoridades yo siento que nos han dejado solos, no solo a los consumidores, también a los empresarios. De manera colectiva creo que tenemos que estar buscando sacar al narco de nuestros espacios porque mientras sigan ahí no es seguro para nadie”, agrega Arturo Álvarez.
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