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Dom 14.7.24. Marginar el “instrumento” sinodal, retomar el evangelio (Mc 6, 6-12)

Domingo, 14 de julio de 2024

IMG_6177Del blog de Xabier Pikaza:

Dije  hace dos días en RD y FB que el “instrumento de trabajo” para el Sínodo  “estaba algo vacío de evangelio“.

La fortuna litúrgica ha querido que este domingo (14.7.24, Dom 15 TO, Ciclo B) toque un evangelio clave (Mc 6, 6-12) para plantear desde otra perspectiva,  como haré en la reflexión que sigue.

Mc 6, 6b-12 (+ 6, 30)

  • (a. Envío) 6b. Y recorría las aldeas del entorno enseñando. 7 y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos,
  • (b. Autoridad) dándoles poder sobre los espíritus impuros.
  • c. Equipamiento) 8 Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja. 9 Que calzaran sandalias, pero que no llevaran dos túnicas. 10 Les dijo además:
  • (c Programa de Misión) Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. 11 Si en algún sitio no os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, como testimonio contra ellos.
  • (b’. Cumplimiento de la misión) 12 Y, saliendo predicaban para que se convirtieran. 13 Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (a’ Retorno) [en Mc 6, 30-32]

Introducción

  Éste pasaje ofrece unas líneas básicas de la sinodalidad para la nueva misión siglo XXI (Sínodo 2024), desde una perspectiva de recreación de iglesia. Hay en el NT otros pasajes importantes para replantear el tema, empezando por las cartas originales de Pablo, siguiendo por Juan, pasando por Hechos y culminando en cartas deutero-paulinas, pero Mc 6, 6-13 par es el más significativo.

  1. Los misioneros van “de dos en dos”. No hay autoridad de un hombre aislado (obispo, presbítero) porque el evangelio se propone y expande como testimonio de vida-amor de varias personas (hermanos, amigos, esposos…). Las iglesias modernas en general no han tenido en cuenta este principio.
  2. Los misioneros no llevan ninguna riqueza (ni alforja), ni libros de ley, ni documentos de acreditación, porque su misma es testimonio y tema de evangelio). Muchos misioneros han ido y siguen yendo de esa forma pero las iglesias han apelado en general a organizaciones piramidales de poder sagrado.
  3. Los misioneros de Marcos son emigrantes en camino, y van desamparados, sin dinero (alforja), sin poder (sin bastón) y sin más organización que su vida compartida, de dos en dos. Así llegan como pobres e indefensos, emigrantes de evangelio y se asientan por un tiempo entre las gentes del pueblo, viviendo quizá en carpas (no se dice), bajo un árbol o en un cobertizo abandonado, como rostro compartido suplicante de evangelio y, si al cabo de unos días nadie les acoge siguen caminando dejan el lugar y siguen caminando.
  4. De esa manera ofrecen con su humanidad compartida y amenazada un testimonio evangelio. Así viven y se muestran en profunda paz de Dios, como mendicantes que no piden, no molestan ni amenazan a nadie, limitándose a mostrar con el amor que se tienen sí y que irradian que ellos forman parte de un “planeta” llamado evangelio. Asi responden, si es que les preguntan…
  5. Si les expulsan o no les reciben se van sin protestar, en silencio bondadoso, como han venido, sacudiéndose hasta el polvo de los pies para no llevar consigo nada…. Si alguna casa les invitan y acogen en alguna casa entran en alla, y reciben lo que les dan y dan lo que ellos tienen…
  6. De esa manera dan el testimonio de Jesús y ofrecen un camino posible “conversión”, una vida diferente, vida liberada, sana, libre de demonios, en clave de Reino de Dios, no de imperio del mundo… Así lo dicen,, sin presumir de ello, actuando como “terapeutas” de la buena nueva: Descubren pronto si hay “demonios” en la casa, en el ambiente y, de un modo muy simple, sin imposiciones ni grandes ceremonias los expulsan, de forma que los habitantes de la casa quedar liberados para el amor mutuo, para la esperanza de la vida paz…

 IMG_6176He escrito sobre este pasaje (Mc 6, 6-13 y par) largo comentario en Evangelio de Marcos. La Buena Noticia de Jesús (Verbo Divino, Estella 2012, 456-469) y también en Historia de Jesús, VD,  Estella 2013. Acuda allí quien quiera seguir mejor el hilo de mi exposición. Aquí ofrezco sólo algunas ideas iníciales, situándome en el lugar donde había querido situarme hace dos días en mi comentario al Instrumentum Laboris del Sínodo 2024..

Esquema del texto.

(a) Envío (6, 6b-7a). Jesús comienza a enseñar de nuevo en la aldeas del entorno (6, 6b), y para ampliar su misión llama y comienza a enviar a los Doce, de dos en dos, dándoles su misma autoridad (6, 7a).

(b) Autoridad sobre los espíritus impuros (6, 7b). Los enviados son básicamente exorcistas, pues Jesús les ofrece su poder de expulsar demonios, haciendo así lo mismo que él hacia (cf. Mc 1, 27; 3, 22-30). Expulsar demonios no es hacer exorcismos de películacomo en las series de “exorcistas” que parecen hechas con mala idea, para impedir que se entienda el evangelio. Expulsar demonios significa lograr (procurar) que este mundo concreto no esté dominado por demonios de dinero, de violencia, de envidia, de sometimiento y expulsión, de mentira organizada, de autosuficiencia… Es como ir desactivando bombas para que la fuerte no estalle, como en la oración de Francisco:

Señor, haz de nosotros instrumento de tu paz. Que donde hay odio, pongamos amor. Que allá donde hay ofensa, pongamos perdón. Que donde hay discordia, pongamos concordia pongamos concordia…  Oh Señor, que no  busquemos  tanto ser consolados, cuanto consolar, ser comprendidos, cuanto   comprender, ser amados, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado,

(c) Equipamiento (6, 8-9). Más que lo que deben decir, Jesús les indica cómo deben “ser” (cómo deben), para realizar su misión: Sin llevar comida, ropa o dinero, en gesto de confianza mesiánica, pues ellos mismos son el evangelio, sin libros de ley, sin mandatos. En su mutuo amor, en su presencia generosa ellos son encarnación del evangelio.

(c’) Ser acogidos (6, 10-11). La misión no es lo que ellos hagan, sino lo que susciten y provoquen con su vida, con su ejemplo. Así van y se quedan, sobre el banco, en la ladera de parque, junto al río… sin pedir nada, pero ofreciendo todo, sino dispuestos a darse a sí mismo, como portadores compartidos de Jesús…Más que pregoneros de un mensaje externo, ellos mismos son mensaje, con su forma de estar ¿Cuánto tiempo pueden resistir así, en un pueblo, en una aldea…? Ellos mismos han de verlo, porque han sido templados al temple de Jesús, como germen de una vida liberada  sobre el mundo .

(b’): Acción (6, 12-13). Marcos resume al fin lo que han hecho en su tiempo lo que han hecho los discípulos, la forma en que han cumplido el envío de Jesús, incluyendo exorcismos (cf. 6, 7b), mensaje de conversión y curación de los enfermos.

(a’) Retorno (6,30-32). Los discípulos vuelven y cuentan a Jesús lo que han hecho, disponiéndose a pasar un tiempo de descanso juntos.

evangelio-de-marcos Marcos no ha concretado la relación que ha de existir entre los  dos o tres misioneros que formaban de cada grupo, ni cuántos grupos hubo,  aunque al formar los Doce, que según 3, 13-19 eran varones, se podría suponer que hubo al principio seis parejas de hombres/varones misioneros, pero no tenemos ninguna certeza de ellos, porque estos grupos de dos en dos no tienen por qué formar parte  de los representantes de las doce tribus de Israel

Donde dos o tres están o van en mi nombres estoy yo en medio de ellos (Mt 18, 20)

 Su misma relación es “evangelio”, testimonio y presencia del amor de Cristo. Las malas lenguas se preguntarán si  son hombre y mujer (¿qué hacen a oscuras?), o lo que es peor, dos hombres juntos… Jesús no dice aquí, no tiene que decir, si son varones o mujeres, si uno es superior a otros, si están bien ordenados… Dice simplemente que son dos testigos del evangelio con su misma vida de amor

Esta indicación (de dos en dos) puede entenderse de diversas maneras (pueden ser compañeros o hermanos, célibes o casados, varones o mujeres…), todas las variaciones posibles. La identidad sexual o individual de los misioneros es secundaria, Lo único definido es que vayan en pareja o en trío (dos o tres como en Mt 18, 20). No parece haber uno superior y otro inferior, uno que manda, otro que obedece, conforme al esquema jerárquico posterior de la Iglesia. Frente a la tendencia monárquica que ha triunfado después en algunas comunidades cristianas (quizá reforzada por personalidades como Pablo), aquí tenemos un modelo de ministerios duales, en la línea de lo que pudiera llamarse una “diarquía”.

Dándoles poder sobre los espíritus impuros. Estrictamente hablando, estos Doce enviados, de dos en dos, reciben y realizan su misión como exorcistas, pues el texto dice que Jesús les dio autoridad (exousia) sobre los espíritus impuros, de manera que así repiten y amplían la misma obra de Jesús, a quien el evangelio ha comenzado presentado  (Mc 1, 22-28), como alguien que tiene autoridad sobre los espíritus impuros.

Eso significa que estos dos o tres comparten su combate contra Satán, como Marcos ha desarrollado en 3, 22-30, en una línea solemnemente ratificada por Mt 18, 20: “donde estén dos o tres en mi nombre…”.Reciben la autoridad de Jesús y tienen poder sobre “aquello” que oprime y destruye a los hombres, pero caminando por doquier de dos en dos. No son exorcistas individuales, sino comunitarios… Son portadores de un amor mutuo que expulsa demonios, que vence opresiones, que supera depresiones, que anima caminos.

De esa forma van, sin llevar nada consigo  (sin ningún tipo de vaticano o catedral a cuestas) y, sin embargo (por eso), con autoridad sobre los demonios. Eso les define, eso les permite realizar su obra, ser Cristo-Sinodal sobre la tierra. Esta palabra (tienen exousía, autoridad) determina lo que pueden hacer, como delegados mesiánicos, portadores del mayor de todos los poderes que se puede dar sobre la tierra. El evangelio es, por tanto, un mensaje con “autoridad”, pero no en el sentido económico o político, imperial o religioso… En ese plano, los enviados de Jesús no poseen nada (van con las manos vacías, como seguiremos viendo). Pero ellos tienen una autoridad muy superior , pues pueden y deben “expulsar demonios”, capacitando así a los hombres para vivir en libertad, en autonomía humana.

El mal supremo es la destrucción humana, simbolizada por lo demoníaco. Otros problemas resultan derivados, vienen en segundo plano. Si se cura al ser humano (y queda liberado del demonio), todo lo demás queda curado. Por eso, el primero de los “atributos” de los enviados de Jesús es la “autoridad sobre los espíritus impuros”, que es de tipo social y religioso, algo que no puede organizarse y ejercerse de forma puramente ministerial, en sentido canónico, (simbólica, en sentido sagrado), sino que se expresa en claves de transformación humana, es decir, de curación personal.

Los enviados de Jesús no tienen poder sobre los hombres y mujeres (como a veces se ha entendido en las iglesias, en línea jerárquica, de tipo doctrinal, social o sacral), sino sobre los “espíritus impuros”, para que los hombres y mujeres puedan vivir en libertad. Se trata, por tanto, de autoridad para suscitar una “sociedad alternativa”, donde ya no existen poderes de unos sobre otros, ni en línea sagrada, ni política, ni social. Esta es la autoridad de la metanoia, esto es, de la conversión, como dice el texto, retomando el lenguaje de Jesús en Mc 1, 14-15: Metanoéite, es decir, convertíos, cambiar de formar de pensar, de sentir de querer… Convertirse es ser de dos en dos, en comunión de afecto, palabra, misión…

.Liberar a los hombres de los espíritus impuros significa hacerles capaces de ser lo que son, ellos mismos, en gratuidad ante Dios, en comunión con los demás, es decir, como casa, en forma de familia (oikia). No hay conversiones individuales, uno a uno, sino conversiones en forma de casa-familia,  como unidades de afecto, de palabra, de vida, de dos o dos…

La metanoia o conversión del evangelio es transformación comunitaria, sinodal, de dos en dos… Expulsar demonios es convertir para la comunión, en comunión de vida, no en imperio diabólico.. Según el Jesús de Marcos, todos los poderes de imposición de este mundo son “impuros”, pero frente a (por encima de) ellos emerge la libertad del Evangelio.

6, 8-9. Equipamiento.

 Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja. 9 Que calzaran sandalias, pero que no llevaran dos túnicas.             Sin alforjas de dinero, de libros, de documentaciones de poder, pero con sandalias, para poder caminar mejor (sin herirse en las piedras del camino), a diferencia de Francisco de Asís y de sus compañeros que iban descalzos (con otro simbolismo). Tienen toda la autoridad (sobre los espíritus impuros), pero no cuentan con “poderes” de este mundo. Por eso, no llevan nada: ni comida, ni dinero, ni repuesto de ropa.

No llevan nada porque ellos mismos son comunión, de dos en dos, son promesa y garantía de comunión. Van con la certeza de que siendo (viviendo en comunión de palabra) serán recibidos en forma de comunión… en las casas de aquellos que les acogen y de esa forma se convierten en iglesias.

Así han de ir, pero no por ascetismo ni pobreza, pues no son ascetas profesionales ni mendigos (comen y beben, no ayunan; cf. 2, 18-22), sino por libertad personal y por confianza: tienen la certeza mesiánica de que habrá quien les ofrezca lo que necesiten. No van para construir su propia casa (aislados de los otros) sino para “quedarse” en el lugar que les acoja, recibiendo allí comida, vestido, alojamiento. Con esa fe caminan. Son testigos vivientes de esperanza.

No van con otra lengua (hablando arameo donde se habla escita…), ni con otras leyes, sino sólo con otro corazón,   para transformar lo que existe. Por eso, llevan las manos vacías de bienes materiales, pero van dispuestos para recibir aquello que les ofrezcan, y para ofrecer lo que tienen: libertad de espíritu, palabra de comunión, sanación interna y externa.

Su conocimiento de Jesús tiene que ir unido con el conocimiento de la vida de los hombres… Han de ser especialistas en comunión de corazón, en terapia de transformación humana, en perdón, en vida compartida.

 Se han puesto las sandalias, han tomado el bastón que les permite caminar por todos los caminos (es decir, por lugares de fácil y difícil acceso), pero no tienen comida, ni dinero, ni ropa de repuesto. No son criados al servicio de una institución que paga, ni jornaleros de ninguna empresa, sino voluntarios mesiánicos, y así van, ligeros de equipaje: simplemente con lo puesto, porque saben que todo es de todos, que ellos darán todo lo que tienen y pueden y que otros les darán también a ellos generosamente lo que tienen.

Su misma pobreza les hace solidarios en el sentido radical de la palabra: no pueden pagar un albergue, ni comprar una casa (en el plano de la propiedad privada), sino que deben recibir alojamiento de prestado, quedando así en manos de aquellos que quieran recibirles. La misma autoridad que transmiten (son portadores del Reino) les hace dependientes de los hombres y viven de la hospitalidad de los otros, como signo intenso de que creen en la fuerza del Señor que les envía y acompaña de manera misteriosa en su camino. El grupo más significativo y propio del Reino lo forman estos itinerantes a quienes Jesús envía como portadores de su obra. No espera que vengan a buscarle (como iban donde Juan Bautista o como van los fieles a los templos), sino que envía a sus delegados, para que busquen y llamen a los hombres y mujeres, ofreciéndoles el Reino (es decir, la libertad respecto a los espíritus impuros). Él se queda, sus discípulos van, para seguir haciendo lo que él hacía. 6, 10-11. Acogida e itinerancia mesiánica10 Les dijo además: Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. 11 Si en algún sitio no os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, como testimonio contra ellos.

Si no llevan nada es porque todo lo dan, todo lo han dado, conforma a la palabra de Pedro en Mc 10, 28 ss: Nosotros lo hemos dejado….Pedro y los otros discípulos primeros de Jesús han dejado/dado todo y se han puesto a caminar sin alforja, sin seguridad, si casa propia, sin campo o palacio (cf. Mc 10, 28-31)

            Éste es el comienzo de la sinodalidad que el Instrumentum Laboris del Sínodo 2024 quizá no ha destacado como debía… Ser sinodales es ir de dos en dos, dejando todo lo que no sea comunión, comunicación de gracia, dándolo a los pobres, volver a los caminos, sin casa ni campo propio, sin alforja, sin medio propios de subsistencia, es arriesgarse a volver a los caminos de la vida como Francisco de Así, de dos en dos, dándolo todo, curando, animando a los demás… y recibiendo por amor lo necesario.

Éste es el evangelio de la sinodalidad, es decir, de la hospitalidad…  No sólo hacer caminos en común (synhodein), sino compartir casas en amor, en acogida. Hacerse huéspedes unos de los otros. … El evangelio es hospitalidad…Estos enviados de Jesús, de dos en dos, No imponen, no exigen, sino  todo lo regalan y así aceptan la hospitalidad de quien les abra la puerta de su casa, integrándose en el contexto familiar y social del lugar que les acoja.

Son pobres, caminan sin seguridades materiales; pero su misma pobreza es principio de comunidad…  Son hermanos menores, como los de Francisco de Asís, van de dos, quedan en manos de aquellos que quieran acogerles, ofreciéndoles familia (o de aquellos que no quieren acogerles).

Esa itinerancia no es un retorno utópico a la naturaleza pacífica (en la línea de una literatura bucólica, bien conocida en el mundo helenista, desde Teócrito (310-260 a. C.), sino expresión de una gracia (dan todo lo que tienen) y participación de la vida des-asegurada de aquellos que no tienen familia, ni medios de existencia, de forma que no pueden instalarse en un lugar seguro, para siempre. Ellos, los que vagan pobres (por necesidad), sobre un mundo que les utiliza y les expulsa, han sido y son los escogidos de Jesús, portadores del Reino, dando lo que ellos tienen y recibiendo lo que otros pueden ofrecerles, en un mundo liberado de espíritus impuros (es decir, de dominio de unos sobre otros).

Jesús retoma quizá un motivo universal de la historia humana… Los misioneros cristianos son unos mendicantes…. (¡todos somos peregrinos!), pero lo vincula (simbólicamente) al camino de liberación de los hebreos (oprimidos en Egipto) y lo aplica de un modo más concreto a los emigrantes y marginados de su tiempo, no para conquistar una tierra, sino para abrir y compartir con todos un espacio de vida. No es nomadismo, como en los tiempos más antiguos de Israel, cuando los patriarcas (Abrahán, Isaac, Jacob) iban de un lado a otro (aunque puede haber relación entre itinerantes y nómadas), pues los viejos nómadas pastores caminaban con riqueza y rebaños, mientras que estos itinerantes de Jesús no tienen bienes, ni pastos propios para los rebaños (ni rebaños), sino que podemos llamarles caminantes mesiánicos (precisamente porque no tienen ni quieren nada propia).

Esa itinerancia de Jesús parece más vinculada a la suerte de los artesanos/obreros de su entorno (¡como él!), que han perdido sus tierras y así vagan de un lugar a otro buscando/ofreciendo trabajo (o viviendo de limosna). Éstos enviados de Jesús son como “artesanos” u obreros móviles, como pudo haber sido el mismo Jesús artesano, que iba ofreciendo sus servicios a quienes quisieran contratarles. Pues bien, ellos no piden ni ofrecen trabajo, ni buscan algún tipo de recompensa material, aunque es posible que realicen ciertas tareas laborales, sino que viven y actúan como portadores de un mensaje de Reino que ellos encarnan en su misma situación personal, con su propia forma de vida, de dos en dos. De esa forma han de cumplir el mensaje de Jesús siempre en camino, quedándose donde les reciben y marchándose cuando no quieran recibirles, con el gesto simbólico de “sacudirse el polvo de los pies”, como testimonio de libertad e independencia: no retienen nada (ni con el polvo de la tierra) que sea propio de aquellos que no quieran recibirles. Libremente vienen, con libertad se marchan, si no les reciben, sin casa propia, sin más seguridad que el mensaje que se les ha confiado, como supremo don de Dios, y la confianza en aquellos que quieran acogerles.

CONCLUSIÓNES

  1. Conversión. La que Jesús pide (metanoia) es una distinta de pensar y sentir, una transformación de la mente y corazón, una especie de mutación antropológica… Sin este cambio o conversión (sin acogida mutua) nos destruiremos todos.
  2. 2. Exorcismos. En este mundo “endiablado” (de recelos y enfrentamientos, de acusaciones y expulsiones: eso significa Satán-Diabolos) en que vivimos, el único exorcismo es la llamada a la vida en comunión de amor y libertad, un mundo sin armas, sin mentira, sin opresión de unos sobre otros.
  3. Curaciones. Ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban, pero estos enfermos son puramente arrôstous, personas que sufren pequeñas dolencias, como las de aquellos a los que Jesús pudo curar en Nazaret, a pesar de la poca fe de sus paisanos (6,5). Estamos posiblemente cerca de lo que ha sido la práctica de algunas comunidades cristianas primitivas, como la de “Santiago”, en cuya carta (la carta escrita en su nombre) se pide a los ancianos de la comunidad oren y unjan con aceite a los enfermos para curarles (Sant 5, 14-15). Sin duda, el anuncio del evangelio ofrece esperanza de vida a los enfermos, capacitándoles para cambiar incluso en el plano corporal; pero todo nos permite añadir que estos mensajeros de Jesús no logran realizar su gran tarea, de manera que esta misión es como la misión de Jesús en Nazaret, una especie de fracaso.
  4. Una nueva iglesia mendicante, como la de Francisco de Asís. Estos enviados de Jesús no son mendigos en sentido puramente material (no piden limosna), ni ricos autosuficientes (no van con todo resuelto), sino personas capaces de realizar la “obra” del Reino que es la conversión (meta-noia), expresada en la expulsión de los demonios y en las curaciones. Pero al dar todo lo que tienen quedan a merced de la ayuda de los demás. Su tesoro en el banco de la vida es la acogida de los otros. Así aparecen, ante todo, como portadores de transformación humana, en la línea de lo que Jesús había iniciado en 1, 14-15. Lógicamente, ellos son “sanadores”, portadores de una salud más alta: pueden enfrentarse al poder diabólico y curar a los enfermos, en gesto sacramental que nos sitúa en el comienzo de la praxis de la iglesia (ungen con aceite: cf. 6, 12-13).
  5. Esta primera misión se realiza básicamente en las casas, no en el templo de Jerusalén, ni en las sinagogas de Galilea, ni en las ciudades o templos helenistas. Aquí no se dice que vayan a la plaza del mercado, ni a los espacios sagrados de oración, sino a las casas (oikia: 6, 10), es decir, en los lugares de convivencia familiar (tanto en Israel como fuera), para iniciar allí un proceso de transformación mesiánica que puede extenderse a cualquier lugar (cf. topos: 6, 11). No piden como mendigos, ni venden como comerciantes, sino que ofrecen y comparten. Por eso suscitan gratuidad y vida común, dan y reciben, estableciendo lazos de familia en gratuidad. No son pordioseros, ni buscadores de fortuna sino profetas, creadores de fraternidad: ofrecen su riqueza mesiánica y quedan en manos de aquellos que quieran acogerles. Así convierten la casa de este mundo (que podría ser lugar de disputa y separación) en espacio de encuentro universal. No hay venta o negocio en su gesto. Ofrecen solidaridad mesiánica (van de dos en dos, curan…) y quedan en manos de aquellos que quieran responderles con solidaridad humana
  6. Ésta es la eclesiogénesis propia de Jesús de Marcos (que está en el fondo de los sinópticos, a partir de Marcos), recogiendo la , su estrategia de transformación mesiánica de Jesús, familia a familia, comunidad a comunidad. Frente al orden romano que se instaura por códigos de honor, poder y dinero, frente al orden de un judaísmo más legal, edificado sobre bases de distinción nacional y pureza religiosa, Jesús abre un camino mesiánico, universal, sobre principios de donación (los enviados dan lo que tienen) y acogida mutua (cada uno queda en manos del otro). De esa forma, al menos en principio, pierde sentido la vieja diferencia entre judío y no judío.
  7. 6. El tema no es una doctrina… sino la acogida mutua, dar lo que somos y tenemos y quedarnos así en manos de los otros. El evangelio pertenece a los pobres, a los que se hace pobres dando lo que tienen a los demás… y a los que acogen a los pobres… El evangelio es la hospitalidad. Los misioneros pobres pueden ir como van (sin nada material, sin poder alguno), anunciando el mensaje de Jesús, porque confían en aquellos que van a recibirles, porque son familia de reino y van despertar familias de reino en el mundo…
  8. Éstas son las palabras clave: Darse y recibirse (recibir: dekhomai: 6, 11), que aparece en otros textos básicos del evangelio de Marcos, especialmente en relación con los niños niños que han de ser acogidos/recibidos por los mayores (9, 37; 10, 15). Como niños indefensos en manos de los grandes, así quedan los misioneros de Jesús; ellos dan todo lo que tienen pero esperan ser recibidos en las casas de aquellos a quienes ofrecen su evangelio, iniciando una forma de existencia compartida, en plano de palabras, dones y afectos. Éste es el programa y el camino, de dos en dos, de casa en casa…,  como mendicantes que han dado todo y quedan así en manos del amor y acogida de los demás (el tema lo merece, seguiré mañana, buen día).

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